domingo, 30 de septiembre de 2012

CONCORDIA.

                                                      José Luis Morante.
                                                      Fotografía de Sergio Guadalajara


Concordia

El paladar disuelve
simulacros.
Se desdobla la voz
para ver si resurge
el sabor comunal
de lo vivido.
Acusaciones hieren
la firmeza del labio.
Demanda la inquietud
quién enfrentó riberas,
sembró escombros, cenizas,
unió sombra y vacío.
Una ronca vigilia
anticipa respuestas.
Paso la noche absorto,
habilitando signos
de serena concordia.
Pero tú no regresas.
El tímpano transmite
ecos desapacibles.
Y nada permanece.
Ni siquiera la sed.

( La noche en blanco, DVD ediciones)

jueves, 27 de septiembre de 2012

ANTONIO RIVERO TARAVILLO. REGRESOS.

Macedonia de rutas
Antonio Rivero Taravillo
Paréntesis, Sevilla, 2010

   Fue en el ecuador de los años noventa cuando descubrí por vez primera las prosas de viaje de Antonio Rivero Taravillo (Melilla, 1963). Compartíamos páginas en el suplemento cultural La Mirada de El Correo de Andalucía, un semanal sevillano, coordinado con tino por José Luna Borge, en el que se daban cita colaboradores de innegable talento, y recién llegados a la literatura, como Martín López-Vega o Javier Rodríguez Marcos.
   En esa década el escritor, afincado en Sevilla desde sus primeros días infantiles,  daba comienzo a una labor miscelánea que aglutina poesía, ensayo, crítica, traducción y libros de viaje, género al que pertenece la edición de Paréntesis, Macedonia de rutas, precedida en el tiempo por dos volúmenes similares, Las ciudades del hombre y Viaje por Inglaterra.
   El mapa geográfico ofrece un amplio listado de puntos de fuga y corresponde al viajero sumar pasos hasta el fin de trayecto. Es verdad que el itinerario sólo concluye cuando el paseante regresa al umbral de partida que para Antonio Rivero Taravillo siempre tiene el exacto formato de un folio en blanco donde narrar la crónica de sus vivencias. Allí se plasma en mapas de tinta el variado aporte del deambular, la completa jornada de ida y vuelta.
   La globalización ha castigado a muchos destinos con un turismo gregario, anodino y vulgar que mira distanciado y convierte a los lugares de interés en apresuradas fotografías digitales o en postales repetidas. Antonio Rivero Taravillo acierta a personificar cada parada; el marco geográfico es un interlocutor vivo que relata su pasado, sus encuentros con otros viajeros o los detalles que convierten su apariencia en un subrayado de los sentidos. Como no podía ser de otro modo, están las ciudades atlánticas que acogieron en sus aulas y bibliotecas al joven estudiante, al investigador filológico y al traductor;  los muchos sitios de la Bética, con Sevilla como plaza porticada del recuerdo;  la Europa nórdica; la arqueología de Roma y las arterias grises de Venecia. También destinos de largo alcance, al otro lado del océano, en los que las ruinas de los pueblos precolombinos conviven con el ajedrez urbano de Nueva York, arquetipo de la metrópolis contemporánea que tanta huella ha dejado en la literatura en castellano.
   El viaje como metáfora de la propia existencia ha sido un tema recurrente en la literatura. Andar el camino no es más que abrir una perspectiva nueva al tránsito interior y una toma de conciencia del carácter transitorio de cualquier destino.
   Macedonia de rutas convierte cada periplo en un relato protagonizado por el yo que deja sitio a un decorado convertido en un agente activo. En él los detalles de la descripción, los elementos ambientales, conviven con las relaciones que establecen los individuos que  entrecruzan sus coordenadas. Cada lugar es un refugio y un punto de encuentro, un espacio sencillo y complejo que desdice la soledad del paseante solitario y nos habla de buena vecindad entre pasado y presente, entre libros y geografía.

 

lunes, 24 de septiembre de 2012

JOSÉ ANTONIO LLERA. TRAYECTO.


El desierto está creciendo
José Antonio Llera
Ediciones Liliputienses
Cáceres, 2012
 
   Desde su inicio el catálogo de Ediciones Liliputienses, impulsado por el poeta José María Cumbreño, nace con vocación minoritaria y tiradas reducidas, abriendo campo a labores creativas de difusión restringida o que apenas asoman a los reiterativos titulares de los suplementos literarios.
   El desierto está creciendo es un compendio breve del verbo poético de José Antonio Llera (Badajoz, 1971), profesor universitario y firmante de las colecciones de poemas, Preludio a la inmersión, El monólogo de Homero y El síndrome de Diógenes, las tres representadas en este volumen que se completa con varios inéditos del libro en preparación Transporte de animales vivos.
   Un preliminar da cuenta de algunas circunstancias biográficas, de algunos ilusorios propósitos juveniles y del criterio selectivo de una entrega que parte del ahora escritural para remontarse al primer libro. El que los versos iniciales de El desierto está creciendo sean los más recientes sugiere la importancia que el autor concede en la modulación de una voz propia de madurez. Son textos narrativos, que buscan la objetividad de una lente de cámara y que ofrecen planos situacionales en los que se insertan reflexiones de corte aforístico o experiencias concretas. Así nace la idea de una ficción autobiográfica que condensa, con prolijo aporte de detalles, la dialéctica entre entorno y sujeto. El primero establece un punto de fuga, reajusta los pasos del trayecto personal e inunda la retina con aristas cortantes.
   Aparecido en 2009, El síndrome de Diógenes  emplea la acumulación como método escritural del yo poético; se yuxtaponen referentes diversos para trasladar la idea de que cada texto releva la auténtica textura de lo cotidiano. Como esos contenedores urbanos donde la materia concluye su trayecto de uso, el sujeto se define por lo contingente, por lo que está abocado a desaparecer.
   El poema “Sala de espera” no prosigue un hilo argumental definido. Las imágenes crean diferentes ambientes que despiertan la sugerencia del lector con largos periodos narrativos que abocan en una reflexión conclusiva: “No cubráis una herida que sólo el aire puede sanar. La piel no tiene estrías para los que esperan a las afueras del último equinoccio”. Del mismo modo, otros poemas parecen hechos de párrafos autónomos que sirven de cobijo a pensamientos en torno a lo existencial, una existencia en la que encuentra cobijo lo alucinatorio.
    Un breve fragmento sirve de muestra de El monólogo de Homero, libro concebido como un monólogo dramático sobre un icono cultural; la identidad paga el diezmo del acto creador y su actitud es válida en cualquier tiempo. También un texto breve representa el punto cero escritural, Preludio a la inmersión, en el que es perceptible la apoyatura cultural.
   Uno de los mayores atractivos de El desierto está creciendo es la constatación de que la propuesta escritural de José Antonio Llera es singular y se aleja de lo predecible. El poeta y ensayista se siente cómodo utilizando el poema en prosa como factura formal, Los versos alzan un andamiaje narrativo para desvelar desde la palabra una realidad de contraluces.

sábado, 22 de septiembre de 2012

LA CASA DEL PADRE.

 
 
                        Fotografía de Sergio Guadalajara
 
 
LA CASA DEL PADRE

                                 El Bohodón

Cuando nací mis padres levantaron
aquel techo de sombra.
Una casa de adobes
sobre el espejo gris de la laguna.
Emparento aquel gesto
con un quehacer sin mácula,
casi predestinado
a habitar para siempre
en mi memoria.
Agua cárdena y barro;
humildes atributos
de aquel mundo sonámbulo
que siembra su quietud
con indicios de humo:
lino tendido sobre los rimeros,
el puchero y la lumbre
y el sonido del hierro
repicando en la fragua.
Calle arriba la iglesia, las acacias
y mi sombra perdida
en la hora lenta del atardecer
que me marca la fecha de regreso.
 

miércoles, 19 de septiembre de 2012

MARÍA SANZ. SOLILOQUIO.

 Danaide
María Sanz
II Premio Iberoamericano de Poesía Hermanos Machado
Vandalia, Fundación José Manuel Lara, Sevilla, 2012
 

   El pasadizo culturalista de los años setenta se amplía en el decenio siguiente con abundantes bifurcaciones estéticas, Los poetas prefieren enfilar hacia derroteros personales y vadear a contra corriente. María Sanz (Sevilla, 1956) es uno de los nombres que firma su amanecida lírica, Tierra difícil, en 1981. Su trayectoria, con ejemplar regularidad, va sumando entregas hasta componer un corpus que sobrepasa la treintena de libros. Un primer sondeo de la extensa producción se halla en la antología Pétalo impar en la que un prólogo de Carlos Murciano exponía las líneas de una década de escritura. También Luna de Capricornio es un muestrario plural donde se incluyen textos reconocidos con premios importantes en un amplio tramo temporal, entre 1981 y 2006. De la poeta sevillana, cuyos libros persisten en la mirada a tradiciones como el romanticismo, el simbolismo y la poesía de Juan Ramón Jiménez, han escrito páginas clarificadoras Sharon Keefe Ugalde e Isabel Chevalier.
   La entrega más reciente de María Sanz recurre en su título, Danaide, a la mitología griega. Es sabido que las danaides eran las hijas del rey Dánao, exiliado en Argos y que entre sus peripecias más sonadas están la búsqueda de fuentes para paliar la sequía, y la consumación de la venganza paterna en el lecho conyugal. Son apoyos para ampliar la reflexión indagatoria de un yo desdoblado. El poeta convierte su caudal emotivo en soliloquio dirigido a la segunda persona, reflejo especular que permite un íntimo conversar del sujeto consigo mismo: “Cara y cruz de la muerte, sólo un pozo / sin fondo lograría reflejarte / en pura soledad, desentrañando / cada esperanza que te sobreviene”.
   Con pulso meditativo la memoria hace recuento de los efectos del discurrir; las esperanzas se deshojan, amarillean convertidas en hojarasca; los pasos del yo adquieren el ritmo somnoliento de la inercia; se abre un camino hacia el desencanto en el que la conciencia refrenda que los sueños tienen la naturaleza de vulnerables espejismos. La aurora se hace crepúsculo. También los sentimientos pendulean, sometidos a los azarosos vaivenes del destino. El amor no es la tabla salvadora del náufrago sino una estación, un puerto abierto desde el otro que va mudando su naturaleza hasta convertirse en caligrafía de humo. La soledad irrumpe como estado continuo, como corteza y epitelio de ese vacío que anega el corazón: “Cada vez va quedando menos brisa, / menos templanza, menos mansedumbre, / y más certeza de lo que no eres.”
   Danaide es un poemario escrito con la voz serena de la meditación. Los estratos del protagonista poemático se abren para dejar a descubierta el itinerario vivencial contemplado bajo la claridad de la desolación, cuando la esperanza se muda en desengaño, en las horas oscuras que miden la empobrecida realidad del presente.

   

domingo, 16 de septiembre de 2012

Mª ÁNGELES PÉREZ LÓPEZ. COMPLEMENTOS.

Atavío y puñal
Mª Ángeles Pérez López
Olifante, Zaragoza, 2012

Atavío y puñal arranca con una metáfora: "La mujer pinta sus pies de verde y se sube a  ellos". Es una coordenada, una señal que habla de un definido propósito escritural; el poema es un hábitat que la imagen amplía, no el propósito comunicativo de una voz confesional que despliega vivencias. También desde los primeros versos se identifica al yo textual: la mujer, un arquetipo que vela nombres propios y rasgos concretos. Lo femenino se expone como intersección de estratos, lejos de la exaltación sensiblera de la tradición romántica y muy cerca de aquella forma de ser de la mujer rota de Simone de Beauvoir; aquella que lucha contra la frustración y el fracaso, que hace de su introspección un largo monólogo en busca de respuestas. Los versos abren sendas en las que se perciben como complementos identitarios las erosiones del acontecer, el desgaste fisiológico, la enfermedad, el dolor y también las distorsiones del entorno vivencial.
   La existencia se formula como conflicto. Traspasar el umbral significa caminar sobre "el rencor viscoso de la brea", un estímulo negativo que exige una respuesta de la conciencia para hacer mudable una realidad hecha de alteraciones. Existir es soportar formas de imparable erosión que afectan también al propio cuerpo; somos materia vulnerable, a pesar de esa esperanza que nos concede la idea de ser torres firmes.
   La identidad que habitamos se forja desde el tiempo y sufre los estigmas del devenir. Respirar cada día es sentir con vehemencia los desgarros, es perdurar en la voluntad de hacer visible la belleza o inventarse razones para el júbilo como la maternidad o la ternura.
   En su breve nota de solapa, Olvido García Valdés habla de personajes dramáticos habitando el escenario del poema. Yo prefiero incidir en la idea de una sensibilidad arquetípica que en la corriente de los días encuentra círculos de dolor, abandono y silencio.
   Atavío y puñal conforma un libro denso, cuajado de imágenes, complejo en su primera lectura, en el que cada poema despliega un vocabulario de expresiva semántica  que da aliento a una voz femenina, conmocionada por la incertidumbre.

miércoles, 12 de septiembre de 2012

YO

                                           
                                                        (Fotografía de Victor Fernández Antón)

 Una de las patologías personales de la que no somos conscientes y que, sin embargo, detectamos de inmediato en los demás es la egolatría, esa forma de mirar la vida social desde el púlpito del yo, revestidos de una admiración que distorsiona la realidad con fantasías de grandeza y superioridad. Hablo de tipos cuya ocupación favorita es moldear un ego con rostro de habitante oceánico. Algunos certezas:
 
 . Los ególatras lo son desde su etapa infantil. El único juego de niños que practican es el yo-yo.

. Zapatos nuevos y decidida voluntad para caminar alrededor de su cuerpo, como el que teje una tela de araña.
 
. Zona wifi de óptima cobertura: nunca pierden la conexión consigo mismo.
 
. Tienen claro el título del libro que se llevarían a una isla desierta: Canto a mí mismo, de Walt Whitman.
 
. Orgulloso de ese ADN secreto, de ese mapa biológico que confirma su genialidad.
 
. Hablo del yo y la grandeza del tema requiere un sentido épico.
 
. La autobiografía condimenta el yo con ramitas de perejil. De ahí el regusto a especias, festivo y laudatorio.

lunes, 10 de septiembre de 2012

PHILIP ROTH. EPIDEMIA.

Némesis
Philip Roth
Mondadori, Barcelona 2011
Traducción de Jordi Fibla Feito

   Editada en 2010, Némesis narra la histeria colectiva que provoca en los barrios de Newark una epidemia de polio. Aparece en la comunidad judía en el  verano de 1944 y causa estragos entre los niños. Hasta ese momento era la guerra el estigma más temido, muchos jóvenes americanos combaten en el frente del Pacífico o en las tierras de Europa invadidas por Hitler, en plena segunda guerra mundial. Como en  otras enfermedades infecciosas de origen desconocido, el número de afectados abruma. El calor sofocante y la geografía de humedales propician la transmisión. Si la guerra causaba bajas heroicas, muertes dignificadas por la defensa de un ideal, la polio es una enfermedad devastadora que se ceba en los más desprotegidos y anula el futuro de vidas que apenas comienzan su itinerario existencial.
   Figura central de la novela es Buky Cantor, un joven atlético a quien un defecto visual ha impedido alistarse. Contrarresta el rechazo para su alistamiento con un esforzado servicio social, como responsable de las actividades al aire libre de un centro educativo en Chancellor. En distintas ocasiones ha dado muestras de su entereza, lo que le vale la admiración de los chicos y el respeto de las familias que ven en él un apoyo para la confidencia y un ejemplo a seguir por sus propios hijos. Cuando saltan las alarmas vuelve a la memoria de todos azotes anteriores como la epidemia de polio de 1916 y de aquella nefasta experiencia se deriva una visión trágica en la que sobresalta la serena responsabilidad de Cantor, desde el comienzo de la epidemia y su esfuerzo por ser un sujeto útil a la colectividad que antepone el bien común a sus miedos personales y busca alternativas para recuperar la relajante sensación de seguridad. Pero una relación sentimental cambia su percepción del problema y decide abandonar Newark para trabajar como monitor de actividades acuáticas en el campamento de verano de Indian Hill, en  las montañas Pocono. Parece un refugio seguro y aislado mientras su barrio se convierte en centro de la epidemia y las autoridades estudian su puesta en cuarentena. Sin embargo el avance del virus destructor hace que se sienta indigno, como si hubiese abandonado a seres desprotegidos y vulnerables.  El aislamiento en Indian Hill tampoco evita el contagio. Cantor se ve a sí mismo como portador de la enfermedad y tras un análisis se confirma que también él está infectado. Será el comienzo de un penoso periplo de operaciones que diezman su cuerpo. Se convierte en un solitario abrumado por la culpa que renuncia al consuelo de los otros.
  Toda biografía está sujeta al azar de la contingencia. La de Buky Cantor conoce los instantes más duros del sufrimiento. Se siente culpable y esa sensación segará de raíz cualquier esperanza. La polio lo ha convertido en un lisiado físico y en un nihilista moral.
   La dramática historia que acogen las páginas de Némesis se relata en tercera persona, por un narrador omnisciente que aporta objetividad y distancia a sus claves interpretativas. Pero el argumento no es un suceso episódico en su voz; lo que fomenta el tono verosímil y la exhaustiva información disponible se cifra en una herida común: también fue víctima de la polio y supo remontar sus estragos para hacia un ahora de aceptación y normalidad. En cambio, Buky Cantor, la figura estelar de Némesis nunca regresó de aquel trauma. Hizo de su casa un sótano frío de autodestrucción y derrumbe.

viernes, 7 de septiembre de 2012

JOSEP M. RODRÍGUEZ. ANDAMIOS DEL YO.

Arquitectura yo
Josep M. Rodríguez
XIV Premio de Poesía Generación del 27
Visor, Madrid, 2012

   Cada momento generacional se consolida a través de compilaciones que acogen la creación colectiva de las voces más relevantes. Uno de los imprescindibles en los últimos recuentos es Josep M. Rodríguez (Súria, Barcelona, 1976), licenciado en Filología Hispánica y autor de los poemarios Las deudas del viajero, Frío, y La caja negra, a los que ahora se suma Arquitectura yo. Completa su perfil creador el ensayo Hana o la flor del cerezo y las antologías Yo es otro. Autorretratos de la nueva poesía española y Alfileres. El haiku en la poesía española última.
  El título me deja de inmediato resonancias del poeta y arquitecto Joan Margarit, el más celebrado exponente del mapa lingüístico catalán, pero no se perciben de forma explícita las afinidades discursivas: el hiperrealismo emotivo y autobiográfico de Joan Margarit contrasta con la velada presencia del intimismo en el sujeto textual de Josep M. Rodríguez y con la objetivación de referentes, obviando en este breve comparativo los contrastes formales.
   No hay apuntes de epigonía sino conocimiento y confianza del discurrir de la tradición, como enuncia Eloy Sánchez Rosillo en la contracubierta. Nos hallamos ante un cauce verbal denso, reflexivo, que abre el pesimismo indagatorio de Alejandra Pizarnik: “Está oscuro y quiere entrar”, aserto paradójico que aglutina exploraciones y sondeos.
  Alguna vez he leído, ya no recuerdo dónde, que los versos de Josep M. Rodríguez amplifican el realismo desde la sugerencia. Es una excelente definición que hago mía de inmediato. El sujeto verbal no emplea la terminología del realismo enunciativo, busca para la arquitectura del yo protagonista andamios nuevos y anula marcas gastadas de etiquetas tópicas. Así define la semántica nocturnal de la tristeza en “Crudo”, el poema inicial: “De tan negra / y profunda / la tristeza parece un pozo de petróleo. / ¿Se formará también de aquello que está muerto? ”.
   El avance poemático es lento, sugiere una reflexión intensa que busca una fórmula escueta para su resultado y recurre a imágenes novedosas: “reclama para ti la lentitud del saurio, / la inocencia del fósil “. Son versos que con sus mínimos elementos hayan sitio en nuestra memoria.
   Estamos ante una colección poemática hecha desde la introspección donde la identidad es uno de los asuntos centrales del sujeto y se define a partir de experiencias vitales como la pérdida; somos lo que vamos abandonando a cada paso del tránsito diario; lo dice bien la imagen en la rama del nido vacío, o las hojas desprendidas, como vulnerables elementos de una postal de otoño.
   El paisaje constituye una sostenida indagación temática, privilegiando la idea de que las formas externas son prolongaciones emotivas; el sujeto es intérprete de lo aparente que describe, unifica y relaciona: “El otoño también llega hasta el mar, / una a una / las olas / se deshojan “. Las palabras construyen la contingencia de lo real.
   Arquitectura yo afianza con brillantez la singular aportación de Josep M. Rodríguez al espacio poético contemporáneo.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

RICARDO VIRTANEN COMENTA "MAPA DE RUTA"

Mapa de ruta
José Luis Morante
Maillot Amarillo, Diputación de Granada, 2010

Celebrar los veinte años de publicaciones poéticas, mostrar la coherencia de una obra  compacta y cerrar en un solo tomo una suma poética seleccionada son los distintivos de Mapa de ruta, que nos presenta el abulense, y afincado en Rivas, José Luis Morante (1956). Veinte años de producción poética que encarna siete libros: Rotonda con estatuas (1990), Enemigo Leal (1992), Población activa (1994), Causas y efectos (1997), Un país lejano (1998), Largo recorrido (2001) y La noche en blanco (2005). Quedan al margen plaquettes, aunque se suman 5 poemas inéditos al conjunto. Mapa de ruta comprende desde 1990 hasta 2009. Una fructuosa etapa llena de premios y reconocimientos. Entre las muchas cualidades que hallamos en la poesía de José Luis Morante, expondré algunas que explican  una obra coherente y equilibrada.

Poesía de la línea clara. Morante nace a la poesía con su primer título, en el año 1990. No obstante, es un autor que se forma con la generación de los ochenta, y dentro de ésta se decanta por aquella línea clara que expresó la obra poética -y crítica- de Luis Alberto de Cuenca, y próximo a poetas como García Montero o Benítez Reyes. A ello podríamos sumar la influencia de poetas de otra generación, como Ángel González, J. M. Fonollosa o Joan Margarit. A esta línea clara, cuya pretensión mayor es que se entienda el poema sin cortapisas ni abstracciones, con una estructura formal del texto y presencia de la anécdota, podríamos sumar poemas de distintas épocas como “Sabios consejos”, “Encuentro”, el autorretrato “Resaca” o “La casa de enfrente”, en los que destaca la fina ironía de su autor, así como la carga crítica que destilan sus versos. 

Poesía social. Precisamente resulta característica la adscripción a una poética que se declara en rebeldía. Junto a otros poetas, como L. F. Comendador, se imbrica dentro de  una de las tendencias poéticas de los noventa, con un acusado tono objetivo en los poemas de los cuatro primeros libros, como son el ya clásico”El arte de vivir los lunes” o “Enemigo insolvente”, y otros más descarnados, llenos de un optimismo desesperanzado, como “Tipología”, “El reino de los mansos”, “Moral de victoria”, “Chabolas”, “Francotirador” o “Extranjeros”, quizá el ejemplo más acusado.

Poesía del yo, del nosotros. El desdoblamiento poético, el juego de heterónimos, el yo divergente que asoma en los poemas del autor, y converge en el nosotros, conforma otra de las características destacadas de su poética. Éste será el motivo temático que utilice Josep M. Rodríguez a la hora de trazar el sugerente prólogo que antecede a los poemas del libro. El texto primero, “Heterónomos”, debería ser un clásico ejemplo en la literatura actual del desdoblamiento del yo, de máscara que adopta el sujeto poético, cuyo embrión se adivina en otros escritores del XX (Machado, Pound, Pessoa), y que tiene en Rimbaud su primer precedente. Poemas en este ámbito son “El otro”, “Autobiografía”, “Identidad”, “Máscara”, “Personaje literario” (que refrenda la cuestión de la identidad) o “Fortaleza”, donde leemos: he perdido el anhelo difuso de ser otro.

 Poesía que se construye desde el viaje hacia el nosotros. Una última característica que añadiríamos es la idea de viaje. Desde Un país lejano, su poesía es proclive al viaje: en sueños imagino / un país extranjero. Se inicia pues una poesía de tránsito que ocupan los libros siguientes: Largo recorrido, en que está “Equipaje”, un poema muy machadiano que une poética con viaje; o La noche en blanco, cuyo poema “Penélope” resume a la perfección esta idea de espera y viaje circular, en uno de los mejores poemas del autor. El último poema del libro, el inédito “E-mail”, resume la poética del autor:                                       

El mensaje conciso,
sin tallo emocional,
sin hojarasca
 
Una poética que alcanza los veinte años con un conjunto de poemas precisos, necesarios.

                                                                                                          Ricardo Virtanen
                                                                               

lunes, 3 de septiembre de 2012

GEOGRAFÍA.


Geografía

Los cartógrafos nativos de A
ubicaron el paraíso en B.
Afamados estudiosos de B
descubrieron en A la localización exacta.
En C nunca hubo unanimidad geográfica
sobre esta cuestión:
unos se inclinaban por situarlo en A, otros en B,
y ganaba adeptos un tercer grupo
que prefería no decantarse
porque alimentaba la sospecha
de que el paraíso no estaba en ningún sitio.

              ( Corondel, Valencia, Separata nº 12)

sábado, 1 de septiembre de 2012

EL DOBLE.




EL DOBLE
                              
                                                                                  (F. K) 

   Hasta aquí llegó el ruido, la imprevista transformación del humano Gregorio Samsa, un monstruo pacífico, rutinario, ensimismado en sus ocupaciones, ajeno y sin peligro para nuestras galerías. La mutación nos llenó de perplejidad y durante noches buscamos las causas de aquel cambio.  Todos decían que aquel ser era idéntico a mí.
   Tras el letargo estacional, hoy me desperté sobresaltado, ahuyentando la niebla de los sueños. Un extraño temblor me llevó a contemplarme en el agua dormida. Ahora el monstruo soy yo. En el fondo de mis ojos percibo la imagen de Gregorio Samsa.