A través de la noche Jairo García jaramillo Eda Libros Editorial Colección Seguro Azar Benalmádena, Málaga, 2023 |
FUERA DE LUZ
El preámbulo de Salvador Galán Moreu adopta el formato epistolar para concretar los rasgos singulares del libro a través de detalladas exploraciones lectoras. Resalta el carácter unitario, el meditado orden poético y la búsqueda de sentido orgánico a través de poemas cortos y aforísticos. Un buen umbral, como lo son las dos magníficas citas de amanecida en las voces de Roque Dalton y Alejandra Pizarnik. Anticipan una senda verbal formada por los tramos “Descenso”; “Vacío” y “Silencio”, tres sustantivos de fuerte densidad conceptual, ligados al malditismo de Baudelaire.
Precisamente es el clásico francés quien alumbra los pasos de partida del poema “Océano”, una exploración nocturnal que convierte al sueño en territorio de inmersión y búsqueda, de rescate y retorno a la claridad. Ese ámbito penumbroso y sombrío se mantiene en otras composiciones, como si la existencia negase la posibilidad de un mundo en calma, ni siquiera en los sueños, por más que el yo poético se empeñe en rescatar una amanecida de luz. Respirar es asumir un aleatorio descenso hacia la sombra, abrir las manos para dejar en ellas el ébano tenaz de la tiniebla.
Concisos y lacónicos, todos los poemas de este primer tramo, en el que resaltan composiciones excelentes, como “Nómada” y “Descenso”, cobijan la vencida arqueología de la soledad, esa tanteo pausado con las asimetrías del transitar que permita volver a casa, aunque no haya nadie.
La sección central, “Vacío” reitera la disposición enunciativa y emplea de nuevo el soneto para sumergirse en un ámbito abisal, cuajado de onirismo y fantasía, como leve cosecha del delirio. Rompe la continuidad visual con la inserción del poema caligramático “vacío”, que sin duda crea rareza y desconcierto y supone un quiebro en el poemario. Por fortuna, el tono se recupera de inmediato con “Adormidera”, casi un poema celebratorio, o “Adolescencia” un texto repleto de emoción sobre el despertar sentimental y las débiles señales del camino hacia el otro.
El apartado “Silencio” se abre con “Amanecer”, donde se cobijan excelentes metáforas que diluyen el epitelio nocturnal de las primeras secciones, aunque persiste ese horizonte tóxico, enfermizo, "que todo lo oscurece” y que convierte la existencia en “una rosa de ceniza”. Persiste en la conciencia la sensación de finitud y soledad, como se plasma con aliento clásico en el soneto “Orfeo”: “Sombras de un sueño, criaturas de un día / ¿por qué mirar atrás cuando ya vimos / todo pasar y ahogarse en el olvido / y que esa es nuestra herencia de ceniza?”; insistir en ser no es más que ir dejando algunos destellos al paso, el soplo de una vela encendida.
A través de la noche esta signado por un tono pesimista y sombrío de lo existencial. Los poemas nacen desde el fluir de una conciencia marcada por la soledad y el desamparo, por un largo recorrido al fin de la noche en el que se van sumando indicios de oscuridad y contingencia. Real o simbólica, la noche está ahí, con su laberinto de imágenes, con su tacto oscuro, como un espejo que acogiera en el frío de su superficie las sombras interiores, la desnudez de un corazón a solas.
JOSÉ LUIS MORANTE
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