lunes, 29 de agosto de 2011
PÁJAROS
Pájaros
La higuera tenía un tronco esbelto y salomónico
que en su tramo superior se bifurcaba
con equilibrada simetría.
De su fruto emanaba un olor inconfundible
que atraía bandadas
de misteriosos pájaros.
Eran aves que sólo aparecían en verano.
Anidaban en las ramas altas
y allí sufrían una laboriosa mutación.
Las alas adquirían un color verdeoscuro
y las plumas se transformaban en hojas.
Con el relente de octubre,
haz y envés otoñaban
y las alas volvían a vestirse de plumas.
Concluido el proceso
emprendían vuelo.
Entonces, el tronco de la higuera engordaba
y retoñecía su follaje.
(Diez insomnios, Corondel- Separatas/ 12)
lunes, 22 de agosto de 2011
CARLOS AGANZO: ÉTICA Y JAZZ
Las voces encendidas
Carlos Aganzo
Visor, Madrid, 2010
El despliegue de conflictos del devenir contemporáneo hace que no pierda vigencia una cuestión controvertida: la función social de la creación literaria. O lo que es lo mismo, las oscilaciones que caben entre un arte solipsista y autónomo, encerrando en su fulgor purista, y un arte incardinado en un contexto, que engloba las condiciones históricas que lo generan. De ese debate participa el libro Las voces encendidas, con el que Carlos Aganzo (Madrid, 1963) consiguió el XX Premio de poesía Jaime Gil de Biedma. Así lo corroboran estos versos de salida: “Hay noches en que duele la conciencia / por los asesinatos, las torturas / que cometieron otros / tal vez en nuestro nombre, / en el de la belleza o de la muerte; / ofensas sin posible redención “
La escritura da cauce a las palabras de la conciencia y a sus interrogantes. Los poemas hilvanan un pensamiento reflexivo que cuestiona el sentido y coherencia de los actos del sujeto.
Otro poema que aborda este debate sobre lo contingente desde la óptica de un yo comprometido es el dedicado al bombardeo de Ramala, la ciudad palestina elegida para vengar el asesinato de dos soldados israelitas el 13 de octubre de 2000. Por tanto, el inicial desarrollo de Las voces interiores da voz a los diálogos que enuncia el hombre a solas consigo mismo en los que debe descubrir su propia condición y desechar falsificaciones e imposturas.
Deslizando sobre las palabras una apacible complicidad, la música de jazz constituye un fondo sonoro para el cotidiano devenir. Como escribe el poeta en “Desvelo con música”, es un aroma lenitivo que convierte el desvelo en un paréntesis de conocimiento e indagación, o en un escenario para los afectos en cuyo ámbito se borra la nebulosa atmósfera del abatimiento y los embates de la melancolía, para alzar la frágil arquitectura de los sueños: “Cuántas noches aquí se hizo la noche / un remanso de vasos y de música. / Cuántas noches aquí la melodía / jocunda de las voces / brotando como un magma incandescente / entre ritmos antiguos y esa forma / que tiene siempre el jazz / de abrirnos las esporas de la piel / a la secreta luz de las ciudades “. Esa querencia por una música siempre proclive a un discurso de rebeldía propicia el explícito homenaje de cierre, a partir de la grafía del sustantivo; cada letra de “jazz” deviene senda exploratoria para una cronología en la que se recuperan intérpretes, canciones y vivencias de un largo itinerario generacional.
Los poemas de Las voces encendidas abren la puerta al sentir ético de una sensibilidad donde se integran intimidades y reflejos externos. El mundo azul y la mirada limpia del niño, cuando los sueños parecen al alcance de la mano, van acumulando claroscuros en la experiencia. El peso de lo vivido deja un aire de tristeza, un semblante que escucha la voz rota de un saxo.
martes, 16 de agosto de 2011
PIANISTA
Pianista
El lustre de charol
secuestra la mirada;
los dedos armonizan
la dócil simetría de blancos y negros.
Encorvados escorzos interpretan
el son de los acordes.
Se desprende la música
como liviano esqueje;
adivina contornos
de un árbol escondido;
transforma en luz visible la raíz.
Ella libera notas,
yo soy el terco afán
que piensa una elegía.
Conciliatorio el tiempo se detiene
y retrasa mi búsqueda.
(La noche en blanco, pág. 27)
jueves, 11 de agosto de 2011
DIONISIO RIDRUEJO: CAMINO DE VUELTA
La vida rescatada de Dionisio Ridruejo
Jordi Gracia
Anagrama, Biblioteca de la Memoria, Barcelona, 2008
Las persistentes exploraciones de Jordi Gracia sobre el itinerario vital de Dionisio Ridruejo han aportado una información determinante para comprender los cambios éticos e intelectuales de un personaje controvertido y, no pocas veces, escasamente comprendido.
Sus coordenadas de infancia arrancan en una educación religiosa y conservadora. En los jesuitas de El Escorial conoce a compañeros como Xavier de Echarri y Arturo Serrano Plaja que seguirán cerca en etapas posteriores. Cada vez más radicalizado y más afín al ideario falangista, su ascenso social le facilita un activo papel en la guerra civil donde ocupará los primeros planos de la cultura nacionalsindicalista. Pero la victoria final instaura una realidad conservadora y tradicionalista que se perpetúa; en el régimen, Falange es absorbida por fuerzas que anulan el espíritu joseantoniano. La aventura de Ridruejo en la División Azul es sólo un paréntesis idealista que aumenta su crédito personal aunque el repliegue mental es un hecho. Rebrota su desencanto ante ese reformismo progresivo y contrarrevolucionario que alienta una justicia social burguesa.
La década de la autarquía radiografía un sujeto moral que niega el absolutismo y el totalitarismo ideológico, aunque todavía vive inmerso en una amplia red de influencias personales y literarias. Su postura crítica es sancionada con un confinamiento en Ronda y, cada vez más, se plantea un destino diplomático que le permita ejercer como corresponsal en el extranjero. Son años de notable creatividad en los que consigue el premio nacional de literatura.
La España oficial continúa sumida en un discurso monocorde en el que el reaccionarismo católico es la única brújula del país, lo que origina un desplazamiento cada vez mayor de anteriores creencias. Sus posturas no siempre consiguen ser entendidas ni en el interior ni en la intelectualidad más notable del exilio exterior que poco a poco comienza a mirar con simpatía la conducta antifranquista de Ridruejo. Hay una transición pautada desde un falangismo radical hasta un modo de pensamiento socialdemócrata. Se percibe ya en el Congreso de Múnich que aglutina a tendencias opositoras del franquismo tanteando salidas para un advenimiento democrático, salvo el partido comunista. Para evitar represiones permanece exiliado en París y a su regreso se le abre un proceso judicial que acaba e prisión.
Entender, en el trasfondo histórico de estas décadas, el viraje ideológico de Dionisio Ridruejo no es asunto sencillo; todavía hoy provoca pereza o se mira con desconfianza un legado intelectual de quien fuera poeta del régimen. Pero en sus escritos y en su conducta deja indicios claros de una conciencia activa que lucha por desprenderse del pasado y que activa una actitud crítica muy severa con la España vencedora.
Dionisio Ridruejo personifica la rectificación, el empuje de una voluntad que luchó sin tregua para encontrarse a sí mismo en el regreso.
domingo, 7 de agosto de 2011
PRESENCIA
Presencia
Para Adela,
para Irene,
para Ana,
porque también están
cuando no están
Llegas a la memoria
y un temblor me describe.
Vienes a campo abierto,
despertando el verdín de un castro celta;
permaneces en la puesta de sol,
pones a salvo ese rumor de voces
adiestrado en hablar consigo mismo.
Con el cierzo de cara
dispones el tablero
para dar jaque mate
a sombras ateridas.
Reclamas la ternura
de mis dedos de niebla.
Vacila tu perfil tras propaganda
del centro comercial,
en una ventanilla ffuncionaria,
en la ovación que premia
modélicos conciertos.
Estás cuando me faltas. Eres fruto
maduro entre las ramas del vacío.
(Mapa de ruta, pág. 107)
miércoles, 3 de agosto de 2011
MEJORES DÍAS: AFORISMOS
Mejores días
José Luis Morante
Ediciones de la Luna Libros
Mérida, 2009
UN MODO DE RESPIRAR
En esta muestra aforística, Mejores días, he optado por el ordenamiento cronológico frente al temático para subrayar la autonomía textual. Es el hilo continuo de los días el que ha puesto su orden natural. A esa independencia alude también el título. El aforismo imita a un paseante; callejea, pero no se dirige a ninguna parte concreta; cambia de dirección, como si su voluntad obedeciera a una brújula de ocurrencias.
El desorden instaurado implica una pluralidad de motivos; apunta a la relación entre vida y escritura y describe un contexto histórico que aporta referencias y establece climas emocionales. Las preocupaciones son diversas; queda patente cómo el interés fluctúa y cómo el entorno enriquece nuestra mirada. El aforismo particulariza sobre ética, sociedad, sentimientos o literatura porque “nada de lo humano le es ajeno”.
El estilo conciso marca también huellas afectivas que deben sortear los obstáculos pasajeros con los que nuestras incursiones tropiezan. Viajamos hacia los rincones de la conciencia; desde allí vislumbramos las posiciones que dan carácter al lenguaje: los pensamientos sugieren explicaciones, aunque sean humildes o parciales, aunque especulen con los significados.
La cortedad en el decir exige la máxima tensión; la realización verbal parte del principio de economía y del rechazo de elementos aleatorios. Eso no anula una intensa carga poética.
El suplicio de las moscas, un libro de Elias Canetti, es uno de los títulos que cuentan como impulso inicial hacia el género. Antes de su lectura, el aforismo tenía para mí un perfil de estatua: hierático y grave. Canetti fue un escritor prolífico, rellenó muchas páginas con aforismos, relatos mínimos y ensayos breves, que articulaban su pensamiento y expresaban el “modo de respirar” frente a la realidad cotidiana. Dos selecciones del nobel búlgaro me han acompañado estos años, La provincia del hombre y El corazón secreto del reloj. He compartido su lectura con los aforismos de Lichtenberg, quien me proporcionó uno de esos principios vertebradores que nunca envejecen: “buscamos en la lejanía causas que suelen estar muy cerca, en nosotros mismos”. De Lichtenberg también es esa preferencia por una sensibilidad lingüística alejada del retoricismo y la preferencia por lo pequeño.
Esta búsqueda que nos concede un poco de luz es la que abre de manera directa las ventanas del conocimiento.
El aforismo es música, el último acorde que clausura una pieza.
(Epílogo de Mejores días)