José Luis Morante.
Fotografía de Sergio Guadalajara
Concordia
El paladar disuelve
simulacros.
Se desdobla la voz
para ver si resurge
el sabor comunal
de lo vivido.
Acusaciones hieren
la firmeza del labio.
Demanda la inquietud
quién enfrentó riberas,
sembró escombros, cenizas,
unió sombra y vacío.
Una ronca vigilia
anticipa respuestas.
Paso la noche absorto,
habilitando signos
de serena concordia.
Pero tú no regresas.
El tímpano transmite
ecos desapacibles.
Y nada permanece.
Ni siquiera la sed.
( La noche en blanco, DVD ediciones)
domingo, 30 de septiembre de 2012
jueves, 27 de septiembre de 2012
ANTONIO RIVERO TARAVILLO. REGRESOS.
Macedonia de rutas
Antonio Rivero Taravillo
Paréntesis, Sevilla, 2010
Antonio Rivero Taravillo
Paréntesis, Sevilla, 2010
Fue en el ecuador de los años noventa cuando descubrí por vez primera
las prosas de viaje de Antonio Rivero Taravillo (Melilla, 1963). Compartíamos
páginas en el suplemento cultural La Mirada de El Correo de Andalucía, un semanal sevillano, coordinado con tino
por José Luna Borge, en el que se daban cita colaboradores de innegable talento,
y recién llegados a la literatura, como Martín López-Vega o Javier Rodríguez
Marcos.
En esa
década el escritor, afincado en Sevilla desde sus primeros días
infantiles, daba comienzo a una labor
miscelánea que aglutina poesía, ensayo, crítica, traducción y libros de viaje,
género al que pertenece la edición de Paréntesis, Macedonia de rutas, precedida en el tiempo por dos volúmenes
similares, Las ciudades del hombre y Viaje por Inglaterra.
El mapa geográfico ofrece un amplio listado de puntos de fuga y
corresponde al viajero sumar pasos hasta el fin de trayecto. Es verdad que el
itinerario sólo concluye cuando el paseante regresa al umbral de partida que
para Antonio Rivero Taravillo siempre tiene el exacto formato de un folio en
blanco donde narrar la crónica de sus vivencias. Allí se plasma en mapas de
tinta el variado aporte del deambular, la completa jornada de ida y vuelta.
La globalización ha castigado a muchos destinos con un turismo gregario,
anodino y vulgar que mira distanciado y convierte a los lugares de interés en apresuradas
fotografías digitales o en postales repetidas. Antonio Rivero Taravillo acierta
a personificar cada parada; el marco geográfico es un interlocutor vivo que
relata su pasado, sus encuentros con otros viajeros o los detalles que
convierten su apariencia en un subrayado de los sentidos. Como no podía ser de
otro modo, están las ciudades atlánticas que acogieron en sus aulas y
bibliotecas al joven estudiante, al investigador filológico y al traductor; los muchos sitios de la Bética, con Sevilla
como plaza porticada del recuerdo; la
Europa nórdica; la arqueología de Roma y las arterias grises de Venecia.
También destinos de largo alcance, al otro lado del océano, en los que las
ruinas de los pueblos precolombinos conviven con el ajedrez urbano de Nueva
York, arquetipo de la metrópolis contemporánea que tanta huella ha dejado en la
literatura en castellano.
El viaje como metáfora de la propia existencia ha sido un tema
recurrente en la literatura. Andar el camino no es más que abrir una
perspectiva nueva al tránsito interior y una toma de conciencia del carácter
transitorio de cualquier destino.
Macedonia de rutas convierte
cada periplo en un relato protagonizado por el yo que deja sitio a un decorado
convertido en un agente activo. En él los detalles de la descripción, los elementos
ambientales, conviven con las relaciones que establecen los individuos que entrecruzan sus coordenadas. Cada lugar es un refugio y un punto de encuentro, un espacio
sencillo y complejo que desdice la soledad del paseante solitario y nos habla
de buena vecindad entre pasado y presente, entre libros y geografía.
lunes, 24 de septiembre de 2012
JOSÉ ANTONIO LLERA. TRAYECTO.
El desierto está creciendo
José Antonio Llera
Ediciones Liliputienses
Cáceres, 2012
Desde su inicio el catálogo de Ediciones Liliputienses, impulsado por el
poeta José María Cumbreño, nace con vocación minoritaria y tiradas reducidas,
abriendo campo a labores creativas de difusión restringida o que apenas asoman
a los reiterativos titulares de los suplementos literarios.
El desierto está creciendo es
un compendio breve del verbo poético de José Antonio Llera (Badajoz, 1971),
profesor universitario y firmante de las colecciones de poemas, Preludio a la inmersión, El monólogo de Homero y El síndrome de Diógenes, las tres
representadas en este volumen que se completa con varios inéditos del libro en
preparación Transporte de animales vivos.
Un preliminar da cuenta de algunas circunstancias biográficas, de
algunos ilusorios propósitos juveniles y del criterio selectivo de una entrega
que parte del ahora escritural para remontarse al primer libro. El que los
versos iniciales de El desierto está
creciendo sean los más recientes sugiere la importancia que el autor
concede en la modulación de una voz propia de madurez. Son textos narrativos,
que buscan la objetividad de una lente de cámara y que ofrecen planos
situacionales en los que se insertan reflexiones de corte aforístico o
experiencias concretas. Así nace la idea de una ficción autobiográfica que
condensa, con prolijo aporte de detalles, la dialéctica entre entorno y sujeto.
El primero establece un punto de fuga, reajusta los pasos del trayecto personal
e inunda la retina con aristas cortantes.
Aparecido en 2009, El síndrome de
Diógenes emplea la acumulación como
método escritural del yo poético; se yuxtaponen referentes diversos para
trasladar la idea de que cada texto releva la auténtica textura de lo
cotidiano. Como esos contenedores urbanos donde la materia concluye su trayecto
de uso, el sujeto se define por lo contingente, por lo que está abocado a
desaparecer.
El poema “Sala de espera” no prosigue un hilo argumental definido. Las
imágenes crean diferentes ambientes que despiertan la sugerencia del lector con
largos periodos narrativos que abocan en una reflexión conclusiva: “No cubráis
una herida que sólo el aire puede sanar. La piel no tiene estrías para los que esperan
a las afueras del último equinoccio”. Del mismo modo, otros poemas parecen
hechos de párrafos autónomos que sirven de cobijo a pensamientos en torno a lo
existencial, una existencia en la que encuentra cobijo lo alucinatorio.
Un breve fragmento sirve de muestra de El monólogo de Homero, libro concebido
como un monólogo dramático sobre un icono cultural; la identidad paga el diezmo
del acto creador y su actitud es válida en cualquier tiempo. También un texto
breve representa el punto cero escritural, Preludio
a la inmersión, en el que es perceptible la apoyatura cultural.
Uno de los mayores atractivos de El
desierto está creciendo es la constatación de que la propuesta escritural
de José Antonio Llera es singular y se aleja de lo predecible. El poeta y
ensayista se siente cómodo utilizando el poema en prosa como factura formal,
Los versos alzan un andamiaje narrativo para desvelar desde la palabra una
realidad de contraluces.
sábado, 22 de septiembre de 2012
LA CASA DEL PADRE.
Fotografía de Sergio Guadalajara
El Bohodón
Cuando nací mis padres levantaron
aquel techo de sombra.
Una casa de adobes
sobre el espejo gris de la laguna.
Emparento aquel gesto
con un quehacer sin mácula,
casi predestinado
a habitar para siempre
en mi memoria.
Agua cárdena y barro;
humildes atributos
de aquel mundo sonámbulo
que siembra su quietud
con indicios de humo:
lino tendido sobre los rimeros,
el puchero y la lumbre
y el sonido del hierro
repicando en la fragua.
Calle arriba la iglesia, las acacias
y mi sombra perdida
en la hora lenta del atardecer
que me marca la fecha de regreso.
miércoles, 19 de septiembre de 2012
MARÍA SANZ. SOLILOQUIO.
Danaide
María Sanz
II Premio Iberoamericano de Poesía Hermanos Machado
Vandalia, Fundación José Manuel Lara, Sevilla, 2012
María Sanz
II Premio Iberoamericano de Poesía Hermanos Machado
Vandalia, Fundación José Manuel Lara, Sevilla, 2012
El pasadizo culturalista de los años setenta se amplía en el decenio
siguiente con abundantes bifurcaciones estéticas, Los poetas prefieren enfilar
hacia derroteros personales y vadear a contra corriente. María Sanz (Sevilla,
1956) es uno de los nombres que firma su amanecida lírica, Tierra difícil, en 1981. Su trayectoria, con ejemplar regularidad,
va sumando entregas hasta componer un corpus que sobrepasa la treintena de
libros. Un primer sondeo de la extensa producción se halla en la antología Pétalo impar en la que un prólogo de
Carlos Murciano exponía las líneas de una década de escritura. También Luna de Capricornio es un muestrario
plural donde se incluyen textos reconocidos con premios importantes en un
amplio tramo temporal, entre 1981 y 2006. De la poeta sevillana, cuyos libros
persisten en la mirada a tradiciones como el romanticismo, el simbolismo y la
poesía de Juan Ramón Jiménez, han escrito páginas clarificadoras Sharon Keefe
Ugalde e Isabel Chevalier.
La entrega más reciente de María Sanz recurre en su título, Danaide, a la mitología griega. Es
sabido que las danaides eran las hijas del rey Dánao, exiliado en Argos y que
entre sus peripecias más sonadas están la búsqueda de fuentes para paliar la
sequía, y la consumación de la venganza paterna en el lecho conyugal. Son
apoyos para ampliar la reflexión indagatoria de un yo desdoblado. El poeta
convierte su caudal emotivo en soliloquio dirigido a la segunda persona,
reflejo especular que permite un íntimo conversar del sujeto consigo mismo:
“Cara y cruz de la muerte, sólo un pozo / sin fondo lograría reflejarte / en
pura soledad, desentrañando / cada esperanza que te sobreviene”.
Con pulso meditativo la memoria hace recuento de los efectos del
discurrir; las esperanzas se deshojan, amarillean convertidas en hojarasca; los
pasos del yo adquieren el ritmo somnoliento de la inercia; se abre un camino
hacia el desencanto en el que la conciencia refrenda que los sueños tienen la
naturaleza de vulnerables espejismos. La aurora se hace crepúsculo. También los sentimientos pendulean, sometidos a los azarosos vaivenes
del destino. El amor no es la tabla salvadora del náufrago sino una estación,
un puerto abierto desde el otro que va mudando su naturaleza hasta convertirse
en caligrafía de humo. La soledad irrumpe como estado continuo, como corteza y
epitelio de ese vacío que anega el corazón: “Cada vez va quedando menos brisa,
/ menos templanza, menos mansedumbre, / y más certeza de lo que no eres.”
Danaide es un poemario escrito
con la voz serena de la meditación. Los estratos del protagonista poemático se
abren para dejar a descubierta el itinerario vivencial contemplado bajo la
claridad de la desolación, cuando la esperanza se muda en desengaño, en las
horas oscuras que miden la empobrecida realidad del presente.
domingo, 16 de septiembre de 2012
Mª ÁNGELES PÉREZ LÓPEZ. COMPLEMENTOS.
Atavío y puñal
Mª Ángeles Pérez López
Olifante, Zaragoza, 2012
Mª Ángeles Pérez López
Olifante, Zaragoza, 2012
Atavío y puñal arranca con una metáfora: "La mujer pinta sus pies de verde y se sube a ellos". Es una coordenada, una señal que habla de un definido propósito escritural; el poema es un hábitat que la imagen amplía, no el propósito comunicativo de una voz confesional que despliega vivencias. También desde los primeros versos se identifica al yo textual: la mujer, un arquetipo que vela nombres propios y rasgos concretos. Lo femenino se expone como intersección de estratos, lejos de la exaltación sensiblera de la tradición romántica y muy cerca de aquella forma de ser de la mujer rota de Simone de Beauvoir; aquella que lucha contra la frustración y el fracaso, que hace de su introspección un largo monólogo en busca de respuestas. Los versos abren sendas en las que se perciben como complementos identitarios las erosiones del acontecer, el desgaste fisiológico, la enfermedad, el dolor y también las distorsiones del entorno vivencial.
La existencia se formula como conflicto. Traspasar el umbral significa caminar sobre "el rencor viscoso de la brea", un estímulo negativo que exige una respuesta de la conciencia para hacer mudable una realidad hecha de alteraciones. Existir es soportar formas de imparable erosión que afectan también al propio cuerpo; somos materia vulnerable, a pesar de esa esperanza que nos concede la idea de ser torres firmes.
La identidad que habitamos se forja desde el tiempo y sufre los estigmas del devenir. Respirar cada día es sentir con vehemencia los desgarros, es perdurar en la voluntad de hacer visible la belleza o inventarse razones para el júbilo como la maternidad o la ternura.
En su breve nota de solapa, Olvido García Valdés habla de personajes dramáticos habitando el escenario del poema. Yo prefiero incidir en la idea de una sensibilidad arquetípica que en la corriente de los días encuentra círculos de dolor, abandono y silencio.
Atavío y puñal conforma un libro denso, cuajado de imágenes, complejo en su primera lectura, en el que cada poema despliega un vocabulario de expresiva semántica que da aliento a una voz femenina, conmocionada por la incertidumbre.
miércoles, 12 de septiembre de 2012
YO
(Fotografía de Victor Fernández Antón)
. Zapatos nuevos y decidida voluntad para caminar alrededor de su cuerpo, como el que teje una tela de araña.
. Zona wifi de óptima cobertura: nunca pierden la conexión consigo mismo.
. Tienen claro el título del libro que se llevarían a una isla desierta: Canto a mí mismo, de Walt Whitman.
. Orgulloso de ese ADN secreto, de ese mapa biológico que confirma su genialidad.
. Hablo del yo y la grandeza del tema requiere un sentido épico.
. La autobiografía condimenta el
yo con ramitas de perejil. De ahí el regusto a especias, festivo y laudatorio.
lunes, 10 de septiembre de 2012
PHILIP ROTH. EPIDEMIA.
Némesis
Philip Roth
Mondadori, Barcelona 2011
Traducción de Jordi Fibla Feito
Philip Roth
Mondadori, Barcelona 2011
Traducción de Jordi Fibla Feito
Editada en 2010, Némesis narra la histeria colectiva que
provoca en los barrios de Newark una epidemia de polio. Aparece en la comunidad judía en el verano de 1944 y causa estragos entre los
niños. Hasta ese momento era la guerra el estigma más temido, muchos jóvenes
americanos combaten en el frente del Pacífico o en las tierras de Europa invadidas
por Hitler, en plena segunda guerra mundial. Como en otras enfermedades
infecciosas de origen desconocido, el número de afectados abruma. El calor sofocante
y la geografía de humedales propician la transmisión. Si la guerra causaba bajas heroicas, muertes dignificadas por la
defensa de un ideal, la polio es una enfermedad devastadora que se ceba en los
más desprotegidos y anula el futuro de vidas que apenas comienzan su itinerario
existencial.
Figura central de la novela es Buky Cantor, un joven atlético a
quien un defecto visual ha impedido alistarse. Contrarresta el rechazo para su
alistamiento con un esforzado servicio social, como responsable de las
actividades al aire libre de un centro educativo en Chancellor. En
distintas ocasiones ha dado muestras de su entereza, lo que le vale la
admiración de los chicos y el respeto de las familias que ven en él un apoyo
para la confidencia y un ejemplo a seguir por sus propios hijos. Cuando saltan
las alarmas vuelve a la memoria de todos azotes anteriores como la epidemia de
polio de 1916 y de aquella nefasta experiencia se deriva una visión trágica en
la que sobresalta la serena responsabilidad de Cantor, desde el comienzo de la
epidemia y su esfuerzo por ser un sujeto útil a la colectividad que antepone el
bien común a sus miedos personales y busca alternativas para recuperar la
relajante sensación de seguridad. Pero una relación sentimental cambia su
percepción del problema y decide abandonar Newark para trabajar como monitor de
actividades acuáticas en el campamento de verano de Indian Hill, en las montañas Pocono. Parece un refugio seguro
y aislado mientras su barrio se convierte en centro de la epidemia y las
autoridades estudian su puesta en cuarentena. Sin embargo el avance del virus
destructor hace que se sienta indigno, como si hubiese abandonado a seres
desprotegidos y vulnerables.
El aislamiento en Indian Hill tampoco evita el contagio. Cantor se ve a
sí mismo como portador de la enfermedad y tras un análisis se confirma que
también él está infectado. Será el comienzo de un penoso periplo de operaciones
que diezman su cuerpo. Se convierte en un solitario abrumado por la culpa que
renuncia al consuelo de los otros.
Toda biografía está sujeta al azar de la contingencia. La de Buky Cantor
conoce los instantes más duros del sufrimiento. Se siente culpable y esa
sensación segará de raíz cualquier esperanza. La polio lo ha convertido en un
lisiado físico y en un nihilista moral.
La dramática historia que acogen las páginas de Némesis se relata en tercera persona, por un narrador omnisciente
que aporta objetividad y distancia a sus claves interpretativas. Pero el
argumento no es un suceso episódico en su voz; lo que fomenta el tono verosímil
y la exhaustiva información disponible se cifra en una herida común: también
fue víctima de la polio y supo remontar sus estragos para hacia un ahora de
aceptación y normalidad. En cambio, Buky Cantor, la figura estelar de Némesis nunca regresó de aquel trauma.
Hizo de su casa un sótano frío de autodestrucción y derrumbe.
viernes, 7 de septiembre de 2012
JOSEP M. RODRÍGUEZ. ANDAMIOS DEL YO.
Arquitectura yo
Josep M. Rodríguez
XIV Premio de Poesía Generación del 27
Visor, Madrid, 2012
Josep M. Rodríguez
XIV Premio de Poesía Generación del 27
Visor, Madrid, 2012
Cada momento generacional se consolida a través de compilaciones que
acogen la creación colectiva de las voces más relevantes. Uno de los imprescindibles
en los últimos recuentos es Josep M. Rodríguez (Súria, Barcelona, 1976), licenciado
en Filología Hispánica y autor de los poemarios Las deudas del viajero, Frío, y
La caja negra, a los que ahora se suma Arquitectura
yo. Completa su perfil creador el ensayo Hana o la flor del cerezo y las antologías Yo es otro. Autorretratos de la nueva poesía española y Alfileres. El haiku en la poesía española
última.
El título me deja de inmediato resonancias del poeta y arquitecto Joan
Margarit, el más celebrado exponente del mapa lingüístico catalán, pero no
se perciben de forma explícita las afinidades discursivas: el hiperrealismo
emotivo y autobiográfico de Joan Margarit contrasta con la velada presencia del
intimismo en el sujeto textual de Josep M. Rodríguez y con la objetivación de
referentes, obviando en este breve comparativo los contrastes formales.
No hay apuntes de epigonía sino conocimiento y confianza del discurrir
de la tradición, como enuncia Eloy Sánchez Rosillo en la contracubierta. Nos
hallamos ante un cauce verbal denso, reflexivo, que abre el pesimismo
indagatorio de Alejandra Pizarnik: “Está oscuro y quiere entrar”, aserto
paradójico que aglutina exploraciones y sondeos.
Alguna vez he leído, ya no recuerdo dónde, que los versos de Josep M.
Rodríguez amplifican el realismo desde la sugerencia. Es una excelente
definición que hago mía de inmediato. El sujeto verbal no emplea la
terminología del realismo enunciativo, busca para la arquitectura del yo protagonista
andamios nuevos y anula marcas gastadas de etiquetas tópicas. Así define la
semántica nocturnal de la tristeza en “Crudo”, el poema inicial: “De tan negra
/ y profunda / la tristeza parece un pozo de petróleo. / ¿Se formará también de
aquello que está muerto? ”.
El avance poemático es lento,
sugiere una reflexión intensa que busca una fórmula escueta para su resultado y
recurre a imágenes novedosas: “reclama para ti la lentitud del saurio, / la
inocencia del fósil “. Son versos que con sus mínimos elementos hayan sitio en
nuestra memoria.
Estamos ante una colección
poemática hecha desde la introspección donde la identidad es uno de los asuntos
centrales del sujeto y se define a partir de experiencias vitales como la
pérdida; somos lo que vamos abandonando a cada paso del tránsito diario; lo
dice bien la imagen en la rama del nido vacío, o las hojas desprendidas, como
vulnerables elementos de una postal de otoño.
El paisaje constituye una sostenida indagación temática, privilegiando
la idea de que las formas externas son prolongaciones emotivas; el sujeto es
intérprete de lo aparente que describe, unifica y relaciona: “El otoño también
llega hasta el mar, / una a una / las olas / se deshojan “. Las palabras
construyen la contingencia de lo real.
Arquitectura yo afianza con brillantez
la singular aportación de Josep M. Rodríguez al espacio poético contemporáneo.
miércoles, 5 de septiembre de 2012
RICARDO VIRTANEN COMENTA "MAPA DE RUTA"
Mapa de ruta
Poesía que se construye desde el viaje hacia el nosotros. Una
última característica que añadiríamos es la idea de viaje. Desde Un país lejano, su poesía es proclive al
viaje: en sueños imagino / un país
extranjero. Se inicia pues una poesía de tránsito que ocupan los libros
siguientes: Largo recorrido, en que
está “Equipaje”, un poema muy machadiano que une poética con viaje; o La noche en blanco, cuyo poema
“Penélope” resume a la perfección esta idea de espera y viaje circular, en uno
de los mejores poemas del autor. El último poema del libro, el inédito “E-mail”,
resume la poética del autor:
José
Luis Morante
Maillot Amarillo, Diputación de Granada, 2010
Celebrar los veinte años de
publicaciones poéticas, mostrar la coherencia de una obra compacta y cerrar en un solo tomo una suma
poética seleccionada son los distintivos de Mapa
de ruta, que nos presenta el abulense, y afincado en Rivas, José Luis
Morante (1956). Veinte años de producción poética que encarna siete libros: Rotonda
con estatuas (1990), Enemigo Leal (1992), Población activa (1994),
Causas y efectos (1997), Un país lejano (1998), Largo
recorrido (2001) y La noche en blanco (2005). Quedan al margen plaquettes, aunque se suman 5 poemas
inéditos al conjunto. Mapa de ruta
comprende desde 1990 hasta 2009. Una fructuosa etapa llena de premios y reconocimientos.
Entre las muchas cualidades que hallamos en la poesía de José Luis Morante,
expondré algunas que explican una obra
coherente y equilibrada.
Poesía de la línea clara.
Morante nace a la poesía con su primer título, en el año 1990. No obstante, es
un autor que se forma con la generación de los ochenta, y dentro de ésta se
decanta por aquella línea clara que expresó la obra poética -y crítica- de Luis
Alberto de Cuenca, y próximo a poetas como García Montero o Benítez Reyes. A
ello podríamos sumar la influencia de poetas de otra generación, como Ángel
González, J. M. Fonollosa o Joan Margarit. A esta línea clara, cuya pretensión
mayor es que se entienda el poema sin cortapisas ni abstracciones, con una
estructura formal del texto y presencia de la anécdota, podríamos sumar poemas
de distintas épocas como “Sabios consejos”, “Encuentro”, el autorretrato
“Resaca” o “La casa de enfrente”, en los que destaca la fina ironía de su
autor, así como la carga crítica que destilan sus versos.
Poesía social. Precisamente
resulta característica la adscripción a una poética que se declara en rebeldía.
Junto a otros poetas, como L. F. Comendador, se imbrica dentro de una de las tendencias poéticas de los
noventa, con un acusado tono objetivo en los poemas de los cuatro primeros
libros, como son el ya clásico”El arte de vivir los lunes” o “Enemigo
insolvente”, y otros más descarnados, llenos de un optimismo desesperanzado, como
“Tipología”, “El reino de los mansos”, “Moral de victoria”, “Chabolas”,
“Francotirador” o “Extranjeros”, quizá el ejemplo más acusado.
Poesía del yo, del nosotros. El desdoblamiento poético, el juego de
heterónimos, el yo divergente que asoma en los poemas del autor, y converge en
el nosotros, conforma otra de las características destacadas de su poética.
Éste será el motivo temático que utilice Josep M. Rodríguez a la hora de trazar
el sugerente prólogo que antecede a los poemas del libro. El texto primero,
“Heterónomos”, debería ser un clásico ejemplo en la literatura actual del
desdoblamiento del yo, de máscara que adopta el sujeto poético, cuyo embrión se
adivina en otros escritores del XX (Machado, Pound, Pessoa), y que tiene en
Rimbaud su primer precedente. Poemas en este ámbito son “El otro”,
“Autobiografía”, “Identidad”, “Máscara”, “Personaje literario” (que refrenda la
cuestión de la identidad) o “Fortaleza”, donde leemos: he perdido el anhelo difuso de ser otro.
El mensaje conciso,
sin tallo emocional,
sin hojarasca.
Una poética que alcanza los
veinte años con un conjunto de poemas precisos, necesarios.
Ricardo
Virtanen
lunes, 3 de septiembre de 2012
GEOGRAFÍA.
Geografía
Los cartógrafos nativos de A
ubicaron el paraíso en B.
Afamados estudiosos de B
descubrieron en A la localización exacta.
En C nunca hubo unanimidad geográfica
sobre esta cuestión:
unos se inclinaban por situarlo en A, otros en B,
y ganaba adeptos un tercer grupo
que prefería no decantarse
porque alimentaba la sospecha
de que el paraíso no estaba en ningún sitio.
( Corondel, Valencia, Separata nº 12)
sábado, 1 de septiembre de 2012
EL DOBLE.
EL DOBLE
Hasta aquí llegó el ruido, la imprevista transformación del humano
Gregorio Samsa, un monstruo pacífico, rutinario, ensimismado en sus ocupaciones,
ajeno y sin peligro para nuestras galerías. La mutación nos llenó de
perplejidad y durante noches buscamos las causas de aquel cambio. Todos decían que aquel ser era
idéntico a mí.
Tras el
letargo estacional, hoy me desperté sobresaltado, ahuyentando la niebla de los
sueños. Un extraño temblor me llevó a contemplarme en el agua dormida. Ahora el
monstruo soy yo. En el fondo de mis ojos percibo la imagen de Gregorio
Samsa.