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Louise Glück (Nueva York, 1943-Cambridge, Massachussets, 2023) |
ROMPER LO FRÁGIL
La concesión del Premio Nobel de Literatura de la Academia Sueca genera en
cada convocatoria una incontenible tormenta verbal que suele ser más riñas de
gatos y preferencias personales no fundamentadas que opiniones y vislumbres
inteligentes. En 2020 eran candidatos transeúntes Adonis, Margaret Atwood,
António Lobo Antunes, Anne Carson, Haruki Murakami o Javier Marías. Pero la ganadora
anunciada el día 8 de octubre fue Louise Glück, poeta y ensayista norteamericana
de reconocido palmarés cuyos libros están en el catálogo de Pre-textos desde
hace casi dos décadas. Gracias al traductor de Ararat, el poeta Abraham Gragera conocí la poesía de Louise Glück (Nueva
York, 1943) a finales de 2008. En una grata tertulia madrileña, donde
intercambiamos libros, Gragera recalcó el ideario figurativo y el aire frágil
de aquellos poemas donde lo autobiográfico se convertía en vigoroso argumento.
Así que para introducirse en el faro de Louise Glück, formado por una
decena de poemarios entre los que sobresalen Praderas, Ararat, Averno y El
iris salvaje, es recomendable
sondear elementos biográficos que tienen una simbiosis misteriosa con el material
poético. Nacida en la metrópolis, pasó una ensimismada primera infancia en Long
Island de contornos sombríos, trazados por el fallecimiento de una hermana
antes de que ella naciera, que disolvió la armonía familiar. Tejió
silenciosamente una fuerte voluntad lectora, que creció en la adolescencia
cuando se diagnosticó una anorexia incontrolada. La enfermedad exigiría un
prolongado tratamiento de psicoanálisis y la interrupción de su formación
académica en Columbia. En este tiempo es cuando aflora su poesía,. cuyo
despertar poético supone una imitación de los modos poéticos de William Blake,
T.S. Eliot y W. B. Yeats. La prolongada soledad y la terapia le permiten una
indagación profunda en las secuencias vitales y un cuestionamiento del clima
relacional. Esas dolorosa incisiones no se oculta tras nubes metafóricas, sino
que la palabra se convierte en terapia objetiva, como escribe en la indagación
crítica Educación del poeta o
en el rescate evocativo de Ararat, cuya configuración explana las
relaciones familiares, la extrañeza, la sensación de estar fuera de sitio, el proceso
erosivo de lo cotidiano y el precipicio final. Son aspectos descritos, como
subrayaba la comunicación de Anders Olsson, presidente del comité del premio
Nobel, con austeridad minimalista, que enuncian enfoques de grisura desde una
ética muy exigente que busca trascender el intimismo emocional.
Por tanto, la clave argumental de Ararat
es la familia, grupo de cohesión donde los vínculos afectivos exigen una
intensa relación, como parte del crecimiento personal. Pero la perspectiva de
Louise Glück en estos poemas es el desasosiego, una relevante vigilia que
revisa grietas y necesidades nunca cubiertas. El yo poético muestra una potente
capacidad observadora que asimila y rechaza secuencias vitales. Así amanece un
método reflexivo que cuestiona la realidad interna del núcleo familiar. Cada
miembro ha sido expulsado del paraíso para afrontar sufrimientos y absorber
sentimientos contradictorios. Así se gesta una identidad separada, un esqueje
no exento de frustración que busca clarificar su experiencia emocional.
Ararat propicia una imagen
autobiográfica en la que el hablante lírico intenta romper su fragilidad. Su
voz revisa estereotipos sin estridencias, con un lenguaje lacónico, sin la tela
cálida de los adjetivos. Como ha manifestado, al comentar su estética
despojada, Louise Glück hace poesía en el páramo verbal: “Me atraen las
elipsis, lo no dicho, la sugerencia, el silencio elocuente y deliberado. Lo que
no se dice, para mí, ejerce un gran poder: a menudo desearía poder hacer un
poema completo con este vocabulario. Es análogo a lo invisible, por ejemplo, al
poder de las ruinas o las obras de arte dañadas o incompletas”.
Poesía que hace de la humildad una aspiración
mística y una cicatrización, para que las palabras encuentren su lugar y su
afán de conocer. Latido humano y sangre tibia que surgen de la vida y la
experiencia de un yo casi siempre ubicado en el caos, que se sabe fuera de
lugar y se amarra al poema y la esperanza.
El día
13 de octubre de 2023 fallecía Louise Glück con ochenta años de edad y dejo en
mi despedida particular la lectura de Marigold
y Rose. Una ficción, un libro en prosa poética publicado por Visor este año
en su colección de poesía en edición
bilingüe y con versión al castellano de Andrés Catalán.
El planteamiento argumental del libro sorprenderá de inmediato, como
sorprendió a su editor habitual en USA. Dos mellizas, todavía bebés, con un
expansivo mundo interior desgranan pensamientos y acciones, como si hubiesen
superado las tradicionales etapas del aprendizaje y ya estuvieran respirando en
la vida adulta. Marigold, aunque no sabe leer, es una lectora brillante, y está
escribiendo un libro en su pensamiento aunque no conozca todavía las palabras.
Vendrán después. Mientras Rose es un ser social que disfruta participando en
actividades sociales como el baño y que goza de una hermosa presencia física.
Son dos identidades muy diferenciadas y, por tanto, complementarias al asomarse
al mundo.
Cada niña percibe un entorno insólito que acentúa su soledad y su
asombro, que les hace mirar al mundo adulto con ese punto de recelo de quien
apenas entiende lo que sucede alrededor y de lo que, antes o después, pasará a
formar parte, cuando empiece la vida oficial. Mientas constatan a cada instante
la dependencia de “Madre”, el continuo refugio para estar a salvo, mientras
“padre” está lejos sumando o resolviendo enigmas cotidianos. A veces las dos
añoran la vida adulta por su enorme cargamento de palabras.
De las reflexiones interiores de las dos mellizas nace la casa familiar
y sus pobladores con una sensibilidad irónica en ocasiones y en otras repleta
de ternura al poner silueta propia a los comportamientos de Madre y Padre o al
discurrir de un tiempo que camina hacia el primer año de vida.
En algunas entrevistas de prensa Louis Glück ha definido el libro como
una novela poética dividida en breves capítulos. También ha señalado que la
ficción nació a partir de los vídeos de sus nietas, grabados por el padre de
las mellizas en California, y a quienes no podía visitar en 2020 por la
pandemia. De las visualizaciones nacieron observaciones en torno a las bebes y
su capacidad de relacionarse entre sí o con los adultos.
El mundo interior en formación concede a la escritura de Marigold y Rose una perspectiva inédita
frente al misterio del tiempo, una forma de expresión sencilla y delicada que
se anticipa a las palabras y ayuda a vivir. Por eso resulta paradójico que la
ausencia de Louise Glück coincida con el retorno a la infancia de su escritura,
con la vuelta a ese tiempo que abre puertas y teje amanecidas, como si
confirmara la presencia continua de quien ya no está. Descansa en paz, querida
poeta.