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Álvaro Hernando Fotografía de Javier Jimeno Maté
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Una conversación con Álvaro Hernando
Sobre el I Festival internacional
de Poesía (Im)PRESCINDIBLES
Los días 23 y 24 de abril se celebró en Madrid el I Festival internacional
de Poesía (Im)PRESCINDIBLES, con sede central en Moralzarzal, un municipio de la
sierra norte madrileña. El evento, con más de cincuenta escritores, ha sido
dirigido y coordinado por Álvaro Hernando (Madrid, 1971), licenciado en
Antropología social y cultural, especializado en Lingüística evolutiva,
periodista en diferentes medios, docente y gestor cultural. Es autor de
Mantras
para bailar (2016),
ExClavo (2018),
Chicago Express (2019) y
Mar de Varna (2021), así como de ensayos,
artículos y cuentos, publicados tanto en España como en Estados Unidos.
¿Cómo surge el Festival Internacional de
poesía (Im)PRESCINDIBLES?
La idea del festival surge hace tres años, unos meses antes
de la fatídica pandemia. Esto lo ralentizó todo. Al poco de llegar a Madrid, desde Estados Unidos, me
ofrecieron participar en un festival internacional de Poesía en Madrid, previo
pago por mi parte. Esto no me gustó y decidí poner al servicio de un festival
de poesía digno para Madrid todo mi conocimiento y esfuerzo. Así, en 2019 nace
la idea de un festival, hermanado con el
Festival
internacional de Poesía de Chicago, Poesía en abril. Pero, tras la
jubilación de algunos de sus organizadores, tuvimos que ir por libre.
Desde entonces hasta ahora, hemos estado construyendo la
lógica interna de un evento que queríamos fuera sostenible, de calidad,
consistente y perdurable.
¿Qué matices vertebran la programación y
desarrollo de actividades?
La lógica interna del festival pasaba por dar espacio a las
diferentes tendencias poéticas, y a algunas de sus voces más significativas.
Lo primero era darle cierto sentido práctico: consistencia
social y función constructiva dentro de la comunidad. De ahí salió el lema de
esta edición,
Migrantes, con el
objeto de visibilizar las voces de autores y autoras nacidos fuera de España,
pero residentes entre nosotros, de una enorme calidad. Por otro lado, queríamos
contar con otro perfil, local, que sirviera para representar, con la máxima
calidad posible, las diferentes corrientes poéticas contemporáneas en nuestro
país.
A esto le añadimos el toque, en paralelo, de las artes
plásticas y escénicas, con exposiciones, actuaciones performativas y
conciertos.
¿Cómo ha conseguido tal dimensión de autores de tan diversa procedencia
y de tantos estratos generacionales?
Los primeros borradores de las
listas de invitados al festival sufrieron muchísimas transformaciones. Los
únicos criterios que transmití a los encargados de realizar las propuestas para
el festival fueron genéricos, no relacionados con nombres o logros, sino con el
perfil del autor o autora que queríamos tener aquí. Por decirlo de manera
metafórica, sabíamos qué categorías de poetas queríamos tener, más que poetas
de categoría. El resultado, cuando uno es coherente y comprometido, no podía
ser de otra manera.
Teníamos que contar con una
representatividad cualitativamente legítima para poder llamar a este encuentro
como lo llamamos: (im)Prescindibles.
Tres personas han sido las que
más tiempo han dedicado a construir estas listas. Una vez realizadas, de manera
independiente, los nombres de todos los listados se cruzaron, con el objeto de
ver qué elementos comunes encontrábamos en todas las listas. Es a esos autores
y autoras a quienes se hizo llegar la invitación.
Hemos tenido la enorme suerte de
encontrarnos con un momento muy favorable, en el que todos deseábamos hacer
algo de manera presencial, libres de las restricciones propias de los tiempos
de reclusión. Esto, sin duda, ha ayudado a poder aunar en una misma
programación tantas figuras notables.
¿Satisfecho con el
respaldo institucional?
Muy satisfecho. El Ayuntamiento de Moralzarzal decidió
apostar fuerte por la realización de este evento cultural. La poesía,
habitualmente, puede considerarse como algo minoritario. Era arriesgado. Hemos
tenido todo su apoyo y respaldo. Por supuesto, hay cosas mejorables, pero lo
que ha sido inmejorable es su disposición de apoyo y compromiso. Era necesario
abrir el espacio y generar lo oportuno para que la poesía llegue a sectores de
la ciudadanía que no siempre tienen acceso sencillo a estos contenidos.
Además, las 20 sedes colaboradoras, han respondido
maravillosamente, responsabilizándose de sus propias programaciones, y llevando
a cabo actos y eventos de una calidad enorme.
Suele aceptarse como
un inevitable lugar común la inutilidad de la poesía, su condición elitista y
minoritaria, incapaz de conectar con los intereses del público. ¿Es así? ¿Cómo
ha sido la respuesta social?
Es evidente que aquello que escribió Juan Ramón Jiménez es
una máxima que hoy sigue cumpliéndose cuando hablamos de poesía: a la inmensa
minoría. Hay mucho camino por recorrer y, seguramente, sea un camino poco
transitado.
Esto no quiere decir que haya que renunciar a abrir espacios
accesibles, asequibles y de calidad para los ciudadanos.
Para que te hagas una idea, los eventos han ido teniendo más
público presencial, según avanzaba la programación.
En la sede del teatro, el público no ha sido demasiado
numeroso, pero el cierre del festival, en el local escénico de SORCAS, fue
espectacular. No cabía un alfiler.
Espero que en años venideros esta sea la tónica.
Además de esto, he de expresar mi admiración por las
personas que han llevado las actividades en los hogares de mayores y en los
centros educativos, logrando la implicación del público, mucha participación y
mucha expectación (recuerdo aquí a Tirso Priscilo Vallecillos y a Javier
Lorenzo Candel).
Ante la belleza, la respuesta del colectivo siempre será
positiva.
¿Las redes sociales y
los medios de comunicación han contribuido a dinamizar el regreso de la
cultura, tras el tiempo de pandemia y el paréntesis de estos dos años?
Las redes sociales han permitido que no hayamos caído en una
parálisis aterradora.
Han sido una respuesta emocional normalmente eficaz ante la
desubicación.
Aunque, con contradicciones, pues no siempre han construido
o han contribuido desde la serenidad, sino desde el ruido y desde la confusión.
Por otro lado, no nos podemos quejar.
Creo que es de justicia agradecerles a algunas cadenas
nacionales de televisión que se hayan hecho eco del festival en sus
noticiarios, incluso en los canales internacionales y de 24 horas.
El tronco central del
evento ha sido el homenaje a tres poetas de amplia trayectoria creadora: Miguel
Veyrat, Efi Cubero y Rafael Soler. ¿Por qué estos nombres?
Podrían, efectivamente, haber sido otros nombres, por
supuesto. Pero, desde la convicción más profunda, decidimos homenajear a estos
tres autores. Son tres voces extrañas, en el mejor sentido de la palabra, que
han resistido modas, presiones, mareas y dificultades, conservando una
autonomía, identidad y una calidad, a lo largo de las décadas, que no puede por
menos que ser reconocida en cada una de sus voces. Son testimonio vivo de la
poesía española contemporánea. Calidad, trabajo y continuidad. Aprovecho para
comentar que otra de las personas que iban a haber sido homenajeadas en este
espacio falleció durante la preparación inicial del evento, siendo imposible
llegar a realizar la invitación como era debido. Se trata de García Marquina.
Para él mi homenaje aquí, hoy, y mi recuerdo.
Otro de los grandes
aciertos del festival, a mi modo de ver, en un tiempo global ha sido la
convivencia de autores de distintos ámbitos geográficos y lingüísticos… Qué
corta se hizo la mesa redonda coordinada por Margarita Todorova ¿Qué conclusiones resalta del debate en torno
a la convivencia lingüística?
Efectivamente, este asunto da para un festival o congreso de
una semana. Aquí volvemos a otra de esas contradicciones maravillosas que nos
plantea la poesía. Los traductores son tan necesarios como inútiles; tan leales
y necesarios como traidores al lenguaje original. Y, lo fundamental, tan
transmisores de la creación literaria como creadores de literatura. Como ocurre
en otros campos de expresión y conocimiento, como pueden ser la filosofía, la
antropología, o incluso la sociología, los traductores se convierten en piezas
fundamentales para la transmisión cultural y el intercambio de valores. Por
otro lado, debido a cómo se conforman los sistemas lingüísticos, simbólicos, y
de construcción del pensamiento grupal, a veces es una tarea imposible lograr
la traducción adecuada de un texto, especialmente en poesía. Así pues, como
ocurre en otros ámbitos de las lenguas en contacto, los terrenos comunes no son
de batalla, de defensa y de ataque, sino de transmisión, casi de ósmosis, o
como tú lo has llamado, de convivencia lingüística entre unas formas y otras
del lenguaje que están separadas por una frontera líquida. Evidentemente, era un tema que daba mucho más que el tiempo
que le asignamos, pero hemos de tener en cuenta que es un evento con hora de
inicio y final, y que, lamentablemente, había que ponerle límites temporales.
También me gustaría
resaltar el diálogo continuo entre poetas, rompiendo ese cerco de soledad y
aislamiento del creador a solas. ¿La convivencia entre escritores ha sido
fácil?
Es de lo que más orgullosos estamos.
El formato de organización del festival ha exigido que los
poetas compartieran algunos momentos previos, más extensos de los propios de un
festival, con el objeto de que conocieran la obra, la poética y los compromisos
y experiencias de los compañeros con quienes iban a compartir escenario y
micrófonos.
De aquí, esperamos que surjan nuevas cosechas, al margen de
nuestra organización y del festival. Sí, ha sido una convivencia sencilla. Los
autores y autoras han demostrado una falta de miedo total a la hora de conocer
nuevos planteamientos. Estamos muy contentos con esto. Lo más complejo es
contribuir a generar o fortalecer tejido social y cultural. Esperamos haber
favorecido esto o, al menos, haber posibilitado la creación de las condiciones
idóneas para que esta convivencia se diera de manera relajada y auténtica.
También es cierto que se han retirado dos invitaciones a
sendos poetas que no estaban por la labor de convivir, si no era desde un
enfrentamiento inexplicablemente irrespetuoso y casi desde la cúpula de una
casta. Esto ha sido lo más difícil de llevar a cabo, comentar con alguien a
quien en principio admiras que, lamentablemente, este espacio no es compatible
con la falta de respeto y rigor.
Tu quehacer laboral
te ha permitido un conocimiento amplio del ámbito poético norteamericano. ¿Qué
contrastes percibe respecto a nuestra propia realidad?
La mayor diferencia es que en el entorno norteamericano, en
el que he desarrollado la mayor parte de mi carrera literaria, no he encontrado
tribus. También es cierto que forma parte del carácter del ciudadano
norteamericano y se puso aventurero, solitario e individualista. Esto de ser
individualista tiene cosas malas, por supuesto, y otras maravillosas. Por
ejemplo, es difícil ver cómo se conforma una tribu, y más difícil es ver una
confrontación entre tribus. Y, sí, justo uso el término tribu, por toda la
implicación primitiva y emocional que creo que condensa tensión y rivalidad, a
veces irracionales, política, en la historia de la literatura española.
No es algo que comente como un defecto, sino como una
característica de este entorno, sin más. Tengo la sensación de que, en nuestro
territorio, es más complicado acceder al reconocimiento y al respeto unánime
que en Estados unidos.
Quizá sea una percepción muy subjetiva e inexacta, puesto
que la realidad me ha demostrado que la colaboración entre distintas corrientes
e instituciones ha sido muy sencilla a la hora de conformar este festival (im)Prescindibles.
Pero sí, es un contraste, aunque sea propio de mi subjetiva
percepción.
Por otro lado, en cuanto a la gestión cultural, hay mayor
apoyo económico por parte de instituciones privadas. Todo es más sencillo en lo
referente a la gestión y administración documental.
Este tema da para mucho y en muchos aspectos: en lo relativo
a la creación literaria, las editoriales, los movimientos de difusión y
promoción, los premios… Hay muchísimas diferencias y contrastes.
El abrazo es el
género literario que más me gusta; así que lo practico con alevosía para
agradecerte un evento tan afectivo e iluminador. ¿Tendrá continuidad?