Habitar la sombra Fotografía de Hilario Barrero |
HE PERDIDO LA RISA
Como las teclas muertas de un piano
Arturo Tendero
No sé cuándo se me fue apagando la risa e
hice mío este aburrimiento digital de jubilación, teclado, pantalla gris y soledad. Me empeño
en recordar que en los días de novios, tras las clases y los
paseos por el perímetro amurallado de Ávila, solíamos reírnos a cada instante,
como si el gesto fuese una manera de estancar la luz, un destello escapado de las viñetas de
Mafalda o de aquel camarote en blanco y negro de los hermanos Marx.
Hoy mis risas están en otro tiempo,
inaudibles y serias. Son las teclas muertas de un piano. Soy el contorno de tristura de un guardia
jurado cuyo sigilo reparte suspicacia y pone a los demás bajo sospecha,
He pedido a Amazon que me remita urgente,
junto a las novedades literarias del verano, una risa enlatada, unos pocos
efectos especiales de carcajada histérica, a ver si espanta de una vez el
moscardón de mi ceño fruncido.
(De Cuentos diminutos)
Esas “contingencias” nos quitan el optimismo y con él, la risa.
ResponderEliminarPero somos -menos mal-optimistas que un poco más tarde, volvemos a encontrarla, anudada en cualquier esquina del día.
Precioso cuentecillo que me ha llevado a una época en la que busqué intensamente una sonrisa… hasta que la encontré junto al mar.
Un abrazo agradecido, José Luis.
Una alegría, querida María, saber que esa sonrisa azul todavía perdura intacta como una hoja perenne. No viene mal que sepas que tengo un pésimo sentido del humor y que lo diario solo contribuye a crear temperaturas árticas. Menos mal que queda la amistad.
EliminarNo dejes que la vida te robe la sonrisa, piensa que tienes una familia, amigos que te quieren, la poesia que vive en ti y todo el día para crear un mundo con la palabra. Abrazos
ResponderEliminarGracias querido poeta, sí, el patrimonio recibido por lo cotidiano es muy grato y hay que recuperar, sin dilación, esa bienvenida a la alegría. Incluso en los cuentos que escribo. Un fuerte abrazo y muy agradecido por tu fotografía.
EliminarQuedan muchas cosas más, sobre todo en tu horizonte, que hacen más cálida esa carencia de sentido del humor del que me hablas... estoy segura.
ResponderEliminarHabrá que descubrirlas, querida amiga, que no somos seres pasivos que dejan en la sombra la esperanza. Un abrazo.
EliminarMagnífico, querido José Luis. La mayoría de las emociones no nos llegarán nunca envasadas, mejor que respiren a pleno pulmón. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias querida amiga, fue un placer encontrar en Sevilla el mismo afecto de siempre y esa amistad que solo permite la mayúscula. Abrazos de nuevo y seguimos trabajando.
EliminarMirémoslo de oto modo (siempre es posible, sin hacerse trampas en el solitario): podemos perder la risa, pero lo importante es que ella (esa gracia, subatómica probablemente, que sopla cómo y dónde quiere) no nos pierda de vista a nosotros. Vendrá (volverá) y la reconoceremos. Al fin y al cabo, "jubilado" viene de "júbilo". Y ya sabemos que, para los que somos de letras, la etimología es la única ciencia exacta.
ResponderEliminarQuerido Alfredo, ya sabes que cada cuento tiene su propia lógica y nunca le viene bien el traje de grisura de lo real...Y tienes razón, la jubilación como sinónimo de soledad y tristeza es solo un destello del pesimismo...Un fuerte abrazo.
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