PERSONAJES
DEL DRAMA
El misterio del mundo
Fernando Pessoa
Prólogo, selección y traducción,
José Luis García Martín
Paréntesis, Alcalá de Guadaíra
(Sevilla), 2009
En la primavera de 1980, la revista Poesía,
del Ministerio de Cultura, dedicaba un monográfico doble, el 7-8, a Fernando Pessoa. Se hacía eco del prestigio literario
del portugués. Aquel especial incluía una tabla cronológica, un amplio catálogo
de opiniones sobre el discurrir biográfico y la obra y una intensa exploración
sobre el camino de los heterónimos, con atractivo diseño sembrado de
fotografías. Otra iniciativa que clarificó la valía pessoana fue El poeta es un fingidor, con traducción,
selección, prólogo y notas de Ángel Crespo, editada por Espasa-Calpe en enero de 1982. Un año
después, José Luis García Martín, en la colección Los Poetas de Ediciones
Júcar, presentaba la antología Fernando
Pessoa, con documentado ensayo introductorio de casi doscientas páginas. Se
sumarían con posterioridad otros acercamientos porque Fernando Pessoa se había convertido en un
campo temático y los saqueos de citas se prodigaron hasta convertirse en una
moda trivial.
En el ahora ha languidecido la presencia mediática y el estar cotidiano
de su literatura, lo que anima a la editorial Paréntesis a reeditar aquel
trabajo de José Luis García Martín, con un liminar didáctico y ligero, donde el traductor repasa las circunstancias concretas y el contexto histórico.
Fernando Pessoa (Lisboa, 1888, 1935) publicó en vida un único libro, Mensagem (Mensaje), aunque fueron
frecuentes las colaboraciones críticas en A
Aguia y los poemas en revistas como Orpheu
y Contemporánea. La antología
comienza precisamente por Mensaje. En
sus poemas hallamos un evidente cuidado formal y una tendencia a buscar en la
historia lusa argumentos literarios en los que expone un sebastianismo racional
y un expresivo nacionalismo.
Los heterónimos diversifican la obra; dejan un estilo y
una sensibilidad; Alberto Caeiro, Ricardo Reis,
Álvaro de Campos y el ortónimo Fernando Pessoa dan voz de orquesta a un
lenguaje plural.
Alberto Caeiro representa la palabra espontánea y natural, el sujeto que
ve sin estar condicionado por lo cultural. Su imaginaria senda de escritor
arranca en Lisboa en 1914 y concluye en 1915. Su breve obra rompe con el
saudosismo portugués; incluye El
guardador de rebaños, un libro que aglutina intuición y grandeza, El pastor amoroso y los denominados Poemas inconclusos.
Ricardo Reis nace en 1887. Educado con los jesuitas, recibe una fecunda
formación clásica que traslada a su único libro de odas, un conjunto de ciento
veinticinco poemas en el que los aspectos formales se subordinan al pensamiento.
En la pautada evolución hallamos elevación espiritual y epicureísmo, elegante
dicción y serena filosofía.
Los poemas más tempranos de Álvaro de Campos, nacido en 1890, sirven de
cierre a la primera entrega de la revista Orpheu;
en el segundo número de esta publicación
se incluye la “Oda Marítima” que ya
difunde la identidad poética de este heterónimo que tiene afinidades con W. Withman.
Representa el vanguardismo formal e ideológico. En la poética pessoana, Álvaro
de Campos amplía el verso libre y da pujanza a la sensación intelectual con su
afán vanguardista, con logros tan notables como “Oda Triunfal”, “Oda Marítima”
y “Tabacaria”
La diversidad de Pessoa también está representada en Primer Fausto, un poema dramático cuyo
hilo general es el conflicto entre inteligencia (facultad a la que Fausto pone
voz) y devenir existencial. Del primer fragmento del poema, “El misterio del
mundo”, toma José Luis García Martín el
título general de la recopilación.
Si recordamos la biografía, en 1896 el poeta y su madre
viven en Sudáfrica, en Durban, donde aprende el inglés, idioma que se
convertirá en su primera lengua literaria. Tras su regreso, en 1905, continúa
escribiendo textos y notas íntimas. En esta antología se recogen algunos poemas ingleses y un abundante
compendio de epitafios.
Están además algunos poemas de gusto popular, que disuenan por su
estética de la diversa producción heteronínima y
los fragmentos del Libro de desasosiego,
el mejor exponente del ideario estético.
Fernando Pessoa murió muy joven, a los cuarenta y siete años, en 1935,
en un hospital lisboeta, tras consumir una existencia sin hitos relevantes,
pero en la que puso una indeclinable vocación literaria, poco conocida por
sus contemporáneos, aunque en 1927 la generación de escritores más jóvenes,
nucleada en torno a la revista Presença, tiene conciencia de su magisterio. Cada uno de sus heterónimos da voz a una
personalidad singular, como si el cauce creador fuera tan amplio que precisara derivaciones.