Ana de Armas en el papel de Marilyn Monroe |
DISENTIMIENTOS EN PANTALLA GRANDE
Esta semana el rito familiar de la película nocturna se ha llenado de decepciones. Comenzamos por la visión de Cry Macho (2021) el cierre visual como actor y director de Clint Eatswood. Los años ponen artritis en el reloj y el habitual hieratismo estatuario, con prodigios de senectud como Mula, exige despojarse de hojarascas interpretativas y preservar el irrepetible legado de madura senectud. Es el momento de habitar con sedentaria calma los pasos del silencio.
Disentir exige un nutrido florecimiento de argumentaciones y evitar que floten los propios prejuicios cinéfilos. Por eso gasto la pólvora argumental en tres minutos: la multipremiada Todo a la vez y en todas partes, con excelentes actores en el reparto es un pintoresco largometraje, un collage entre los videojuegos y el futurismo tecnológico. Ni siquiera el toque irónico y los lejanos ecos de Bruce Lee soltando mamporros mantienen el interés. La vimos antes de los Oscar y a media película nos dimos la tregua del sueño. Hoy la hemos visto de nuevo. Sí, yo soy del viejo Hollywood, esa raíz de buen gusto que tiene continuidad en los cualificados personajes de Cate Blanchett y Ana de Armas; las dos se van de vacío pero sus papeles merecen la claridad nocturna de la estrella, la caligrafía de lo perdurable.
En
su nuevo libro de poesía Perder el tiempo
Guillermo Marco Remón utiliza el verso “tradicionando la vanguardia”; tal
vez ese acierto expresivo explicaría mi rechazo a este nuevo orinal en pantalla
grande que ha conseguido tan unánime empatía y que abre, según dicen casi todos
los críticos, una veta central a la tecnología visual. Yo, sin embargo, creo que
la extrañeza, por más que aporte una mirada diferente, está sobrevalorada; la emoción se pierde de
continuo en el ramaje psicológico y el laberinto argumental.
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