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UN TROMPO QUE GIRA
La escritura de Anne Carson trasciende sus propios bordes. Muchos
significados quedan fuera de alcance. Están llenos de puntos ciegos, pero mis
interpretaciones fallidas no me dejan la sensación de fracaso. Es un material
sin género, duro, obsesivo, singular, que rechaza el ojo frío de la disección.
Hay que leer sin más, contemplar un trompo que gira.
La esperanza de entender también afecta al pie quebrado de lo diario,
cuyos componentes nunca resuelven la contradicción, esa simultaneidad de amargo
y dulce, de sensaciones de frío y de la color que pueblan el mapa de las
emociones.
Sobre la mesa Microlitos, y
esta definción complementaria: “Microlitos. Mínimos guijarros arrastrados por
el cauce existencial que erosiona y disgrega”. Así define el poeta rumano Paul
Celan (Chernivstsi, 1920-París, 1970) sus aforismos y breves en prosa, una
miscelánea que hace de la fragmentación y lo disperso una reflexión verbal. Es
conocido el copioso diálogo que el quehacer intelectual de Paul Celan mantuvo
con la filosofía, el psicoanálisis, la tradición religiosa judeocristiana y su
acercamiento a distintos ámbitos lingüísticos centroeuropeos. Así forjó una
obra singular en la que tiene un largo recorrido la angustia existencial, el
incansable absurdo del devenir diario, la preocupación metalingüística y las
paradojas de la comunicación entre el ser y la nada.
Buena parte de los aforismos
recogidos en esta obra son pálidas virutas de taller, frases sueltas que fuera
del contexto adquieren un sentido difuso. Aunque de cuando en cuando salte el
destello capaz de iluminar un pensamiento.
Los afectos llenan la casa a diario; son esos sonidos claros que se abre
a la realidad o dan voz a los sueños. Secreta música donde habitan las horas en
los hilos del tiempo.
(Apuntes del diario)
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