Los días extraños Manuel Rico Valparaíso Ediciones Granada, 2015 |
CONCIENCIA DE LO EFÍMERO
Desde la amanecida de los años ochenta Manuel Rico (Madrid,
1952) protagoniza una biografía literaria que entrelaza varios géneros. Su taller aglutina novelas, ediciones críticas, libros de viajes, colaboraciones en prensa
y poesía. El poeta comienza senda en 1997, tras ganar el Premio Juan Ramón
Jiménez con el libro La densidad de los
espejos. Ese transcurso lírico, ampliamente representado en el volumen Monólogo del entreacto. 100 poemas, se
prolonga ahora con la entrega Los días
extraños.
El libro comienza con un poema
prólogo que hace del estar transitorio sustrato central. El mutable territorio de la temporalidad marca la existencia y permite desgranar episodios evocativos donde se oye un mantenido contraste dialogal
entre el ayer y el ahora. El sujeto verbal es parte activa de un acontecer indagatorio en el que se marca la estela de lo recorrido y el regreso al origen,
como si la experiencia de ser fuese un aprendizaje aceptado que somete a un
sostenido desplazamiento.
En ese tiempo se integra el cauce de los días extraños, la contingencia de un proceso complejo
que afecta a todas las esferas de la personalidad. Así se va definiendo la
imagen de un yo que cultiva el asombro y hace de la naturaleza un cúmulo de
elementos cercanos y hospitalarios. También se vuelve la mirada hacia los
pliegues de la memoria, ese telar que hilvana recuerdos de un paréntesis epocal y propicia una reconstrucción que recupera sus momentos con extraña plenitud,
cuajada de simbología y misterio: “Tardes de luz marchita, tardes ocres como
el otoño / y como el fuego, tardes como la niebla y como los bosques, / umbrías
tardes de juventud, soñadas / o vividas, qué más da, cuando la claridad hacía /
de la vida un sendero que ocultaba los
fríos / y los desistimientos, que nos llevaba en volandas / a cumbres no
previstas y mundos improbables “. Los poemas encarnan fotogramas en
los que van fluyendo los renglones del tiempo. Todo es recuerdo, un mapa de
reflejos que sale a la luz con claridad antigua para que conformen sus contornos aquellos pasos que trazaron un tránsito vital.
El segundo apartado del libro “Noticia del otoño” introduce una coda
explicativa: leyendo a Auden, El explícito magisterio de Auden se concreta en el libro La edad de la ansiedad cuya lectura comparte sitio
con una intensa meditación otoñal; el ciclo estacional transforma el valle de la sierra norte madfrileña,
hace más perceptible el cambio paisajístico y convierte al hablante lírico
en testigo de cargo. La voz se hace cronista de lo temporal, expande dudas e
inquietudes, sensaciones y pensamientos que perciben la proximidad de otras identidades que ya
buscan sitio en las aguas del tiempo, en esa intemperie empeñada en borrar su identidad y
su coherencia.
La realidad del poema muestra un
amplio campo visual. En el conjunto “Retornos” conviven las secuencias de
itinerarios que conceden un amplio patrimonio sentimental; los
topónimos se unen a experiencias que tienen sobre sí una textura
emotiva. También el acontecer de sueños y proyectos es tema evocativo. Como es
sabido, el poeta dirige la colección de poesía Bartleby Editores, y aquí celebra los tres
lustros de andadura con los versos de “Quince años editando poesía”, un homenaje al largo pasadizo de letras perdurables y conjuras de tinta.
El camino prosigue por las anotaciones de un diario intimista y lírico
que deambula por ciudades imprevistas y lugares de paso. La agenda
del poeta deja en anotaciones líricas sus compromisos literarios, sus estancias de paso en
las que nunca se borra la condición de forastero o esa reflexión sobre el
tiempo que pone frente a frente la faz del poeta y otros rostros que llevan en sus
facciones la erosión del tiempo. letraheridos cercanos que iniciaron la estela
de la literatura en la cronología lejana de una década que ahora solo anecdotario de melancolías y fragmentos de algún sueño crepuscular.
Sirve de cierre un conjunto de
sonetos en el que de nuevo se escucha, junto al propósito formal, la voz incontinente del reloj. Las estrofas clásicas siembran con fuerza la sensación del
autorretrato, el estar presente de una identidad que dirime inquietudes
existenciales y hace de lo biográfico punto de partida y conclusión elegíaca:
“Vengo de los inviernos y la duda. / De una casa de frío y tos ferina. / Del
campo amanecido y de la encina / angustiada de escarcha y luz desnuda…”
Los días extraños enlaza en sus tramos el yo biográfico y el
sujeto poético; retoma la idea de que la verdadera poesía no es más que un
acercamiento a la intimidad para poner sobre lo vivido un destello de luz. La mirada limpia del poema explora afanes del oficio de escritor e intercambia emotivas confidencias antes de que el tiempo
acumule olvidos o se haga tardío escenario de las pérdidas.
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