La ciencia de lo inútil Juan Manuel Uría Trea, Aforismos Gijón, Asturias, 2018 |
EN TORNO AL POEMA
El decurso estético del aforismo contemporáneo está marcado por su
indefinición genérica. El término contiene una semántica expandida. Acoge
filosofía y poesía, ludismo verbal y pensamiento ético, concisión plena y
fragmentos que podrían cobijarse en un texto mayor. Así que en ese estado de
epifanía y espera van amaneciendo las nuevas entregas aforísticas con solidez
ejemplar, como si la estrategía atravesara un momento creador irrepetible.
Juan Manuel Uría (Rentería, 1976) reúne en su taller literario géneros
como la poesía –que inicia en 2005 con el poemario Puerta de coral-, el aforismo, cuya primera entrega Dos por la mañana, amaneció en 2015, y publicaciones híbridas como Harria,
que aglutina imágenes y textos. Por tanto, su quehacer se configura desde la diversidad.
El título La ciencia de lo inútil parece
de entrada un aserto afín al destello reflexivo de Jean Cocteau: “Yo sé que la
poesía es imprescindible, pero no sé para qué”. Integra fragmentos que
conforman la primera entrega de una trilogía, un conjunto denominado Poética que tiene como pulsión
indagatoria la exploración conceptual del fenómeno poético.
La poesía ha prodigado aproximaciones que han adquirido en el tiempo un
carácter canónico. Pero su esencia interna guarda el frescor de lo intacto. Por
tanto, permite el tacto renovado de otras sensibilidades estéticas, que darían
pie a indagar en otras cartografías conceptuales. La ciencia de lo inútil muestra un panorama heterogéneo. Sus
fragmentos adquieren la imagen de una superficie líquida en reposo en la que
van emergiendo círculos concéntricos que propagan su vibración hasta alcanzar
de nuevo la quietud. En su despliegue cabe la reflexión filosófica intuitiva:
“Escribir para saber qué es la poesía. Aproximarse lo más posible como una mano
se acerca al fuego, como un niño que aprende a hablar”. No se trata de marcar
límites exactos sino de avanzar, de promover tanteos que sometan la voluntad
pensativa a un desvelado aprendizaje conjetural.
José Manuel Uría no olvida el paso natural del aforismo, ese gesto
escueto y despojado de cualquier digresión en el que se marca el destello: ”El
poema, si es verdadero, ha de ser de todos, como el pan”; “Crear puentes a
través del lenguaje poético. Unir”; “El poema en los ojos de quien sabe mirar”;
“El poema acompasa el tiempo y ahueca el espacio para que entres en él”; “No
entiendo nada. Y nace en mí una flor. Y no me lo explico”
El poeta no es ajeno al contexto histórico que marca la contingencia
biográfica. Así se ha comentado con frecuencia en sustratos reflexivos como
poesía y compromiso, el papel ético del poema, o la superación del arte por el
arte para entender la escritura como posicionamiento y tendencia ideológica. Es
otro campo de estudio de La ciencia de lo
inútil que deja entre los dedos aforismos repletos de densidad: “El poema
es conciencia hecha palabra”; “El poema no tiene más utilidad que ser poema.
Hacer sentir el pensamiento, la semilla del latir, la conciencia de la verdad
que se dice a sí misma”.
En la cobertura argumental, lo
metaliterario protagoniza otra preocupación reiterada. Sobre la ciencia del
lenguaje Wittgenstein dictaminó un
principio básico: los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo. Juan
Manuel Uría comparte esa situación enunciativa para sondear los estratos de un
ámbito que nombra el mundo y lo perfila; que objetiva el pensamiento y
convierte la palabra en un método para el conocimiento de la realidad. Por
tanto, “El lenguaje poético no precisa
de una estructura; sólo de un espacio y de una fuerza gravitatoria galvanizada por
un sueño. Por un espejo. Por el poeta que habla”; “salvarse a través de la
palabra. Entrar en ella y sentirse uno con el lenguaje”; “El lenguaje extiende
la realidad sobre una mesa de disección”. También se clarifica la función del
yo biográfico: “Tarea del poeta en cada nueva generación: buscar el mejor
nombre de las cosas. Reescribir la realidad. Recrear el mundo”.
En los pasos de La ciencia de lo
inútil no hay un guión que marque
una línea continua. La ruta es invisible
y se va haciendo al paso, con esa lógica que marca el aleatorio discurrir del
pensamiento activo. Se abren ventanas al esqueje lírico: “La poesía es el
lirismo de un corazón que da forma al pensamiento; ciencia del pensar que
comprende muy bien el sentido profundo del amor”, la introspección existencial,
impulsada por esa “necesidad de abrir una ventana y decir el mundo. decirse.
Necesidad de explicar el mundo para uno mismo, buscar el encaje de las cosas,
pensarse en un sitio mejor”; por citar algunos de los planos que conforman el
espacio textual. La palabra perdura en su afán, abre estelas en el agua, se
hace vida y lenguaje. Es sencillo: se trata de esperar esa brisa que permite el
vuelo y abre paso al silencio.
La verdad es que en tus palabras sobre este libro hay muchas sugerencias. Habrá que estar al tanto. Gracias poeta, abrazos!!
ResponderEliminarQuerido Luis, nada más lejos de mi intención que agobiarte con mis sugerencias; como sabes, exploro el territorio del aforismo contemporáneo con fuerte intensidad para una edición crítica muy avanzada. Y por eso, adentrarse en las páginas de LA CIENCIA DE LO INÚTIL resulta apasionante. Un fuerte abrazo.
EliminarTodo lo contrario al agobio, amigo José Luis, información necesaria que no solo acepto, sino que agradezco en sumo grado. Los caminos de los aforismos son ciertamente apasionantes por su carácter de cruce. Abrazos!
Eliminares el género que más ha crecido estos años, su estrategia de laconismo y brevedad se ajusta bien a la prisa de nuestro tiempo querido poeta. un fuerte abrazo.
Eliminar