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Laberintos verbales |
CUOTA COMPLETA
Con la cuota completa de palabras escritas,
el quehacer lector quiso un día crear una biblioteca de libros innecesarios. En
las cercanías de un bosque acondicionaron un extenso claro de arenisca y alzaron
pilares, naves y cobertizos, cuya altura ofrecía amplias posibilidades de
acomodo para las estanterías. Muchos años después, el cargamento de palabras
inocuas quedó reunido. El autonombrado director abrió la puerta y dispuso exilio
laboral frente a una ventana, donde no había mucho sol. En los días siguientes
tocó el costado de las estanterías sin que los libros alineados preguntaran qué
hacían, lejos de las pupilas, sin recibir entre murmullos la severidad de
cualquier juicio. El silencio era una sensación única y distinta que concedía confianza
a las ruinas de tinta de sus contenidos. Sobre la mugre del futuro, el ajuste
perfecto en lo invisible era también una forma de loable memoria y permanencia.
(De Cuentos diminutos)
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