Rivas Vaciamadrid Fotografía de Adela Sánchez Santana |
EL HOMBRE DEMEDIADO
Paseo matinal por la superficie otoñecida de noviembre. Rivas después de tantos años es soledad y hojarasca amarilla. En el parque no hay nadie. Llevo conmigo un volumen de Italo Calvino, El hombre demediado, que me acompañará hasta el mediodía. Soy un intruso a pie de página. Cruzo el andén del libro para hacerme real. Siento en mí las líneas de fractura. Esa parte del yo que añora la otra parte.
La decepción precisa una elaboración narrativa y algunos efectos cómicos.
(Anotación del diario)
Jomío qué bien escribes!!!
ResponderEliminarHago un poco lo que puedo, Tracy; intento con voluntad que cada entrada sea un espacio de acogida. Y contigo mi felicidad es siempre estreno porque cada palabra que pronuncia está dictada por el afecto. Qué bien. Un gran abrazo.
EliminarAmigo José Luis, cuando vuelvo a tu blog es cuando me doy cuenta del porqué siempre vuelvo a él. Qué bonito y elegante. Un fuerte abrazo y gracias por tu amistad.
ResponderEliminarEstás en casa, Paco; desde que abrí esta casa digital he sentido tu afecto, tus reflexiones y el crecimiento de tu literatura. Así que seguimos cerca, tú con el mar delante, y yo con el otoño entre los ojos. pero cerca siempre.
EliminarQué bueno llevar siempre un libro entre las manos. Hacer de cada momento literatura. Abrazos.
ResponderEliminarSí, es la mejor manera que conozco de estar solo; no sabes cuánta compañía... El libro de Italo Calvino es una fabula sobre lo que buscamos, sobre esos contrastes que se llevan en cada identidad capaces de ser partes distintas... Y además está el otoño, la geografía del parque, los días por venir... Renglones sin tregua, Carmela. Un abrazo
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