Anotar lo extinto Eduard Farràs Núñez Prólogo de Krzysztof Katkowski RIL EDITORES Colección Aerea Carménère Valparaíso, Chile, 2024 |
CONTORNOS DE LA NADA VISIBLE
Sus coordenadas acercan la pupila poética al
sedimento cultural para universalizar lo concreto y liberarlo de la opaca
erudición del sustrato histórico. La mirada fragmentaria del poema rescataba
apuntes del pasado para incidir en su naturaleza ética y su vigencia posterior, a
través de una expresión hermética y rigurosa, que emplea campos semánticos
epocales y una dicción selecta, no exenta de oscuridad en su sentido último.
También la segunda entrega del poeta, Anotar lo extinto, deja sitio a la introducción de Krzysztof Katkowski, periodista, poeta y sociólogo. Se me disculpará si su nombre evoca la tarea de rzysztof Makowski Hanula, arqueólogo polaco radicado en Perú, cofundador de la especialidad de Arqueología en la Universidad Pontificia e investigador persistente de las civilizaciones antiguas El liminar recuerda la poética de imágenes, expuesta en el primer libro, y el anhelo de recuperación de lo extinto para conocer y entender, para dar a los contornos de la nada visible una dimensión lingüística; quehaceres de autor para dar luz al repliegue mental en la razón, empeñada en entender e interpretar el entorno y sus relaciones con el sujeto poético.
Cuatro tramos de irregulares extensiones se vertebran a lo largo del libro. El primero “Sobre el estado de la cuestión” es el más amplio. En él se gesta una indagación sostenida sobre la tradición y sus axiomas; sobre la presencia del pasado para cimentar el ahora. En el presente, el recuerdo de los primeros pasos y el despliegue de expectativas del yo; también el sujeto colectivo que ilumina carencias y contradicciones, multiplica la pulsión del absurdo y el sinsentido; deja en el protagonista verbal la sensación de ser un sujeto sombrío, infectado de melancolía y nihilismo. Saber atarse los zapatos no garantiza las coordenadas del camino, solo la sensación de azar que lleva a la madurez. Nada queda de aquella mirada auroral del primer día, se ha agostado la zona de confort; todo parece cubierto por un armazón de moho y extrañeza.
El breve apartado “declaración de intenciones” apenas contiene tres poemas. La ironía añade una postura crítica en la travesía existencial; subimos una escalera de peldaños que ensancha la lejanía. Son textos de notable creatividad, que casi nunca pierden un tono crepuscular, donde solo en el futuro hay esperanza; el ahora es gelidez, una penumbra sostenida frente a una realidad intransigente. También el apartado “Tratado de armas” destaca por su brevedad y por la concisa arquitectura poemática que busca en cada poema un motivo autónomo, en el que apenas cabe la presencia del yo: la quemadura de la piel tuesta la dermis de un color burdeos; el proceso de la electrolisis y otros experimentos científicos conceden al poeta un epitelio argumental complejo, que a veces provoca una clara frialdad lectora, como si lo emotivo se hubiera borrado en las palabras.; lacónicos, precisos, los textos exhiben su horizontalidad ante el lector que tantea interpretaciones, o hace de algunos fragmentos lecturas con indicios biográficos.
El cierre, “Apología de la extinción” rechaza el hábito convencional del aprendizaje para demandar un aula abierta, ajena a la instrumentalización del verbo que constata el desvanecimiento de la materia, sus siluetas efímeras. Entender la poesía ayuda a empatizar con el poema, a sentir mejor su transfondo emotivo. El ideario estético de Eduard Farràs Nuñez, tanto de Mal de siglo como de Anotar lo extinto, provoca perplejidad por su compleja semántica. La singularidad de sus argumentos y el rechazo a cualquier coloquialismo versal demandan al poema claves iniciáticas; canalizan un imaginario sorprendente y singular, cuyos enunciados para dar al sentido argumental plena visibilidad tardan en llegar.
También la segunda entrega del poeta, Anotar lo extinto, deja sitio a la introducción de Krzysztof Katkowski, periodista, poeta y sociólogo. Se me disculpará si su nombre evoca la tarea de rzysztof Makowski Hanula, arqueólogo polaco radicado en Perú, cofundador de la especialidad de Arqueología en la Universidad Pontificia e investigador persistente de las civilizaciones antiguas El liminar recuerda la poética de imágenes, expuesta en el primer libro, y el anhelo de recuperación de lo extinto para conocer y entender, para dar a los contornos de la nada visible una dimensión lingüística; quehaceres de autor para dar luz al repliegue mental en la razón, empeñada en entender e interpretar el entorno y sus relaciones con el sujeto poético.
Cuatro tramos de irregulares extensiones se vertebran a lo largo del libro. El primero “Sobre el estado de la cuestión” es el más amplio. En él se gesta una indagación sostenida sobre la tradición y sus axiomas; sobre la presencia del pasado para cimentar el ahora. En el presente, el recuerdo de los primeros pasos y el despliegue de expectativas del yo; también el sujeto colectivo que ilumina carencias y contradicciones, multiplica la pulsión del absurdo y el sinsentido; deja en el protagonista verbal la sensación de ser un sujeto sombrío, infectado de melancolía y nihilismo. Saber atarse los zapatos no garantiza las coordenadas del camino, solo la sensación de azar que lleva a la madurez. Nada queda de aquella mirada auroral del primer día, se ha agostado la zona de confort; todo parece cubierto por un armazón de moho y extrañeza.
El breve apartado “declaración de intenciones” apenas contiene tres poemas. La ironía añade una postura crítica en la travesía existencial; subimos una escalera de peldaños que ensancha la lejanía. Son textos de notable creatividad, que casi nunca pierden un tono crepuscular, donde solo en el futuro hay esperanza; el ahora es gelidez, una penumbra sostenida frente a una realidad intransigente. También el apartado “Tratado de armas” destaca por su brevedad y por la concisa arquitectura poemática que busca en cada poema un motivo autónomo, en el que apenas cabe la presencia del yo: la quemadura de la piel tuesta la dermis de un color burdeos; el proceso de la electrolisis y otros experimentos científicos conceden al poeta un epitelio argumental complejo, que a veces provoca una clara frialdad lectora, como si lo emotivo se hubiera borrado en las palabras.; lacónicos, precisos, los textos exhiben su horizontalidad ante el lector que tantea interpretaciones, o hace de algunos fragmentos lecturas con indicios biográficos.
El cierre, “Apología de la extinción” rechaza el hábito convencional del aprendizaje para demandar un aula abierta, ajena a la instrumentalización del verbo que constata el desvanecimiento de la materia, sus siluetas efímeras. Entender la poesía ayuda a empatizar con el poema, a sentir mejor su transfondo emotivo. El ideario estético de Eduard Farràs Nuñez, tanto de Mal de siglo como de Anotar lo extinto, provoca perplejidad por su compleja semántica. La singularidad de sus argumentos y el rechazo a cualquier coloquialismo versal demandan al poema claves iniciáticas; canalizan un imaginario sorprendente y singular, cuyos enunciados para dar al sentido argumental plena visibilidad tardan en llegar.
JOSÉ LUIS MORANTE
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