martes, 29 de mayo de 2012
EL REINO DE LOS SOLOS
Llega el día, una amanecida igual a todas que merece un poema distinto.
Comienzo a trabajar entre vigilia y sueño, en horas donde tienen mis renglones posturas de garza.
Sensación de alivio. Soy torpe. Carezco del aura neurótica del perfeccionista.
Disimulo carencias con una voluntad incontestable y con la efusión de las lecturas.
Voces. Sentimientos reivindicativos de los que escriben mal y exaltan sus deméritos.
Calcio esquelético en un verso que guarda todavía el olor de la tinta.
Erudición practicable para elaborar un árbol genealógico de influencias.
Incongruencias. Dicen lo que no hacen. Saben que lo sé.
El cansancio corrige trayectorias. Sobre el cristal la imagen de la luna. Llega el sueño con la confiada seguridad de quien sabe que empezaré de nuevo al día siguiente.
En el sueño recuerdo un cuento de Juan José Arreola: " La mujer que amé se ha convertido en fantasma. Yo soy el lugar de las apariciones"
domingo, 27 de mayo de 2012
ALEJANDRO TOMASINI BASSOLS. INVITACIÓN A LA FILOSOFÍA.
Filosofía moral y visiones del hombre
Alejandro Tomasini Bassols
Devenir, El Otro, Madrid, 2012
Alejandro Tomasini Bassols
Devenir, El Otro, Madrid, 2012
Con Filosofía moral y visiones del
hombre el profesor Alejandro Tomasini Bassols (Tapachula, Chiapas, México)
consiguió el XII Premio de Ensayo Miguel de Unamuno. Para el
ensayista la conducta humana es esencialmente significativa y, por tanto,
evaluable porque impulsa actitudes intencionadas y refrenda una ética. Cada
sujeto selecciona sus reglas morales, lo que explica el plural abanico de actuaciones.
La ética como acercamiento a la norma moral no tiene otra fuente que el
ser humano a través de la historia, en cada civilización, en cada sociedad
concreta; a su análisis se han dedicado
los grandes nombres de la filosofía para elaborar visiones abstractas y teorías
divergentes en muchos casos. Al análisis de estos selectivos puntos de vista de
reconocidos pensadores se dedica este ensayo que aglutina el pensamiento de
Aristóteles, Hume, Kant, Mill, Moore, Nietzsche y Wittgenstein.
El recorrido se inicia explorando la perspectiva aristotélica sobre el
alma y la ética como disciplinas sociales prácticas. El filósofo griego se
posiciona con los pies puestos en la tierra; para él la ética está integrada en
la ciencia política que regula la existencia comunitaria y fortalece principios
de racionalidad práctica que contribuye a establecer puentes entre el hombre y
su entorno. Se recupera su doctrina del justo medio, casi el núcleo de la ética
aristotélica, estudiando la descripción de sus aplicaciones, las nociones
morales que aglutina y su aplicación en el propio contexto.
La doctrina del griego deja paso a las concepciones de David Hume. Esta
transición ideológica aporta un nuevo molde conceptual: “el
representacionismo”; las ideas derivan de impresiones y entre ambas categorías
hay una relación de semejanza; el conocimiento parte de la experiencia del yo
individual. Para Hume es muy importante la moralidad, que conecta con las
pasiones y con la voluntad individual como motor de acciones.
Ejemplo de pensamiento sistemático, la aportación de Kant incorpora
mapas conceptuales como la libertad del ser o la idea del conocimiento empírico
de la realidad en sus coordenadas de espacio y tiempo; para Kant la ética
engloba propósitos intencionales, normas o principios y obligaciones.
Las aportaciones de J. S. Mill, politólogo y economista, tienen como
base el concepto de utilidad. Positivistas y con un evidente enfoque social,
los argumentos de Mill unifican ética y política y relacionan utilidad y
justicia, aunque no tengan la entidad de un verdadero sistema de ética.
Perdura la actualidad de Nietzsche por su retórica de impacto y su
radical contundencia aseverativa. Su visión del ser humano y su lugar en un
mundo natural, regido por leyes inexorables, llevan a la caracterización del
superhombre.
Con G. E. Moore comienza la filosofía moral contemporánea. Al sintetizar
las facetas de su sistema normativo resalta la idea de que la ética investiga
lo que es bueno, o tiene en sí mismo un valor intrínseco, y el lenguaje de
acción que impulsa a realizarse desde una implicación práctica.
Cierra el elenco Wittgenstein, cuya labor filosófica estudia la función
lógica del lenguaje y su dimensión referencial :“ los límites de mi lenguaje
denotan los límites de mi mundo”
Filosofía y visiones del hombre no
es un manual, tampoco un recordatorio superficial de aportaciones relevantes;
es un contrastado análisis de respuestas a los interrogantes éticos del hombre
como ser individual y como parte activa de un ámbito público. Su autor,
Alejandro Tomasini Bassols, examina aspectos, formula objecciones y hace más asequible
la relevancia de la ética en el discurrir de un tiempo tecnológico y utilitario
que, con demasiada frecuencia, considera la filosofía como un asunto
menor.
viernes, 25 de mayo de 2012
POSICIONES ABSURDAS.
El que reduce la humanidad a dos grupos: yo y yo.
El que piensa que su aldea es el centro neurálgico de toda la galaxia.
El que, sin matices ni restricciones, reclama hacer las cosas a su manera y no aplica este principio a los demás.
El que descifra en una espiral de humo una ecuación matemática.
El que reclama medallas y reconocimientos por protagonizar inconsistencias.
El que prefiere la violencia al pacifismo.
El que hace de sus palabras una certeza tajante.
El que ejerce de moralista activo en los divanes de un club de alterne.
El que se posiciona en la ambigüedad.
El que ofrece como única respuesta la contundencia aseverativa del no.
martes, 22 de mayo de 2012
MENUDENCIAS DEL YO
Mejores días
José Luis Morante
Aforismos, de la luna libros
Mérida, 2009
Como un mal poema, el artificio de lo cotidiano exige un repertorio de variantes.
Intenciones, escritas con oscura caligrafía.
Nunca pienses que lo vivido es un despojo sin valor. En esa parte de ti que no regresa está tu origen.
El espacio vital padece una saturación de protagonistas.
Repetimos gestos con terquedad, como si fuera necesario el aburrimiento.
Entre el desaliño y la apatía, la vida como arte.
Las telarañas del rumor requieren proximidad y oído.
Gestos que realizan una traducción completa de objeciones.
La madurez deteriora las cosas; ni siquiera funciona la costumbre.
En el cálculo de distancias, el optimista vislumbra el tramo que dejó atrás; el pesimista, el que queda por recorrer.
A la luz del día el insomnio parece un hábito curable.
Espíritu infantil. Enriquece lo cotidiano con novelerías.
José Luis Morante
Aforismos, de la luna libros
Mérida, 2009
Como un mal poema, el artificio de lo cotidiano exige un repertorio de variantes.
Intenciones, escritas con oscura caligrafía.
Nunca pienses que lo vivido es un despojo sin valor. En esa parte de ti que no regresa está tu origen.
El espacio vital padece una saturación de protagonistas.
Repetimos gestos con terquedad, como si fuera necesario el aburrimiento.
Entre el desaliño y la apatía, la vida como arte.
Las telarañas del rumor requieren proximidad y oído.
Gestos que realizan una traducción completa de objeciones.
La madurez deteriora las cosas; ni siquiera funciona la costumbre.
En el cálculo de distancias, el optimista vislumbra el tramo que dejó atrás; el pesimista, el que queda por recorrer.
A la luz del día el insomnio parece un hábito curable.
Espíritu infantil. Enriquece lo cotidiano con novelerías.
sábado, 19 de mayo de 2012
ROSA HUERTAS. EL BLOG DE CYRANO.
El blog de Cyrano
Rosa HuertasEdiciones SM, Madrid, 2012
Antes de exponer las gratas impresiones
lectoras que me ha deparado la tercera novela de Rosa Huertas, Doctora en
Ciencias de la Información y Licenciada en Filología Hispánica, voy a
permitirme una pequeña digresión sobre el acierto de un título que aglutina dos
sustantivos. Como el móvil, el cine tridimensional o el libro electrónico, el
blog es uno de los elementos que definen el ser tecnológico de lo
contemporáneo. Es sabido que el blog o bitácora no es más que el formato actual
del diario escrito; un espacio digital actualizado periódicamente. El blog
compila textos, imágenes, videos o enlaces que conforman un cuaderno vivencial y
sugiere la respuesta inmediata del lector a través de los comentarios. El
segundo sustantivo del título es un nombre propio; de inmediato remite a Cyrano de Bergerac, un drama heroico en
verso escrito por el poeta y dramaturgo francés Edmon Rostand, estrenado en
diciembre de 1897. Recordemos que la identidad fuerte es el poeta y soldado
Cyrano, un sujeto sentimental marcado por una penosa apariencia física; el
tamaño de su apéndice nasal afea el rostro y acompleja el ánimo, por lo que no
se atreve a manifestar su amor por la bella Roxana más que de modo indirecto;
escribe un sentido epistolario que jamás remite firmado con su nombre, e ignora
que su expresión ha cautivado el corazón de Roxana. Que el legado literario se
abra paso en esta tercera entrega de Rosa Huertas es una constante; personifica
la forma de entender la trama de la madrileña. En Mala Luna era la sombra del poeta Miguel Hernández la que buscaba
asiento entre las páginas; en Tuerto, maldito y enamorado la voz
literaria homenajeada fue la del prolífico
Lope de Vega. Y el avance accional de
El blog de Cyrano, desde el
primer capítulo, recupera la historia del malogrado amador para actualizarla y
enriquecer su trazado.
Rosa Huertas elige de nuevo la ciudad de
Madrid como tablero de movimiento. En el Retiro, Sofía, una joven estudiante de
Ciencias de la Información conoce a una de esas estatuas vivas que pueblan los
laterales del lago. El disfrazado de Cyrano gana su interés con los monólogos
que relata y esa confianza permite conocer los avatares biográficos del actor
que guardan simetría con sus sentimientos personales por un compañero de clase
del que, paso a paso, se enamora. El presente abre otra historia de amor no
correspondido, donde las palabras se convierten en liberación para ahuyentar la
melancolía: “una vez leí que los refugios no valen de mucho, pero no se puede
vivir siempre al raso”. Ese es el motivo de la joven aprendiz de periodista
para crear el blog, un refugio donde preservar su intimidad y no dejarla a la
intemperie, cuando la senda de los días elige una ruta equivocada.
La sensibilidad lectora de los dos
estudiantes define su vocabulario de uso. Sofía ama el teatro y la poesía de
autores como Gloria Fuertes y Pablo es un escritor futuro que lee a Luis
Cernuda, Luis Alberto de Cuenca y Ángel González y escribe poemas y relatos, a
la espera de una mayor madurez para intentar adentrarse en la novela. No son
los únicos géneros literarios que se marcan en la escritura. El quiebro narrativo
de la segunda parte, a través del recurso cervantino que incluye en el relato
general un texto autónomo, aporta abundante información sobre el teatro de los
años treinta, que tiene como estrella de las tablas a Margarita Xirgu, primera
actriz a las órdenes de Rivas Cherif y amiga y favorita
de Federico García Lorca, de quien representó prácticamente todo el teatro
escrito por el malogrado poeta granadino.
La autora se siente cómoda en este tiempo
histórico ya que lo investigó en profundidad para Mala Luna; incluso repite algún dato como el menú navideño de
Madrid durante la época del racionamiento: un huevo y una salchicha. El texto descubierto propicia una extensa
investigación que adquiere el carácter de drama y que se define como crónica de
la barbarie vivida en la guerra civil y del oscuro paréntesis de la posguerra.
El relato, por su dramatismo, deja en un segundo plano a la relación entre
Pablo y Sofía.
El tramo de cierre “Puro teatro” resuelve
las claves argumentales con una sorpresa. Cuando la historia sugiere un
desenlace incierto y desesperanzado la literatura reescribe porque su ámbito es
la imaginación, la posibilidad de hacer verosímil la invención. Realidad y
ficción se solapan y comparten límites difusos. Como se apunta en la novela:
“Quizás sólo seamos personajes de ficción de una novela que alguien escribe”.
Distintas coincidencias biográficas entre el
devenir vital de la autora y el personaje de Sofía inciden en la idea de que El blog
de Cyrano no descarta los elementos
autobiográficos. Pero la novela no es un diario oculto sino una muestra más de
la imaginación y del acierto narrativo de Rosa Huertas, cuyo quehacer creador
merece ser seguido con el máximo interés.
miércoles, 16 de mayo de 2012
IMAGEN DE JOSÉ ÁNGEL VALENTE.
El guardián del fin de los desiertos.
Perspectivas sobre Valente
Edición de José Andújar Almansa
y Antonio Lafarque
Pre-Textos, Valencia, 2011
Perspectivas sobre Valente
Edición de José Andújar Almansa
y Antonio Lafarque
Pre-Textos, Valencia, 2011
El cauce creador de José Ángel Valente (1929-2000) se ha convertido en senda y magisterio de
buena parte de la nómina poética española del cierre de siglo, acogida bajo la
denominación “poética del silencio”. El escritor desaparecido define una
estética de la transcendencia, diversificada en lírica y ensayo, que aglutina
desnudez, despojamiento e indagación en el sentido último de la finitud, a
través de elementos simbólicos como la luz y el desierto.
Valente fue un poeta escindido de
la rama generacional del medio siglo que eligió Almería para vivir los últimos quince años de su
existencia, un lugar en la periferia, a trasmano, que lo acogió con
hospitalidad. Al cumplirse el décimo aniversario de su muerte, fue sede de un
encuentro de estudiosos y especialistas para abordar la figura y la obra desde
una perspectiva plural.
El conjunto de las intervenciones se integra en El guardián del fin de los desiertos, una aproximación coordinada
por José Andújar Almansa y Antonio Lafarque, con disposición de tríptico. El
apartado inicial, “La memoria”, explora el discurrir biográfico a través de testimonios
que integraron el círculo más íntimo. El introvertido carácter de solitario se
disipa en bocetos afectivos que rehumanizan la figura existencial, muchas
veces, proclive a la aspereza y al juicio espinoso sobre contemporáneos. Para
los que pretenden diferenciar entre vida y obra, la conclusión general de los
ensayos incide en la idea de que son conceptos complementarios. En esta
cronología vivencial, en la participa Antonio Gamoneda para enlazar el pensamiento
poético con hitos biográficos como la vida y la muerte, tiene especial
significado el análisis de Andrés Sánchez Robayna sobre el diario inédito, una
miscelánea que arranca en los años cincuenta y se mantiene hasta sus últimos
días. Esta redacción discontinua aglutina apuntes biográficos, esbozos críticos
sobre lecturas, citas, disquisiciones aforísticas y bocetos de textos en verso
o en prosa. En septiembre de 2011 el Diario
anónimo fue publicado por Galaxia Gutenberg, Círculo de Lectores, en
edición de Andrés Sánchez Robayna.
Cuatro aportaciones compila la segunda
sección, “Los signos”, centrada en el recorrido creativo. El apartado desvela
la segregación natural: poesía, traducción y ensayo. En él sondean José Andújar
Almansa, Lorenzo Oliván, Miguel Gallego Roca y Jordi Doce. Exploran la
diversidad genérica y su común
aspiración a la unidad a través del carácter cognitivo del lenguaje. La palabra
poética trasciende la realidad, multiplica símbolos y oculta a la razón el
significado común porque las referencias se disuelven y la escritura no se deja
llevar por la inercia de lo establecido. La poesía nace de la crisis de
identidad del sujeto poético y de la necesidad de recobrar el sentido
originario de las palabras de la tribu. Por otra parte, Valente prodiga una
abundante reflexión metapoética que conexiona con la tradición mística y con la
filosofía. Gallego Roca analiza el concepto de traducción del escritor, cuya
labor se compiló en 2002 en su Cuaderno de versiones. El rastreo de
obras de otra lengua le permite profundizar en legados foráneos y, al mismo
tiempo, le ayuda a clarificar el sentido de su propia tradición.
El pensamiento crítico de Valente promueve el ensayo de Jordi Doce; el
poeta y traductor perfila un contexto personal a partir de la precaria
situación ensayística de los noventa en nuestro país y recupera el supuesto
enfrentamiento teórico entre dos magisterios de ese tiempo: Jaime Gil de Biedma
y José Ängel Valente. Para Jordi Doce el ensayo crítico de Valente no es sino
una paráfrasis de su discurso lírico.
El muestrario de cierre acumula enfoques abiertos. Abre la sección María
Payeras, investigadora que ha firmado valiosas aproximaciones a la promoción
del 50 y a la colección Colliure; de ahí que se detenga en el tramo inicial del
discurso lírico, cuando Valente se aproxima a una estética compartida, su
discurso teórico se inserta en una realidad simbólica y se proyecta la imagen
del autor en la obra. Sobre esa realidad simbólica y sobre la convergencia
entre estética y filosofía profundiza Carlos Peinado Elliot sobre Tres lecciones de tinieblas, tal vez la
entrega más hermética.
Ha transcurrido más de una década desde el fallecimiento del escritor y
su presencia literaria no ha hecho sino acrecentarse. El valor y la actualidad
de su testimonio intelectual fomentan aproximaciones y contribuyen a
profundizar en una senda creadora que puede analizarse con perspectiva
histórica; una estética de rigor y despojamiento que lleva al lenguaje hasta el
punto cero.
domingo, 13 de mayo de 2012
RICARDO RUIZ. DERROTAS.
Los vencidos
Ricardo Ruiz
Devenir, poesía, Madrid, 2012
Ricardo Ruiz
Devenir, poesía, Madrid, 2012
Una enumeración caótica sirve de pórtico al libro Los vencidos, quinto poemario de Ricardo Ruiz
(Burgos, 1963). El poema, de tono desasosegado y crepuscular, concluye con este
verso : ”Los vencidos conservan la dignidad de la derrota”. Así pues el único
trofeo de quien lo ha perdido todo es la coherencia personal, el hecho de
contemplarse en el azogue de los espejo sin tener que cerrar los párpados.
Queda la coherencia, el mantenimiento intacto de una identidad que ha
sobrevivido a lo contingente, en ese largo recorrido que se extiende entre la
aurora y el crepúsculo.
El yo poemático se sitúa en el último tramo del camino y con el sosiego
manso del que no aguarda nada hace recuento de las pérdidas. El mapa de tiempo
se despliega para exhibir las coordenadas donde se hacen más evidentes los
estragos.
Las metáforas se acumulan para reforzar la semántica del
deterioro en una escritura, seca y austera, cercana al patetismo, que prefiere
el paso reflexivo de la prosa al son reiterativo de cualquier cadencia métrica.
Toda la serie inicial de “los vencidos” comparte un aparente matiz
autobiográfico; el dolor se hace verosímil porque es el dolor propio, el que
nos acompaña bajo el paraguas negro del fracaso, sin que el devenir existencial
alcance metas justificatorias.
La segunda parte “Estoy ayer” hace suya la tinta
de la memoria, amalgama recuerdos recuperando un baúl vivencial
retrospectivo, escrito con la tinta desvaída de la memoria. El poema se
adelgaza, busca la fuerza comunicativa de un pensamiento cerrado, casi en clave
aforística, como si este fuera el método más idóneo para describir la
decepción. Una y otra vez se expanden términos cuya semántica tiene un claro
matiz invernal. Sólo la infancia representa el lugar de la esperanza, mientras
que el ahora se ha convertido en un enclave de melancolía, como si el sujeto
verbal consumiera un plazo vital con fecha de caducidad: “Todo llega para irse.
/ El sudor de los cristales. / La semilla de la nieve. / El claxon del
amanecer. / Las bragas de la noche. / La seda de los muslos. / La piel de las
olas. / Los pulmones del mar. / Todo llega para irse ".
Ricardo Ruiz, en su poemario Los
vencidos excluye el espejismo complaciente del futuro que deja ante los
ojos un estático paisaje habitable. El desenlace poemático no invita al
optimismo sino a comprobar que una caricia en una piel de invierno tiene un
tacto rugoso, como helada tristeza. Queda el pasado y queda entre los dedos la
aceptación de un destino personal que concluye en un andén vacío, donde toman
el tren aquellos pasajeros que se marchan hacia ninguna parte.
viernes, 11 de mayo de 2012
LECTURA POÉTICA EN LA SALA MIGUEL HERNÁNDEZ.
Lectura en RIVAS
C. S. Armando Rodríguez
10 de mayo de 2012
Presentan
MANUEL HERNÁNDEZ
RICARDO VIRTANEN.
Retrato de JOSÉ LUIS MORANTE del poeta y editor LUIS FELIPE COMENDADOR.
C. S. Armando Rodríguez
10 de mayo de 2012
Presentan
MANUEL HERNÁNDEZ
RICARDO VIRTANEN.
Retrato de JOSÉ LUIS MORANTE del poeta y editor LUIS FELIPE COMENDADOR.
Cada lectura exige una nueva mirada sobre el itinerario creador. Leo en la Sala Polivalente Miguel Hernández, en el Centro Cultural Armando Rodríguez. Leo en Rivas, la ciudad donde vivo y trabajo, el marco geográfico donde ha ido naciendo mi poesía. En la mesa, conmigo, Manuel Hernández, gestor sociocultural de Covibar, y Ricardo Virtanen, poeta, músico y el crítico con mayor trato personal, el amigo que mejor conoce mi poesía y más atención ha puesto a cada una de mis entregas. La lectura se complementa con una proyección audiovisual y me ofrece la ocasión de emparentar dos facetas complementarias de mi trabajo: poesía y crítica. Los poemas de Mapa de ruta abren el acto, tras la excelente indagación teórica de Ricardo y, para no reiterar explicaciones y circunstancias, leo también un puñado de inéditos. Con la mirada a Ropa de calle , la edición de Letras Hispánicas sobre Luis García Montero, repasamos el papel del ensayista y las distintas perspectivas al seleccionar enfoque: el mío tiene un tono cordial y didáctico porque busca un público universitario en el que he resaltado la modulación coloquial, el ritmo poemático, la presencia de lo real circundante y la relectura de la tradición. Es sabido también que toda investigación literaria propicia una reflexión metapoética sobre la escritura, su evolución y sus variables genéricas.
Entre el público algunos escritores, compañeros de viaje, que como yo hacen de la vida y de la literatura una única moneda a cara o cruz. también madres y padres de alumnos con sus hijos preguntándome cuándo se empieza a leer poesía.
De cuando en cuando miro a mis hijas. Han crecido tanto que casi nunca recordaran los folios blancos que acogieron los poemas sugeridos por vivencias compartidas.
Todos sabrán disculparme si concluyo estas líneas aludiendo una vez más a Rivas como entorno ideal de mis lecturas y al nutrido grupo de amigos que una y otra vez ha ocupado las primeras filas del afecto. Su palabra cordial contrarresta el silencio de plomo de los que no están.
martes, 8 de mayo de 2012
JOSÉ LUIS GARCÍA MARTÍN. REESCRITURAS.
Arena y nada
José Luis García Martín
La Grúa de Piedra, Santander, 2011.
José Luis García Martín
La Grúa de Piedra, Santander, 2011.
En las palabras previas de Arena y
nada, escritas por José Luis García Martín (Aldeanueva del Camino, Cáceres,
1950), resalta una afirmación hiperbólica: “Por eso de la media docena de libros
que hojeo cada día, apenas leo completos uno o dos”. No hay que tomarla en
sentido literal; en efecto, hojear libros es casi una operación mecánica y puede
repetirse las veces que dicte la voluntad, en cambio leer uno o dos libros al
día significa centrarse en la poesía, cuyas ediciones no suelen sobrepasar las
cien páginas y abandonar géneros como la novela, el ensayo, el cuento breve o
los diarios, una de las debilidades del poeta y crítico García Martín; además
el propio tiempo creativo quedaría reducido a su mínima expresión, algo que
contradice el amplio listado de publicaciones y las frecuentes colaboraciones
en prensa, a ritmo semanal en el cultural de ABC y en La Nueva España.
Lo que se desea subrayar es la adicción a la lectura y el
continuo estar entre libros.
El volumen que aquí nos ocupa, Arena
y nada es una muestra de poemas de
procedencia dispar. Como hiciera en La
Biblioteca de Alejandría, la selección está integrada por reescrituras de
textos ajenos, poemas propios que el poeta denomina ensoñaciones o placenteros
sucedáneos y traducciones que guardan una fidelidad discutible con los
originales. La selección se presenta agrupada por asuntos temáticos de varia
naturaleza que giran en torno al amor y desamor, a gatos, caballos y a antiguos
textos en prosa que se han modificado para que adquieran todas las cualidades
del poema.
Cada una de las secciones va precedida de un texto breve que clarifica
procedencia, opiniones de la tertulia en la que se han leído antes de visitar
la imprenta o variables contextuales. García Martín siempre dota a sus prosas
de una rigurosa amenidad y cultiva en ellas la paradoja y la ironía para que el
lector nunca salga decepcionado o aturdido por la erudición.
Tal vez
la mayor virtud de estos textos es su atemporalidad; en todos los casos el
poeta o el traductor consiguen que suenen en presente, que muestren una
sensibilidad contemporánea y que sus contenidos no parezcan nunca reliquias
epocales sino contenidos y preocupaciones del ahora.
Desde los inicios de su escritura, José Luis García Martín ha mostrado
una inclinación natural por la creación de máscaras y heterónimos. Transformar
el yo en otro permite suplantar la voz, compartir las vivencias ajenas y
apropiarse de las emociones que deparan. De estos encuentros entre el yo y el otro está lleno Arena y nada, un elogio del palimpsesto,
que ofrece un recorrido por la memoria
común de la poesía.
sábado, 5 de mayo de 2012
GIULIANA CALABRESE RESEÑA ROPA DE CALLE
Luis García Montero, Ropa de calle. Antología poética (1980-2008), ed. de José Luis Morante,
Madrid, Cátedra (Col. Letras Hispánicas, 684), 2011, 291 págs.
Revista ANALECTA MALACITANA
XXXIV,1, 2011
Universidad de Málaga
Director: JOSÉ LARA GARRIDO
Podría
parecer una banalidad subrayarlo, pero en pocas ocasiones biografía y
producción poética de Luis García Montero han sido entrelazadas con tanta
consistencia como en la última antología propuesta por el poeta y crítico José
Luis Morante. Lejos de proceder de manera nocionística, el editor logra arrojar
luz con delicadeza sobre los detalles más familiares e íntimos de la vida del poeta,
casi como un acompañante de esas vivencias, entretejiendo cada fase de la vida
de García Montero con el momento o la mención poética que más refleja lo vivido
del granadino.
Pero en
su estudio introductorio, de 76 páginas y dividido en dos secciones (tituladas
respectivamente Semblanza biográfica
y Poesía y Crítica),junto a la
biografía del poeta y a las referencias a su producción poética y teórica, se
balancean también numerosas noticias de la historia de España en los últimos
años del franquismo y de la transición hasta nuestros días, además de brillantes
pinceladas sobre la evolución histórica y geográfica de la ciudad de Granada. Con
respecto a un poeta tan contrario a refugiarse en el más literario de los
tópicos, la ya atestada torre de marfil, tales referencias al contexto
histórico-cultural son imprescindibles, ya que atestiguan la implicación del
poeta con la realidad. Y más aún las relativas al entorno urbano, sea éste el
tangible y reconocible de Granada o el generalizado, deshumanizante y
posmoderno en el que tiene lugar la omnipresente “poesía urbana”, acertada
denominación para la labor poética de Montero (utilizada ya, por ejemplo, como
título para la antología preparada por Laura Scarano: Luis García Montero, Poesía urbana, ed. de Laura Scarano,
Sevilla, Renacimiento, 2010). Las puntualizaciones históricas se amplían en
notas a pie de página que tienen el mérito de encuadrar el contexto con una
perspectiva nunca pedante ni demasiado académica, aunque siempre didáctica y de
inspiración para quien quiera profundizar el estudio de la obra de García
Montero, dada la gran cantidad de referencias bibliográficas que Morante
incluye.
Después
de haber delineado el perfil de la infancia y de la juventud de García Montero
en la primera sección de la introducción, sugestivamente titulada «Con olor a
tranvía» (de un verso del poema «1958», contenido en el libro Vista Cansada, Madrid, Visor, 2008),
Morante sigue adentrándose en la historia de la producción poética del
granadino marcando el año 1979 como punto de inflexión, ya que «se produce el
despertar como escritor al conseguir el Premio García Lorca con Y ahora ya eres dueño del Puente de Brooklyn»
(pág. 20). La labor de documentación del editor permite que los acercamientos a
cada uno de los libros del poeta granadino integren investigaciones previas de
estudiosos y antólogos. Pero no se limita solo a recopilar datos, sino que con
ellos como punto de partida, avanza a una nueva interpretación del texto, que
le permitirá bosquejar la trayectoria poética del autor; breve y certero, el
bosquejo de cada libro supone un reto superado de minimalismo exegético. Así,
descubrimos a un poeta inscrito en una clara tradición poética, de la que no
dudará en separarse para recorrer su propio camino, así, su libro El jardín extranjero (Madrid, Rialp, 1982),
«abre campo y forja coordenadas estéticas reconocibles» (pág. 22).
Delineando
el camino literario de García Montero, después de las secciones «Marco
universitario» y «Un arte temporal», Morante no puede evitar hacer unas
incursiones en la historia del origen de la omnipresente otra sentimentalidad volviendo precisamente al 1982, año en que el
discurso teórico del grupo granadino empieza a tomar forma con el Manifiesto albertista. Al desarrollo de
esta línea teórica y al estudio de sus componentes se dedica el epígrafe
«Fotografía de grupo», cuarta sección de un perfil biográfico que, como se ha
señalado anteriormente, se vertebra en un itinerario geográfico arraigado en lo
concreto de la experiencia vital del poeta, más allá de elucubraciones
estéticas que abarcan tan solo las dimensiones más abstractas y solitarias de
la poesía.
La
recapitulación de la trayectoria poética de García Montero sigue con breves
párrafos sobre Égloga de los dos
rascacielos (Granada, Romper el Cerco, 1984) y Diario cómplice (Madrid, Hiperión, 1987), que siempre se alternan a
pasajes más personales sobre la vida del poeta (como los relativos al periodo
de enseñanza en la Universidad de Granada o al nacimiento de su primera hija,
Irene), pero también a menciones a sus producciones teóricas o a las antologías
de poesía española contemporánea en las que se incluye, como Postnovísimos (ed. de Luis Antonio de
Villena, Madrid, Visor, 1986) o la más políticamente comprometida y poco
mencionada en otros trabajos:1917 versos,
de poetas vinculados al ámbito granadino (Madrid, Vanguardia Obrera, 1987).
A
partir de Las flores del frío (Madrid,
Hiperión, 1991), Morante analiza con más detenimiento cada uno de los libros de
poemas, señalando los versos más significativos en la tarea de dilucidación del
desarrollo poético de García Montero. La dimensión doméstica y la cotidiana
asumen una importancia cada vez mayor para el antólogo, que reserva estas
palabras para las prosas de Luna en el
sur (Sevilla, Renacimiento, 1992): «testimonia, con la perspectiva de los
años, la cartografía sentimental de la infancia en Granada e integra el paisaje
urbano, el latido social y reflexiones sobre el aprendizaje literario. La
dedicatoria al entorno familiar más próximo refrenda el carácter de las
instantáneas; el conjunto es un reencuentro con la niñez, reconstruida con un
claro sustrato afectivo» (pág. 36).Un entorno, el de Granada, cuya vida urbana
le permitió aprender «a escuchar el sostenido pulso de una ciudad a imagen y
semejanza de un estado de ánimo que depara instantáneas coloristas: el olor de
las pastelerías, la tienda del abuelo, los partidos de fútbol o los
bajorrelieves de una geografía propicia al asombro» (pág. 37).
Morante
prosigue con la trayectoria poética y teórica de García Montero, y, como se ha
mencionado ya, las notas a pie de página resultan un precioso instrumento en el
que recoger, además de minuciosas referencias bibliográficas, también anécdotas
relativas al origen de los libros de poemas de García Montero y al contexto
histórico y, sobre todo, literario en el que tomaron forma, nunca olvidándose
de hacer alguna referencia a las reacciones que el poeta provocó en la crítica.
La
sección siguiente,«El tú esencial», sigue a lo largo de esa línea intimistaque
transitan las páginas de esta antología presentándonos a Almudena Grandes,
presencia imprescindible en la vida de García Montero, «centro de la vida
sentimental del poeta» desde 1994, como se percibe en los textos de Completamente viernes (Barcelona,
Tusquets, 1998), «nacidos entre 1994 y 1997, donde la relación amorosa se
formula en voz alta. Del regreso a esa plenitud que monopoliza la intimidad
habla cada una de las composiciones, escrita con el sincero acento de una
confesión dialogal» (págs. 43-44).
Bajo el
título «Equipaje de vuelta», última y sugestiva parte del perfil biográfico de
García Montero, siguen párrafos dedicados a los trabajos de los 90, hasta el
momento en que «la inequívoca significación que en el cierre de siglo alcanza
el poeta se percibe en Complicidades,
un monográfico de la revista Litoral,
coordinado por Antonio Jiménez Millán» (pág. 49), todo siempre con especial
cuidado al yo poético que acompaña a García Montero y que dependiendo del
momento «busca la cohesión de lo individual y lo público» (pág. 51), «emplea la
segunda persona para propiciar un diálogo donde se confronta el idealismo
consustancial al entusiasmo juvenil con la exigua mochila del superviviente en
el ahora» (pág. 52) o también «se integra en una herencia realista; en
definitiva, se concibe la práctica poética como ejercicio de la inteligencia» (pág.
55).
Finalizado
el recorrido biobibliográfico, se centra Morante, en la segunda parte de su
introducción, titulada Poesía y Crítica,
como ya dijimos, en los temas y los motivos de la poesía de García Montero y en
los poetas que él toma como maestros. El antólogo se inspira en la labor
crítica de la estudiosa Laura Scarano, que en la obra del poeta individua por
lo menos tres trayectorias: «los ritos de la intimidad, las microhistorias del
devenir cotidiano y la escenificación ficcional del yo; […] no obstante,
conviene recordar que los asuntos se interconexionan hasta construir un todo
orgánico y coherente» (págs. 66-67).
La nota
introductoria se completa con una bibliografía rica y organizada en apartados
que otorgan gran claridad a su consulta.
La gran
selección (más de 90 textos) [no tan extensa como la de Tusquets] que José Luis
Morante ha decidido incluir en su edición es relativa a poemas que
«pertenecen al periodo que abarca desde 1980, cuando amanece Y ahora ya eres dueño del puente de Brooklyn,
hasta 2008, con la edición de Vista
cansada» (pág. 77), excluyendo por lo tanto, por obvias razones
cronológicas, los textos del último libro de García Montero, Un invierno propio (Madrid, Visor,
2011), publicado unos pocos meses antes de la antología aquí reseñada. En cada texto
escogido, dejando por un lado los menos “personales” como los de la Égloga de los dos rascacielos y «A
Federico, con unas violetas», por ejemplo, se pueden identificar el hombre
García Montero y su autobiografía, lejos de cualquier intento de leer sus
poemas en clave simplificadora, sino solamente guiados y, en cierto sentido,
facilitados por las notas proporcionadas por el editor, que para cada poema
explica las circustancias concretas que lo generaron o detalles que permitan
entender mejor los pasajes más íntimos. A este propósito, merece la pena
mencionar las palabras, con gran dosis de humor, que el mismo García Montero
pronunció el 26 de mayo de 2011 en la librería La Central del Museo Nacional
Centro de Arte Reina Sofía durante la presentación de la antología, junto a
José Luis Morante: «Lo bueno de presentar un libro en Cátedra es que se puede
leer no sólo el poema sino también la nota del editor» (http://www.youtube.com/watch?v=0pcb3i7CewU, última consulta: 23/06/2011).
Es
indudable que con el tono sugerido por la introducción y con los textos
selecionados Morante quiera subrayar el hecho de que «el personaje esbozado
tiene un anclaje sólido en la normalidad» (pág. 66), el yo poético tiene la
calidad de ser «consciente de su condición de hombre común que asiste al
acontecer diario con ropa de calle» (pág. 66).
Con su
profundo estudio introductorio, con los poemas incluidos y la manera en que
éstos se nos presentan y explican, la antología de Morante se convierte en un
punto de referencia en el panorama delas antologías García Montero, sobre todo
porque, después de la edición preparada por Miguel Ángel García, de enfoque muy didáctico, (Luis García Montero, Antología poética, selección y prólogo
de Miguel Ángel García, Madrid, Castalia, 2002), es la única que proporciona
una perspectiva de conjunto adecuada (sin convertirse en un pequeño manual de
poesía contemporánea) y que invita cordialmente a la lectura sin desanimar al
lector con pedanterías académicas.
Por
último, no hay que desdeñar el carácter explicativo, casi declaración de
intenciones del editor, de la fotografía que ilustra la portada. Más allá de la
admiración que siente por el fotógrafo, la elección no es, ni mucho menos,
aleatoria, sino que servirá como primer punto de contacto hacia el libro y que
resume, en palabras del editor, la concepción de la obra del poeta granadino: «La
fotografía de cubierta de Ropa de calle
[...] resume las ideas que vertebran mi estudio crítico sobre Luis García
Montero: el realismo trascendendido, el ambiente urbano, un protagonista verbal
de perfil difuso, la calidez del rojo, la ropa de calle que cubre cada una de
las certezas»
(http://puentesdepapel56.blogspot.com/2011/05/jose-javier-gonzalez-fotografia.html, última consulta: 23/10/2011).
NOTA:
(La reproducción de esta reseña, editada en la revista ANALECTA MALACITANA, se hace con el permiso de su autora, Giuliana Calabrese, a quien remito desde este blog mi agradecimiento y mi afecto)
miércoles, 2 de mayo de 2012
FELIPE GALÁN. LA PUERTA DE XIBALBÁ.
La sombra de Nayá
Felipe Galán
Appalosa editorial, Alicante, 2011
Felipe Galán
Appalosa editorial, Alicante, 2011
Entre las civilizaciones precolombinas de
América sobresale la cultura maya. Establecida en los territorios que ahora
ocupan la península de Yucatán, Guatemala, Honduras y Belice, alcanzó su
momento de esplendor entre los siglos VII y XIV y entre sus restos
arqueológicos destaca la ciudad de Chichén Itzá. En este marco sitúa Felipe
Galán (Madrid, 1974) su primera incursión en la novela, La sombra de Nayá, tras la publicación de dos entregas para niños, Pedro y el invento de siglo y Operación Ozono, y haber conseguido
algunos premios con relatos breves.
El detonante argumental de la novela es la
desaparición de Nayá, madre de Ixchel, una muchacha de dieciséis años que actúa
como verdadera protagonista principal. El súbito abandono del hogar familiar
promueve abundantes conjeturas; pero para la hija sólo una hipótesis es
verosímil, un secuestro forzado o un accidente. La aldea de Chendzonot se ubica
junto a un cenote sagrado, un pozo natural empleado en el tiempo como depósito
de ofrendas a los dioses. De él espera Ixchel un cambio de fortuna, ante el
escepticismo de su padre, un hombre apocado por la soledad y resignado a las
circunstancias.
Este venero argumental se enriquece con
tramas complementarias como la existencia de un códice que demuestra la
existencia de Xibalbá, un topónimo en el filo de la leyenda y los mitos que han
sido trasmitidos de forma oral. Xibalbá conexiona el inframundo y la geografía
real y es necesario encontrar la puerta que comunica el exterior con los
lugares subterráneos donde habitan los espíritus, antes de su descanso
definitivo en el reino de las tinieblas.
Todo viaje es una encrucijada de caminos y
la expedición de Ixchel hacia el inframundo, para despedirse del espíritu de su
madre, antes de que encuentre el sosiego final, está llena de descubrimientos
personales y sentimientos como el amor, la constancia o la valentía para creer
en las propias posibilidades y dominar los miedos.
Los capítulos se ordenan con el sistema de
numeración maya y en el vocabulario se insertan frases y nombres mayas, con un
glosario que especifica el significado. El autor ha investigado la cultura maya
con expertos de la universidad de Yucatán y ha tenido en cuenta la biografía de
Diego de Landa, un monje de la conquista española, durante el reinado de Felipe
II, que destruyó la mayor parte de los códices en un auto de fe purificador
para perseguir el paganismo; otra información procede del Popol Vuh, también llamado “Biblia de los mayas”, una compilación
de narraciones y leyendas prehispánicas mayas que trata de explicar la génesis
del mundo, los itinerarios de las primeras civilizaciones y las causas de los
fenómenos naturales.
Esta primera novela de Felipe Galán se estructura en aparentes
capítulos autónomos que de modo natural se van hilvanando para completar una
historia que mezcla elementos reales y elementos fantásticos, con un pulso
narrativo lleno de interés que además alimenta la curiosidad por adentrarse en una
cultura de gran importancia histórica por su legado, llena de enigmas y semiborrada por el vendaval
de la conquista.