Fuente de la iglesia (26 de noviembre de 2016, Navadijos, Ávila) Fotografía de Javier Cabañero |
PIEDRA CALIZA
(Epitafios)
He soñado con la realidad. Con qué alivio
me he
despertado. STANISLAW
J. LEC
La muerte no
es nada,
cuando existimos ella no existe
y cuando aparece nosotros desaparecemos.
EPICURO
I
En su artesana construcción del
silencio,
la muerte no reconoce
ninguna otra verdad.
II
Otra noche.
Sobre mí prosigue su labor
la luna quieta.
Carezco de otra luz.
III
Queda mi nombre
y la serenidad de este paisaje
que no sabe quien fui.
IV
Agudizo mi vocación fantasma.
Miro sin comprender
y reclamo razones para estar en
la nada.
No hay respuestas;
la pureza del aire
habita el desamparo.
V
Un manto de raíces y una brizna
de sol,
pero las formas se han
desvanecido
en el escaso jugo de una tierra
estéril.
Estoy con otras sombras y nos
une
la mansa convivencia,
el aire de familia
de los que nada piden al futuro.
VI
Vuelven los ecos y dibujan
mapas,
un recorrido de memoria y sueño
que convierte al que fui
en terco pasajero accidental
de otra ruta
que ya no identifico.
El pasado se puebla
de restos arqueológicos.
Ahora vivo debajo,
con vocación de sima.
A tientas me desplazo
sin que se marquen huellas
ni dejen una imagen
los lugares de paso.
Nada sucede aquí;
nada sucede.
VIII
Callé.
Después de todo,
cobijo la pereza.
En el silencio, nadie;
un estar sin contornos que
tantea
y vela con desgana
el transcurrir del tiempo.
IX
Camino dentro
de un dédalo de calles
tras un rastro invisible.
Prosigue la deriva;
es terca voluntad
que empuja hacia otra parte.
En un reloj sin tiempo,
ensordecido
busco un lugar
para empezar de nuevo.
X
el triste empeño por seguir
hablando
cuando ya consumí
mi turno de palabra.
XI
Nadie fractura aquí
las voces del recuerdo.
Acuden resignadas
a que yo les conceda
senda abierta y sentido.
Inútil confianza.
Soy también espejismo,
el manso dinosaurio
que duerme en otro sueño.
(De Ninguna parte, Sevilla, 2013)
Vuelvo a esta sección de "Ninguna parte" (La Isla de Siltolá, Sevilla, 2013) para dejar en el blog un pequeño homenaje de despedida a F. S.; se ha ido muy joven y todo el pueblo, entre la nieve y el frío de noviembre, quedó consternado. Ahora está en el recuerdo. Sigue con nosotros.
ResponderEliminarLuminosa serie: 11 fragmentos. ¡Menudo equipo!
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Querido amigo, qué alegría sentir tu voz en el frío de noviembre. La serie constituye un homenaje entrañable a la ausencia; está escrita con el tacto del dolor, con esa sensación de que nuestra identidad es siempre frágil. Un fuerte abrazo.
EliminarLogras rescatar el rescoldo que habita detrás de las ausencias. Un abrazo entrañable.
ResponderEliminarHoy es un rescate triste, María José, por una circunstancia personal que me empujó a recuperar estos epitafios. A cada paso la existencia se empeña en subrayar que somos material perecedero, vidas con fecha de caducidad. Un fuerte abrazo.
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