Autorretrato Courbet |
DESVARÍO
Gritaba a ráfagas, mientras me acusaba. Era culpable único de un dolor desesperante. Teatral señalaba la nariz, el pómulo y otras partes corporales golpeadas por algún objeto que yo había arrojado sin percibir su cercanía.
Mis palabras tartamudearon. Pretendían aclarar el error. Nada sabía del accidente; solo nos unía una coincidencia trivial: él estaba dentro de un cuadro soñado; yo dormía.
Gran expresividad en esos ojos, no necesitaba título.
ResponderEliminarEs verdad, Tracy, es una pista involuntaria; pero el relato debe admitir también las convenciones del blog y el formato habitual. Gracias por tu interés, siempre, y por tus aportaciones; enriquecen el discurrir de estos puentes de papel.
EliminarLa pintura de Courbet impresiona por su realismo, el relato me descubre la nebulosa y la angustia que puede entrañar un sueño. Me ha gustado, tanto la pintura como el texto. Un abrazo
ResponderEliminarCreo que ese realismo extremo que dibuja Courbet refleja bien el territorio neutro que construyen las pesadillas. Gracias por tu comentario, siempre atinado y animoso. Besos.
EliminarTal vez te asustó tu otro yo con ese rostro desmesurado. El próximo sueño te purificará del terror.
ResponderEliminarSeguro que sí, querido Fakel, mañana toca un sueño primaveral. Un abrazo y gracias por tus palabras.
EliminarJosé Luis, me ha gustado muchísimo este texto. El cuadro de Courbet es impresionante y le sacaste buen partido a esa expresión de terror.
ResponderEliminarMi felicitación.
Un abrazo.
Me alegra mucho que el microrrelato te haya deparado algún instante de felicidad. El cuadro merece una lectura en profundidad. Un abrazo y gracias por estar.
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