lunes, 25 de abril de 2016

BALLERINA VARGAS TINAJERO. ANTOLEJÍA

Antolejía. Poemas para limpiar el váter
Ballerina Vargas Tinajero
Ediciones Liliputienses
Cáceres, 2015
NAUFRAGIOS

  Estrategias comunicativas del lenguaje como la ironía y el sarcasmo requieren la tolerancia del interlocutor, una afinidad en el sentido dialogal que no siempre evita la confrontación receptiva. Más allá del ludismo y del enfoque coloquial debe existir en el poema un pacto de verismo capaz de transmitir emotividad, pensamiento y sentido crítico. Desde esa premisa inicio la lectura de Antolejía. Poemas para limpiar el váter. Es la amanecida literaria de Ballerina Vargas Tinajero (Sevilla, 1976), Licenciada en Periodismo y docente en ejercicio como Profesora de Lengua y Literatura en un instituto sevillano.
  El título, provocador y gallito como un gamberro adolescente, contrasta con la seriedad léxica de las citas, extraídas del armario incansable de Francisco de Quevedo y de Cavafis. Así comienza un discurso confesional que enlaza, al menos en apariencia, el recorrido biográfico personal y el rol del protagonista lírico. Directa, provocadora y con el puño alzado para el ajuste de cuentas, la voz verbal abre compuertas al remanso diario para que encuentren cauce las contradicciones del estado de ánimo.
  El yo bracea en las aguas sucias de la realidad y lo hace con la aspereza de quien no quiere que la debilidad se convierta en queja pusilánime. El rostro que se mira en el azogue gastado de la intimidad nada tiene en común con la vida en rosa de los mundos perfectos, donde cada sensibilidad ocupa silla en el lugar exacto de la costumbre y los objetos propician una delicada simetría de formas y colores en los domesticados sentidos que perciben. Quien mira no contempla la cuadrícula del sosiego sino un espacio repleto de fragmentos aleatorios, un mar en el que no es posible evitar el naufragio.
  Cuando Charles Baudelaire escribe Le spleen de Paris la deriva existencial en la urbe moderna encuentra los contornos que limitan su semántica. La bilis negra y la melancolía dictan su codificación poética. De ellas manan otros idearios que narran el hastío del hombre deshabitado; y en esa forma de entender la erosión del tiempo sobre la conciencia tiene nuevo cobijo la poesía de Ballerina Vargas Tinajero. En su retrato gris del desasosiego solo ha cambiado el latido cronológico y los referentes escenográficos que enmarcan el rostro cansado y ojeroso del perdedor.
  Antolejía  se convierte en la crónica de un deambular errático que hace de la sinceridad una simple cuestión de confianza. La luz de amanecida es un destello fatuo, difuso, perecedero y en él narra su estar una voz en vela, con el léxico crudo del desencanto. Lastrado por el propio peso de la identidad, no es posible volar; hay que permanecer a ras de suelo hasta la caída de sol, solo y desnudo de cualquier utopía, inmerso en el sopor de quien descubre a diario los rincones de un mundo lleno de nada.












     

2 comentarios:

  1. Muchas gracias, José Luis, por tu lectura y por entender, aceptar y saber jugar al juego que propone el libro. Un abrazo.

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    1. Gracias a ti, querida amiga, por dar una bofetada al párrafo gastado de lo previsible. Por buscar la poesía en los rincones del cansancio y hacer de su grisura un diálogo con la intimidad. Seguimos cerca en la amistad y en los libros.

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