La mente del hombre de estado y otras sentencias Nicolás Maquiavelo Edición de Gherardo Marone Traducción de Itala Questa de Marelli Renacimiento, A la Mínima Sevilla, 2016 |
EL HOMBRE DE ESTADO
La convulsión y el desasosiego
creados por el resultado electoral de las elecciones norteamericanas
subraya, aún más, la necesidad de conocer la mentalidad de los hombres de
estado y explorar las grutas de su pensamiento político. El tiempo histórico
repite motivaciones y comportamientos; estamos obligados a sondear los principios básicos que concretan la
razón de estado a través de algunos pensadores esenciales.
Uno de los personajes
históricos más notables de la sociología política y del pensamiento occidental
moderno es Nicolás Maquiavelo (Florencia, 1469-1527), político, escritor y
filósofo, cuya obra cumbre es El Príncipe,
considerado por muchos como un meritorio manual de tiranos. El florentino
rechazó de plano el pensamiento teocéntrico medieval como columna del poder
político para cimentar una mentalidad laica y burguesa, acorde con el humanismo
renacentista y su confianza en la capacidad de la razón frente a
la preceptiva autoritaria de la escolástica. Sus juicios convierten a Nicolás
Maquiavelo en el primer estadista moderno que impulsa un nítido movimiento
de renovación ideológica.
La excelente edición realizada por la editorial Renacimiento de La mente del hombre de estado y otras sentencias recupera y pone al día el pensamiento de Nicolás Maquiavelo a través de una
colección de fragmentos. Fue encargada a Gherardo Marone en 1943 por la
editorial Inter-Americana de Buenos Aires. El editor era un conocido intelectual; polígrafo, abogado,
impulsor de varias revistas literarias y seguidor del pensamiento de Benedetto
Croce. El resultado no defraudó; el libro supone una recreación excelente de la teoría política de
Maquiavelo y pone de manifiesto la actualidad de su pensamiento en la cohesión
del estado, frente a cualquier propósito disgregador.
El editor contextualiza el
pensamiento en una época en la que se acumularon
acontecimientos transcendentales para el devenir histórico de Europa. Conviene
recordar el esplendor de los Médici, la monarquía absolutista de los Reyes
Católicos, las predicaciones de Savonarola, el descubrimiento de América o las
distintas invasiones sufridas por las repúblicas italianas por su apogeo
comercial y por el control de las rutas marítimas entre Oriente y Occidente. La misma biografía de
Maquiavelo es un ejemplo de la inestabilidad de la fortuna y sus últimos años
los pasó retirado, con mínima vida social, y dedicado a un intenso trabajo
intelectual.
El sistema ideal de Maquiavelo inaugura una tradición que integra el ser racional en la praxis
política, como disciplina independiente de la ética. Su realismo se expande en
fragmentos reflexivos, en lúcidas unidades de pensamiento en torno a las leyes,
los cargos públicos, el estado, la historia o la libertad; del mismo se pueden
extraer algunas sentencias notables que han dado pie a la mala imagen del
pensador, resumido en “el fin justifica los medios”, frase tópica que el
filósofo nunca pronunció.
Concreto y realista, el filósofo se dibuja en sus textos como un hombre de ciencia que estudia la
política con serenidad objetiva y la distingue rigurosamente de la moral;
identifica voluntad con la acción y el anhelo del bien común; entiende la utilidad como norte esencial del criterio del gobernante,a espaldas de lo ético y de lo trascendente.
Muy acertada tu entrada de hoy. Quizás sea el momento de releer a Maquiavelo con los cinco sentidos.
ResponderEliminarUn abrazo
Los populismos y la demagogia están en alza y es preocupante percibir el apoyo multitudinario y popular que consiguen sus mensajes de humo. Qué triste comprobar que la razón de estado carece de protagonistas que busquen el bien común y que cuiden al máximo los espacios convivenciales. Hay que leer a Maquiavelo, tracy, para entender el ahora.
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