JOSÉ LUIS MORANTE: EL SENTIDO Y EL VALOR DE LA ESCRITURA AFORÍSTICA
Por Manuel Neila
José Luis Morante (El Bohodón, Ávila, 1956) es poeta, ensayista y crítico literario de amplia trayectoria. Su obra poética se compone de doce títulos y aparece seleccionada en los volúmenes Mapa de ruta (2010), Pulsaciones (2017) y Ahora que es tarde (2020). Colabora habitualmente en Turia. Revista cultural, Crátera, donde coordina la sección de aforismos, y en el suplemento “Los Diablos Azules” del periódico digital Infolibre.es, al tiempo que coordina el blog “Puentes de papel”. Cuenta en su haber con ediciones de Juan Ramón Jiménez, Joan Margarit, Eloy Sánchez Rosillo, Luis García Montero y Karmelo C. Iribarren.
Al igual que
otros poetas de la denominada generación del 80 o de la Transición, José Luis Morante cultiva de igual manera el
verso y el aforismo, ya sea como creador, ya sea como estudioso. Mientras que
el aforismo le muestra el sentido de las cosas, siempre parcial y fragmentario,
el verso le señala al valor de las mismas. Como aforista, es autor de Mejores días (2009), Motivos personales (2015), la antología Migajas de voz (2021) y Planos cortos (2021). También es
responsable de la muestra antológica 11 Aforistas
a contrapié (2020) y acaba de editar
Paso ligero. La tradición de la brevedad en castellano (siglos XX y XXI).
—Con el paso del tiempo, el aforismo presenta unos rasgos que permanecen constantes, mientras que otros cambian dependiendo de la situación histórica. ¿Podría señalar cuáles son las constantes del género aforístico?
—La brevedad,
la autonomía del texto, el despojamiento formal, la originalidad semántica… Son
propiedades del aforismo que han permanecido en el tiempo, aunque soy
consciente que no hay una fórmula exacta y cerrada; los aforismos de Marco
Antonio no se parecen a los de Wilde y los de Juan Ramón Jiménez no tienen
parentesco con los de Gracián…
—El ensayo de
Barthes, publicado en 1953, no hace una revisión de autores y corrientes sino del
concepto mismo de escritura literaria y su relación con los periodos
históricos. Algo similar sucedió con las investigaciones de Juan Carlos
Rodríguez, el impulsor teórico de la Otra Sentimentalidad. Sospecho que el
fluir del aforismo en el tiempo escribe liberado de implicaciones teóricas y
deja en manos del lector la autoridad interpretativa; quien escribe no lo hace
para confirmar teorías; por tanto, no hay una repercusión directa en la
arquitectura formal y semántica del aforismo.
—En lo que llevamos de siglo, el interés de los creadores y los investigadores por la escritura aforística ha aumentado considerablemente. A su parecer, ¿cuáles son las razones de la sorprendente proliferación del aforismo en nuestros días?
—Eran
necesarias; las aproximaciones teóricas todavía son mínimas si comparamos con
otras estrategias expresivas, así que sospecho que irán aflorando más enfoques
que buscarán acotar características y practicantes, lo que redundará en un
conocimiento más hondo. Paso Ligero. La
tradición de la brevedad es un estudio histórico sobre el aforismo
contemporáneo en castellano, durante los siglos XX y XXI, que aporta además un
amplio muestrario de aforismos para hilvanar trayecto biográfico y creativo.
—En el último tramo representado en su libro, Transición y democracia (1975-2023), los aforistas se han multiplicado exponencialmente. ¿No cree que hubiera sido conveniente antologar este periodo en un volumen independiente?
—Los
etiquetados de urgencia suelen tener fecha de caducidad; solo han transcurrido
dos décadas del siglo XXI y creo que muchos trayectos están por definir; la
antología es una selección de nombres propios, un apunte parcial, no una
concentración de practicantes en la Puerta del Sol. No obstante, ya preparo un
nuevo volumen sobre la etapa digital, así que también se trata de tener un poco
de paciencia. Toca ahora reivindicar las premisas de Paso ligero.
La hondura
reflexiva está más pertrechada para un ejercicio de resistencia; las señas de
etapa se diluyen cuando los gustos sociales de un determinado momento periclitan;
pero el aforismo es un continuo defensor del matiz, así que harán caso a Borges
y llenaran los pasos del futuro de caminos que se bifurcan.
—La escritura aforística concita a veces el
rechazo de críticos y lectores. ¿Considera que el aforismo continúa siendo
menospreciado por la crítica convencional, como si fuese un género menor,
subsidiario, de poca monta?
—Desde el
trabajo de José Ramón González hay una apertura de oído crítico. Fue un acierto
que zarandeó un poco las solapas del lugar común que considera el aforismo como
una nadería verbal. También sucedió en su día con el haiku y el microrrelato.
Hoy las formas breves suscitan más interés crítico y hay que seguir en la
pelea. No se trata de convencer sino de argumentar.
—La
banalización y el oportunismo de las modas son virus extensivos que crean
efectos nocivos. En las redes no hay filtros y la ocurrencia se disfraza de
profundidad. Hace muchos años ya lo advirtió Sánchez Ferlosio. Cuidado con los
disfraces de lo transcendente; son pieles de cordero. La mejor terapia es la
lectura. La formación del gusto y el criterio personal.
Y me permitirá
dar las gracias por su luminosa estela de preguntas. Querido amigo, esta
conversación ha sido un placer.
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