Queridos amigos: han pasado veintidós años desde que compartimos aulas en el colegio San Francisco, de Arcos de la Frontera. Fue mi último curso con vosotros y ésta es una carta de humilde gratitud. El profesor nunca sabe cuál es su sitio porque es el alumno quien reserva un lugar u otro. Llevo treinta y dos años dando clases, entre Primaria y Secundaria, y siempre he estado convencido que la enseñanza es una tarea vocacional. Sigo pensando que las clases relacionan identidades y no sólo transmiten conocimientos sino valores, una palabra olvidada en la sociedad contemporánea, tan proclive a lo pragmático y a lo material.
Con vosotros fuimos felices –digo fuimos porque Adela y yo estuvimos juntos en la barriada de la Soledad. Era un barrio humilde, sin monumentos, con muchas familias trabajadoras. Y el tiempo compartido fue un paréntesis vital escrito en la memoria.
Al encontrarnos el sábado (2 de julio de 2011, una fecha a retener) en la terraza de Domingo, habían cambiado muchas cosas, los rasgos de la cara y la historia personal de cada uno, tan repleta de pormenores que las palabras faltaban porque era otra la forma de percibir el entorno. Una cosa sigue igual: el afecto… El inventario de nombres es una lectura terapética que libra de cualquier desánimo y que impulsa a seguir, a pesar de todo: Pilar, José Luis, Elvira, Carlos, José Manuel, Manoli D., Ramón, Manoli V., Rubén, Rosana, Antonio, Ana, Manuel, Mónica, Domingo, Nieves, Carlitos, Manoli Rodríguez… No sé cómo disculparme con los que he olvidado.
El viaje a Arcos fue un acontecimiento. Lo celebramos con hostelería de lujo, champán y tarta; con la guitarra de Rubén y el flamenco cañero de Manoli… Lo celebramos con el convencimiento de que “nosotros los de entonces, sí que somos los mismos". Gracias a todos. Fue un placer.
Preciosa y sentida carta, que rebosa afecto, que traslada tu amor por la enseñanza. Gran suerte la de tus alumnos
ResponderEliminarQuerida Elena, el viaje fue un baño de nostalgia y una terapia contra el escepticismo. Gracias por tu lectura y por haber compartido también tantos años de inciativas culturales que forman parte viva de mi educación sentimental. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias José Luis, la carta es preciosa, un regalo para tods nosotrs, tu alumnado, que como, no sé si os disteis cuenta, je! pero el cariño no se quedó en el pasado sigue presente en nuestros corazones. Fue latente la alegría de esos niños y niñas que ya eran hombres y mujeres cada uno/a con un camino repleto de vivencias que en una tarde-noche era imposible abordar. Fue maravilloso aquel 2 de julio. Sí, tuvimos suerte. Besos
ResponderEliminarPor fin José Luis, he conseguido entrar un poco más en tu mundo literario tan gratificante para mi. La carta es maravillosa y te agradecemos el haber disfrutado de nuevo después de tantos años con tú presencia, se podia palpar en el aire ese cariño de todos tus alumnos, pese al tiempo transcurrido. Esa vocación por la enseñanza da su fruto y tu alumnado rebosa de afecto hacia ti. Hasta pronto. Besos.
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