Ácido almíbar Rafael Soler Ediciones Vitruvio Madrid, 2014 |
ÁCIDO ALMÍBAR
La biografía entre líneas de
Rafael Soler (Valencia, 1947), afán activo que integra en su trabajo novela, relato y ensayística breve, busca en la expresión poética su altura cimera. Lo saben bien los
visitantes de las librerías que, en 2009, convirtieron en logro editorial el
volumen de poesía Maneras de volver.
La entrega más reciente del escritor valenciano emplea como título el oxímoron,
Ácido almíbar, acaso para dejar
constancia de que deambulamos a diario entre paradojas porque la existencia
despliega su cronología entre solanas y umbrías, un acontecer pendular que nos
nutre con la pulpa agraz de lo diario.
Este nuevo paso estructura su
recorrido en seis tramos, a los que se añade, como callejón final, una postdata.
El enfoque de la voz verbal no desdeña la ironía, ese mirador distanciado que
quita la pajarita a lo solemne. Así nos lo recuerda el aserto del apartado
inicial “Quédate a los títulos de crédito”, pero la implicación reflexiva de
los versos es continua. Desde que la persiana filtra los hilos de la
amanecida, el estar del sujeto deja su voluntad en los senderos de la
incertidumbre, en la perspectiva de “esa epifanía de lo amargo por venir y lo
nacido”, como dicta con tino certero el poema “Parto a término”. La intemperie
aguarda para cubrir la piel con el relente, sea cual sea el ámbito existencial
que ocupemos; niño, joven, sedentaria madurez o declinante tiempo de senectud
oirán en el silencio una única respuesta: “ y siempre será el silencio la única
respuesta / cuando proclames exigente / que el aire que respiras / las manos
con que amas y el cielo que te cubre / son tu manera de estar alzado entre las
cosas / que sólo para ti / futuro perdedor de cuanto tienes / fue trazada la
dimensión del agua / y el espanto azul de las estrellas”
En todas las secciones de Ácido almíbar resaltan los códigos
formales del autor. Nada es gratuito. Los títulos poemáticos sirven como
destellos aclaratorios y adquieren el peso de un pensamiento conciso. Veamos
algunas muestras: “Solo el viaje importa”, “Metabolismo basal de un edificio
adolescente”, “Una derrota compartida es siempre la mitad de una victoria”,
“Hábitos estables para alcanzar el día”, “Escorzo de anciano a la intemperie”. Desde
ese umbral, las palabras trazan una estela expresiva que sustituye el intimismo
coloquial por una dicción moldeada, densa, vestida de sugerencias que añade
onirismo, rupturas de lugares comunes y comparaciones sorprendentes. El
resultado es una invitación al asombro: “ Pides al Dios de Todos los Pucheros /
un golpe de claxon en tu historia / que no tenga sabor a nicotina”; o versos
como estos: “ pero tenía una mosca de fresa en el escote / y exacto el
entresijo”, cuyo significado desconcierta. De esa falta de confesiones al decir
prosaico nace una lírica nunca previsible. Poesía donde conviven los trazos memorísticos de un
yo diseminado en el tiempo y canto existencial, esos bocetos que buscan en el lenguaje catarsis y expresividad emotiva,
un espejo fiel en el que encuentre cobijo una conciencia en vela.
Un aviso para el lector. El taller creador de Rafael Soler dejó a finales de los años setenta, en plena transición democrática, "El grito", una novela experimental escrita con singular trazo poético. El libro se ha reeditado en el catálogo de Servilibro (Asunción, Paraguay). Un acontecimiento literario que deja renacida la ópera prima de Rafael Soler y sus caracteres más relevantes.
ResponderEliminarRafael Soler, amigo José Luis, es poeta grande y sorprendente. Alejado de las sendas de lo previsible, abunda en ahondar los entresijos del existir. Mira, pregunta y no se conforma. Anádele su enorme capacidad para acomodar el lenguaje a su voluntad de sugerencia y notarás una poesía permeable, incisiva, culta, golpeadora, inconforme, sagaz y nueva. Siempre nueva. Me alegra que lo conozcas, tu reflexión lo revela. Un gran saludo, amigo.
ResponderEliminarQuerido Paco, fue una visión entrañable encontraros a los dos en la librería Alberti. Rafael es muy generoso y me ha enviado sus dos últimos libros. Es verdad, es un poeta ajeno al conformismo y con una ambición expresiva poco frecuente. A ver si hay suerte y mi lectura no le decepciona. Un gran abrazo y muchas gracias por tu comentario
EliminarConocí a Rafael Soler en abril de 2011, hizo una lectura en Sevilla. Me gusta su poesía y cómo la lee. Tengo su libro Maneras de volver. Acertada reseña, José Luis, estoy segura que le gustará.Un gran abrazo desde la cima de enero.
ResponderEliminarHola María José, coincido contigoen la impresión sobre el autor. No siempre el libro deja la misma sensación que la persona. A veces la asimetría es máxima. Rafael Soler transmite cercanía y calidez. Su poesía también. Gracias por acercarte a estos puentes.
EliminarUn magnífico personaje. Un poeta mayor que sabe distorsionar la frase para que tenga más significado, aunque esté escondido. Pero él nunca se esconde. Siempre está.
ResponderEliminarAbrazos
Eduardo
El afán de búsqueda es una característica significativa en la dicción poética de Rafael Soler. Es una cualidad también presente en sus relatos y novelas. Un abrazo cordial y muchas gracias por el comentario.
EliminarTe felicito por la reseña José Luis. He coincidido con Rafael Soler varias veces en Valencia, una de ellas precisamente en la entrega de los Premios de la Crítica del pasado año en el que fue uno de los ganadores.Me gustó su lectura. Abrazos
ResponderEliminarCoincido en la impresión, Carmela; creo que su lenguaje inconformista busca en el desvelo otro rumor distinto al lugar común. un fuerte abrazo.
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