Como tú, piedra pequeña, como tú... Imagen desde un poema de León Felipe |
ETIQUETAS, GRUPOS, VÍDEOS Y EMOTICONOS
La escritura debe superar lo contingente para asentarse
en la distancia. Necesita la búsqueda de un mirador a resguardo que permita
indagar desde lejos, sin tomar parte activa en lo que se cuenta. Contradice el
verbo confesional, ese muestrario de confidencias dirigido a un interlocutor
receptivo que es la razón de ser de los mensajes privados. Así vislumbro yo el
muro personal en la red y por eso me gusta tanto preservar sus contenidos.
Antes de abordar el funcionamiento básico de mi muro digital me gustaría
recordar algunas pautas: por favor -mi aportación colectiva sería
nula, soy un caso clínico para lo social- no quiero que se me añada a ningún
grupo: no sé de taurinos, antitaurinos,
ecologistas, aconversacionistas, idealistas de la recaudación, costura, canto,
juego de tronos, supervivientes, náufragos y añadidos de limón. Persisto en
estar solo. Conmigo. Detesto las etiquetas gratuitas; no entiendo que alguien
me etiquete como miembro de una comunidad evanescente, donde no conozco a nadie, para leer a quien jamás me ha leído a mí o que pasó por mi muro con sus fotos antiguas con la levedad muda de un fósil.
Enviar vídeos y emoticonos es una lírica de línea clara y textura
diáfana que aborda el intimismo del parvulario. La parquedad expresiva de un
pulgar es el equivalente a jo, guay, mola, yes, si, psss y otras oquedades
semánticas que dicen mucho de la profundidad mental del cerebro que las emplea.
El quehacer del autor debe ser riguroso, crítico y exigente para que encuentre en
el muro y en los enlaces al blog un lugar perdurable, un rincón abierto en el
que se remansa lo vivido. De este modo, la buena lectura fortalece la identidad del yo. Permite el sondeo en los estratos más profundos de la conciencia.
No quiero ser grupo, ni etiqueta ni receptor de vídeos y emoticonos, ni
contribuyente encogido de una causa social ni lector de sandeces repletas de faltas de ortografía, ni corrector de manuscritos de alguien que un día se sintió poeta porque rima con teta. Las entradas diarias en el muro son una tarea de búsqueda y esperanza, un trazo marcado en la deriva que
pretende sumar pasos e itinerarios con inmensa gratitud a lectores y amigos. De lo demás no sé.
(Apuntes para un guijarro)
Porque te entiendo contesto. Porque estoy muy cerca de tu manera de circular. Jamás he etiquetado a nadie en una entrada mía, jamás he obligado a nadie a leer algún mensaje. Pocas, por no decir ninguna he empleado emoticones. Simplemente prefiero la palabra para decir. Sé que son instrumentos de face que para muchos dicen. Poner un aplauso, por ejemplo, no es igual que poner cinco repetidos. Esto ya lo columbré. Con esto no quiero decir de nadie, simplemente circulo por esta vía con la misma libertad que otros por otras. Faltaría más. Yo estoy así a gusto. A ti te veo a gusto en lo que haces. Por disentir en algo, me he dejado incorporar a ciertos grupos que deben saber de mis pasividades. Qué difícil el arte de navegar con las redes extendidas. Cuántos rumbos. Un abrazo maestro. Perfecto el símil de la piedras limpias, sin aristas, lavadas, ofreciéndose a la suavidad de la caricia.
ResponderEliminarQué alegría me deja tu mensaje, Francisco Caro, porque tenía un poco de miedo de que mis reflexiones sonaran agrias y prepotentes; explicas con excelente nitidez mi deseo de buscar en el muro una página escrita con rigor... Es mi forma de trabajar y eso es el guijarro, un caminar escueto, con las manos del agua puliendo sus incertidumbres... Muy agradecido y con plena alegría.
EliminarQuerido poeta, decirte que me acerco a tu muro por lo que dices y cómo lo dices, en tiempos torpes de bocaancha y dedosuelto al menos pido cordura, lucidez y argumento. Sigamos, pues, que caminos hay muchos, pero limpieza muy poca. Y abrazos, amigo, por supuesto, abrazos!!
ResponderEliminarEsa sensación de complicidad y alegría es la que percibo de continuo en tu cercanía, querido Luis ramos, en tus palabras nunca hay disonancias ni favores a cobrar; solo el hábito lector de quien comparte existencia, compromiso y poesía. Solo eso. Tanto.
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