miércoles, 13 de noviembre de 2024

SONORÁMICA. PAISAJE SONORO VENEZOLANO

SONORÁMICA

(Paisaje sonoro venezolano en 11 poemas)
Coordina el disco-libro Tibisay Guerra
Ilustraciones: Starsky Brines
Producción Editorial: Alberto Sáez, Rodnei Casares
Entidades colaboradoras: @autoresVzlanos Promusik
Caracas, Venezuela, 2019


MÁS ALLÁ DEL POEMA

  
   En los días tibios del otoño de 2024 recorrió el callejero de Madrid la venezolana Tibisay Guerra, un perfil cultural bien definido por cartas de presentación como el proyecto Autores vzlanos o el Concurso Nacional de Poesía Joven Rafael Cadenas. El apresurado recorrido por la capital no concluyó del todo porque dejó en la librería el disco-libro SONORÁMICA, bello producto híbrido, cuya edición representa una oportunidad única para disfrutar del abrazo plural entre poesía, música y creación visual.
   La coordinadora de esta iniciativa dedica la hermosa caja a la memoria de su progenitor, el músico, instrumentista y compositor Carlos Guerra y a los integrantes de la orquesta que dirigió, en el intervalo temporal de los años sesenta en Venezuela.
  Con el respaldo de @autoresVzlanos y Promusik, y la colaboración esencial del artista Starsky Brines, se completaba en 2019 un  cálido paisaje sonoro, integrado por  once poemas. La idea tuvo su primera amanecida en 2014. Tibisay Guerra pretendía celebrar una memoria compartida, un legado cultural colectivo, hecho de imágenes, poemas y música. Crear el espacio de contemplación de “un imaginario que se deslinda en todas las posibilidades de expresión, pero dentro de un único contexto: lo que somos”.
  El largo recorrido de la poesía venezolana en el discurrir temporal ha ido sembrando las estanterías de voces esenciales. Esos magisterios y presencias del canon han permitido una pautada selección que integra frutos líricos de Andrés Eloy Blanco, Yolanda Pantin, Hesnor Rivera, María Calcaño, Eugenio Montejo, Rafael Cadenas, Santiago Acosta, Cristina Gutiérrez Leal, José Antonio Ramos Sucre y Alejandro Castro, a los que suma el poema epílogo "Canto de amasar", de Tibisay Guerra.
  Precede a cada texto un breve liminar firmado por un comentarista, que justifica la inclusión, explica la procedencia del poema o recalca su fuerza expresiva.
  La variedad rítmica, los paisajes sonoros y la riqueza de voces y cantos corren a cargo de 23 músicos que se decantan por la diversidad melódica y un completo friso de vocalistas. Salen al aire para mudar el poema en canción, para que las sensaciones se multipliquen más allá de las palabras.
  Piedras angulares de este trabajo son las ilustraciones de Starsky Brines (Caracas, Venezuela, 1977). La mirada estética del artista nace desde la observación del entorno y los estratos profundos de una realidad histórica que conjuga lo primario y lo lúdico; que busca conformar una geografía de extrañeza, ajena a cualquier realismo mimético.
  Los enriquecedores sustratos de poesía, música y expresión artística sedimentan un suelo firme, el compromiso de transmitir una profunda reflexión sobre la esencia del ser humano. El disco-libro pone voz clara a los sentimientos para que se defina en ellos la identidad del yo. Sin la dicción de lo emotivo, el sujeto se deshabita, vive a solas confinado en la gélida caverna temporal de la decepción y el desencanto. Arte, música y poesía levantan en SONORÁMICA un refugio abierto para la vigilia del pensamiento, un ancho espacio de visión que suma señales y símbolos para alumbrar la retina del día, la dormida belleza que conmueve.
 

JOSÉ LUIS MORANTE




  

martes, 12 de noviembre de 2024

EREMITAS DIGITALES

Vivir en el papel
Archivo de Internet 

EREMITAS DIGITALES

 
   Acostumbrados al paso lento de la edición tradicional que llevaba el manuscrito hasta la imprenta, el blog sorprende por su disposición e inmediatez para acoger cada uno de los escritos seleccionados, sean estos asuntos personales o impresiones lectoras. Las entradas se suceden con apremio y  la escritura no conoce descanso; nada queda del latido acompasado que, con morosidad, analizaba las pautas de un momento histórico o los estados de ánimo de una identidad concreta. Hay que aceptar un axioma de partida: lo que se publica no se somete al mutismo de la distancia para que acreciente sabores y cualidades. El blog exige una caligrafía de la urgencia que no se extravíe en digresiones; marca un itinerario sin rotondas con la promesa de una receptividad colectiva, tangible y medida con exactitud por el contador de visitas, que además nos deja una cartografía diferenciada de lectores habituales y esporádicos.
   Como en cualquier manifestación escrita, la función última del blog es caminar juntos sobre la geografía del lenguaje, superar ese nuevo formato de aquella vieja torre de marfil, de aquel exilio en lo individual, meditando la quiebra de ilusiones vitales y el aplazado viaje a tantos paraísos perdidos. La pantalla encendida del ordenador nos convierte ahora en tercos eremitas digitales.
 

                                                     JOSÉ LUIS MORANTE



 

 

                                                        

lunes, 11 de noviembre de 2024

VENTANAS DEL AFORISMO



 

  

A SORBOS

 JOSÉ LUIS MORANTE

                                                                                              Todo es siempre menos

 JRJ

 Extremó la prudencia verbal; no aventura palabras si no es en presencia de su diccionario.

 ***

Afrontar sin amargura, sin gestos de abandono,  que lo que pensamos oculta lo que somos.

 ***

Su cerebro contiene dos ideas; son tan opuestas que entre ellas cabe un sistema filosófico.

 ***

Al florecer el día  rompe la quietud del reloj un aforismo. Sorbos cortos.

***

Basta mirar la penumbra de alrededor para saber que no estoy.

***

El puño cerrado de quien corta rosas.

***

Una pobreza de hospitalidad irrefutable, capaz de ofrecer su vieja cama de faquir.

***

El silencio y su fuerza de convicción. Sabe quién responde cuando nadie llama.

***

El prudente convierte en coma cualquier punto final.

(Mínima Antología)



domingo, 10 de noviembre de 2024

HÁBITOS

Clausura
Fotografía
de
Javier Cabañero Valencia

 

HÁBITOS

 
   Atribuyó la extraña familiaridad con los recodos del inmueble a los muchos años de práctica, al hábito crecido entre su identidad. Fue desvalijando consolas, cajones y la caja fuerte del salón principal. Consiguió un botin considerable y un estar cansado que lo depositó en el sofá. Solo entonces cayó en la cuenta de que había saqueado su propio hogar.
   Su vanidad consideró innecesario reconocer el error. Lo definió como un simple ejercicio práctico. En cambio, evaluó con recelo la seguridad de su casa. Puso un cerrojo nuevo, tras la puerta principal y adquirió una llave maestra de gran envergadura. Además pretende vivir dentro siempre,  para ahuyentar al próximo ladrón.

(Del libro de microrrelatos Fuera de guion, Lastura editorial, 2024)


sábado, 9 de noviembre de 2024

DÍA DE NIEBLA

Niebla en el bosque
Fotografía
de
Adrian Sava

 PACTO

Eres punto de luz tras el eclipse.
Al despoblar la sombra,
que retornes envuelta
en un aire de víspera
y prodigues abrazos.
Que rompas, trecho a trecho, la costumbre.
Sutura cicatrices,
encrucijadas, miedos.
Deberán confundirse nuestros pasos
en otra orilla, donde duerme el sol.
El beso de la escarcha
no roce tu epidermis con sus labios.
Que tu miedo y tu frío
-falsos techos de niebla-
sean leve rumor desdibujado
que se gestó una noche.
Nunca fue fácil conciliar el sueño.

     (De la antología Ahora que es tarde)



viernes, 8 de noviembre de 2024

TOMA DE TIERRA

Toma de tierra



 TOMA DE TIERRA

   Era un esfuerzo firme, ejercido sin tregua. Cada día se adentraba en la tinta azul del mar como si estuviese soñando. Un crepúsculo naranja el sueño, mar adentro, se prolongó demasiado. Encontró sitio en el agua y no hubo despertar. Bajo la permanencia del verano se hizo real una silla vacía, una toma de tierra. La sombrilla sin nadie marca el sitio; otro intento fallido en el vaivén mojado del regreso.

(Del libro de microrrelatos Fuera de guion, Editorial Lastura, 2024)

 

jueves, 7 de noviembre de 2024

DESDE NINGUNA PARTE

Amanecida
Fotografía
de
Javier Cabañero Valencia

 

 

                                   QUIETUD

  

   Quebrantan el silencio
y las voces adquieren
un ritmo fatigado,
una premeditada lentitud,
como si al desplazarse tantearan
los signos del pasado;
escombros delatores
cuya extensión guarecen
cicatrices y sombras.
  
  De nuevo ante mis ojos
esa tarde sin luz de la intemperie.
No sé que responder.
Paso de largo.
Constato en mí
los miedos del cobarde,
de aquel que fosiliza
la quietud

     (De Ninguna parte, 2023)




 

miércoles, 6 de noviembre de 2024

JUAN ANTONIO MORA RUANO. LA CIUDAD Y YO

La ciudad y yo
Juan Antonio Mora Ruano
Prólogo de José Luis Morante
Editorial Corona del Sur
Málaga, 2024

 

VENTANAS CIEGAS

   
   Desde hace años, siempre que me acerco al sentir poético de Juan Antonio Mora (Andújar, Jaén, 1950) percibo sensaciones sólidas y tangibles. La escritura se hace vigilia y búsqueda. Quiere entender los amagos de una realidad desapacible, empeñada en ubicar a quien descubre las ventanas ciegas de la incertidumbre en una travesía azarosa que exige continuas miradas interiores. A la sombra de estas indagaciones ha ido naciendo toda su poesía de madurez. Un ciclo que argumenta una sencilla cimentación formal y un nítido esfuerzo personal por hacer de la confidencia subjetiva una superación de carencias y una reflexión humanista. Quedan en manos del lector los síntomas de un paisaje verbal, ajeno a cualquier vestimenta retórica; los renglones marcados de un ideario estético de rehumanización y compromiso, de oposición frontal a cualquier apariencia literaria, disfrazada de oportunismo y grandilocuencia.
   Tras el intervalo gris de la pandemia, que nos condenó a todos a un estar solitario, fueron secuenciándose los títulos Nubes (2021), La silla vacía (2022), Las flores me llaman (2022), Las ruinas del cielo (2023), El corazón del mundo (2023) y Los sitios del dolor (2024). Un despliegue poético donde se asume la condición de autor, al modo de Fernando Pessoa, como una manera de estar solo. Desde una postura intimista, con tono estremecido, se comparte la verdad humana de la conciencia; el complejo entramado de recuerdos, presencias y lugares. Mientras se despliega el mapa de la memoria, pasado y presente son esferas de reflexión, espacios donde anidan la raíz y savia del discurrir existencial. Lo vivido respira y conforma en el poema una autobiografía ficcional en la frontera de la privacidad. En esta representación simbólica, quien nos habla nunca deja de poner la realidad bajo sospecha. Desde el rumor sosegado de la razón, escucha las voces dispersas de emociones y pensamientos, y abre ángulos claros para que no se duerman en manos del silencio o del olvido, porque las vivencias cotidianas son pilares de conocimiento y revelación. La metafísica del ser encierra en su fluir los temas orbitales y las preocupaciones latentes del pensamiento libre.
  Los escuetos poemas de La ciudad y yo establecen un binomio en el que dialogan el afuera cercano y el sujeto literario que recorre las arterias urbanas, mientras el tiempo se desliza hacia el ocaso. Como es norma en el hecho creador de Juan Antonio Mora, hay un colmado abanico de citas iniciales que acerca fragmentos de Saint-John Perse, Nietzsche, Cioran, Juan Carlos Mestre, José Luis Morante, Eugenio Castro y Guadalupe Grande. Su diversidad encierra una filosofía de urgencia, una sugerente propuesta de establecer razones fronterizas entre el yo solitario y las mudanzas del entorno.
  También la dedicatoria, concisa y esencial, “A Charo”, compañera de vida en el plano laberíntico del discurrir, deja claro la relevancia que tiene lo emotivo en el discurso poético. El amor es necesidad. Un camino de acceso a la senda vital que reivindica la fidelidad a la esperanza, ahora que cada vez se hace más notorio el vuelo frágil de cualquier utopía redentora. La idea se plasma también entre los versos con luz que señalan el principio de la relación: “Tu amor loco / fue un milagro. / Yo, un forastero / que venía del olvido / y el espanto”. Mientras leía el poema y escuchaba su ritmo melódico, recordé las palabras sabias de José Mujica, dirigente político irrepetible y humanista ejemplar: “Luchen por el amor. Caminen acompañados. Nadie se salva solo”. Pleno acuerdo; en el tablero de ajedrez de la convivencia, el amor es protagonista esencial de los momentos imborrables, el faro que ilumina y libera de oscuras obsesiones.
   La ciudad, como escenario del poema, tiene el misterio de la extrañeza. Es un ámbito helado y desapacible que alza sus dimensiones frente a la figura minúscula del yo. Parece un organismo vivo, un  material de interrogantes que obliga a buscar respuestas en cada esquina. El paseante está condenado a la intemperie, afronta un recorrido de indagación y desprendimiento en el que se siente fuera de lugar. Desubicado en el deambular de lo gregario, parece que los pasos no llevan a ninguna parte; solo abren puertas al vacío y la nada. Solo la escritura es regreso. La poesía se hace luz y permite un aislamiento interior, convertido en refugio y amparo, que muestra la historia cotidiana del sujeto lírico, sus aspiraciones y sueños.
   Madrid concreta la imagen de esta ciudad deshabitada y áspera por sus disonancias entre centro y periferia, barrios ricos y barrios pobres y por la prepotencia de un poder político cuyas actuaciones neoliberales lastiman,  encogen la presencia de lo público y encaminan programas gubernamentales hacia la fingida modernidad de un urbanismo totalitario.
  La ciudad emana tristeza y aturde. En el caos inhabitable suena la voz estremecida del poeta que apenas se sosiega en la alta noche. En sus tímpanos resuenan los gritos agónicos de Gaza, la impotencia ante la barbarie que impulsa la masacre, y el dolor desgarrado de un yo que se siente “tejido subterráneo”, el mendigo que perdió la inocencia y no tiene donde cobijar su desamparo. Solo el yo más íntimo de quien guarda el recuerdo de la madre resiste en pie, anima la voluntad de andar y mantiene hilos de luz entre la niebla.
   Mecida por el cauce transparente de la coherencia, la poesía de Juan Antonio Mora muestra de manera radical una unidad indisoluble entre travesía existencial y lenguaje. A surco abierto, siembra una palabra esclarecida e iluminadora, para que consiga su eficacia expresiva y sea capaz de capturar la emoción: “No soy un poeta / oscuro. / Escribo por necesidad. / (Mi estilo es la claridad).” Sin adornos formales ni distorsiones librescas, los versos revelan el puro vivir, Una brisa de desengaño asentada en el suelo del presente. El intimismo incierto de quien sufre y hace del dolor un apunte mínimo, una pena contenida donde se alojan los límites del vuelo.

JOSÉ LUIS MORANTE


 

 

martes, 5 de noviembre de 2024

EPITAFIOS. PIEDRA CALIZA


 

 
PIEDRA CALIZA
     (Epitafios)
 
   
 
 
“He soñado con la realidad. Con qué alivio me he despertado.”

                                                                                              STANISLAW  J.  LEC
 
 
La muerte no  es nada,
cuando existimos ella no existe
y cuando aparece, nosotros desaparecemos.

                                                                                      EPICURO
 
 
                                   I
 
En su artesana construcción del silencio,
la muerte no reconoce
ninguna otra verdad.
 
                                   II
 
Otra noche.
Sobre mí  prosigue su labor
la luna quieta.
Carezco de otra luz.
 
                                   III
 
Queda mi nombre
y la serenidad de este paisaje
que no sabe quien fui.
 
                                   IV
 
Agudizo mi vocación fantasma.
Miro sin comprender
y reclamo razones para estar en la nada.
No hay respuestas;
la pureza del aire
habita el desamparo.
 
                        V
 
Un manto de raíces y una brizna de sol,
pero las formas se han desvanecido
en el escaso jugo de una tierra estéril.
Estoy con otras sombras y nos une
la mansa convivencia,
el aire de familia
de los que nada piden al futuro.
 
                        VI
 
Vuelven los ecos y dibujan mapas,
un recorrido de memoria y sueño
que convierte al que fui
en terco pasajero de otra ruta
que ya no identifico.
El pasado se puebla
de restos arqueológicos.
 
VII
 
Ahora vivo debajo de las cosas,
con vocación de sima.
A tientas me desplazo
sin que se marquen huellas
ni dejen una imagen
los lugares de paso.
Nada sucede aquí;
nada sucede.
 
                        VIII
 
Callé.
Después de todo,
cobijo la pereza.
En el silencio, nadie;
un estar sin contornos que tantea
 y mide con desgana
el transcurrir del tiempo.
 
 
IX
 
Camino dentro
de un dédalo de calles
y paisajes extraños
tras un rastro invisible.
Prosigue la deriva;
es terca voluntad
que empuja hacia otra parte.
En un tiempo sin tiempo,
ensordecido,
busco un lugar
para empezar de nuevo.
 
 
 X
 
Epitafios;
un triste empeño en seguir hablando
cuando  se consumió
mi turno de palabra.
 
 
                                   JOSÉ LUIS MORANTE
 
                                  

lunes, 4 de noviembre de 2024

CLAUDIA PRADO. NADA BRILLA EN LOS RINCONES

Nada brilla en los rincones
(antología)
Claudia Prado
Ediciones La Coz
Valencia, 2024

 

 SECUENCIAS


 
   El editor y aforista Ignacio Docavo abre camino a una colección de poesía dedicada en sus primeros títulos a autoras argentinas; lo hace con una excelente presentación, de cuidado diseño, a cargo de Eugenia Parrado, y reúne nombres propios, ya con una relevante cosecha literaria. Es el caso de Claudia Prado (Puerto Madryn, Argentina, 1972) directora de los documentales biográficos sobre los escritores Jorge Leónidas Escudero y Diana Bellessi, coordinadora de talleres de escritura y poeta con tres libros publicados hasta la fecha, todos ellos representados en la recopilación Nada brilla en los rincones.
   El libro más temprano, El interior de la ballena, editado en 2000, sirve de tierra firme  a una voz lírica que formula en las composiciones percepciones objetivas. Los versos aglutinan imágenes rotundas, secuencias perdidas en el tiempo que propician una perspectiva muy amplia de la memoria ficcional. Los textos adquieren el molde de breves relatos, en los que sobrevive todavía ilesa la conciencia del discurrir. Este modo de enfocar la semántica textual se percibe con mucha nitidez en el excelente poema inaugural “1899. EL VESTIDO” cuyos versos postulan una historia en gradación, en la que los distintos elementos se conjugan para la coda argumental. Los fragmentos recuerdan el trazo exacto de un círculo que se va cerrando sobre sí mismo mientras indaga sobre una recreación casi teatral, en la que intervienen distintos figurantes.
  Hay poemas en los que el yo verbal emplea la apelación directa, acaso con el estimulante propósito de dar verosimilitud y pleno conocimiento de causa. La palabra poética adquiere un tono confidencial asumiendo el protagonismo accional, como en los poemas “1954. Esposos” o “1965. Ánima”.
   El despliegue verbal prosigue con Viajar de noche, obra publicada en 2007. El sujeto poético se hace más intimista y confidencial para explorar una senda reflexiva que tiene en la memoria su material de cimentación. La difusa inestabilidad de lo cotidiano ratifica la complejidad de encontrar en la convivencia diaria el camino de regreso a la felicidad. El gregarismo del presente empuja a buscar una vida nueva que libere de tanta insignificancia. Los reiterados ámbitos de la realidad necesitan rupturas, como los sueños, o destellos de la imaginación, como la existencia de algunos ovnis que trastocan el discurso unidireccional de la rutina y olvidan lo evidente: “era un ovni, lo dejaron / estático en el cielo, / tenía la fijeza / la apariencia inofensiva / de un deseo insatisfecho”. 
   La tercera entrega integrada es Primero, libro de 2020 que tiene como detonante escritural los recuerdos de infancia de distintas personas. La cita de Felisberto Hernández clarifica el epitelio poético: “Yo he vivido cerca de otras personas y me he guardado en la memoria recuerdos que no me pertenecen”. Son materiales de acarreo que entrelazan aportes de los otros y las reflexiones del sujeto sobre su significado evocativo. El yo junto a los demás conforma un equilibrio precario que trata de completar la mirada y descubre el devastador paso ligero de los años: “No, no hay nada brillante / en los rincones, nada oscuro, / solo un poco de pelusa”.
  La trama suma acontecimientos desplegados en otro intervalo que se aferran a la memoria para no desvanecerse, para demostrar que la belleza y la fealdad están cerca y pueden compartir estratos del mismo espacio de realidad. La escritura proporciona una contemplación en primer plano del pasado. En esta toma de conciencia del transitarr todo parece extraño y envejecido, como mínimos acontecimientos que sobrevivieron; teselas fragmentadas,  que dejan la certeza de haber vivido, cuyo misterio inmediato no se marchita nunca.
   Claudia Prado incorpora como andamio final de Nada brilla en los rincones algunos poemas inéditos. La poesía captura ese temblor mínimo de las cosas en tránsito, para convertirlas en vuelo y raíz al mismo tiempo, en recuerdos que van perdiendo claridad y que interpelan a la ternura. Poesía narrativa que sostienen una amplia reflexión en torno a la conciencia de finitud mudable. Poesía excelente, asomada al fluir estacional del personaje y a la condición transitoria del yo.

JOSÉ LUIS MORANTE



 

domingo, 3 de noviembre de 2024

TEOREMA DE LA CONFIANZA

Flores y frutos

 

TEOREMA DE LA CONFIANZA

 Confío en la existencia diaria, ese azar demediado entre intenciones y resultados.

 Confío en la retina de aquellos que perciben un sol a medianoche.

 Confío en las esfinges que no guardan secretos.

 Confío en el sentido estético de los laberintos, en esa arquitectura que ubica en el sitio justo las entradas de urgencia.

 Confío en la presencia incansable de lo que pasa desapercibido.

 Confío en la inconsistencia de los ciclos que exploran lo real, ese deambular por los calendarios que lleva desde el almendro en flor a la rugosa cáscara del fruto.

 Confío en los que me confunden conmigo.



sábado, 2 de noviembre de 2024

EL GORRIÓN

En vuelo
Archivo digital
de
Internet

 EL GORRIÓN

     Para Asier, al cumplir cuatro años

Nómada todavía
en la ladera azul del horizonte,
el gorrión acampa
junto al césped maltrecho
que guarda mi sombrilla.
Alzo curioso el párpado
y más allá de mí
el pico engulle
un cómplice silencio sensorial.
A resguardo, las alas
se remansan,
suturan un paréntesis fugaz;
los pliegues del plumaje
son destellos de sol sobre los hombros.
 
Cumplida la tarea,
se adentra en lo distancia
la renacida alquimia de voluntad y vuelo.
Pone tildes el aire
en las vocales de un lugar perdido.
Sin pronunciar palabras,
queda en el surco abierto
del testigo el rumor apacible
de lo que permanece;
el tanteo frugal 
que cobija la ausencia.
 
Después, todo retorna;
es alegría intacta la lumbre del comienzo.
Otra vez, solitario,
vuelvo al libro y perdura
en el opaco limo del poema
ese punto de quiebra de otro vuelo,
el reclamo oferente de una miga de pan.

    (Del libro Nadar en seco, 2022)





viernes, 1 de noviembre de 2024

EL MITO DE DON JUAN

Días en la Rioja
Fotografía
de
Adela Sánchez Santana

DON JUAN
 
                        La vida imita al arte
 
                             OSCAR WILDE
 
 
Un día la pasión no es más que un resto,
una filosa esquirla
que la tarde enmohece.
La realidad futura se convierte
en solar insalubre;
un mercadillo antiguo
por donde trapichean los recuerdos.
 
Cuando no queda nada,
respirar es un modo
de esparcir la ceniza y los escombros.
  
El reguero biológico malvive en su estiaje;
se cansa y aborrece
la pálida sentencia.
Qué inútil el vigor de tanto sueño;
llegó a tiempo el eclipse.
Aquí la vida desconoce al arte.

    (Del libro Nadar en seco, 2022)