viernes, 31 de julio de 2020

GORRIÓN




GORRIÓN

Muestra la luz
un revuelo de formas.
olor a heno.

                      (Navadijos, 2020)


jueves, 30 de julio de 2020

PILAR BLANCO DÍAZ. YO ESCRIBO LA NOCHE




Yo escribo la noche

Pilar Blanco Díaz

Chamán Ediciones

Colección Chamán ante el fuego

Albacete, 2020

                                                             

                                                                    NIEBLA CON LUZ

   El sostenido entusiasmo de Chamán Editorial, la escala de tinta dirigida por Ana Isabel Toboso y coordinada por el poeta Pedro José Gascón Piqueras, impulsa el amanecer de Yo escribo la noche, una colección de poemas de Pilar Blanco Díaz, quien también publicó en la editorial manchega la entrega anterior Vigía de su paso (2018). El libro escoge como título un fragmento versal de Alejandra Pizarnik: “Toda la noche hago la noche. Toda la noche / escribo. Palabra por palabra yo escribo la noche”. El poemario comienza con un pórtico, “Umbral”, tras el paratexto de Hugo Mujica. Contiene solo una composición breve pero clarificadora sobre la forma de entender la mirada lírica de la poeta de Bembibre asentada en Alicante. Refrenda la vigencia en su trayectoria del sustrato onírico que vela el calado sentimental. La opción por el poema casi minimalista refuerza la confianza en el destello lírico y el empleo de un coloquialismo confidencial, en el que florece de improviso la fuerza expansiva de la metáfora, el estrato renacido del neologismo, o el trenzado de imágenes: “Es la silueta de la noche un pájaro / que apenas se sostiene en la tiniebla; / y es la tiniebla pórtico de luces, / temblor que no se eclipsa contra el suelo, / el manantial, la voz que permanece”.  La sensibilidad de Yo escribo la noche considera la luz como una semilla provisoria que aguarda en el surco la amanecida germinal. En ese despertar del tiempo marca el paso el discurrir afectivo y emocional que sobrevive a cualquier premonición de sombras. El lenguaje crea espejismos, extrañas certezas que se van acumulando para ser tierra firme y voluntad de vida. Así se fortalece un diálogo abierto entre el sentido y la intuición irracional que se explora con un despliegue de interrogantes y sirve como pauta indagatoria a las palabras. El léxico compone un pentagrama en el que el amor presenta un perfil hermético: más allá del concepto y los significados, de los signos y sus relaciones con la realidad, se convierte en pulsión ontológica; siembra sobre el azul de lo diario nubes de luz, indicios de un alfabeto subjetivo que se esfuerza por renacer. Por su entramado orgánico, la entrega de Pilar Blanco dispone su deambular en tres meandros. Si “Ello”, en el tramo de inicio incide sobre el decir introspectivo del yo enamorado, el segundo segmento “S”, titulado con cierto lucidez enigmática, si se me permite el oxímoron, puede considerarse el necesario enfoque del plural, esa suma de dos que sostiene la casa compartida. Sobrecoge la cita del nihilismo existencial de José Saramago que palpa la piel fría de la esperanza. En su condición más íntima, el yo percibe la grieta, la desazón, el perfil inquietante de las sombras al paso: “Tengo un dolor / aquí / donde la cicatriz limita con la noche”. Tantear el pasado es dejar constancia de una fuerte deriva existencial, es habitar de nuevo los rincones de una larga senda circular e inconclusa, hecha de laberintos e intemperie. Pero la poesía siempre trasciende el umbral personal para hacerse testimonio común, una geografía de la pena que recuerda en su queja el grito común. Así sucede en el poema “Cerrando astillas” un intenso monólogo dramático de un quijote atemporal que recuerda la pérdida. Todo el apartado expande una creciente sensación de impotencia, como si el yo fuera consciente de habitar un tiempo diseñado por el pesimismo atroz de algún dios ciego. La coherencia de ambas secciones, suma en su tramo final el apartado “Ella” que reivindica con fuerza la identidad en lucha de la voz femenina: “Soy las dos Fridas. Soy todas las mujeres que lloraron. / cierro mi pecho donde van sus palabras y se recogen astros con maletas llenas, / como albergues de sueños en una espera inútil”.. Pilar Blanco Díaz extrema la selección del paratexto con nombres propios convertidos en voces referenciales. Otra vez la épica sin épica del existir, la herida abierta, los jirones de una garganta rota, el lenguaje de un legado continuo que se retroalimenta y expande con nuevos enfoques. Las citas subrayan intensas revelaciones del dolor y la soledad, cuestionan el conformismo, rastrean el discurrir biográfico, tintan de negro el clima epocal para abrir sendas, profundas e inexploradas, a la sensibilidad subjetiva. En ese cruce intacto de intimismo y exploración verbal, el poemario Yo escribo la noche de Pilar Blanco Díaz recorre una geografía sentimental que habla del regreso y la pérdida, de la contraverdad de un yo enfrentado a sus propios fantasmas del pasado y a sus renacidas certidumbres. Visualiza en plano corto el periplo de una sensibilidad crítica empeñada en no ser dulce, en dejar en sus ojos la ceniza volátil del incendio.




martes, 28 de julio de 2020

MIGUEL ÁNGEL GÓMEZ. EL ARO DE LATÓN



MISCELÁNEA

 

El aro de latón

Miguel Ángel Gómez

Ediciones Cypress Cultura

Colección Quaderna Vía

Sevilla, 2020

 

   El quehacer creador de Miguel Ángel Gómez (Oviedo, 1980) ha crecido muy deprisa, casi con la fuerza de una floración tropical. El frondoso sotobosque aglutina poesía, aforismos, geografía autobiográfica, ficción en prosa y artículos en medios escritos. Todo en poco más de quince años de taller literario, si integramos en el trayecto los aportes sueltos que aparecieron en las compilaciones colectivas Soledades juntas (2005), Perro sin dueño (2007) y El triunfo de la muerte (2011). El afán literario de este asturiano, licenciado en Filología Hispánica y docente de Enseñanza Secundaria, suma ahora, en el intervalo pandémico que ha confinado actos culturales y vida social,  una introspección anfibia: El aro de latón. El propio escritor la define, en nota de apertura, como una madeja multicolor que invita a tirar del hilo para degustar un trabajo poco dado a la hojarasca verbal que ha ido sumando páginas misceláneas en el demorado avance del tiempo. Hay que tener muy cerca el ideario poético de Miguel Ángel Gómez para aceptar de inmediato que el sustrato metaliterario es uno de los cauces fuertes de El aro de latón, título que emana de unos versos de Raymond Carver que aluden a aquel artilugio de los días de infancia. Propone el libro un tanteo en libertad; asume una pluralidad de sensaciones acogida por la estrategia enunciativa. La poesía se personifica para convertirse en inquisitiva interlocutora, interesada por las actitudes de la vida diaria y por la forma de afrontar la relación con los objetos al paso del sujeto poético. De este modo, los escuetos apuntes del fragmento ocultan el instante sucediendo del haiku: “Ladera blanca. Es como nuestras vidas. Tonos oscuros”.  En las páginas de El aro de latón se multiplican los referentes culturales: Charles Chaplin, Celan, Chamfort, Cheever. El escritor confía en las imágenes de un legado amplio de lecturas, repleto de símbolos y caminos de conocimiento. El resultado de tantas horas de biblioteca expande interpretaciones. Enseña a mirar de un modo personal, hermético y con amplia libertad para dar cauce a los contenidos de un tiempo complejo e impulsor de contradicciones y paradojas: “vivo siempre en el absurdo de la tiniebla que pinta mi época. Tengo que admitirlo. Cuando me siento a la buena máquina sé que el pasado ya tiene un aire ceniciento”. Pero en esa realidad desajustada sobrevive inalterable un mundo individual en el que el amor y los afectos sentimentales son núcleos gravitatorios. Conceden al yo un refugio de intimidad, una soledad que contrae lo racional en un estado de luminosa introspección y se distancia de onirismos y expectativas. A ese refugio también llega el rumor aleatorio de la calle, como si ese apresurado deambular necesitara el sosiego pautado de la escritura, un apunte perdurable que le conceda un poco de vida: “Lo que amo observar desde el café es el hormigueo constante, la gente que pasa con su rutina a cuestas”.  La percepción del entorno que deja la escritura de El aro de latón es fragmentaria. Los textos adquieren un molde maleable. A veces aparecen como poemas en prosa cuajados de imágenes, otras con la cálida y precisa dicción de un aforismo, o con el desarrollo argumental de un microrrelato que atiende al pautado discurso de lo racional para buscar los pasos firmes de un argumento completo lleno de recuerdos. Pero siempre, la voz del escritor completa una singular polifonía en la que se escucha el paso de las horas, un entrelazado de confabulaciones imaginarias y paisajes que construye con afanosa tenacidad un baúl en sus manos, para guardar dentro, como escribió Pessoa, todos los sueños del mundo.



lunes, 27 de julio de 2020

A PUERTA CERRADA


La casa a solas

A PUERTA CERRADA


Censores correctores y taxidermistas verbales nunca desisten; siguen al pie de la letra los férreos manuales del no.


La poesía fue escrita para la lectura, no para llenar los tiempos inocuos del taxidermista.


Ese regodeo estruendoso de quien descubre una errata escondida en el último recodo, como si fuese un fenómeno insólito que muda el universo.


Para bandearse por el discurrir existencial, qué necesaria la disposición sin tregua del censor. Como el inodoro de una casa.


Agobiante sensación de soledad … Y la necesidad de estar cerca de mí.


La pupila intolerante mira desde lejos.


El censor necesita el magisterio de otro censor mayor, alguien que trace en sus opiniones epitelios de tolerancia ecuánime.

                                                                                (Aforismos a solas)


domingo, 26 de julio de 2020

NOMADISMOS

viajeros
Archivo digital
de
internet

NOMADISMOS

Cuando viajo selecciono libros con mimo, aunque siempre priorizo las novedades, como si las últimas entregas tuviesen un plus de calidad añadida. Una vez asentado, retorno a la lectura con la placidez inmarchitable del rito, preservando aquella continua epifanía de descubrimientos de Adán y Eva, tras la agorera expulsión del paraíso terrenal.

Todo exilio es siempre soledad y descubrimiento, noche oscura del alma.

Exceso de plantilla personal. Tengo tantas dudas que aquí opto por el despido libre, sin paliativos, necesito hacer sitio a las que llegan ahora.

Argumentar con el ego vanidoso es casi más complejo que hacerlo con una prologuista adánica que se atribuye a sí misma la invención de vocales y consonantes.

La tristeza es un mar interior. Inunda todo. La alegría también.

(Cuaderno de verano)



sábado, 25 de julio de 2020

ISLAS AL PASO

Antes de la tormenta



ISLAS AL PASO


Esa relación causal de algunos trayectos literarios con un laberinto de fantasmas.

Efusión confesional de la amanecida. Abro la ventana y uno vuelve a creer en las condiciones de posibilidad del futuro.

Suelo someter mis naderías a la competencia de los expertos y a su discurso de autoridad para seguir el camino contrario; es siempre el correcto.

Soledad, coherencia, dudas y libertad… Itinerarios sin regreso.

Un yo del que solo hablan los escombros.

Cambios de piel del ideario estético. Para la cofradía heterodoxa la normalidad es agresiva incoherencia.

Aforismos bajo la sombrilla






viernes, 24 de julio de 2020

EL PARAGUAS

Una habitación sin vistas
Fotografía
de
Internet


EL PARAGUAS

  Enhiesto, como un ciprés pequeño que buscara raíces, deja cada noche el paraguas, entre la cama y la mesilla. Su sombra vertical contrasta con la claridad de las sábanas. En el callado tiempo de los sueños se filtra la lluvia.  Así que mientras duerme, siente una humedad contradictoria que eleva al techo la temperatura corporal. Solo el cobertor asume el desajuste.

(De Cuentos diminutos)




jueves, 23 de julio de 2020

NUEVA CREACIÓN

Ahora que es tarde
Poesía 1990-2020
José Luis Morante
Prólogo de Antonio Jiménez Millán
La Garúa Editorial
Santa Coloma de Gramenet,  Barcelona, 2020



NUEVA CREACIÓN

Si me hallaras vacío,
solitario y absorto,
con el alma sin lastre
que asegure lo humano,
como grano de arena
al vaivén de la espuma,
frágil cometa leve
en los cielos perdida,
ámame dulcemente
sobre todas las cosas,
como si fuera barro;
una estatua olvidada
que requiere tu soplo
para vivir de nuevo.

           ( De Ahora que es tarde)



miércoles, 22 de julio de 2020

ROCÍO ACEBAL DOVAL. HIJOS DE LA BONANZA

Hijos de la bonanza
Rocío Acebal Doval
XXXV Premio de Poesía Hiperión
Ediciones Hiperión
Madrid, 2020


ENCUADRES DE CLASE MEDIA


   En su primera entrega Memorias del mar, editada por Valparaíso en 2016, Rocío Acebal Doval (Oviedo, 1997) dejaba sencillez, eficacia expresiva y un pálpito natural en su manera de asomarse a una realidad existencial mudable, enraizada en los contextos plurales de lo cotidiano. Su nueva propuesta amanece con el refrendo del XXXV Premio Hiperión de Poesía. En el umbral del poemario, un hermoso verso de la olvidada poeta Ángela Figuera Aymerich: “No podemos seguir con las almas al aire”, al que acompaña el impulso textual de otros dos nombres propios, José Emilio Pacheco y el joven poeta Mario Vega, editor de Maremagnum y promotor de algunas publicaciones colectivas a las que el arranque literario de Rocío Acebal Doval ha estado unido.
   Como un fogonazo iluminador, comienza Hijos de la bonanza con una cálida estampa generacional, de raíz machadiana, cuyas raíces despliegan una geografía referencial  que aglutina esperanza, futuro y decepción; ese tiempo que bajo la fronda conceptual de internet cobija una generación que sale a un mundo complejo, donde las nuevas tecnologías y las posibilidades educativas, en absoluto garantizan un futuro habitable.
   La textura poética de Hijos de la bonanza opta por la narratividad del poema breve y por un verso reflexivo que constata, sin exhibiciones sentimentales, algunas de las carencias del ahora: los persistentes tics patriarcales, el discurso asumido del conformismo, los vínculos con el entorno, o la incertidumbre del sujeto discursivo ante la polifonía de la realidad.
   La renuncia a cualquier verbalismo grandilocuente establece un aporte evocativo que convierte al hablante lírico en un personaje cercano. Las confidencias del yo femenino combinan en sus  mínimos fragmentos reflexiones, intenciones más o menos subversivas –siempre desde ese umbral pequeño burgués de una clase media que se mueve entre la aceptación y la crítica- y las incertidumbres fluctuantes del estado de ánimo de quien carece de algunas respuestas: “La conclusión es fácil: / no vamos a vivir / mejor que nuestros padres pero al menos / sabemos que podremos resistir “. Desde el aparente conformismo de quien acomoda su discurrir existencial a los parámetros que dicta el ahora, germina una conciencia de rebeldía pendiente que va copando todo el espacio personal.
   La presencia de muchos detalles de la vida cotidiana recuerda a la poesía de Philip Larkin, uno de los magisterios esenciales del intimismo figurativo, junto a otras raíces fuertes como Jaime Gil de Biedma, Ángel González, Luis Alberto de Cuenca, Víctor Botas o Luis García Montero. Los gestos de lo doméstico son un sustrato germinal de muchos poemas, como si fuesen una manera de conocimiento personal. Generan una introspección en la que sentimientos y reflexiones dialogan en la paradoja y la ironía, unas estrategias expresivas que sirven a la vez para mitigar la queja personal y dejar un matiz de ternura en la estupidez colectiva, tanto en la que sobrevuela las relaciones sociales y sentimentales como la que se cobija en la egolatría sin tregua de la vida literaria.
  Los encuadres poéticos de Rocío Acebal Doval ofrecen una focalización limpia del estar transitorio. Sin distorsiones, tienen en la claridad de su lenguaje los signos escritos de una realidad sugerente por su profundidad de campo. En ellos habita un sentimiento de extrañeza en el que se dirimen disoluciones y expectativas, esos ámbitos cambiantes de lo diario que cuestionan la condición de ser hijos de la bonanza y el progreso. Un hermoso libro en el que se confunden literatura y vida, en que se afronta la certeza, como escribiera Luis García Montero, de que también los sueños se corrompen.




martes, 21 de julio de 2020

MARINAS Y PUNTOS DE FUGA

Simetrías
Fotografía
de
Javier Cabañero Valencia



MARINAS Y PUNTOS DE FUGA

Lento y repetido vértigo de las palabras

BRUNO MONTANÉ


   Cuando habito los poemas de Joan Margarit –un hábito activo adquirido hace más de veinte años- suelo oir la voz fuerte del poeta catalán prodigando emociones en el discurrir del poema. Joan Margarit tiende a la declamación, lo que concede al texto un epitelio trágico, es una forma de leer que contradice de raíz mi manera de abordar la lectura. Suelo optar por la carencia de ornamentaciones sonoras, por un soliloquio sin relieves, solo un cable de voz contra el silencio.

   El presente exalta la prisa. Los días buscan la fortaleza de algún hueco, se suceden con rapidez, no tienen consistencia. No sé dónde van a parar las horas consumidas. Desconozco si son sometidas a los filtros de una voluntariosa depuradora que los renueve o se transforman en un espacio puro e intangible, que solo guarda mínimos reflejos en los recuerdos. Todo es estar.

   En la abierta cicatriz de la memoria, sobresalta el pasado con la voz insomne de un testigo de excepción y las filtraciones de una neurosis. Sus viajes llevan al otro, procuran paréntesis afectivos que nos recuerdan que cada identidad es un poliedro repleto de extraños.       

  Me gusta descubrir cuándo la realidad se fuga de sí misma. Para esa huida hay que saber encontrar aberturas, puertas, ventanas… El espacio interior de una marina.

(Diario de verano)



lunes, 20 de julio de 2020

SURCOS DE AGUA

Surcos
Fotografía
de
internet


SURCOS  DE AGUA


Siempre en el aforismo la complicidad, el acto de elegir entre el virtuosismo sinfónico y el que toca la flauta o se moja los pies.


En el arranque del día los hábitos, esas coordenadas del yo que cumplen leyes gravitatorias y atraviesan la niebla.


Carecía de imaginación. Se hizo nihilista.


Con permiso de Marx: sin el sentido de la vista todo lo sólido se desvanece en el aire.


La monotonía de la coherencia, ese estar de quien posee una sola máscara.


Al vestirse, los tímidos dudan entre la armadura y el abrigo con bufanda.


Las combustiones amistosas encubren humo y hollín.

(Aforismos en el mar)





 


domingo, 19 de julio de 2020

PABLO FIDALGO LAREO. QUALCOSA NASCERÀ DA NOI

QUALCOSA NASCERÀ DA NOI
Pablo Fidalgo Lareo
Edición bilingüe: castellano e italiano
Traducción al italiano de Elsa Tramontin
Diseño editorial de Silvia Fernández Palomar
Gijón, 2020

INTERIORES



  La obra poética de Pablo Fidalgo Lareo (Vigo, 1984) comienza su singular camino en 2010 con la entrega La educación física, un amanecer que siembra pronto nuevas paradas, Mis padres, Romeo y Julieta, La retirada, Crónica de las aves de paso Tres poemas dramáticos, Esto temía, esto deseaba,  Parangolé y Anarquismos&Daniel Faria. En estos títulos cobra fuerza un fluir escritural en el que se condensan el sesgo narrativo, la austeridad metafórica y la inmersión reflexiva en la cartografía de la identidad. El ideario personal despliega tomas de postura que trascienden el acontecimiento estético y un contacto comprometido, desde la memoria, con el tiempo histórico. Esta práctica literaria muestra desarrollos complementarios en la escritura de textos dramáticos, la coordinación de eventos teatrales, el comisariado de ciclos de artes  o el trabajo en escena, quehacer que promueve su residencia temporal en Lisboa y en la Academia de España en Roma, durante el curso 2018-2019.
  Como informa la nota prologal, Qualcosa nascerà da moi es el texto de la performance representada en el Estudio 1 de la Academia el 17 de junio de 2019 con un equipo de trabajo y complementada con una compilación de textos críticos, algunos de los cuales escritos en italiano por Matteo Binci y Edvige Cecconi Meloni, que fueron traducidos al castellano por Lucía Martínez Pardo. De esta forma, el libro nace como una propuesta escénica, despojada de acotaciones, que se convierte en un ejercicio poético. Una vez más, constata la hibridez de su naturaleza literaria. Escribir y actuar son pulsiones enlazadas de una dualidad existencial.
 La disposición textual recurre al epistolario para propiciar monólogos poéticos en torno a circunstancias biográficas. La voz que ocupa el escenario rememora una relación en el tiempo que sirve como arranque argumental. No hay señas de identidad del hablante, salvo las que emanan de su soliloquio. Asentada en la madura soledad de los sesenta años, la existencia es ahora una menguante suma de hábitos que acrecientan la soledad y la introspección. Estar fuera es acordarse de la disposición de la costumbre y de la calidez de aquellos espacios que forjaban con el yo una relación de pertenencia. Desde ese sondear introspectivo nacen las interrogaciones que ayudan a entender las razones del ahora. El amor se convierte en nervio estructural del recuerdo como si la ausencia fuera, en clara paradoja, una presencia continua: “Veía el mundo y no podía aguantar  y mi respuesta al dolor era escribirte / Crear una fe y unas palabras que nuestro tiempo no puede encajar”. Así nace un denso epistolario que se convierte en espacio de cruce con el otro, una posibilidad para buscar sentido a lo que ha pasado. En esa evocación no está solo el ensimismamiento del yo; entre las confidencias se cobija la historia de Mario Luzi y Cristina Campo, como ejemplos del amor imposible que se sustenta solo desde la fe, protagonizando una hermosa teoría de lealtad afectiva y fidelidad. Ellos saben la dimensión de la renuncia.
  El epistolario conforma un tiempo de espera; deja en las palabras una sensación de soledad e incertidumbre. Ni siquiera el amor se postula como un cimiento firme, sino como un invento literario de los poetas provenzales, una aleación estética de idealizaciones y sueños que antes o después pasará a formar parte de la arqueología personal. El deseo poco a poco construye una habitación vacía en la que solo se refugian la ausencia y la renuncia. La verdadera historia niega la especulación; de aquella certeza de que el nosotros germinaría cualquier cosa, queda la sensación de una existencia al margen. La identidad forja una profunda tristeza como si entre las manos solo hubiese quedado la ceniza de un fulgor que fue languideciendo con el tiempo, que enuncia una historia común como si hubiera sido un espejismo.
   Las nueve cartas que dan voz al personaje que comparte su historia personal llevan como coda un conjunto de textos críticos. Son interpretaciones de un diario interior que habla de soledad y deseo, de frustración y caída del telón de la esperanza. En esta indagación plural del sentido participan Pedro G. Romero, Matteo Binci,  Edvige Cecconi y Vicente Vázquez.
  El ejercicio creativo de Pablo Fidalgo Lareo en Qualcosa nascera da noi tiene como nervio estructural el monólogo, la reelaboración de un recorrido íntimo. Alguien, en escena, desgrana los trazos callados de una sombra. Deja en las aguas turbias del lenguaje la senda estéril del deseo, dolorosa experiencia de soledad y melancolía. La capacidad del poema abre una vinculación íntima con la existencia, exige cuentas con aquellas vivencias que marcaron un estar trasterrado; esa escisión con el deseo que conduce a la  conciencia de que también la intimidad es intemperie.
      



sábado, 18 de julio de 2020

APUNTES BAJO LA SOMBRILLA

Litoral de Cabanes
Fotografía
de
internet

APUNTES BAJO LA SOMBRILLA

cuando retorna como un cometa puntual
la confianza de aún no haber dicho nada

GERARDO DENIZ


No hay que ser imprudentes con el recelo y el tono prosaico de la actualidad. Firme propósito de no intervenir nunca más en una polémica digital. Los efectos secundarios son desproporcionados: el sosegado articulista de chismorreos monárquicos, tras mi reflexión, desaparece para siempre, el joven escritor se queda en la periferia para que nuestros pasos no coincidan, la actriz ensaya estrenos de mañana, y el sarcasmo saca pecho y duplica su tono argumental para que además de sarcasmo sea payasería.  Más solo. La gente entiende siempre lo que no quiero decir.

La pandemia ha reivindicado a Poncio Pilatos. Ahora lavarse las manos es una estrategia sanitaria.

Los hábitos y la educación son hijos legítimos de la perseverancia. Nunca provienen de concesiones gratuitas. Llenamos la infancia de nuestras hijas de libros y música. Y ahora, cuando visitamos sus casas, tienen las habitaciones repletas de libros y música… Una educación a contrapié de esas encuestas sobre la niñez actual: ocho horas frente a la pantalla. No sé qué decir ni quién acierta, pero aquellos hábitos familiares me temo que ya son parte de una fosa común.

Durante unos años fui joven. Después envejecí. Ahora maduro poco a poco y tomo apuntes bajo la sombrilla con la sospecha de no haber dicho nada todavía. 

Memorizo el acervo retórico del mar.

He perdido mi identidad; necesito tiempo para encontrarme.

Apuntes del diario



viernes, 17 de julio de 2020

LA CASA SOSEGADA

Laderas
Fotografía
de
Javier Cabañero Valencia


LA CASA SOSEGADA


Hay sueños que emplean materiales constructivos con aluminosis.

Alentaba una genética ingobernable y sospechosa; tenía una cabeza con ideas. 

Hizo del yo una casa sosegada. Al otro lado estaba el mundo y parecía una región oscura, lejana, discordante.

A veces la pereza cambia de posición: baja los párpados.

Para el extravío también hay brújula: hay que saber perderse.

La soledad requiere palabras sedentarias y un poco de sol sobre los hombros.

(Aforismos azules)




jueves, 16 de julio de 2020

PÉRDIDAS

Azules
fotografía
de
Javier Cabañero


PÉRDIDAS

En mí, preservo
los recuerdos tangibles
de quien no fui.

                (Inédito)


miércoles, 15 de julio de 2020

FERNANDO DEL VAL. SI TE ACERCAS MÁS, DISPARO

Si te acercas más, disparo
Entrevistas Vol. 1
Fernando del Val
Editorial Difácil
Valladolid, 2017


INTERMEDIARIO


   Periodista con amplio recorrido laboral en medios generalistas, como el diario El Mundo, y autor de una excelente trilogía poética, Fernando del Val (1978) ha compilado sus entrevistas en el volumen Si te acercas más, disparo, una publicación editada en 2017 por el sello vallisoletano Difácil. Fue una conversación extraordinaria con Cees Nooteboom en la revista TURIA la que me llevó a adentrarme con urgencia en la cartografía creadora del poeta periodista. Mis disculpas por esta llegada tardía que no hace sino confirmar que los buenos libros soportan meandros singulares para llegar al abrazo lector.
   Más que una suma de preguntas y respuestas trazada por el piloto automático del entrevistador, me gustan aquellas conversaciones en las que el entrevistador se convierte en un intermediario, a través del cual se muestran los rasgos esenciales del protagonista desvelado. Esta inmersión en los estratos profundos del yo casi nunca sucede; por eso en la mayoría de las entrevistas predomina lo contingente, un recrear de sensaciones transitorias que, poco a poco, se disuelven y declinan en la memoria. La mayoría de los encuentros expuestos en Si te acercas más, disparo pugnan por crear espacios de autonomía y conocimiento de una identidad en permanente reconstrucción; la claridad de la respuesta cuestiona lo evidente y lo convierte en un destello indeciso.
  En el inicio del volumen se acogen tres entrevistas muy dispares. Es muy hermosa la realizada al poeta Félix Grande, a propósito del novelista uruguayo Juan Carlos Onetti. Queda patente la admiración discipular y el trayecto afectivo para comprender la complejidad de un caminar biográfico que optó por anular cualquier enlace con lo social. En ese Onetti postrado se acentúa la fragilidad y el intimismo, la asunción de ser también un personaje cercano a sus creaciones ficcionales. El acontecer social convierte al columnista Raúl del Pozo en un ser receptivo, una sensibilidad abierta al estímulo político cuyo tono de voz se hace elegíaco, admirativo o crítico. La cercanía con Francisco Umbral es nítida, pero el aporte propio trasciende cualquier tarea de epigonía para asentarse como un columnista clásico, de la mejor escuela.
  El ego de Fernando Sánchez Dragó no admite equidistancias, su despliegue narcisista sitúa sus logros en una encrucijada transitoria, un paisaje colmado de signos caducos. La escritura y la existencia se hacen más comprensibles si son exploración y aprendizaje, búsqueda y tanteo; en Sánchez Dragó parece que percibir su existencia es  también entender el universo.
   A pesar de los notables intentos de Fernando del Val de buscar la trocha de Miguel Delibes, el maravilloso escritor cerró por dentro su identidad y solo afloraron algunos monosílabos de incertidumbre y compromiso; sus muchos admiradores y sus persistentes lectores, entre los que me encuentro, dejan en silencio su inquietud porque los años erosionan cualquier deseo de seguir caminando: en estas respuestas, más allá de algunas convicciones conocidas, ni está el hombre ni está el escritor; llegamos a Delibes demasiado tarde. Mucho más explícito aparece el perfil intelectual de Eduardo Lago en el que se recuperan cuentos, traducciones, libros de viaje y las incisiones del primer paso ficcional, Llámame Blooklyn, tan ligado al mítico distrito neoyorkino. En la novela el espacio urbano se convierte en personaje en el que se van gestando los ánimos de los pobladores y las pulsaciones históricas.
   En el curso dinámico de estas prolongadas tertulias confluyen varios poetas. Son tres las tareas indagatorias con Antonio Colinas. La brevedad de las dos primeras apenas aporta algunas mínimas iluminaciones; se habla más de libros que de actitudes y convicciones; en cambio, la tercera reunión es un acierto divagatorio donde caben evocaciones, apuntes de taller, recuerdos de viajes y lúcidas incursiones en el ideario personal. También magnífica resulta la segunda charla con Antonio Gamoneda, en la que el poeta recupera su discurso más conocido. En él se hace raíz la guerra civil, la posguerra y ese moldear del compromiso en el tiempo, junto a una forma de entender la poesía cuajada de hermetismo y lejanía. El poeta defiende que el ideario estético es un estado de subjetividad, una inmersión interior de las posibilidades sensibles del individuo.
   El primer buceo del poeta, novelista y ensayista José Manuel Caballero Bonald versa sobre Ángel Crespo. Desde su rescate emerge ese tiempo de guerras perdidas de la posguerra, la oposición al franquismo en la clandestinidad, el intimismo gris de un país sin amanecidas y los trayectos del exilio, junto a un magnífico trabajo como traductor y como creador. La segunda conversación tiene como núcleo semántico la propia labor, las contingencias biográficas y su forma de entender la escritura en los distintos géneros, en los que siempre es evidente el afán indagatorio del lenguaje y su fortaleza expresiva.
   Con similar compromiso frente a la escritura como impulso perdurable afloran las palabras de Luis Mateo Díez. El leonés es un ejemplo de rigor, activismo lector y caminar pautado, lejos de la estridencia de los medios y consciente de protagonizar una tarea en el tiempo que ha conseguido el refrendo de muchos lectores.  Son rasgos comunes a otro novelista, José María Merino, en quien se hace evidente la idea de que la ficción mantiene puentes abiertos con el tiempo histórico; en el escritor, tan activo y plural, la ecología es una senda exploratoria, y la actualidad política un referente siempre proclive a la valoración ética.
   Como si emergieran de una asombrosa trastienda, el desfile de magisterios prosigue con Luis Landero, Juan Eduardo Zúñiga, Soledad Puértolas,  Javier Cercas, Clara Janés o Enrique Vila-Matas –el lector sabrá disculpar que no comente cada una de las entrevistas para que esta reseña mantenga las dimensiones habituales- y queda la sensación de que cada encuentro aporta nuevas claves interpretativas sobre el trayecto creador o sobre su manera de entender el hecho literario.
   Fernando del Val es un practicante experimentado de la entrevista. Se empapa de cimientos previos para facilitar al máximo el trasvase de confidencias. Se convierte en un intermediario trasparente que sabe apartarse para que emerja plena la identidad del autor. Ejerce de hacendoso imán para aglutinar ideas y sensibilidad; para que en el encuentro perdure la esencia, ese cruce que fusiona recapitulación existencial y libertad creativa, fragmentos vitales y experiencia estética. Un vaivén de palabras en vuelo donde la vida fluye.




martes, 14 de julio de 2020

EXILIOS Y ENCUENTROS

Brisa
Fotografía
de
Javier Cabañero



EXILIOS Y ENCUENTROS

Y apenas ha quebrado el día de verano

ERIK A. KARLFELDT

   Los exilios de verano dispersan compromisos literarios pendientes. Así que opté por seguir conectado al ordenador, al menos en las primeras horas de la mañana. En ese horario me apresuro a establecer algunas prioridades: cada jornada, el ritmo vitalista del blog abre la sombrilla del quehacer creativo. Avanza también, con paso sostenido, una edición prevista para octubre y hago recuento de libros manuscritos que debo seleccionar para un concurso literario, un asunto complejo en el que pongo la máxima atención. Otros proyectos se desvanecen como neblina, por las peculiares circunstancias del gregarismo estival.

   La poesía perdura; es amalgama cohesiva de mis lecturas.

   En el intercambio de mensajes del correo electrónico percibo una aceptable cortesía social, pero también una oquedad distante, como si el afán de acotar su espacio personal necesitara definirse ante otros cercanos. No voy a convencer a nadie; ya consumí mi etapa proselitista. Me parece bien que alguien quiera ser enjambre de una única abeja. Tampoco me preocupan las esperanzas en fase de disolución. La amistad adquiere consistencia cuando teje una fértil telaraña de afinidades. No es el caso. 

(Diario de verano)



lunes, 13 de julio de 2020

MIGUEL CATALÁN. LA TRAICIÓN

La traición
Seudología XII
Miguel Catalán
Editorial Verbum 
Madrid, 2020

TREINTA MONEDAS


   Nunca parece cerrarse ese deambular circular sobre la idea de si la literatura es útil y tiene capacidad para generar dinámicas de conciencia y compromiso en la sociedad. Desde la convicción de que la escritura trasciende siempre el sentido estético, Miguel Catalán (Valencia, 1958-2019) impulsó las vetas imaginativas de una extensa tarea. En ella se relacionan facetas complementarias como los aforismos, reunidos en Suma breve (Trea, 2019) y en el conjunto póstumo Suma y sigue (Libros al Albur, 2019), la senda narrativa, aglutinadora de cuatro ficciones largas y tres libros de cuentos, el ensayo y las piezas de Seudología, marco teórico sobre la falsedad. Del tratado han aparecido hasta la fecha once peldaños, cuya altura teórica ha conseguido encomiables reconocimientos: los Premios de ensayo Juan Gil-Albert y Alfons El Magnànim, o el Premio de Ensayo e Investigación Juan Andrés, junto al Premio de la Crítica valenciana.
   Ya en el tramo de cierre de la indagación filosófica, La traición constituye la décimo segunda entrega del tratado Seudología sobre las prácticas lesivas del engaño moral, que tendrá como epílogo conclusivo el volumen La mentira benéfica. Miguel Catalán emprende el sondeo con una cartografía clarificadora, que estudia rasgos definitorios de la traición, la ruptura del nosotros, la conducta desleal a la propia identidad y los referentes históricos culturales más paradigmáticos de la simulación moral personalizados en Judas Iscariote. Aquel destinatario de las treinta monedas se ha convertido en símbolo máximo de la conducta traidora, como aglutinador de motivos y condiciones que impulsan a la indignidad. Su estar supone la ruptura unilateral de un vínculo de cercanía discipular, generosidad y aprendizaje.  
  El itinerario meditativo de Miguel Catalán comienza con los trazos definitorios de esta actitud y recuerda una clarificadora cita de Pío Rossi: “Generalmente, son nuestros mejores amigos quienes nos traicionan”. Evoca una historia real, con las pertinentes veladuras nominales, para contextualizar una situación frecuente que sirve como umbral y perspectiva abierta de la acción moral. La traición crea una repulsa inmediata porque nace en el ámbito de la amistad, la confianza personal y el afecto íntimo, lo que hace más fácil socavar cualquier estrategia defensiva frente a la hostilidad exterior.
  La decepción de expectativas ante el nosotros recupera dos secuencias del presente muy conocidas por los lectores, que afectan a la moral colectiva: el Informe McNamara y los papeles de Wikileaks. Ambas comparten similares conceptos reflexivos, ya que nacen desde la filtración de documentos confidenciales que supuestamente afectan a la seguridad del estado. Ponen en conflicto la libertad de expresión individual y su sentido ético y los intereses de la nación. De esta manera, se plantea la dualidad de juicios entre quien se siente obligado por sus convicciones morales a denunciar actitudes supuestamente delictivas y la reacción generadora del poder que considera estos hechos como alta traición, engaño, crimen y delito. Se abre así un territorio reflexivo que se acerca a la perversión moral y a la construcción de una verdad interesada de lo social. El estado exige la preservación de una apariencia y el sostén de la necesidad histórica. La luz idealizada del interés colectivo oculta en la penumbra la represión, la violencia de estado y la censura.
   La figura de Judas Iscariote, el apóstol traidor, resulta paradigmática en la tradición occidental. Su pacto con los perseguidores de Jesús de Nazaret personaliza las huellas de la infamia, una huida hacia adelante que genera actitudes hipócritas de fingimiento permanente con el objetivo de salvar la imagen social. Judas Iscariote es el beso y la delación.
   Desde el aporte cultural, pero también a partir de situaciones cotidianas que emanan de la realidad más inmediata, Miguel Catalán desenmascara la infamia moral de la traición. Desglosa sus identificaciones en la Historia y en este periodo digital, a menudo oscuro e incomprensible. De este modo, en esta puerta de Seudología, el filósofo valenciano prosigue su empeño de abordar una ética construida con la inteligencia, en la que guarda sitio al humanismo. La sabiduría vital de Miguel Catalán recuerda que no se trata de encerrar dogmas en la cápsula del tiempo sino de hacer de la exigencia moral un presente continuo, el sustento activo de las relaciones personales y la lealtad mutua.

JOSÉ LUIS MORANTE



domingo, 12 de julio de 2020

FINGIMIENTO

Extrañeza
archivo
de
Internet

FINGIMIENTO

También el mar
guarda grietas ocultas.
Bosque sombrío. 

                   (Inédito)



sábado, 11 de julio de 2020

DORMIR BAJO TECHO

Casa abierta
fotografía
de
Adela Sánchez Santana


DORMIR BAJO TECHO

Perdonen la tristeza

CÉSAR VALLEJO

   Esa manía del presente de no sentar cabeza  nos impide dormir bajo techo. Su transcurso es un golpe de dados. En su ajada piel se escribe un enjambre de titulares, un incansable fluir de contingencias. Autista, el porvenir tiene miedo y espera. Ha leído a Kavafis, busca otra tierra y otro mar donde el amanecer no nazca herido.
(Apunte del diario)