Extravíos |
UN CAMINO SIN FINAL
Uno de los hábitos más detestables que practico con alevosa continuidad
es el extravío, ese camino sin final que asciende en zigzag. Cada jornada pierdo llaves, cartera, ilusiones, amigos… A veces
hay suerte y en algún repecho recupero lo extraviado. Otras, solo aparece el malhumor
erosivo que me produce esta práctica.
La última pérdida fue un bolso negro. Era rectangular, de piel, recién comprado. En él dormía un cuadernillo blanco adquirido en Italia, dos de mis bolígrafos preferidos, el cargador del móvil y mi sentido práctico de los días laborales. No recuerdo cuándo lo perdí. Pagué el taxi, caminé junto a mi sombra hasta casa y abrí la puerta. En ese momento tenía
las llaves. Menos mal. Tampoco sé cuándo fui consciente de la pérdida.
He decidido desaparecer para que no se repitan más los extravíos. Por mis bolígrafos, que tantas dudas anotaron con fidelidad irreprochable; por mi cuaderno blanco que esperó con paciencia de monje zen versos aceptables; por el sentido práctico que exigía actitud atenta y emotiva frente a las contingencias.
He decidido desaparecer para que no se repitan más los extravíos. Por mis bolígrafos, que tantas dudas anotaron con fidelidad irreprochable; por mi cuaderno blanco que esperó con paciencia de monje zen versos aceptables; por el sentido práctico que exigía actitud atenta y emotiva frente a las contingencias.
Ahora camino por la montaña de ninguna parte, en paradero desconocido. Ni siquiera el sueño sabe dónde
estoy.
Pero, a veces, buscando las cosas perdidas se encuentra lo que no buscábamos.
ResponderEliminarY encontrarnos el asombro en algún recodo del día es una alegría que permite reiniciar la búsqueda. Un gran abrazo y muchas gracias por tu lectura del cuentecillo.
EliminarBueno, si haces un gran esfuerzo encontrarás cosas positivas a esa pérdida, qué remedio.
ResponderEliminarUn abrazo
Sin duda, José Luis; el devenir existencial es una continua sensación de despojamiento, un estar hacia lo esencial. Que tengas un excelente día.
EliminarJajaja lo malo no es que estés perdido, sino que ni el sueño te encuentre. Eso es lo peor.
ResponderEliminarSiempre llevo una brújula pequeñita y con empeño norte para encontrarme, Tracy, así que por ahí estaré al final de la tarde, con los libros y versos de la costumbre, con el muro firme de tu amistad. Besos.
EliminarSaludos que no se pierdan.
ResponderEliminarAbrazos
Gracias, Gabriela, y seguro que encuentran siempre la puerta abierta de tu amistad. Un gran abrazo.
EliminarLos abrazos traen luz y muchos libros que son puertas abiertas.
EliminarMi amistad, poeta querido
Mi amistad, Gabriela,porque ninguna página sustituye nunca a la calidez de quien camina cerquita y en la misma senda. un fuerte abrazo.
EliminarUno lee "Ninguna parte" y uno sabe que hay páginas donde no se pierde el tiempo.
ResponderEliminar"Formo parte de aquellos
que prefieren rendirse al enemigo".
Notable. Hoy te releo.
Abrazos.
Sé que hay mucho que leer y muchas estaciones de escritura por completar, así que solo queda estar agradecido por tu continua compañía en estos puentes de papel que tienen la solidez diaria de tu amistad. Un privilegio, Gabriela, que solo puedo compensar con mi amistad. Abrazos
EliminarUna dicha.
ResponderEliminarJisto ahoea leo el poema "Consejo" y creovque es de mis preferidos de ese libro
Aagradecida bajo la lluvia, va mi abrazo,
Cada lector tiene sus preferencias, Gabriela; lo sabes, seguro, por tu propia poesía. Yo no puedo desligar los poemas de mis libros de algunas circunstancias que sentí en su escritura, del estado de ánimo en el que afloró el nuevo libro o de las mutaciones que ha ido adquiriendo mi poesía. Así que feliz que ese poema sea un interlocutor válido para ti. Un gran abrazo.
Eliminares por mi propio trabajo.
EliminarQué ánimos me da tu poesía.
Abrazo, siempre.
Agradecida
Toda escritura necesita el abrazo cordial de la biblioteca; así que encantado de que mis poemas sean para ti un encuentro pactado. Un fuerte abrazo y muchas gracias.
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