Oceanografía del tedio Páginas escogidas Eugenio d'Ors Edición y fotografías de Carlos d'Ors Prólogo de Juan M Ribera Llopis Editorial Polibea, Colección El Levitador Madrid, 2018 |
EL DECIR POÉTICA DE EUGENIO D’ORS
Eugenio d'Ors Rovira (Barcelona, 1881-Vilanova
i la Geltrú, 1954) cobija en su personalidad una múltiple experiencia creadora.
Como partes de un todo cerrado y sólido, en el periplo individual confluyen la
filosofía, el ensayo, la crítica de arte, el periodismo, la plástica del
dibujante, junto a la ficción narrativa, las glosas,
el apunte lírico y el discurso fragmentario.
Los comienzos del aprendizaje coinciden con la vigencia del modernismo, línea
estética de inspiración francesa, surgida en Hispanoamérica, que alienta un
cauce reflexivo proclive a la evasión, tiende a lo exótico y valora el
cosmopolitismo a partir de una renovación del lenguaje poético. D’Ors se mostró
cercano a esos propósitos en la etapa juvenil, cuando empieza a cursar Derecho
en la Universidad de Barcelona en 1897, mientras se matricula en Filosofía y
Letras para abordar la especialidad de estudios literarios. No es ajeno al
posicionamiento regeneracionista de los pensadores del 98 ni al ambiente de
crisis que se palpa en las calles, exigiendo una reforma integral de la vida
española capaz de superar la abulia social y la debacle económica causada por
la pérdida de las últimas colonias en Cuba y Filipinas. Coda brillante de los
estudios en Leyes es el Premio Extraordinario de Licenciatura. Tras su
concesión se matriculó en Madrid en los cursos de doctorado. Cultiva sin tregua
la presencia en periódicos, con el pseudónimo de Xenius, aunque en
sus incansables bifurcaciones de escritor y dibujante usó otros, como Octavio, Octavi
de Romeu, El Guaita, Miler y Xan; a
ellos se suma el utilizado en sus traducciones, el de Pedro Llerena.
En los
albores del siglo arranca su trabajo como crítico de arte. No tarda en rechazar
la agotada estela decimonónica para airear un vuelo clasicista que sirve de
raíz al Noucentisme o Novecentismo.
Es una tendencia que aporta nuevo aire intelectual. Con su entrelazado
ideológico muestran afinidades algunos protagonistas esenciales del despertar
culto, como José Ortega y Gasset, Rafael Cansinos Assens o Américo Castro. Engloba
un ideario fuerte basado en el reformismo burgués, europeísta, con lúcido afán
racional y estelas de un pensamiento urbano, confrontado al ruralismo
tradicional. Esta actitud rupturista tiene su periodo de plenitud entre 1917 y
1923, cuando cobran plena vigencia rasgos distintivos ya señalados: frente a la
acracia bohemia y autodidacta se propugna un itinerario cognitivo reglado y
sistemático, que conecte con el legado occidental histórico; se impulsa una
planificación cultural desde la autoridad y el poder jerárquico para que sean
estamentos esenciales en la vida pública instituciones de carácter docente, y
se valora el globalismo y el sentir de la metrópolis que trasciende el
municipalismo localista para asimilar valores clásicos.
La
imagen del escritor se agiganta y se convierte en un referente intelectual, lo
que propicia su proyección y su gestión política entre 1917 y 1919 como Director de
Instrucción Pública de la Mancomunidad de Cataluña. Es en esa etapa vital
cuando en 1918 ve la luz la primera edición en catalán de Oceanografia del Tedi una obra en prosa poética, que conocerá en el
devenir temporal sucesivas ediciones. La primera en castellano la lleva a cabo
la editorial Calpe en 1921, y acompaña al vertido de otros libros como El valle de Josafat y La bien plantada que propiciarán la
reubicación lingüística del autor. A partir de este momento el castellano pasa
a ser única lengua expresiva. Tras la salida francesa en los años treinta, Oceanografía del tedio, como título
autónomo o integrado en el tríptico de Jardín
Botánico, sale de nuevo en 1948, 1988, 1994 y se recupera en 2018 por la
editorial Polibea con edición y fotografías de Carlos d’Ors y liminar de Juan
M. Ribera Llopis. El prólogo clarifica las peripecias editoriales y pone acento
en la amanecida de la idea en un balneario de la Garriga, en 1916, desde una
glosa. Se explaya en la larga fortuna del subtítulo Oceanografía del tedio para dejarnos una treintena de glosas
seleccionada por Carlos d’Ors. El estilete verbal de la glosa asciende a mirada
lírica. Toma fuerza en la meditación y muestra el vitalismo perceptivo de una
conciencia desvelada. Ya no se trata de extraer de cualquier hecho cotidiano su
esencia trascendente sino en capturar esos estratos sensitivos que guardan
refugio a la belleza: una diáspora de nubes en el azul del cielo, la cadencia
temporal de la tarde, el silencio de un recuerdo que irrumpe de pronto en la
memoria o el olor de la lluvia en la tierra mojada asientan su poética en lo
diario para convertirse en patrimonio afectivo del yo ensimismado.
Oceanografía
del tedio es un breve volumen en el que a partir de la arquitectura verbal
del poema en prosa se marcan estelas impresionistas, líneas de una sensibilidad
espiritual e intimista que dejan en el lector la sensación callada de la
madurez expresiva, la que establece a través del poema en prosa una lección de
vida.
Como dijo alguien "creo que si no hiciese alguna locura de vez en cuando, me volvería loco".
ResponderEliminarUn fuerte abrazo agradecido por tu comentario, estimado Luis, es verdad lo que dices; el corazón tiene razones que la razón no comprende, y la razón es comprensiva con otras parcelas de nuestra identidad; sin imaginación y subconsciente todo más pobre. Saludos desde Rivas.
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