Trinidad Gan
(Granada, 1960)
El próximo viernes, día 20 de septiembre, a las 19 horas en la librería Alberti presentamos el libro El tiempo es un león de montaña, última entrega poética de Trinidad Gan. Será una jornada llena de amistad y poesía porque su escritura retrata un talante personal cercano y cómplice. He vuelto a releer su obra completa y he percibido en los textos esa pequeña galaxia que ocupa la voz propia. esa voz que no nace de la estridencia sino del decir necesario, de las incertidumbres existenciales que solo requieren unas pocas palabras para trazar el retrato de un yo concreto. Desandar su trayecto creador en el tiempo es poner sitio a una geografía limitada y urbana que hace de Granada el lugar del poema.
El espacio literario en Granada durante las últimas décadas, y con un
litoral básico formado en los años ochenta por el grupo La Otra Sentimentalidad,
se ha constituido como núcleo central de la estética figurativa. Esa
contingencia, que ya es una consideración crítica aceptada por unanimidad, no
anula el perfil individual de los nuevos nombres ni deja en la sombra evoluciones
y matices remozando la razón del poema. Trinidad Gan (Granada, 1960) deja su
primera entrega, Las señas del pirata
casi en el cierre de siglo, aunque había cursado Filología Hispánica en la
Universidad de Granada en los años de la transición, cuando fue colaboradora de
la revista Letra Clara y tenía amplia
presencia en la puesta en escena de grupos teatrales universitarios como Aula 6 o La Liorna Teatro.
Aquel paso auroral fue comentado por Ángeles Mora como una hermosa
metáfora sobre el amor; se entendía la relación sentimental no como utopía de plenitud
sino como tortuoso sendero a la derrota. Así se abría una poética intimista,
que se acerca a las cosas con percepción desvelada, capaz de abrir incisiones
imaginarias en lo real. A través de una poda de recursos, se nutría de una
cercana dicción coloquial. Son claves de taller acentuadas en las entregas
posteriores, con las que logra un notable reconocimiento. El segundo libro, Fin de fuga, obtiene en 2008 el Premio
de Poesía Ciudad de Cáceres. Luis García Montero comenta que Fin de fuga "sitúa su palabra en la naturalidad de lo imposible. La fuga nunca acaba, el campo de batalla nunca recupera la paz, el amor desbordado se pierde y no se agota. la compensación es que la esperanza deteriorada no deja de buscar una luz en la memoria y un puerto en el mar del futuro". La entrega aglutina poemas que dan voz al desarraigo;
entrelazan crisis personal y azaroso asentamiento de un momento histórico que
condena al derrumbe dogmas e ideologías. El fracaso parece un horizonte
circular que invita a recuperar el ayer como elemento de concordia interior,
así se percibe en Caja de fotos (Renacimiento,
2009); los versos reconstruyen las instantáneas de la memoria; adquieren el
formato de antiguas fotografías que refugian el temblor del pasado. Ya en 2014
se publica en Valparaíso Ediciones Papel
ceniza, poemario donde resaltan las líneas de luz del sujeto poético. Suele
aparecer como un yo desdoblado que se acerca a la realidad con celo indagatorio;
quiere entender la gramática de lo diario y su caligrafía en el papel ceniza
del decurso existencial.
El título El tiempo es un león de
montaña se inspira en un verso de Raymond Carver. Sirve también como
homenaje a uno de los principales exponentes del realismo sucio. El poeta
norteamericano es un magisterio fuerte que hace del final de los sueños y de la
falta de utopías redentoras los centros gravitatorios de sus ficciones
narrativas y poéticas. Trinidad Gan asume esa fractura entre el yo y el
entorno; el trayecto vital muestra un desencanto que convulsiona las fibras
interiores; ese diario del desencanto da pie a una crónica descarnada y
minimalista. El tiempo consume los trechos del camino “sin apenas vislumbres de
horizonte”.
El león se convierte en representación simbólica del tiempo; es esa
fiera que acecha nuestros pasos y dormita en la sombra para capturarnos. Su
fuerza magnética concita la azarosa presencia de lo inquietante: “me vigilan
los ojos de una fiera, / su cuerpo es una ráfaga de fuego / que se adivina
entre los raudos árboles / y finge acompañarme silenciosa “. De ese encuadre
existencial se hace cargo el poema, convertido en reverso de huellas. La
palabra se moldea como un punto de fuga en el que se entrelaza la solitaria
postal del sujeto concreto y el estar colectivo de esos escenarios del dolor
como Gaza o Alepo que suelen asomarse al conformismo de la sobremesa desde el
telediario con sus escombreras manchadas de rojo.
Pocas estrofas encierran en sus esquemas mínimos la sensorialidad del
haiku y el tanka. En su despojada estructura, se dan cita alteridades,
sensaciones y pensamientos. Allí se alzan como espacios dispuestos a cobijar el
león del tiempo y su rumoroso transitar. Así se va definiendo un camino donde
se descaman las vivencias o se constata cómo lo transitorio va adquiriendo
color crepuscular: “Hojas de otoño / igual que lo vivido / se arremolinan “, “Y
en la memoria / de aquello que miraste / van confundidos / el cazador que huye,
/ la fiera que te habita”.
Cuando las manecillas del reloj
dibujan el ahora, se abre la ventana de lo posible. El despertar es
comienzo; abre su latido a la caligrafía remozada del poema para que salgan a
la luz destellos todavía capaces de recomponer en los laberintos interiores
algunos rincones de felicidad. Es un empeño inútil, una huida imposible: “Pero
al fin me dio caza. / Me arrastró sin piedad a su guarida. / Cubrió mi cuerpo con
esa hojarasca / que llamamos memoria. / Y ahora él escapa en la noche. / Se vuelve apenas a
mirarme / y al cruzar nuestros ojos / veo el tiempo quedarse detenido / a
orillas del silencio”.
La poética de Trinidad Gan tiene en El
tiempo es un león de montaña un valor de continuidad. Se aprecia en su voz
la fortaleza madura de una visión del mundo en su relación con las palabras.
Protagoniza un afán lúcido por trascender vivencias personales, sin rupturas, enriqueciendo
la reflexión con una imaginación creativa que propicia encuentros entre
temporalidad y pensamiento. Se ha dicho con frecuencia que el autor engrandece
por la experiencia el mismo libro; y es verdad: la escritura no es sino el
armisticio que firmamos a diario con incertidumbres y obsesiones. Con ellas,
Trinidad Gan deja en sus poemas el tónico permeable de la palabra.
Recupero y actualizo el comentario crítico que hice del libro de Trinidad Gan "El tiempo es un león de montaña", publicado en su día en las páginas digitales de "Los Diablos azules", el suplemento cultural de Infolibre.com con mi gratitud siempre a los lectores de estos puentes de papel que hacen de la poesía y de la amistad un largo viaje común. Muchas gracias.
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