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Pasos a solas Fotografía de internet |
RITUAL DEL LUNES
En el fin de fiesta, la excusa respira el vitalismo a
trasmano del anfitrión.
Los límites del ego son
infinitos; supone que los que pueblan las aceras alrededor son meras sombras, muñecos de guiñol que habitan los espacios imaginativos de la infancia.
Qué coraje muestran esos libros
inexpresivos que alzan andamios a la sandez.
No voy a dejar que la tristeza me
registre sin una orden judicial.
Cuando suena el timbre esporádico
del desánimo, el entusiasmo debe ponerse bufanda y abrigo.
De nuestra amistad, si lo fue
alguna vez, solo la caligrafía del humo.
Hay teselas de la memoria
personal que ya no encajan en ningún todo.
Las observaciones aleatorias
tienen predilección por los ascensores compartidos y las colas en el cuarto de
baño, al concluir la función teatral.
Dentro de mí, todavía, la orfandad
del niño sin paraguas.
JOSÉ LUIS MORANTE
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