Goyescas Fotografía de Ana Rodríguez Fischer |
ENCUENTRO CON LLUVIA
Aquel día gozaba de la lluvia
bajo la espesa fronda de un parque solitario
y tropecé conmigo.
Miré mi rostro
con curiosa sorpresa;
me hallé un poco más viejo, más cansado,
abrumado quizás
por un escepticismo prominente y asiduo
y una antigua tristeza,
palpable aunque recóndita.
Sentados en un banco prodigamos
leves toses, murmullos,
dilatados silencios y miradas furtivas.
El tiempo parecía detenido,
hasta que una acuarela de ceniza
ensombreció la tarde.
En tanto se alejaba
una temprana rosa depositó en su sitio
efímeros instantes de belleza
que, de común acuerdo, ambos no vimos.
Respiré hondo;
todos sabéis qué indecible fragancia
emana de la tierra cuando llueve.
(De Población activa, 1994)
Esos momentos para estar con uno mismo son siempre bien recibidos por el alma.
ResponderEliminarAsí es, querida Tracy -alegría por encontrar de nuevo tu voz- es maravilloso que la identidad perdure cerquita, para saber de dónde venimos y en qué futuro nos alojaremos. Feliz sábado.
EliminarSí, todo el que tiene tiempo lo sabe. No muchos lo saben, lo sabemos.
ResponderEliminarEl viaje interior demora el tiempo porque lleva a los espacios de verdad, a esos lugares que no admiten mentiras ni espejismos. Hablar con el yo es la manera de conseguir respuestas a las dudas de siempre. Feliz jornada.
ResponderEliminarPor fin parece que hoy la lluvia se encuentra con nosotros en el sureste madrileño. Buena tarde lectura bajo su sonido.
ResponderEliminarSiento la misma felicidad que tú, José Manuel, el sonido transparente de la lluvia golpea el cristal de la buhardilla y suena a música. Es tiempo de lumbres y amistad, tiempo de encuentros con el yo que siempre habita entre las páginas. Un gran abrazo y enhorabuena por tu viaje cervantino.
EliminarVivir sin perdernos de vista a nosotros mismo, quizás sea eso lo que haya que hacer. Encontrarnos y recomponernos. Un abrazo
ResponderEliminarEncontrarnos con el desconocido que habita en nuestra piel es un privilegio. Permite conocer la altura del yo, su capacidad para sentir y callar. Y si es con lluvia, el encuentro se hace perdurable. Feliz tarde, poeta.
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