Aubade Josefina Aguilar Editorial Huerga y Fierro Colección´Rayo Azul / Poesía Madrid, 2023 |
RESTOS FÓSILES
La lectura
de Papá, Hiroshima no me deja dormir (2022)
es un excelente mirador para adentrarse en el espacio poético de Josefina
Aguilar (Almería, 1971) Licenciada en Comunicación y profesora de
Formación Profesional de Imagen y sonido. La poeta, en un espacio temporal muy
breve, ha conseguido un tono de voz
alejado del habitual etiquetado crítico. Alcanza excelente altura en
la prosa poética de Papá, Hiroshima no me
deja dormir, una compilación de textos que elige un referente histórico
transcendental para acercarse al apocalipsis con el tacto frágil de lo
cotidiano. Mientras el siniestro pájaro de acero soltaba la bomba alguien en la
ciudad hacía el amor, habitaba la acera con la prisa de siempre, caminaba al
colegio o dejaba en sus labios la sonrisa de lo necesario. Todo fue barrido para
siempre, convertido en ruinas, haciendo de aquel hongo siniestro un arquetipo
de la devastación que sonroja a cualquier divinidad. No es tiempo de gritos ni
de resentimiento, sino de habitar las palabras con la ausencia para que lo
invisible permanezca.
El umbral afectivo
de Libro de desasosiego de Fernando
Pessoa abre la senda de Aubade con
una reivindicación de lo imposible desde el laconismo y el enfoque aforístico. Josefina
Aguilar rompe las costuras del molde formal e intercala en su entrega
apuntes líricos de mínima apariencia, como teselas verbales desprendidas del
silencio: “Un espejo es un pozo. / Sobre él pon tu nave.”; “La superficie se
mantiene a flote / porque en el fondo ya estás tú.”
Se construye un personaje poético que emplea la
voz ensimismada de la introspección para expandir el misterio de lo existencial
desde la filosofía, aunque en esa desnudez del pensamiento sale a flote un
lirismo cálido, donde persisten los elementos sonoros del poema. Otras
composiciones adquieren un mayor desarrollo narrativo, como “La flota del tesoro de
Zheng He”, para hilvanar un hilo argumental que se aproxima a la leyenda por su
densidad onírica.
La escritora
almacena en sus textos materia cultural de amplia procedencia y junto a esos
elementos escindidos de la tradición, intercala otros itinerarios para el
pensamiento. El mar copa el primer plano, como lugar vivo y emboscada de
asombro. El
entorno cambiante del azul despliega un hermoso abanico de imágenes poéticas
que abarcan desde la personificación al escenario simbólico. Lejos de la
descripción testimonial y paisajística, el mar se hace concepto y torrente
expresivo, condensa sensaciones, confunde tiempos. Sirve de ejemplo la
composición “Mar muy gruesa”, de la que rescatamos un fragmento: “Pon una
decisión en el centro del océano y que flote. / Llena un vaso de agua hasta la
mitad de la sed y déjalo partir…” . O el texto que clarifica el título
“Aubade”: “Llena la casa de agua / para que el mar se llene de casa. / Aubade
em el fósil de un barco. / Si miro a través de él veo un padre. / Mi ilumina un
sol de agua.”
La sección
“AguaCeros” comienza de nuevo con la desnudez precisa del aforismo: “Llenar de
agua un vaso roto. Esa es la vida del sediento”. Se oyen los ecos de la paradoja
y el oxímoron y se acrecienta la desnudez extrema del poema que advierte de una
escritura esencial, mínima, intensa. “Cuando un pez muere tiene dos vida:
/flotar y hundirse.”, “Para no entrar en la red / te hiciste pez”, “No llueve
dentro de un pájaro”. Parecen esquejes de literatura sapiencial, certezas
intangibles de una forma de mirar esa
viva acuarela de las olas cambiantes. En este silencioso caminar del
pensamiento el tema central olvida su desarrollo confidencial y enunciativo
para que la idea se convierta en presencia. Todo el apartado se concibe como
una invitación al silencio que concede a las palabras hondo calado.
Lejos de
cualquier inercia expresiva, Josefina Aguilar prosigue viaje por la
poesía con el anhelo de una indagación creadora. En Aubade hace del mar centro neurálgico del lenguaje y conjuga una llanura ondulante de reflexión donde conviven secuencias oníricas y acuarelas imaginarias
con certezas conceptuales de calado humanista. Poesía cuyo resplandor hace del símbolo una llama encendida, un despliegue de luz en el silencio que muestra un fondo habitable, a resguardo en la aubade del poema.
JOSÉ LUIS MORANTE
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