Anticine Juan Domingo Aguilar Editorial Universidad de Almería Colección Librería del desierto Almería, 2022 |
SESIÓN CONTINUA
Aunque nació en Jaén en 1993,
el trayecto literario de Juan Domingo Aguilar se vincula a Córdoba, como
morador temporal de la Fundación Antonio Gala; también al municipio portugués de Óbidos, donde disfrutó, en 2019, una beca Unesco como creador residente, y, por último, al pujante clima literario de Granada, como estudiante
universitario, promotor de eventos y escritor integrado en el catálogo de
Ediciones Esdrújula. Allí ha preparado la antología Algo se ha movido, 25 jóvenes poetas andaluces que certifica una
auténtica eclosión de amanecidas poéticas, también refrendada en la compilación
Piel fina: poesía joven española. El
poeta añade como rasgos propios la coordinación en la revista Zenda de la sección “Versátiles”, y un
quehacer poético que marca sus primeras amanecidas con el libro La
chica de amarillo y Nosotros,
tierra de nadie, reconocido con el XXXIII Premio de Poesía Villa de
Peligros.
El trayecto prosigue con la entrega Anticine, galardonada con el Premio Facultad de poesía de José Ángel Valente, en su quinta edición. En esta nueva ventana expresiva, el espacio poético se convierte en una visión esencialista del cine como expresión artística ligada al itinerario vital. La pantalla grande transforma la poesía de Juan Domingo Aguilar en un cálido inventario de símbolos, dispuesto a interpretar la sentimentalidad del yo poético. Los actores de reparto, al transitar lo laborable, comparten una herencia común: “todos son figurantes de una tierra ajena / en la que aprenden a amar con subtítulos”
Tan hermosa lectura de la costumbre alienta el despliegue de una percepción reflexiva que plantea diferentes encuadres en lo vivido. El yo ficticio se mira a sí mismo en el poema, utiliza el lenguaje cotidiano como soliloquio confidencial que comparte secuencias. Esa expresión cercana adquiere un tono conversacional que reserva sitio a la evocación y el paso autobiográfico. La confidencia remueve el tiempo; vislumbra en él un fondo de ausencias que confirma la fragilidad del estar y el paso transitorio. Enlaza cada identidad con un paréntesis, más o menos, cerrado por el gregario transitar de los años.
Esta visión, que aflora en la manera de entender la poesía, analiza también el tiempo histórico generacional. Indaga en el sustrato ideológico que sostiene un estar colectivo marcado por los contratos de formación, las habitaciones compartidas y el culebrón continuo del sustento propio. Hay que buscar en la oferta de empleo un puesto de trabajo que haga posible la independencia personal y el nacimiento de proyectos a largo plazo. Tan prosaica oferta vivencial se enuncia con fuerza en poemas como “Psicosis” al que pertenecen estos versos: “Nuestra vida juntos en un telefilme / basado en hechos reales / una sesión continua / en un cine de provincias / con escenas repetidas / y actores aburridos de sus personajes”.
La idealización del ahora, marcada por las condiciones precarias, languidece y se hace depositaria de una felicidad impostada. Nunca se salda la persistente distancia que separa el conflicto cernudiano entre realidad y deseo. Se trata de encontrar un mínimo sendero que preserve luces como el amor, el deseo y esa transformación de la rutina en esperanza.
En el avance del libro hay una excelente atmósfera unitaria. Los poemas construyen un itinerario, una fotografía de trayecto, casi un continuo quehacer de focalización, que acerca y aleja la contingencia con los movimientos de cámara del poema. En la sección “Travelling“ la posición poética se acerca a lo colectivo: la guerra de los Balcanes, las consecuencias de una globalización que ha multiplicado políticas comunes en los contaminantes espacios del mercado o el aleatorio campo de minas de las relaciones internacionales que siembra inquietud y desasosiego en los ciudadanos más vulnerables.
Un prolijo listado de películas sirve de excusa argumental para esas teselas visuales que albergan los poemas, siempre hechos desde la intensidad y la emoción. La poesía refleja la vida y alienta una actitud de resistencia y épica cotidiana frente a los hechos reales. Lo subraya con claridad luminosa la composición “Regreso al futuro”: “Mira Marty el futuro es esto / núcleos de población / con ventanas encendidas a media noche / mujeres que corren porque un lobo las persigue / en la oscuridad de los polígonos”. En las aguas claras de lo biográfico no hay distancias inalcanzables entre habitaciones privadas y pertenencias colectivas; todo forma un ovillo complejo de fusiones y entrelazados construyendo una realidad que evidencia derrumbes y erosiones. Que genera, por ello, incontables preguntas y reflexiones con las que alentar los renglones de una autobiografía ficcional. Los poemas de Anticine surgen en el cuarto de estar de la cercanía. Postulan el enfoque subjetivo y la manera personal de afrontar el road movie existencial y reflexionar sobre ella la evidencia de que todos somos secundarios que buscan cancelar un buen guion.
El trayecto prosigue con la entrega Anticine, galardonada con el Premio Facultad de poesía de José Ángel Valente, en su quinta edición. En esta nueva ventana expresiva, el espacio poético se convierte en una visión esencialista del cine como expresión artística ligada al itinerario vital. La pantalla grande transforma la poesía de Juan Domingo Aguilar en un cálido inventario de símbolos, dispuesto a interpretar la sentimentalidad del yo poético. Los actores de reparto, al transitar lo laborable, comparten una herencia común: “todos son figurantes de una tierra ajena / en la que aprenden a amar con subtítulos”
Tan hermosa lectura de la costumbre alienta el despliegue de una percepción reflexiva que plantea diferentes encuadres en lo vivido. El yo ficticio se mira a sí mismo en el poema, utiliza el lenguaje cotidiano como soliloquio confidencial que comparte secuencias. Esa expresión cercana adquiere un tono conversacional que reserva sitio a la evocación y el paso autobiográfico. La confidencia remueve el tiempo; vislumbra en él un fondo de ausencias que confirma la fragilidad del estar y el paso transitorio. Enlaza cada identidad con un paréntesis, más o menos, cerrado por el gregario transitar de los años.
Esta visión, que aflora en la manera de entender la poesía, analiza también el tiempo histórico generacional. Indaga en el sustrato ideológico que sostiene un estar colectivo marcado por los contratos de formación, las habitaciones compartidas y el culebrón continuo del sustento propio. Hay que buscar en la oferta de empleo un puesto de trabajo que haga posible la independencia personal y el nacimiento de proyectos a largo plazo. Tan prosaica oferta vivencial se enuncia con fuerza en poemas como “Psicosis” al que pertenecen estos versos: “Nuestra vida juntos en un telefilme / basado en hechos reales / una sesión continua / en un cine de provincias / con escenas repetidas / y actores aburridos de sus personajes”.
La idealización del ahora, marcada por las condiciones precarias, languidece y se hace depositaria de una felicidad impostada. Nunca se salda la persistente distancia que separa el conflicto cernudiano entre realidad y deseo. Se trata de encontrar un mínimo sendero que preserve luces como el amor, el deseo y esa transformación de la rutina en esperanza.
En el avance del libro hay una excelente atmósfera unitaria. Los poemas construyen un itinerario, una fotografía de trayecto, casi un continuo quehacer de focalización, que acerca y aleja la contingencia con los movimientos de cámara del poema. En la sección “Travelling“ la posición poética se acerca a lo colectivo: la guerra de los Balcanes, las consecuencias de una globalización que ha multiplicado políticas comunes en los contaminantes espacios del mercado o el aleatorio campo de minas de las relaciones internacionales que siembra inquietud y desasosiego en los ciudadanos más vulnerables.
Un prolijo listado de películas sirve de excusa argumental para esas teselas visuales que albergan los poemas, siempre hechos desde la intensidad y la emoción. La poesía refleja la vida y alienta una actitud de resistencia y épica cotidiana frente a los hechos reales. Lo subraya con claridad luminosa la composición “Regreso al futuro”: “Mira Marty el futuro es esto / núcleos de población / con ventanas encendidas a media noche / mujeres que corren porque un lobo las persigue / en la oscuridad de los polígonos”. En las aguas claras de lo biográfico no hay distancias inalcanzables entre habitaciones privadas y pertenencias colectivas; todo forma un ovillo complejo de fusiones y entrelazados construyendo una realidad que evidencia derrumbes y erosiones. Que genera, por ello, incontables preguntas y reflexiones con las que alentar los renglones de una autobiografía ficcional. Los poemas de Anticine surgen en el cuarto de estar de la cercanía. Postulan el enfoque subjetivo y la manera personal de afrontar el road movie existencial y reflexionar sobre ella la evidencia de que todos somos secundarios que buscan cancelar un buen guion.
JOSÉ LUIS MORANTE
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