Grietas de luz Goya Gutiérrez Vaso Roto Poesía Madrid, 2015 |
Tenaz impulsora de la revista Alga, docente en centros de Educación
Secundaria durante décadas y gestora cultural, Goya Gutiérrez
(Cabolafuente, Zaragoza, 1954) ha compaginado escritura crítica y
quehacer poético. Su trabajo lírico abarca De mares y espumas, La mirada
y el viaje, El cantar de los amantes,
Ánforas y Hacia lo abierto, títulos a los que ahora suma, desde el catálogo de Vaso Roto
Ediciones, Grietas de luz, que anticipó las versiones iniciales de algunos poemas en las páginas
de Turia, Cuadernos del Matemático y Alga.
El pórtico de Ana Recio postula
algunas reflexiones de interés: las evidentes conexiones en el ideario de Goya
Gutiérrez entre literatura y arte, tan perceptibles en la poblada iconografía
de los textos, la incisión metafísica como sustrato argumental y los enlaces
entre paisajes interiores y espacios físicos. Son ángulos que aportan una
mirada integradora en Grietas de luz,
libro que busca en las citas de Alejandra Pizarnik y Maria Mercé Marçal los
pasos iniciales de este recorrido que arranca con un largo poema, “Desde la
oscuridad”. Dividido en fragmentos, acoge palabras donde la introspección es una tarea básica del estar.
Ese andar por la umbría del hablante verbal analiza lugares interiores, clarifica un espacio habitable
que hace del pasado un viaje iniciático, un despliegue de signos cuyo sentido
proyecta su fuerza sobre el ahora.
El título del apartado central,
“El arco de la palabra y sus flechas” sugiere una dimensión metapoética; pero
el contexto versal es reflexivo y se empeña en buscar las claves de lo
temporal. A menudo la silueta existencial del ser se recorta con una claridad
crepuscular; es un sueño velado en el tacto invernal que escucha el rumor de la
ausencia y el desasosiego de la finitud. La muerte está en los versos de poemas
como “Y desperté de súbito”, “huella indeleble” o “Los ya ausentes”, donde los
versos se expanden con la solemne voz del epitafio.
Pero también
prolonga otros itinerarios que permiten alejarse de la derrota, dando voz a
paisajes no contaminados por la erosión diaria, o busca brillos mínimos en la
permanencia de secuencias vitales que aportan al flujo temporal una significación
de claridad perdurable. La última sección supone el reencuentro con los afectos
y con la fortaleza emergente de un yo desdoblado, la hija, que da nuevo impulso
a lo posible, que otra vez permite una amanecida en lo diario para gozar del
prodigio inadvertido casi del existir.
Grietas de luz deambula por
las complejas vicisitudes existenciales, cuyas laderas provocan anhelos nunca
satisfechos y ausencias, pero también diálogos con el pensamiento, palabras
clarificadoras que buscan interpretar la realidad, nunca en el mediodía, siempre finita y transitoria, necesitada a cada paso de unas briznas
de luz.
Otro descubrimiento donde fondear. Gracias querido amigo. Un abrazo.
ResponderEliminarGoya Gutiérrez dirige una excelente revista en papel, Carmela, siempre abierta a buenas colaboraciones literarias. Y es una poeta de larga senda recorrida, como se percibe en las composiciones de este libro. Un abrazo.
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