Entre los días |
DEMOLICIONES
Están ahí, evidentes, tangibles, dispuestas a
gritar con sus voces antiguas, manchadas con el polvo saturado de los malos
recuerdos. Recorren ateridas nuestra voz para que las propague como un cauce
azaroso entre los juncos. Y tienden sus contornos pesarosos en las aceras de los días al paso, para que los que escuchan se
detengan callados un instante y pongan en su mano unas monedas, la calderilla
triste de la compasión.
También en esas voces hay buenos recuerdos; momentos en que sus contornos fueron gestos de alegría y sonrisas que dejaron su fuerza en los cimientos que aún las sostienen.
ResponderEliminarEs un placer el primer café con tu lectura.
Un abrazo.
Vivimos bajo el signo del derrumbe, querida María, somos material perecedero. Pero reconocerlo no es una queja ni una invitación al pesimismo; es una advertencia para el carpe diem, para hacer del presente una celebración, un gozo, un cántico de plenitud. Muy buenos días, María, que disfrutes de la jornada.
EliminarLas demoliciones me dan ternura
ResponderEliminarA mí también, Tracy, me recuerdan que la vida está hecha de erosiones y ocasos. Un fuerte abrazo.
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