Del fluir. Poemas escogidos Santos López Selección y prólogo de Alejandro Sebastiani Verlezza Kalathos Editorial Madrid, 2016 |
POEMAS ESCOGIDOS
En la personalidad literaria de Santos López (Mesa de Guanipa,
Anzoátegui, Venezuela, 1955) adquieren modulación facetas sucesivas y
complementarias: es editor, gerente cultural, periodista y mantiene una larga
relación personal con la poesía desde 1980, cuando publicó su carta de
amanecida Otras costumbres. Comenzaba
un discurrir creador del que ahora Kalathos Ediciones presenta una selección
realizada por Alejandro Sebastiani Verlezza, también responsable de la
introducción.
Al poeta le cuadra bien la teoría del merodeador, ese empeño en buscar
salida a los destellos de la vida interior que, no pocas veces, alumbran
insólitos laberintos conceptuales. Así lo resalta en su entrada Alejandro
Sebastiani: “Su voz es dúctil y sonora, traspasada por conjuras y salmodias,
evocaciones de presencias lejanas (los ecos de ellos, los que rigen muchos
de sus pasos). “. Asistimos, por tanto, a una respiración creadora que no se
ciñe solo al discurso lógico comunicativo sino al encuentro con el lenguaje
como magma incierto de significados y expansión expresiva.
El libro se estructura en siete momentos que no se corresponden con una
selección parcial de cada entrega escalonada en el tiempo sino con una
propuesta renovada que construye un significado autónomo; Del fluir propone una dinámica textual en la que alterna temas y
trastoca el sentido de las palabras para que lo oculto plasme su energía y
tenga capacidad de hablar.
El apartado “Ancestros” constituye el paso inicial, como si la palabra necesitara ubicarse en la raíz, buscar la senda venerable que
propició el comienzo. Continuar requiere el leve trazo de la amanecida. Y en ese trazo los indicios vitales que han ido
creando la propia identidad en el discurrir. Lo perdurable está, constituye la
columna vertebral que nos sostiene: “El amor es la idea de lo que no muere. /
Siempre tenemos la esperanza de que todo esté vivo”. El pasado como tiempo del
poema se mantiene constante; viene al paso hacia el ahora para dejar oír
presencias y voces de otros días que siguen habitando dentro.
Ya he comentado que los diferentes tramos no corresponden a
un proceso de escritura común, por tanto es difícil rastrear en las
composiciones una sola estela argumental; con todo, los asuntos que prevalecen
están visibles, a disposición del lector: uno de los que resaltan en el segundo
apartado es el lenguaje y su relación con la definición del sujeto verbal. Si
como sugería Wittgenstein, los límites del lenguaje son los límites de mi
mundo, la palabra de Santos López da vida también al discurso alógico, a ese
dialecto del trance capaz de hacer de lo expresivo una interpretación no
reglada, que modifique el discurso establecido por la norma. Esa voz chamánica,
tan compleja al abordar sus significados previsibles, postula una realidad distinta en la que se
acogen pensamientos y sentimientos para construir una geografía conceptual que
dé cabida a las cosas. A Santos López le gusta oír la respiración de las
palabras, esa casa interior que
establece un lugar sagrado para el poeta. También se buscan los repliegues del yo sentimental a través de las
resonancias del amor y su finitud; o se recuperan composiciones del libro La Barata, donde Santos López se
acercaba a culturas animistas, trasmisoras de una espiritualidad que encierra
acuerdos sagrados entre el cuerpo y la naturaleza a través de elementos
genesíacos como la piedra, el agua, el humo y la sangre.
La materia metaliteraria del libro se completa con dos incisiones
integradas como un epílogo: una conferencia expuesta en Lieja, el 30 de agosto
de 1990, en la XVII Bienal Internacional de Poesía; y un conjunto de
anotaciones, a modo de teselas autobiográficas. Ambas sirven para configurar
mejor el prisma estético. En la idea del poeta visionario, se trasciende la dimensión literaria de la escritura para hacer del poema luz y
misterio, un hilo umbilical entre lo visible y lo invisible, cuyo poder
generativo está más allá del mero hecho de la artesanía verbal. En Del fluir percibimos el canto de un poeta visionario; las voces que buscan itinerarios hacia un yo interior que guarda todavía una umbría del
sueño, los inexpresables garabatos del misterio.
Poeta, qué buen día voy teniendo al encontrarme en tus puentes esta mirada tuya al itinerario poético de nuestro maestro Santos López. Es una estupenda reseña y el trabajo de Santos López es sin duda, singular y extrordinario; su contribución a la poesía es inmensa, como poeta y cono extraordinario gestor cultural.
ResponderEliminarAmanece la palabra más alegre con esta lectura tuya.
Gracias por leer poesía venezolana.
Gracias por tus palabras, querida Gabriela, ha sido un verdadero privilegio adentrarme en la labor literaria de Santos López, una vez más gracias a tus consejos y a tus amanecidas, gracias a tu amistad. Un largo abrazo oceánico.
EliminarExcelente!
ResponderEliminarMuy amable, querida amiga, pero la voz firme nunca es la del crítico sino la del poeta. Santos López deja en "Del fluir" una estela brillante de intuición y pensamiento, da fe de vida de un tiempo que enlaza el presente con la memoria. Así que encantado de que mis palabras no te defrauden. Un abrazo fuerte.
EliminarMe alegre que vuelque su mirada hacia uno de los mejores poetas venezolanos. Gracias por tan buena lectura.
ResponderEliminarDebo esta felicidad de cruzar puentes hacia el mapa poético venezolano a la generosidad de Kalathos Ediciones y al esfuerzo incansable de David Malavé y Artemis Nader; los dos dejan en los estantes españoles la cosecha feliz de la poesía venezolana actual. Gracias por ello.
EliminarQuerido José Luis, agradecido de corazón con la atención a nuestra Poesía, nuestros autores y nuestra pequeño pero gigantesco esfuerzo editorial ! Hoy te envié por correo postal un ejemplar de Sol y soledades, antología de la poesía de Ida Gramcko, una de las grandes venezolanas del siglo XX. Abrazo! David
EliminarQuerido David Alejandro, mi trabajo solo es posible porque encontré en el camino tu labor editorial; así que como crítico y como lector solo queda darte las gracias por tu empeño generoso, por tu afán de buscar puertas a la poesía. Acuso recibo cuando llegue tu regalo. Abrazos.
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