Amor a primera vista (Berlín, 2007) |
SENTIDO DEL HUMOR
El humor camina por los itinerarios de lo cotidiano. Va dejando rastros, a la espera de que sus pasos se
descubran y provoquen la sonrisa –humor tímido-, la risa –humor civilizado- o
la estrepitosa carcajada –humor de botellón y paella dominical con los cuñados-; parece que los informes humorísticos tienen fama de saludables hábitos.
Para descubrir los indicios del humor se requiere capacidad perceptiva,
una cualidad del todo invisible en algunos sujetos como yo. Mi risa es estéril
y no coloniza ningún labio, una circunstancia que los más perspicaces subrayan
siempre o suelen parodiar en sus cotilleos, haciendo a mi carácter un asunto de
lacrimal baldío. No es que ellos sean un dechado humorístico, pero en la
comparación equidistante salen siempre favorecidos.
Cuando era niño y habitaba en la Ítaca infantil del parvulario, las
cosas que no teníamos nunca eran problemas; se las pedíamos a los Reyes Magos,
con un encabezamiento solemne y confesional: “Queridos Reyes Magos, como he
sido bueno, me gustaría que me dejen en los zapatos…”; pero envejecí y soy un
nihilista que no sabe a quién pedir el dichoso sentido del humor.
Así que sigo sin él, desangelado, gris, frente a un muro de áspera
grafía, dispuesto con terca resignación a disfrutar del cinismo, la atención
estacional, las ocultaciones y el ego musculoso de mis amigos, ese magma
incierto que ellos llaman sentido del humor.
Una pequeña gran confesión sin petición de parte. Como un ejercicio de humilde introspección. ¿O viene provocado por alguna situación acaecida? Lo que tienes que decir porque yo no lo había notado. Ni te creo. Un abrazo.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo querido poeta, ya sabes que cada sondeo personal siempre tiene sus contraluces, así que seguramente tenga una parte de solana y otra de umbría; como debe ser. fuerte abrazo, que yo mientras tanto sigo moldeando el espejo de lo diario para que muestre calidez y poesía.
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