martes, 31 de mayo de 2022

RESISTENCIA

Resistencia


 El fruto lejos;
es una rama estéril,
pero resiste.


             (Inédito)



lunes, 30 de mayo de 2022

JOSÉ LUIS MORANTE. PLANOS CORTOS

Planos cortos
José Luis Morante
Prólogo de Juan Varo Zafra
Ediciones Trea, Aforismos
Somonte-Cenero, Gijón, Asturias, 2021


AFORISMOS Y CINE

 

Nada nos pertenece más en propiedad que nuestros sueños
 
F. NIETZSCHE
 
¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos?
¿Hay posibilidad de tarifa de grupo?
 
WOODY ALLEN

Cine: oficio de la luz.
 
*
 
En la retina el epitelio oscuro del refugio; sombras chinescas que encuentran hendidura  en la pantalla.
 
*
 
Pureza extrema. Solo acaricia cuerpos visuales.
 
*
 
La proyección trastoca  planos existenciales. Todo es sueño; la realidad camina por otra ladera.
 
*
 
Valoración unánime sobre lo que no somos. Las apariencias ratifican.
 
*
 
En la retina ideal se admite la vuelta atrás; una misma película con final diferente.
 
*
 
Esos días cuando el cansancio nos somete a un casting para que identidades desconocidas vivan por nosotros.
 
*
 
La cinefilia es un delta abierto: sombras alzadas, légamo y cauce.
 
*
 
Veía películas para aprender a callar.
 
*
 
En el crítico el ánimo expectante; siempre la mudez socrática.
 
*
 
Hábitos. Antes de sentarme en la butaca miro el foco de luz y recuerdo a Platón. Otra vez mudan las asimetrías rocosas de la caverna, esa realidad intuida.
 
*
 
Sobre la pantalla diaria, acepto papeles a contrapié.

JOSÉ LUIS MORANTE



 

sábado, 28 de mayo de 2022

CRISTINA PERI ROSSI. LAS REPLICANTES

Las replicantes
Cristina Peri Rossi
Editorial Cálamo / Poesía
Palencia, 2016, 2021

 

AUTOBIOGRAFÍAS

 

   El día 10 de noviembre de 2021 se hacía público el nombre reconocido con el Premio Cervantes, que en sus anteriores convocatorias de 2019 y 2020 habían logrado los poetas Joan Margarit y Francisco Brines. Lo conseguía la fértil creatividad de Cristina Peri Rossi (Montevideo, 1941), quien ha escrito casi toda su producción en Barcelona. Allí se estableció en el arranque de los años setenta, exiliada del ambiente claustrofóbico y represivo sostenido por la dictadura militar de Uruguay, que duraría hasta mediados de la década siguiente. Tras la soledad inicial, el afán de la autora conecta bien con el clima cultural de la época, en el que se integran las voces más representativas del boom latinoamericano y destacados poetas de la Escuela de Barcelona.
   En sus libros se aprecia un fuerte sustrato autobiográfico y un impulso narrativo cimentado en temas centrales como el compromiso, la exploración verbal y la defensa y visualización del yo femenino. En la escritura converge una búsqueda de libertad y el abordaje reflexivo sobre la igualdad de géneros, la sexualidad y el movimiento social femenino integrado en la vida pública, ajeno a cualquier papel secundario derivado de una visión social jerárquica y paternalista. Ese estar es un nítido ejercicio de coherencia que impulsó su amanecida en 1963 y que se mantiene todavía intacto en La insumisa (Editorial Menoscuarto, 2020), una novela autobiográfica que recupera vivencias de sus años de infancia y juventud.
  Las replicantes recurre al poema breve, al apunte lírico para incidir en la comprensión de la realidad cotidiana y las actitudes que genera la propia identidad, a través de la apelación discursiva al pensamiento y sus claroscuros existenciales. Quien intenta comprender los tanteos vitales crea un personaje poético cuyo patrimonio de afectos nutre el fluir testimonial y ajusta los latidos de las palabras al discurrir. Las ideas se muestran tras la estela confidencial. Apenas hay nada más que ese estar en compañía con el deseo y la voluntad de compartir, por más que el tiempo erosione y sumerja los pasos comunes en un fondo de niebla y en ese etéreo cansancio que se aposa en lo diario. Las palabras tantean, se esfuerzan en dar voz a la memoria: “rocas como culpas / que el mar abandonó en la arena / y mis recuerdos de tú y yo / bastan para huir de la realidad / de sus límites estrechos”.
    Eros es latido, impulso fuerte, necesidad vital que anula los otros ruidos; ese rumor de fondo que convierte el tiempo en un tránsito hacia el otro.  Desde los itinerarios de la evocación renacen las incisiones que resumen el periplo vital. En el poema “Exilio” se recupera el largo viaje para hallar las coordenadas de un lugar propio donde sembrar un espacio individual sin imposturas. Se percibe una fuerte conciencia de soledad, dolor y finitud que atestigua que todo es invierno; un puñado de sombras y ceniza.
  El quehacer del poema se afirma como una labor sin tregua para explorar el entorno cercano. Hay abundantes poemas dedicados a dibujar el ambiente vital de la AP-7, la autopista del este que conexiona el perfil mediterráneo con el otro lado de los Pirineos. Con un lenguaje despojado, directo, podado de aseveraciones retóricas, se alza ese castillo frágil de la prostitución en carretera, del desarraigo, la explotación y la naturaleza cambiante del cuerpo. Otros poemas exploran el deseo y el sexo concebido como liberación y urgencia, como delimita el poema “Fecundación”, que entrelazada conceptos, orfebrería sensitiva y significados con una intensa sensación erótica: “Te fecundé te llené de mí / inundé tu ser vacío / como la vagina de tu cuerpo / como tu útero / te llené de palabras y de recuerdos / de citas y memorias / llené tu hueco con mis gestos / con mis gestas / y después de fecundarte / me fui / me retiré a descansar / como una bestia saciada…”. Cristina Peri Rossí despoja el sentimiento amoroso del tópico romántico, tan próximo al borde rosa de la cursilería, para descifrar los códigos temporales de los sentimientos, ese proceso de mutaciones y disolución que tantas veces termina en el andén de los solitarios, convertido en ausencia y memoria. La sexualidad nunca se desprende de la insatisfacción, es un largo proceso de actitudes e interpretaciones que camina cerca de la aspereza. Vencido por la tormenta de lo fugaz, ahora el amor es recuerdo y soledad, dolor y ruido fuerte que no deja escucharnos.
  En la disolución de la realidad amorosa germina con fuerza un epitelio de inquietud, como si cada presencia cobijara el eslabón de una cadena de amor, un puente que conduce de una mujer a otra, de un lecho a otro lecho para que encuentre el discurrir su oscura cimentación de piel y sexo como un sustrato básico: “No conozco otra manera de superar  / el tiempo y sus relojes / los días y sus disgustos / sus migrañas sus cifras de desempleo / sus turbulencias mundiales / sus injusticias / más que esta fusión de cuerpos / y de pieles y de sexos / este espacio sin fronteras…”
   Desde la celebración del cuerpo, con la certeza de que “Amor es la reducción mínima del abismo que hay entre dos personas” y desde las bifurcaciones de un transitar temporal que avanza demasiado rápido, como esos mensajes digitales, con urgente anorexia, Cristina Peri Rossi nos deja en Las replicantes el venero esencial de un dietario amoroso. Versos que comparten indagación exploratoria y las secuencias de la memoria con una dicción intimista y próxima, entre las coordenadas situacionales del presente, ese entrelazado de formas y sensaciones que visualiza distancias entre lo ajeno y el yo. las palabras asumen un estar de tanteos; no se puede mirar dentro ni ensimismarse porque también allí se guarda un cúmulo de nada transitoria; la existencia no sabe el final, aunque deje indicios como la enfermedad o los ingresos hospitalarios, pero refrenda a cada paso su caducidad: “La vida es tránsito / sólo tránsito / por eso no hay que aferrarse a nada, / ni a las personas ni a las cosas”.
 
JOSÉ LUIS MORANTE



  

miércoles, 25 de mayo de 2022

FÉLIX MOYANO. LA DEUDA PROMETIDA

La deuda prometida
Félix Moyano
Accésit del Premio Adonais 2021
Ediciones Rialp
Madrid, 2022

 

ÚLTIMO VIAJE

 
 
   Nacido en Córdoba en 1993, Félix Moyano se incorpora al cauce poético contemporáneo en 2017 al ganar el Premio de Poesía Valparaíso con su libro de amanecida Insostenible. Comienza así un recorrido que añade entrega en 2019, Los amores autómatas, reconocido con el Premio Andaluz de Poesía “Villa de Peligros”. El periplo creador personal, ya presente en algunas muestras colectivas como Antología de las mejores poesías de amor en lengua castellana, con selección y prólogo del académico Luis María Ansón, deja el nuevo paso en el amplio camino del  Premio Adonais, con el accésit concedido a La deuda prometida, entrega publicada en 2022.
   En esa primera clave de afinidades y magisterios que conforman las citas encontramos dos itinerarios muy dispares: la solemnidad del Antiguo Testamento con una alusión al Deuteronomio, el libro que narra la entrega de las Tablas de la Ley a Moisés; y el verbo confidencial, nacido desde el acontecer individual de Amalia Bautista, un voz reflexiva e intimista que hace del tejido emotivo el centro cardinal del poema. Ambos textos acompañan la labor creadora de Félix Moyano junto al magisterio de Claudio Rodríguez, cualificado representante del ideario estético de la Generación del 50, un grupo literario donde es nota diferencial la presencia continua de la memoria en los estratos temáticos.
    El tramo de arranque “Libro Primero: de todo lo visible” propone una reelaboración de la experiencia real; contrasta el pensamiento del sujeto real con un entorno mudable que adquiere de inmediato un fondo simbólico: si el sonido alborotado del tambor de la lavadora en la colada recuerda el temblor del mar y sus palpitaciones, el tacto limpio de la ropa en el cuerpo ha de ser provisional, dispuesto al último latido cuando llegue la ausencia. Partir es esa deuda prometida que conforma nuestra vocación de nómadas en la búsqueda del destino final. Lo recuerda el poema “Concesiones”: “A cambio de esta deuda prometida / no hay principio, ni fin, cielo ni tierra: / nada, plenitud sola / mortal como el deseo de las rocas, / pero deseo hasta el fin que nunca cede.”.
  Cada etapa vital necesita un entorno. Y en los poemas de Félix Moyano respira la cronología del momento. Son textos que incorporan una dicción digital que adquiere de inmediato un aire de normalidad y convivencia; los neologismos son parte del diálogo habitual: Black Friday, megabites, unexpected error, Skype, kickboxing o algunas plataformas digitales en el televisor conforman una semántica de tecnología y modernidad que no encuentra quiebras convivenciales con las palabras de uso común de los afectos o con el mosaico sentimental del poeta y los ineludibles ritos familiares. Pero la deuda, esa manera de nombrar la muerte, funciona como rastro visible del poemario. La conciencia de finitud está adherida a cada gesto, parece un cauce dispuesto a conducir las sombras.
  Se recuerda en la segunda sección del libro la gestación y presencia de lo invisible. Compone un espacio interior, otra ladera ajena a la realidad tangible que viaja por dentro de la conciencia hecha de sensaciones y carencias, de oquedades reflexivas  y hendiduras. En las composiciones prevalece un lenguaje directo, experiencial y comunicativo, en el que son perceptibles los hilos biográficos en la ambientación. El yo poético percibe al despertar el contraste entre el esplendor de lo real – ese pájaro que canta y abre la mañana- y las carencias físicas que muestra la propia desnudez, junto a las huellas ausentes de los que no están, o la firmeza de una fe que busca en el amor compañía y luz: “Qué extremaunción tu cuerpo, qué solar / más preciado. Alrededor de ti / cuánto escombro, qué luz sus expansiones. / Reflejo en carne viva, su materia.”. Directo y esencial en su escritura, La deuda prometida tiene como germen de escritura la mirada interior. Los poemas dan voz a un yo meditativo que busca, sin emboscaduras ni falsos consuelos, la certeza con luz de haber vivido.
 
JOSÉ LUIS MORANTE



 

lunes, 23 de mayo de 2022

ABRIR LAS ALAS

Gorrión
Archivo Pinterest

ABRIR LAS ALAS

 

(Aforismos)
 
 
Solo habla consigo cuando hay un intérprete disponible.
 
La impaciencia aconseja hornear semillas.
 
El toldo del tragaluz es un oxímoron.
 
Entre los misterios de la inteligencia, el empeño de ocultarse a diario.
 
Quien no sabe dónde ir  mantiene siempre un inquebrantable compromiso con el traspiés.
 
La humildad cumple con mérito la función de ser nota a pie de página.
 
Rareza: una amistad sin ánimo de lucro.
 
Cuando aletea cerca, el optimismo recuerda la mínima vibración de una libélula.
 
Esas voces que visten a diario papel de lija y ganan altura cuando callan.
 
Acabé identificando su belleza con el vacío; en ella, todo es nada.
 
Es acaparador y avaro; cuando respira guarda el oxígeno y el anhídrido carbónico.
 
Qué triste la lectura volátil, la que no tiene huellas dactilares.
 
 
(José Luis Morante)


 
 
 
 
 

sábado, 21 de mayo de 2022

APARICIONES

La buena compañía
Fotografía
de
EL PAÍS

 

APARICIONES
 
   Como si necesitase propagar las nociones del miedo, su desastrada imagen regresa de improviso. Recuerda, mientras sube la escalera, un destello diluido, que va perdiendo intensidad. Hay en sus gestos un estar apocado. Conjetura que estoy en ese tiempo en el que los fantasmas no son turbulencias ni inquietud sino compañía.

(De Cuentos diminutos)


viernes, 20 de mayo de 2022

LECTURA EN EL ESCORIAL

Cafetín Croché
San Lorenzo del Escorial
(Madrid)

 

SPLEEN
 
 
El légamo grisáceo del hastío
ingiere tiempo y se abandona en mí.
Esclarece los ojos
en una incertidumbre nebulosa.
Si bordea las grietas,
tras el lento avanzar,
nunca encuentra trasfondo
y percibe los brotes del lenguaje
con el peciolo muerto.
 
Corta hilos
su terca mordedura,
mientras la débil luz,
súbitamente ajena,
convalida distancias.
Es la línea de fuga
que desgaja
el sendero furtivo apegado a las cosas.
 
A tientas, el hastío
se hace aliento secreto,
satura amniótico,
y no recela ser, inesperado,
un filamento rojo de sol frío
retraído en la noche.

      (De Nadar en seco
 


jueves, 19 de mayo de 2022

MARÍA GABRIELA LOVERA. POR DEBAJO DEL VIENTO

Por debajo del viento
María Gabriela Lovera
Ilustraciones y cubierta de Alba Hoyos
Introducción de José Miguel Navas
Ediciones Azalea, 2021
(primera edición en El Pez Soluble, 2000)
Caracas, Venezuela

 

HABITAR LA NOCHE

 
 
   En el poblado paisaje de la poesía venezolana contemporánea el exilio y la emigración se han convertido en itinerarios de casi obligatorio recorrido. Esa circunstancia, que afecta profundamente a la obra del creador, a su condición de trasterrado y a la difusión normalizada del taller literario, se confirma también en el quehacer lírico de María Gabriela Lovera (Caracas, 1972). La escritora, Licenciada en Comunicación Social por la Universidad Católica Andrés Bello, y Máster en Edición de Libros por la Universidad Complutense de Alcalá de henares, eligió Madrid para impulsar el proyecto editorial de alternativa online petalurgia.com y para dedicarse profesionalmente a la maquetación y al collage digital
   Fue en el arranque de siglo cuando firma Por debajo del viento (2000) y germina su primera compilación de poemas, un poemario breve que logra su segunda edición en 2021 con ilustraciones de Alba Hoyos (Madrid, 1985) Licenciada en Bellas Artes, Grado de Ilustración y artista visual. El texto de introducción del poeta José Miguel Navas recuerda que “un primer poemario es una seña de verdad, un signo metafísico de identidad, el eterno espasmo circular que te convierte en poeta”. Pleno acuerdo con esa desnudez enunciativa que emana de la poesía más temprana, de aquella que llega al lector con una plenitud limpia y singular, casi horneada por la crecida sentimental del yo poético, ajena al adiestramiento de corrientes y modas. La salida tiene un enfoque intimista y casi aforístico. La palabra se esencializa, poda aditamentos verbales para exhibir un epitelio verbal conciso, táctil, dispuesto a mostrar las incisiones vitales del pensamiento: “Cada vez / mi cara es más mía y menos de nadie. / Quizá sea eso la soledad: / Pertenecerse a uno mismo hasta cansarse”. Los versos se llenan de sensaciones; se hace tangible la soledad convertida en centinela del sueño o el espacio callado de la noche como marco de representación de la memoria y antesala de los sueños: “Hay un poema que a mitad de la noche tiene miedo. / Despierta con la sed nocturna del poeta: Incapaz / de recorrer los oscuros pasillos de su infancia, / para buscar el agua que lo sacie.” También la conciencia de extrañamiento se convierte en núcleo reflexivo del poema; quien habita en los espejos  no vislumbra ideales cumplidos ni esas presencias angélicas capaces de trascender lo real; se siente solo, zarandeado por las bocanadas de la brisa temporal, incapaz de volar, casi condenado a la aspereza del camino a solas. La tristeza suma sus rasgos a la acuarela gris del yo consigo, como si fuera  un desvalido pasajero en la sombra que, poco a poco, ha ido dejando en el trazado de su discurrir ilusiones y sueños para respirar un tiempo de carencias. El horizonte es un atardecer crepuscular, una geografía que se mira con los ojos cansados, casi hecho un punzante dolor.
   La sensación de desamparo se hace fuerte, adquiere la forma del yo que camina junto a nadie, porque esta soledad del sujeto poético está precedida por la soledad de los otros, lo que deja en los poemas una clara inmersión crepuscular: parece que la meta final es el vacío: “Nadie es el centro de todo. / Nadie junto a nadie. / Sólo el que está solo”.
   Los matices de escritura de Por debajo del viento de María Gabriela Lovera afloran en este nuevo reencuentro con los lectores en compañía de las ilustraciones de Alba Hoyos. Las imágenes despliegan colores apagados, refuerzan la lectura metafórica, frente al dibujo enunciativo y explícito. Son estampas oníricas donde la quietud habita dentro para desbordar la oquedad del poema. La poeta estable sobre la piel dormida de las cosas una conciencia de finitud y ausencia, el fluir reflexivo despierto de quien camina solo con los propios miedos, con la imaginación incontaminada del final abierto.
  La aproximación a la identidad del sujeto poético encuentra en el poema una tonalidad autobiográfica. Los mínimos textos tienen el peso húmedo de la afinidad con el yo cotidiano; no hay imposturas sino el afán comunicativo de una sensibilidad que se asoma a diario a las aceras de  la incertidumbre. Que busca raíz  y arraigo para sujetar, con esperanza, la tupida fronda de los sueños.

JOSÉ LUIS MORANTE



miércoles, 18 de mayo de 2022

EL YO, CONMIGO

Añoranza del frío
Fotografía
de
Rosa María Hernández Costa

 

EL YO CONMIGO

 

Hay biografías que tienen la duración de un aforismo y menos contenido.
 
En la madurez se impone el relato evocativo; los sentimientos exigen estructuras elaboradas, escenarios con luz natural y narradores distanciados.
 
Se quedó solo. Ahora recupera fragmentos emotivos en la galería de los desafectos.
 
El pudor convierte  la confidencia en un movimiento de ajedrez.
 
Reglas ortográficas; identidades que son comas, puntos finales y puntos suspensivos.
 
La voluntad del cínico prefiere ideologías de alquiler.
 
Futuro; esa aspirina diluida en el agua fresca del fracaso.
 
Para hablar de mí, empleo un silencio en cursiva.
 
Tengo una sombra metafísica, proclive a la especulación. A cada paso me pregunta si hay alguien delante.
 
Ida y vuelta; itinerarios existenciales que se desintegran en el mismo azar.
 
Andar extraviado tanto tiempo me deja ante tu puerta. Llamo al timbre. Espero.
 
(Rivas, 2021)
 
 

 

martes, 17 de mayo de 2022

LUIS ALBERTO DE CUENCA. DESPUÉS DEL PARAÍSO

Después del paraíso
Luis Alberto de Cuenca
Visor, Poesía
Colección Palabra de Honor
Madrid, 2021


LA PIEDRA DEL MOLINO


    La fuerza intelectual de Luis Alberto de Cuenca (Madrid, 1950), desplegada en géneros y libros con sostenida cadencia, convierte su presencia literaria en admirable clave de profundo calado. Cada salida renueva la razón poética de una trayectoria, plena de raíces humanistas, que mantiene su apuesta por alumbrar una voz clara y comunicativa, asentada en el suelo clásico de la tradición, capaz de articular una existencia, emocionante e íntegra, y transformarla en poesía. El resultado es un largo recorrido jalonado de hitos como La vida en llamas (2006), El reino blanco (2010), Cuaderno de vacaciones, que obtuvo el Premio Nacional de Poesía en 2014 y el extenso volumen Bloc de otoño, que reúne ciento veintitrés poemas escritos entre 2013 y 2017.
  Con fertilidad inagotable, Luis Alberto de Cuenca recoge en Después del paraíso la tarea poética realizada entre 2018 y 2021, distribuida en cinco epígrafes. Sirve de umbral una clarificadora nota autoral, cuyo contexto tiene vínculos estrechos con el tiempo de pandemia y el discurrir de estos dos últimos años de mascarillas y ensimismamiento. El paraíso, aquel lugar angélico y auroral, ya es solo un espejismo de la memoria cultural. El escenario se ha diluido en el tiempo. Ahora caminamos por trochas con nítidos meandros de luces y sombras, en la que impera el silencio de la incertidumbre. En esa noche oscura la poesía ha nacido como consecuencia directa de nuestro destierro para recordarnos que hubo un tiempo sin mácula, una albada de felicidad frente a los meandros de lo contingente, a esos “pánicos de lo cotidiano” que constituyen el áspero argumento del ahora.
   La dedicatoria del libro refuerza el sentido de la evocación, quehacer propicio para recuperar esa casa encendida que preserva el sentimiento: “Para Alicia en su cielo”. Así comienza un poemario cuya primera sección “Costa Smeralda” toma nombre de uno de los enclaves turísticos más celebrados del Mediterráneo, en Cerdeña. El lugar es imagen exacta, perdurable, de un paraíso natural por la belleza de las calas, la arquitectura habitable y el azul turquesa del mar. La plenitud visual cautiva; es capaz de reavivar el deseo y celebrar su pulsión vital, aunque sea de forma precaria.
  En el camino del poema se impone el mapa de la memoria; esa certeza de que vivimos un vadear donde languidecieron la esperanza y el favor de los dioses. Luis Alberto de Cuenca, que ha utilizado la estrofa japonesa con frecuencia, recurre al haiku encadenado para sembrar indicios sobre la naturaleza paradójica del amor, que apareja consigo la abierta hendidura del dolor. El formato subordina la fuerza expresiva del trío versal al contexto global del poema y añade además los efectos sonoros de la rima asonante. Esta exploración de moldes se percibe también en composiciones como “Eneasílabos”, un metro versal escasamente empleado en su poesía, que se ajusta mucho mejor a los alejandrinos y al experimentado endecasílabo; o en el rescate de estrofas cerradas como el soneto, con excelentes logros como “Todo es amor”.
  El otoño vital fortalece el escepticismo y la mirada al pretérito, dibujado con fuerza por el habitual legado culturalista. Se constata en composiciones  como “Teopompo y Filipo” y “Lo vivo y lo pintado”; pero el amor y la ternura conviven con enfoques más reflexivos sin ninguna aspereza, y dejan su magia reubicados en composiciones plenas de intimismo confidencial como “En tu armario ropero”.
  El conjunto “Epigramas amorosos” hace del otro enclave fuerte. Amar es renacer, poner en marcha un fluido cauce onírico, un impulso que va borrando contornos perecederos. Luis Alberto de Cuenca busca el tono celebratorio de la lírica amorosa para festejar la belleza y la plenitud del deseo, aleja la solemnidad y contrapone enunciación e ironía en la mirada intimista, como en “Teorema de Pitágoras”.
  Las secciones “Mientras duermo y otros poemas” y “Suite virgiliana” están marcadas por la variedad de sustratos del encierro pandémico. Lo que diluye cualquier grisura existencial y alienta el orden íntimo es la presencia de la amada, capaz de reverdecer claridades y sueños, pero también la copiosa biblioteca que despliega una cartografía cultural inacabable, junto a la fortaleza de la fe y el resguardo de la confianza en un Dios creador y discreto que alienta y protege con su desvelo a las criaturas. La reflexión etimológica sobre pánico muestra la sabia erudición del poeta y su capacidad para entrelazar el legado del libro con el tempus fugit de una “trastienda mental” teñida por la angustia, el ensimismamiento y los destellos de melancolía, provocados por el ámbito sombrío de la clausura ante el virus.
  En “Suite virgiliana” no se perciben bifurcaciones formales o quiebros en el itinerario. Las composiciones amanecen glosando la edad de oro, y en esa evocación de un tiempo áureo se retrata con trazos limpios el destino de ser, esa tarea que nos humaniza, entre el deseo, el azar, el trabajo y la muerte, que cobra en estos poemas un protagonismo central.
   En los versos de “Hojas sueltas”, la sección final, compila una convivencia heterodoxa de asuntos. Habitan en sus páginas poemas amorosos, donde se ensayan estrofas tradicionales como las coplas de pie quebrado, sonetos, himnos; en suma,  la realidad y el sueño de la infancia, la discreta normalidad de un solitario que toma el pulso a la vida diaria con la belleza perenne de los libros y el calor habitable de las palabras: “De nosotros depende que amanezca / del todo, sin reservas, para siempre, / y que el sol no se ponga,  y que podamos / salir del hoyo y trabajar en paz”.
 
 
JOSÉ LUIS MORANTE
Revista Clarín, nº 158, pp 78-79,
Marzo-Abril de 2022



        
 

lunes, 16 de mayo de 2022

EL REGRESO DE ADÁN

Más allá, el paraíso

 

  El regreso de Adán
 
   Ante el insistente empuje de la melancolía, una mañana Adán retornó al paraíso. Se adentró en sus espacios con la fuerza feliz de quien busca el lugar propio. No tardó en advertir que recorría un territorio de desposesión. Aquel sitio solo cobijaba abandono.
   En el centro del páramo se alzaba todavía el árbol del bien y del mal; miró aquella silueta y se hizo efectiva la soledad de un tronco calcinado y rijoso.
   No aguantó más. Bajó los ojos y convocó el olvido, como si el paraíso no hubiese existido nunca. Se precipitó hacia la salida; sus pasos tropezaron con el ala inerte de algún ángel, el metal chamuscado de una espada herrumbrosa y una camisa oscura de serpiente.

(De Cuentos diminutos)




domingo, 15 de mayo de 2022

RAMÓN ANDRÉS. CAMINOS DE INTEMPERIE

Caminos de intemperie
Ramón Andrés
Editorial Galaxia Gutenberg
Barcelona, 2022


UN GOTEO ESPACIADO

 

   La polivalencia de Ramón Andrés (Pamplona, 1955) impulsa entregas que exploran una amplia conjunción de registros, desde la poesía al ensayo y desde la música al aforismo. Tan intenso trayecto ha merecido reconocimientos como el Premio Nacional de la Crítica 2020 por su libro de poemas Los árboles que nos quedan  (Hiperión, 2020) y el Premio Nacional de Ensayo 2021 por Filosofía y consuelo de la música (El Acantilado, 2020), un recorrido en el tiempo por el legado musical y sus necesarios aspectos terapéuticos en la sensibilidad del ser.
   También el laconismo es una parcela habitual en el taller del escritor navarro. Sus textos breves se reunieron en 2016 en el volumen Poesía reunida y aforismos, en Lumen, con edición de Andreu Jaume. Tras un primer tramo que recopila la cosecha integrada por Siempre génesis y Poemas anteriores, muestra de lo escrito entre 1978 y 1998, se completa la segunda parte con el quehacer conciso, formado por las entregas inéditas Puntos de fuga y Malas raíces junto a Los extremos, ya publicado en Lumen en 2011, cuidado abanico de incisiones reflexivas que transparenta una cercanía natural con la sensibilidad poética y sus derivaciones metaliterarias.
   La voz que habla en Caminos de intemperie tiene un fuerte epitelio introspectivo: “En este aforismo yace un hombre”. El pensamiento despereza sueños y percibe el reverso del día. Constata el incansable trasiego de verdades mudables y el continuo diálogo con el tiempo, siempre acodado en una subjetividad difusa, que hace complejo percibir lo sencillo. El stocks del presente es limitado; propende a acumular en las estanterías aspiraciones futuribles, como si fuera más fácil habitar el mañana que someter el ahora a un cansado rastreo de reparaciones. Por tanto, es necesario abrir el aula de la experiencia y acunar algunas esperanzas; dejar serenos mente y percepciones, sabiendo que “la melancolía, los infiernos racheados, la inquietud, la repentina acedia, son gajes del oficio". Percibir es recolectar conocimiento y experiencia, asumir que el ánimo sosegado es una necesaria estrategia que hará más llevadero el largo viaje hasta la ausencia porque también “El futuro no es más que un presente idealizado”.
   Aunque predominan las teselas meditativas en las que se transparenta la imprescindible filosofía vital, los aforismos integrados en Caminos de intemperie alientan una curiosidad de mirada amplia, como corresponde al inevitable nomadismo existencial: hay breves metaliterarios: “El libro es un hornillo barato que da de comer a uno solo”, “La literatura deja más damnificados que la música, y la música menos que el silencio”, “El lenguaje nos articula como a esos muñecos de madera que sirven de modelo para aprender a dibujar. Nos perfila en todos sus movimientos, y hace que comprendamos que la existencia solo es posible en las formas”; enunciados autobiográficos y evocativos que alumbran lo doméstico, exploraciones lectoras que rescatan el legado de la tradición y hay textos más largos, que pierden el carácter conciso del aforismo para convertirse en circunvoluciones fragmentarias que necesitan una puesta en escena y una argumentación completa. Tal circunstancia se percibe en los debates autobiográficos que el escritor hace con la educación recibida, cuyos contenidos asocia con ideas mesiánicas donde solo perviven la imposición y el conflicto. También en el sentimiento de extrañeza y ajenidad que guarda el discurrir del presente, en el que se reconocen signos de desplome de cualquier utopía. El progreso tecnológico ha reemplazado creencias religiosas pero ha perdido el ámbito humanista del conocimiento para abrazar un pragmatismo materialista que siembra desigualdad y resentimiento. Como escribe con atinada resignación el aforista, ahora los manantiales de la nueva civilización se remontan a Bill Gates y Steve Jobs, quienes han diluido por completo las sombras germinales de Platón y Aristóteles.
   Cristalizan en los aforismos de Ramón Andrés atisbos de armonía y concordia; en su diversidad buscan distanciarse de la estridencia para nombrar “la plenitud de existir sin reparar en ello”; el gozo de encontrar en la literatura una salida de emergencia cuando “la tierra acoge y el mundo expulsa”. 
 
 
                     JOSÉ LUIS MORANTE

 

 

sábado, 14 de mayo de 2022

ENEMIGOS ÍNTIMOS

Por la espalda
Nape Tattoo
Imagen
de
Archivo Pinterest

 

ENEMIGOS ÍNTIMOS

 Nadie sale ileso de su existencia

RAMÓN ANDRÉS

 
La soberbia miran el sol como si fuese el farol de un cobertizo.
 
Hay una vaguería incontinente que hace del trabajo arqueología. En sus espejos recuerda a Carlos Marx cuando proclama que cualquier solidez se desvanece.
 
Taponan todos los sumideros con sus quejas.
 
Hay comentarios filosos, que autolesionan
 
Se especializó en hacer daño; ahora es un almacenista de coartadas.
 
Los que aspiran a ser el brazo ejecutor de la sentencia.

En el andén de final de trayecto nos esperan todos los enemigos íntimos. llevo regalos y daré las gracias.

(Variaciones sobre los enemigos)


 
. Los que hacen de la mentira un simple trámite para mentir de nuevo.
 
. Los que abandonan a los demás tras el recodo de sus intereses.
 
. Los enemigos íntimos, que con tanta firmeza
defienden a diario que la vida
es solo una metáfora vacía

viernes, 13 de mayo de 2022

ISABEL FERNÁNDEZ BERNALDO DE QUIRÓS. BIENANDANZA

 Bienandanza
En las orillas del haiku
Isabel Fernández Bernaldo de Quirós
Mahalta Ediciones
Castilla la Mancha, 2022

 

VUELOS Y NUBES 

 
 
   He mantenido durante años una cálida amistad con Isabel Fernández Bernaldo de Quirós (Mieres, Asturias, 1947) Profesora Titular de la Facultad de Biología de la Universidad Complutense de Madrid y hemos coincidido algunas veces en eventos literarios en la capital, donde reside desde hace décadas. Y sin embargo he llegado muy tarde a su poesía, cuya amanecida se fecha en 2004 cuando aparece su libro Al son de las mareas, una obra que hallaría continuidad en más de media docena de títulos. Por eso urgía sondear su escritura en la nueva entrega Bienandanza que llega de la mano de la novísima editorial castellano-manchega Mahalta, con imagen de cubierta de la propia autora, que es también una notable fotógrafa.
   El libro, subtitulado En las orillas del haiku, clarifica de inmediato la naturaleza de su contenido poético. Isabel Fernández Bernaldo de Quirós pone sus pasos en las aguas mansas de la tradición japonesa para hilvanar una estela de haikus distribuidos en cuatro apartados: “Esencias”, “Paisajes”, “Del paisaje, sus pobladores” y “Meses del año”. Las cuatro secciones se nutren del esquema habitual del haiku pero en sus contenidos vislumbramos los vuelos y nubes de enfoques plurales.
  El apartado inicial “Esencias” opta por el tono reflexivo, por ese viaje interior que lleva la percepción hasta el laberinto confidencial del sujeto para captar su esencia. Nada hay más complejo que descubrir entre lo contingente la zona germinal, el núcleo que define el transitar del tiempo más allá de las vivencias que depara el abrasivo efecto de los días. Hay un sostenido contraste ficcional entre la apariencia y la búsqueda ontológica de quien percibe: “Sobre la arena / transmutación de amor. / Místico encuentro.”, “Emana música. / Inagotable fuente / de la que bebo.”. De inmediato aflora la sensibilidad musical de la poeta y ese estar con los ojos cerrados que transforma la armonía en una voz que comparte. Todo se hace audición y melodía: “Sea la música / el canto de la Tierra / en comunión.”, “Cantan los pájaros. / Sinfonía romántica / mientras camino.”. Pero también se oye el pentagrama cálido de lo diario: “Por el camino / se proyectan las sombras / de los recuerdos”, o el apunte evocativo tan ligado al trayecto biográfico: “En el confín / de mi memoria: Hierba / carbón y mar”, “Pueblo minero, / bajo tu tierra negra / llanto y silencio”. Si la vida es camino es conveniente multiplicar los pasos y que la voluntad no dormite: “La soledad / es profunda raíz / que busca vida”.
   Los nombres del canon clásico japonés convertían al yo poético en mero testigo; se velaba lo autobiográfico para que resaltara pleno y fuerte el horizonte, un entorno hecho para la contemplación que busca capturar el instante. Como cálidas secuencias visuales llegan los textos de “Paisajes”: “Bajo el castaño / la niña mira al valle / y se estremece”, “Tras la tormenta / los trigos en el suelo, / lloran sus frutos”, “El agua humea. / Frío y niebla en diciembre. / Nadie en el mar”. En esos apuntes del entorno los ciclos estacionales acercan sus variaciones como síntomas del transcurso vital. Los haikus hilvanan argumentos desde los sentidos. Asumen el oficio de cronista del vaivén temporal, aunque de cuando en cuando no duden en transmitir sus destellos emotivos: “El faro azul / sobre roca en el mar. / ¡Qué desamparo! ".
   Ya he comentado en el inicio de esta mirada crítica que la escritora ha ejercido durante muchos años como profesora universitaria de Biología; no resulta difícil encontrar en el tercer apartado del libro “Del paisaje, sus pobladores” sendas afines con el periplo laboral y la fuerza vocacional de una ciencia que estudia los seres vivos y sus características, entornos y evolución natural: “Sus corazones / laten con la nobleza / de los humildes”, “Dejó su tierra / la lombriz. En la calle, / su cuerpo seco”, “Primeras flores. / Y no importa el invierno. / Vuelan abejas.”.
   Sirve de cierre el apartado “Meses del año” un asentimiento reflexivo sobre la cronología anual y sobre la naturaleza transitoria de sujeto y entorno que expande en cada periodo temporal sus señas de identidad: “Tirita enero. / Duermen hierbas y flores / bajo la nieve.”, “Si buscas mayo / lo hallarás escondido / entre mil flores”, “Dialogan nieblas / entre los vientos calmos. / Llega noviembre”, “Diciembre es gozne / que articula el amor / y la esperanza.”
    Isabel Fernández Bernaldo de Quirós articula en Bienandanza un hermoso relato visual, una narración escalonada de sensaciones que busca en cada secuencia una dicción limpia; esa plenitud de ángulos muertos que muestra la voz sosegada de la belleza, el misterio que deja en cada mirada unos hilos de luz. Los haikus optan por compartir la incertidumbre aleatoria del tiempo, y su peculiar manera de respirar la existencia desde el asombro de lo cotidiano, con el perfil nítido de una voluntad celebratoria ante el expandido jardín de la naturaleza.

  
                                                      JOSÉ LUIS MORANTE



 
 

jueves, 12 de mayo de 2022

AL OTRO LADO, LA INTEMPERIE

En el umbral

 


AL OTRO LADO, LA INTEMPERIE


Era un sedentario accidental, de los que tampoco están cuando se quedan.
 
Las distancias que nos separan de viejas amistades son más largas.
 
Movimiento de piezas. La razón, intransigente, funciona como un bisturí. Extirpa por sistema.
 
Arqueología de una amistad. Triste, como un desguace de automóviles.
 
Aunque nunca responde, cuántas palabras.
 
Oprimido por un pensamiento de esquemas métricos.
 
Los elogio apabullantes compiten con el alumbrado publicitario.
 
Ausente. En ese tiempo de mirar afanosas hormigas.
 
 AFORISMOS DE PASO




 

miércoles, 11 de mayo de 2022

ACERCA DEL SUEÑO

El mar a gatas
Fotografía
de
Javier Cabañero Valencia


 ACERCA DEL SUEÑO
                    
                          a mis hijas
 
I
      
Qué es el sueño, preguntas,
con la abrumadora ingenuidad
de quien me presupone una respuesta.
Y yo salvo el escollo
modulando una frase convulsa
en la retórica de los desconciertos.
Te digo: el generoso don
que la fatiga obtiene de la noche,
una brizna de luz escalando la sombra,
el envés de una historia
cotidiana y absurda;
tú misma, hija mía,
cada palabra tuya, cada gesto.
No sé si el sueño
es potestad del hombre
o comparten los sueños animales y cosas.
Ignoro de igual modo qué hilo teje
su textura de seda,
qué alzada confabula
su hermética apariencia
o qué brújula guía
la estela de sus viajes.
Sé que hay sueños tristes y gozosos,
oscuros y diáfanos,
ocasionales y obsesivos;
sé también que hay sueños tan hermosos
que el tiempo los indulta y perseveran,
y no envejecen nunca.
 
 
II
 
Hay sueños que una noche
consumen su existencia
y otros que se prolongan con los días.
Simulan los primeros
una especie común de lepidópteros
y acaban siendo pasto
del trastero y del polvo,
como un experimento vanguardista.
Levísimos planetas alumbran los segundos,
como estrellas fugaces que convocan
múltiples y azarosas travesías.
Ante nuestra mirada sus figuras componen
un paisaje celeste,
intangible materia en sereno reposo,
donde habita la luna del deseo.
 
                                          JOSÉ LUIS MORANTE



martes, 10 de mayo de 2022

DIONISIA GARCÍA. VUELO HACIA DENTRO

Vuelo hacia dentro
Dionisia García
Prólogo de Consuelo Ruiz Montero
Editorial Libros del Aire
Colección AltoAire
Boo de Piélagos, Cantabria, 2022

 

TRAS  LO VIVIDO

 

    La experiencia literaria de Dionisia García (Fuente Álamo, Albacete, 1929), en su pluralismo y diversidad, está marcada por la poesía como piedra de toque. Así se constata en Atardece despacio, volumen que acoge el cuerpo poético completo; una  producción contundente, que compila más de cuatro décadas de escritura. Es el balance de una entrega incansable, que aún prosigue, si nos atenemos al abanico de poemas de Mientras dure la luz (2021).
   Pero la mirada creadora deja sitio al aforismo, estrategia expresiva capaz de penetrar el epitelio del ser y mostrar su textura más humana. En el laconismo sapiencial queda expuesto el núcleo interior que aglutina incertidumbres y angustias, ideales y ceniza, recuerdos y la hermosa desnudez de la esperanza. La dicción minimalista se hace meditación y memoria. Indaga en el patrimonio de la sensibilidad. Alumbra una identidad en el tiempo. El presente esconde la frágil verdad del existir, la advertencia intacta del tránsito. El yo es un pasajero fugaz del transcurrir y así lo constatan, en términos literarios, las sucesivas entregas de aforismos Ideario de otoño (1987), Voces detenidas (2004), El caracol dorado (2011) y El hilo de la cometa. Antología esencial (1987-2011), balance personal con selección y prólogo de la aforista, crítica y ensayista Carmen Canet.
  Del itinerario aforístico de Dionisia García se nutre Vuelo hacia dentro, una selección que moldea con las teselas de la brevedad una manera de estar. Día tras día, el tiempo expande imágenes y símbolos cercanos, perfila contrastes, presenta la realidad como una ficción narrativa que construye espejismos en el horizonte y ubica en el pensamiento la ventana abierta de la incertidumbre. El lenguaje del existir tiene la cadencia de un canto polifónico. Y así lo manifiesta la fuerza ordenadora de este conjunto de casi seiscientos textos breves, donde a juicio de Consuelo Ruiz Montero, Catedrática de Filología Griega de la Universidad de Murcia, resalta un incansable diálogo con la naturaleza y el clamor palpitante de la propia travesía vital como camino de aprendizaje y veta profunda de enigmas y lucidez. El yo no tiene más estrategias que la reflexión y la interiorización de una realidad transcendida, que se vislumbra auroral y estética, dispuesta a la construcción continua de un universo mudable.
   El aforismo deviene claridad y espera, busca el umbral del entendimiento: “Escribir es estar al acecho de lo probable”, “La pasión por la escritura va con la vida, si ésta lentece el impulso se agosta”. Con aparente ligereza, las evidencias muestran pacientes su telaraña relacional con el sujeto verbal. Toca descubrir desde la percepción ese entorno natural que propaga enclaves para la imaginación y para la búsqueda de sentido de una realidad tangible. Quien se asoma a lo diario, se afana en preservar su misterio: “No me gusta leer a filósofos que lo tienen todo claro”, “Si desechamos las ideas difíciles de comprender, y no insistimos en ellas, corremos el riesgo de quedarnos en blanco y tener que volver a empezar”, “Nuestro caminar, de un solo recorrido, es cercenado por banalidades, controversias, espacios perdidos. ¿Qué nos queda?”.
   La memoria cultural se convierte en un claro del bosque, repleto de referencias que propician con su rescate estados de ánimo próximos a la evocación y la nostalgia. Dionisia García muestra un cúmulo de experiencias lectoras que invitan al balance: “Shakespeare se defiende como puede en esta época, porque estamos en otra cosa”, “Montaigne ha pasado todas las revisiones con excelencia. En estos años ha quedado para las citas”, “Charles Dickens es ese autor que tenemos en el “cuarto de atrás”, y lo aireamos de vez en cuando para nuestro bien.”, “Antonio Machado es un surtidor inagotable. A él vuelvo de vez en cuando para refrescarme”.
   Los aforismos de Dionisia García integrados en Vuelo hacia dentro avanzan con mirada múltiple. En su vocación indagatoria disciernen sobre la riqueza de matices interiores y externos que a diario percibe el camino existencial. En el fluir de la conciencia hay una sensación de madurez y culminación de destino, la serenidad de haber llegado, siempre con incertidumbres, tanteos y dudas, y consciente también de nuestra condición efímera: “Desde que somos conscientes de nuestra finitud, alojamos su realidad y ensombrecemos el camino”, “Tener la maleta hecha no está de más”. La selecta aforística de Dionisia García ensancha senda cívica, constata plenitud y conocimiento, la palabra viva que levanta el ánimo y agradece “la caricia de ser”.
 
José Luis Morante





lunes, 9 de mayo de 2022

SEGUIR A SOLAS

Más lejos


 


SEGUIR A SOLAS

escuchar el canto de un pájaro muerto

FRANKLIN FERNÁNDEZ


Y sin embargo
el camino reparte
más extravíos.

                    (Inédito)






sábado, 7 de mayo de 2022

GABRIELA ROSAS. DESCARRILADA

Descarrilada
Gabriela Rosas
Editorial Petalurgia.com
Colección Arcania, edición digital
Madrid, 2022

POÉTICA DEL CUERPO

    La colección Arcania que impulsa la poeta y editora María Gabriela Lovera Montero, en el catálogo digital de Petalurgia.com, acoge Descarrilada, un nutrido equipaje de aforismos de Gabriela Rosas (Caracas, 1976). La venezolana desempeña un quehacer plural en el que son facetas complementarias la poesía –verdadero hilo conductor de su estética-, la narración breve, el quehacer editorial y la docencia en talleres de creación. A lo largo de su recorrido, el horizonte de publicaciones integra las entregas La mudanza (1999), Agosto interminable (2008). Blandos (2013), Antología de Cuentos Postmodernistas (2014), Quebrantos (2015), y Con Truman y sin ti (2021). Su obra poética, parcialmente traducida al inglés, italiano y otros ámbitos idiomáticos, está ampliamente representada en revistas y antologías y ha conseguido reconocimientos como el Primer Premio Nacional de Poesía para Jóvenes Juan Antonio Pérez Bonalde (1995) y el Primer Premio en la Bienal Nacional de Literatura Lydda Franco Farías (2014).
  Por primera vez, de forma monográfica, Gabriela Rosas añade a su trayecto el minimalismo y la voluntad lacónica del aforismo. Desde la síntesis expresiva, amanece la entrega digital Descarrilada, cuyo título, según comenta la poeta y editora María Gabriela Lovera, proclama un expresivo gesto de rebeldía. La obra de Rosas se integra en un proyecto editorial colectivo personificando el naipe de El Carro, séptima carta del Tarot. En las veintidós imágenes que componen la baraja, la elegida representa el control de la mente sobre las pasiones. Cobra así un sentido pleno el estar “descarrilado”; es decir, el no seguir los trazos del camino y avanzar por fuera, en la periferia de lo establecido, rompiendo las normas del estar diario. Sirven de umbral al libro dos incisiones mínimas seleccionadas del aporte textual de Eugenio Montejo –“Ama que se va el día”- y de José Luis Morante –“Con letras de lluvia escribía otro sueño”-. Las dos se integran en la estela del aforismo lírico, cultivado por escritores referenciales como Juan Ramón Jiménez o Rafael Cadenas.
   El decir breve de Gabriela Rosas constata una fértil veta existencial que emana directamente de su mundo poético. Conviene recordar que la escritora cultiva un intimismo humanista, claro espejo del yo interior, en el que se vislumbran obsesiones básicas como el amor y el desamor, un territorio pasional siempre convulsionado por el deseo y el oscuro vuelo de la pérdida, la disgregación en el tiempo o la zozobra de encontrar sentido a la propia existencia. Las hebras lacónicas alientan un trayecto reflexivo donde los estados vivenciales resuenan con fuerza: “Para amarte me inicié en el fuego”, “Ser el poema o el rayo, la misma intensidad, la misma quemadura”, “Cada uno con su derecho al incendio”, “Para decir amor, primero digo cuerpo”, “Que tu boca sea el lugar donde nos encontramos”, “Llueve y es contigo”, “Pensar en la llama me consumió”. Son textos que se desmarcan de una contemplación distante y objetiva del trasiego afectivo y se nutren de un activismo cercano que apenas encuentra calma.
   También la palabra es cuerpo que renace en cada amanecida con músculos y huesos, abrazo y calidez. Los interrogantes del quehacer poético desvelan, como si recorrieran la oscuridad tanteante de un espacio interior, dilatados enigmas. Abren ventanas de comprensión, enlazan el legado de la experiencia biográfica y los trazos del quehacer escritural: “La poesía nos hace mejores amantes”, ”Escribo para que el cuerpo sea poema”, “Sin dolor no hay placer”, “La poesía es como el amor, te pasa o no te pasa”. El personaje definido en los textos de Gabriela Rosas mantiene un compromiso con la lucidez; postula en su mirada una realidad insuficiente, alejada del temblor estival y la calidez celebratoria de los cuerpos al sol. Quien habla es una incisión vulnerable de nostalgia. Desde la evocación, la ausencia encuentra sentido y permanencia.
  Resalta en esta levedad la perfección semántica de algunos aforismos, cuajados de belleza: “Desamparo es no tener quien te desnude”; o la excelente reflexión paradójica: “Yo estaré de pie cada vez que me olvides”.
  El recorrido argumental de Descarrilada nos deja entre las manos una actitud en guardia, donde el repliegue en los laberintos interiores es el camino franco para la memoria. La experiencia vital se erosiona por el discurrir del tiempo, ha perdido certezas para agostarse en los espejismos de un estar carente de ideales. Es el tiempo de negociar coherencia y dejar sitio a las sensaciones que testimonian la derrota.
   En esa intemperie, las presencias familiares se convierten en refugio donde germina lo vivido; nace así la brisa del retorno, la necesidad de convertir en permanente patrimonio la fuerza terapéutica del aforismo. Los recuerdos se hacen voz contra el estar a solas. Con dicción despojada, en la mirada fragmentaria de Descarrilada Gabriela Rosas armoniza pensamiento y lirismo existencial. En los dardos conviven la voz sosegada de lo coloquial y una percepción que guarda el misterio de la intensidad y el tanteo fecundo de lo  imaginativo. La voz expande nervaduras con sinceridad emotiva, con esa austeridad de ojos abiertos que escribe un desenlace a la esperanza.
 
JOSÉ LUIS MORANTE




 
 
 
 
 

 

viernes, 6 de mayo de 2022

COMPENSACIONES (AFORISMOS POLÍTICOS)

Leones en el Congreso (Madrid)
Fotografía
de
Europa Press

 

COMPENSACIONES
 
A la ministra Margarita Robles,
con mi gratitud incondicional
 
 
Las calumnias son palabras con pus.
 
Hay socios nefastos en el ejercicio laboral de su función, pero magníficos vendedores de periódicos.
 
Los que carecen de causas inventan efectos.
 
Padecía un radicalismo sin frenada. Al detenerse se quedaba más allá.
 
Nada infunde más coraje al delincuente que perseguir a la policía.
 
Por fin habían conseguido convertir la sala de secretos oficiales en un gabinete de curiosidades.
 
La capacidad de trabajo, el rigor conceptual, el programa común y la lealtad, esos fósiles de otro tiempo.
 
Hay partidos políticos que usan la necedad como jerarquía de mando.
 
Tenía una activa participación política; conspira de continuo.
 
La vigencia más fuerte de la minoría es su aspiración ministerial.
 
Para mejorar la economía verbal parlamentaria, en el día del libro, dejaron en la puerta del Congreso trescientos cuarenta ejemplares de las Meditaciones de Marco Aurelio. Los rechazaron por ilegibles.
 
El insulto como estrategia expresiva aleccionadora.
 
Más que multiplicar respuestas, el debate político ficcionaliza la realidad.
 
(Aforismos políticos)