Las casetas del Retiro muestran al sol sus novedades poéticas. Lo hacen
con la mirada limpia del regreso, tras la larga clausura pandémica, y con la
fuerza de tinta de las apuestas editoriales en las que conviven clásicos,
nombres consagrados y voces nuevas. Una amalgama de títulos y autores que
requiere la mirada y el criterio emancipado del experto. Hablamos con Enrique
Villagrasa (Burbáguena, 1957) poeta, periodista y uno de los críticos
independientes más respetados del país.
JLM.- No sé si serán los benéficos efectos de una primavera desatada
que deja en los sentidos un parque del Retiro esplendoroso, pero se percibe un
ambiente de plenitud y optimismo en torno a la Feria del Libro. ¿También hay ese
ambiente auroral en la poesía?
Sí, la fina y pertinaz lluvia de
estos días da cuenta de la prisa e impenitente trajín editorial: igual pasa en
la poesía y sus editoriales. Es un gozo pasear por el Retiro con tanta oferta
para las personas lectoras, que sí saben qué libro buscando van. Aquel que les
ilumine, espero y deseo. Tenemos buena cosecha de poetas en estos momentos en
España. Y que no se fíen de las propuestas periodísticas de los grandes medios,
que busquen. Hay más y mejor, casi siempre: al menos, sin intereses.
La creación no duerme, deja la sensación de un perpetuo desvelo que
abre la amanecida con un incansable fluir de nombres propios y títulos. ¿Cuáles
son los que merecen una atención especial en esta feria?
En esta edición de la Feria del
Libro de Madrid, la Feria por antonomasia, citaría la poesía de Manuel López
Azorín, José Luis Morante, Ángel Guinda, Alfredo Saldaña, Celia Carrasco Gil,
María Ángeles Pérez López, Vicente Muñoz Álvarez, Nacho Escuín, Gsús Bonilla,
Joan de la Vega, Albert Torés, Juana Castro, Selva Casal, Concha García, Javier
Vázquez Losada, Miguel Ángel Curiel, Joan Andión, José Manuel Lucía Megias,
Esher Peñas, Luis Ramos de la Torre y la poesía de Ursula K. Le Guin, entre
otras muchas y plurales propuestas. Estas y estos poetas no les defraudarán.
En su lucha por la supervivencia, las pequeñas editoriales tienen una
presencia fuerte en la Feria, aunque revistas y suplementos sólo parecen tener
puertas para la jerarquía editorial. ¿Es posible recorrer los pasillos del
futuro, lejos de Visor, Pre-Textos, Hiperión, Tusquets o las habituales
presencias de escaparate?
Creo que sí. Salvo un par de las
citadas, me parece que todas las editoriales en España tienen los días
contados: las personas lectoras saben y ya no creen en el mercado y buscan. Editoriales
como Liliputienses, Lastura, Papeles mínimos, Siltolá, Chamán, Cálamo, RIL, Bala
Perdida, Huerga y Fierro, Los libros del gato negro, Libros del Innombrable,
Bartleby, Baile del Sol, Olifante, Ediciones Franz, Casa Bukowski Internacional
y o Ultramarina están ofreciendo descubrimientos poéticos excelentes.
Hablemos de los recién llegados. Quiénes son, a su juicio, los poetas que
conforman la parrilla de salida de la generación digital, aquellos nombres que
muestran un vitalismo pujante.
Pues desde Celia Carrasco hasta
Ginebra Raventós, pasando por Ale Oseguera, Sonia Marpez, Violeta Nicolás,
Loredana Volpe o Esther Peñas y Azahara Palomeque, además de Dafne Benjumea,
Rut Sanz, Rosa Berbel, Hasier Larretxea y Bibiana Collado, entre otras y otros,
que haberlos los hay.
No sé si es posible mantener todavía una confianza ingenua en los
premios; pero son, desde luego, una de las estrategias más efectivas para la
promoción personal de quien empieza. ¿Sigue fuerte esa capacidad selectiva de
los certámenes literarios?
Los premios deberían ser y estar
para descubrir poetas única y exclusivamente. Dudo muchas veces de la capacidad
y el rigor selectivo de los jurados. No tengo nada contra los premios de la
industria privada. Sí que miraría con lupa aquellos que se otorgan con dinero
público. Pero, a veces aciertan y es de celebrar. Confianza en ellos todavía.
En las últimas convocatorias el Premio Cervantes ha distinguido a
poetas que ya son el árbol genealógico de la poesía contemporánea: Joan
Margarit, Cristina Peri-Rossi, Francisco Brines, Rafael Cadenas. ¿Ya es historia el relato de la poesía como
género clandestino y minoritario? ¿Participa con pleno derecho en el reparto
festivo de la aceptación popular?
Espero que no: leer poesía debe
ser para una minoría, como la filosofía, la música clásica, la pintura… Aunque,
bien es cierto, que todos deberíamos tener una base cultural lo más amplia
posible, que nos enseñase a pensar, desde la guardería a la universidad,
pasando por los colegios, institutos de enseñanza media o formación
profesional. Por cierto, este premio no siempre está acertado en su elección.
Pero, los y las premiadas son poetas hasta ahora que se dejan leer.
Al intacto sosiego de la lectura en papel se suma ahora la ventana
abierta de internet. Esa exposición de lo digital, ¿ha supuesto alguna
transformación de fondo en el quehacer poético?
El tiempo nos dará o quitará la
razón, tanto Martín Rodríguez Gaona como usted mismo saben más de esto que yo.
Hay buena poesía en las redes y fuera de ellas. Hay muchísima mala escritura a
renglón partido que cuela como si fuese, dentro y fuera. De ahí la necesidad de
educar desde niños en las artes. Y supuestamente, sí que ha habido un ponerse
las pilas en el quehacer demiurgo. Algunas cuadrillas poéticas no han querido
perderse el tirón del mercado digital; pero no ha sido para tanto. O sea, ha
sido la poesía cerilla: una pequeña llamarada y nada más.
Es sorprendente el desembarco de traducciones en los últimos tiempos.
En el escaparate de novedades la poesía palestina, hindú, nórdica, polaca o
rumana; y junto a ellas la poesía en lenguas periféricas… Por fin la
convivencia entre lenguas es un hecho real o ¿sigue habiendo dificultades para
acceder a los autores con circulación restringida?
Se continua sin traducir poesía
en catalán, gallego y euskera, también en asturiano, aragonés... Aunque la cosa
parece que se mueve, pero muy muy despacio. Todos deberíamos conocer las lenguas
romances y las de nuestro Estado, país de países poéticos donde los haya.
Conocemos más la poesía anglosajona que la nuestra. Por cierto, estoy leyendo
la Poesía reunida (Linteo) de
Kathleen Raine, en traducción del poeta José Luis Rey, y me parece brillante.
No la conocía.
En el siglo XXI, cuáles son los temas recurrentes del poema. ¿Persiste
la tradición o hay nuevos inquilinos en el portal de siempre?
La misma poesía en formatos
distintos. Todo el mundo quiere hablar de sí mismo y su experiencia con el
amor, el dolor, la vida y la muerte. También la naturaleza y el cosmos. Poca
poesía hay que sorprenda. Sí hay poetas que le dejan a uno balbuceando, como
Josefina Aguilar en su poemario Aubade
(Huerga y Fierro): “Para reflejar la sed hace falta un océano dentro de tu
boca”.
Entre lo anecdótico y la abstracción, el figurativismo y la
reivindicación de derechos sociales ¿Hay
sitio también para la transgresión?
Sí, claro. Pero lo difícil es
lograrla. Escribir violentando el verso desde el margen. Leo poca trasgresión
certera; pero seguro que la hay. Poetas hambrientos que escriban poesía feroz
necesitamos: agresividad y furia, no crueldad.
Los críticos han empleado en sus análisis el término generación como
foto de grupo; pero ahora individualismo y globalización parecen haber borrado
los caracteres genéricos del grupo. ¿Puede estudiarse todavía la joven poesía
del presente sin que parezca un coro de solistas?
No. Rotundamente no y usted lo
sabe bien como antólogo que ha sido y es. Hoy solo tenemos marcas de mercado. O
sea, ese coro de solistas que bien dices. Pero es bueno, opino, pues es no
escribir de forma gregaria, que buena falta nos hace. Luego ya llegarán los
críticos y los pondrán en el grupo justo y necesario, por puro azar.
Muy agradecido por tu colaboración y un abrazo fuerte, querido Enrique
¡A ti siempre, poeta sabio y
generoso! Las personas lectoras lo sabemos bien.
Madrid, 27 de mayo de 2023
Dejo mi gratitud y mi enorme alegría por la disposición y el afecto del poeta, periodista y crítico Enrique Villagrasa, que aceptó de inmediato dibujar este paisaje abierto sobre la 90 Edición en el Parque del Retiro de la Feria del Libro de Madrid. Es una excelente panorámica que llega justo a tiempo a los lectores.
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