Poemas y poetas
Harold Bloom
Traducción de Antonio Rivero Taravillo
Páginas de Espuma, Madrid, 2015 |
MISCELÁNEA CRÍTICA
Catedrático de Humanidades durante décadas en la Universidad de Yale y autor de más de treinta libros de
pensamiento crítico, Harold Bloom (Nueva York, 1930) es una autoridad esencial en el replanteamiento de valores estéticos del
legado occidental. Su quehacer aporta hitos como El canon occidental, Cómo leer y por qué, Anatomía de la influencia y monografías
decisivas sobre W. Shakespeare, Yeats o Blake, entre otros.
En Poemas
y poetas argumenta genealogías desde el enfoque implicado del lector. Los incesantes
viajes a la biblioteca han modelado un conocimiento expansivo. Lejos
del tópico historicista que condiciona la praxis literaria a la historia
social, analiza en la plural tradición angloamericana el legado de
nombres clásicos. Son autores que han dejado una destacada herencia en las raíces poéticas
del ser contemporáneo. La poesía personifica un crecimiento natural
que se fortalece a expensas de otros poetas y
poemas.
La exhaustiva lista se abre con Petrarca,
una excepción procedente del mapa creador italiano que se justifica por las conexiones con W. Shakespeare, devoción obsesiva de Harold Bloom. Casi todos los elegidos son angloparlantes, estableciendo así un patriarcado lingüístico, una dislexia
voluntaria que borra las contribuciones de otros ámbitos comunicativos occidentales
como el francés, el alemán y el castellano. Las excepciones son contadas. En el
litoral francés están Baudelaire, Arthur Rimbaud y Paul Valéry. Y solo Octavio
Paz y Pablo Neruda son austeras
presencias de la lírica hispanoamericana; otros idiomas, como el portugués o el
alemán, se ocultan en un sensible vacío.
La lista de autores constituye un eje de coordenadas que mantiene
su perseverante influencia y conforma un continuo de modelos con
un significado inalterable en las
derivaciones del gusto estético. La secuencia organizativa pretende aislar las
cualidades singulares y su naturaleza representativa. La aportación crucial en
muchos casos quedó inadvertida en su tiempo para reivindicarse después y pasar
al primer plano de las influencias por su poder de asimilación y por su fuerza.
Harold Bloom explora el talento expresivo de
estos predecesores obligados adentrándose en el análisis de sus poemas
fundamentales. En ellos registra elementos claves, clarifica el hilo
argumental, comenta el proceso de creación y medita sobre afinidades y
confrontaciones. El resultado de este deambular reflexivo es un recorrido que
favorece abiertas relaciones entre lecturas y las convicciones confluyentes en
la personalidad imaginativa.
Frente al temor lejano y reverencial con el
que muchos lectores se acercan a la tradición, convencidos de que se necesita
un patrimonio de claves interpretativas para recorrer el laberinto de la
escritura, los postulados de Harold Bloom hacen de la lectura una costumbre,
una tierra común por la que camina su intelecto con verbo celebratorio. Para el crítico americano las figuras principales de las bibliotecas son una pasión
natural que casi siempre habla con el tono feliz de la elegía.
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