viernes, 27 de abril de 2012

JESÚS APARICIO GONZÁLEZ. AL SOL DE MEDIODÍA..

La papelera de Pessoa
La luz sobre el almendro
Jesús Aparicio González
Libros del Aire, Madrid, 2012

En la amanecida de los años ochenta, cuando languidecían la década novísima y el esteticismo, aparece Poemas como pasos,  presentación lírica de Jesús Aparicio González (Brihuega, Guadalajara, 1961). El libro recupera resonancias del paisajismo machadiano y abre una trayectoria de siete poemarios, integrada en una tradición meditativa que ahora prosigue en el volumen doble, La papelera de Pessoa y La luz sobre el almendro.
   Aunque se muestran juntos, pertenecen a dos etapas de escritura. La papelera de Pessoa coincide con el arranque del 2000. Estamos ante una colección poemática hecha desde la introspección. Los poemas aglutinan palabras en vela que definen al yo como sujeto dubitativo que busca su verdad y afronta los espejos de la soledad y “No sabe nada, cree / que es un hombre olvidado de los otros hombres / y a quien le faltan dedos de sabia mentirosa / altanera, egoísta y agresiva / para ser de este mundo”. El tránsito vivencial se va gestando entre la esperanza y la decepción, percibiendo ciclos estacionales como signos de vida y compañía, sintiendo en su piel el roce y la erosión de los años.
  En la pautada evolución personal, La luz sobre el almendro es un libro de madurez. Su título evoca un reflejo sensorial, un detalle pictórico, que deja un poso de quietud en la huella fugaz de lo que huye. Imaginaciones, sueños y olvidos conviven detrás de cada verso; las palabras son luz y clarifican. En la entrada del poemario es obligado recordar aquella atmósfera creada por el libro de Claudio Rodríguez Don de la ebriedad, con el que hay una convergencia notable al asumir la epifanía de una claridad gozosa y matinal que da sentido al ser: “El primer sol te sienta en sus rodillas, / te ofrece su leche recién cantada / y hace andar a tus ojos”. Uno de los momentos culminantes se logra en el poema “Una casa sin sombra”, donde el yo poemático reivindica el ahora, aunque sea asentamiento transitorio, frente al azaroso espejismo del futuro. Concluye con estos versos: “Nada tengo que ver con su mañana de pájaros vacíos. / Hoy devoro mi fruta más madura / como si fuera el último azúcar / que llegara a mis labios “.
   La temática metaliteraria aporta el esfuerzo del yo verbal para conexionar escritura y realidad. De ese enlace surge la necesidad de adaptarse a la contingencia del devenir; las cosas van desvelando su interior, nos enseñan a crecer, abren los sentidos y se convierten en cuartillas futuras que son simples destellos que iluminan la contemplación del pasado.
   Serena e intimista, la obra poética de Jesús Aparicio González elige como veta central el misterio de lo cotidiano. Y lo hace desde la sencillez, huyendo de lo vistoso, depurando la voz en una permanente búsqueda de lo esencial. Este libro doble pone de relieve la fidelidad a un estilo y la persistencia de unas inquietudes éticas y estéticas. Versos donde la evocación sondea el tiempo, la mutabilidad de las cosas y el acontecer de la vida. Poemas que buscan la tibieza del sol a mediodía.

miércoles, 25 de abril de 2012

LECTURA POÉTICA EN LA UNIVERSIDAD COMPLUTENSE

 FACULTAD DE CIENCIAS DE LA  INFORMACIÓN DE MADRID 

 Abril multiplica las actividades en torno al libro. Llevo un par de semanas de ida y vuelta, entre presentaciones, firmas de libros y lecturas. Hoy me toca leer en las aulas de la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid. Comento  a los estudiantes de Filología Española mi trayecto literario, a través del libro Mapa de ruta. El responsable de la actividad es el profesor Antonio Arroyo quien, año tras año, propicia este encuentro y recomienda libros de poesía contemporánea a su alumnado. El profesor Arroyo sabe que este “largo trayecto de escritura entraña una poética personal en la que asuntos habituales son el extrañamiento de lo cotidiano, las motivaciones sociales de quien se siente parte de un colectivo y la introspección en el tejido sentimental del sujeto. El discurso poético, narrativo, intimista y epigramático, prosigue una senda que enlaza con la tradición realista, algunas voces de la generación del 50 –Jaime Gil de Biedma y Ángel González- y con miradas contemporáneas  en las que se percibe un diálogo con lo existencial y una sensibilidad urbana”.
   Los estudiantes suelen preguntar siempre por las circunstancias concretas de cada poema, que facilitan su mejor comprensión, por mi opinión sobre los premios literarios y por los mecanismos editoriales que transforman el manuscrito en un libro impreso.
   En mis lecturas huyo de cualquier solemnidad. Prefiero el acercamiento y el tono cordial. El poeta es un ciudadano que alza en sus poemas espacios habitables. El sujeto verbal no es un narcisista ensimismado que sólo contempla los trazos de su propia silueta, sino un sujeto cercano que sondea dos coordenadas referenciales: intimidad y pensamiento.
  También me gusta poner los cinco sentidos en las dedicatorias. Veo al yo juvenil, cuando empezaba a  hacer biblioteca y conseguía firmas de José Hierro y de otros poetas en las casetas de la feria del libro. Un libro dedicado es un poema escrito para mi; por eso, busco palabras que definan una relación dialogal entre escritura y lector.
  Cuando salgo de las aulas, sueño con un lector futuro, que lee en el aire sosegado de su cuarto este poema:

Medianoche

Mi cuerpo envejecía indiferente
y adquirió el hábito de la senectud.
Sentaba su cansancio ante la cristalera,
ajeno al paso asiduo de lo cotidiano.
A veces sonreía y aquel gesto
remitía de pronto a un tiempo de cerezas,
liberaba fructífera nostalgia.
Una atenta pupila
espiaba feliz el vuelo regazado,
el rebrote puntual de los arbustos.
Ahora la casa huele
a fósforo sin lumbre
y gotea el reloj lentitud y pereza.
Los objetos domésticos
resaltan su desgaste
como si presintieran
que en aquella mirada no hay retorno.
Al sol de medianoche
hilvano estas palabras mientras duermo. 




sábado, 21 de abril de 2012

JESÚS URCELOY. TAMAÑO NATURAL.

La biblioteca amada
Jesús Urceloy
Los Conjurados, Polibea, Madrid, 2012

No parece asunto de polémica que el título remite de forma clara y directa a la casa del libro, sitio hospitalario y bóveda fuerte que resguarda en sus muros el vino vigoroso de los autores clásicos, el agua fresca del conocimiento. Así lo apunta en el liminar Emilio Pascual, quien traza un emotivo retrato de poeta entre versos y discos. El prologuista pregunta, casi en tono intimista, por qué elimina, en las secuencias versales, los signos de puntuación que pautan la cadencia lectora. No es un recurso nuevo en Urceloy; ya en El libro de los salmos incluyó una composición “Los libros” donde los versos avanzaban sin las laderas de comas y puntos; escritura con la libertad de usar sombrero. No quiero abandonar este umbral de Emilio Pascual sin traer a la memoria las ediciones de Todo Sherlock Holmes y de Las 1000 y una noche para la editorial Cátedra, que han tenido una exitosa aceptación en el maltrecho mercado del libro.
La biblioteca amada se suma a esta obra en marcha que iniciara, en 1998, El libro de los salmos, hecho de una oralidad sincera y palpitante, y que prosigue La profesión de Judas, finalista en el Premio nacional de la Crítica; aquel poemario contaba con un amistoso prólogo de Luis Alberto de Cuenca y dejaba en los oídos la voz rota de un largo monólogo, lleno de soledad y desafecto, una contraelegía de La casa encendida, de Luis Rosales. Completan la hoja de ruta Berenice y Diciembre (Noticias desde el yermo), reconocido con el II Premio Internacional de poesía Margarita Hierro. La entrega más cercana en el tiempo es la compilación de sonetos Harto de dar patadas a este bote, impulsada por De la Luna Libros. La muestra recupera la talla reducida del soneto para convertir la estrofa en un traje ponible que admite una amplia gama de asuntos y matices formales. Como el valor al soldado, al profesor de un taller literario se le supone pericia técnica y aquí lo demuestra. Urceloy es Urceloy a tamaño natural, incluso en la dedicatoria: un didáctico repaso a la familia proposicional, esa gente amable que nunca varía su estado e introduce a los demás elementos de la oración. Es una dedicatoria desbordante que multiplica las deudas afectivas; como sucede con la foto de contracubierta, tuneada por el poeta y editor Luis Felipe Comendador, a partir de un inolvidable fotograma de Casablanca.
Otra seña personal es esa mezcla natural de su poesía que emplea la sal y la pimienta con tacto cocinero. Conviven clasicismo y erudición con el coloquialismo y la irreverencia, para que la solemnidad no saque su smokin de ceremonia y el traje usado recuerde que la arruga es bella. Todos los títulos están en latín y en castellano y pertenecen al silencio pausado de la biblioteca, ya sean episodios de un libro mayor o títulos de obras del canon. En "La Huida a Egipto" el tratamiento irónico subraya el escepticismo y el repliegue existencial del yo ante la derrota de lo cotidiano. El poema tiene escondido el eco firme de Jaime Gil de Biedma, de aquel Gil de Biedma encerrado en un sótano más negro que su reputación en el tiempo sórdido de la dictadura.
Descubrimos pronto que el hilo conductor es la recreación de tópicos literarios. Así, “Lugares amenos” y “Lugares comunes”coleccionan topónimos de una geografía real para dibujar un mapa poético que recuerda a las enumeraciones de Manuel Machado –aquel poema, “Andalucía”, que está en la memoria de todos-, o a su mejor discípulo, Miguel d’Ors, aunque la enumeración es un recurso multiempleado en Withman, Borges, Luis Alberto de Cuenca o Luis Felipe Comendador. En estas composiciones sobresale su sentido del ritmo, esa sabiduría sonora, heredada del modernismo, que hilvana sustantivos como si fueran imágenes de una misma secuencia.
Pero sobre cualquier otra premisa, la colección poética de Urceloy es un libro de amor,aunque también son materia del canto otras circunstancias vitales –el odio, el sueño, la alegría, la amistad o la escatología (aspecto este que ni siquiera en Quevedo me parece aceptable)- y metaliterarias. Sin el amor, ese eje central del tópico literario, la literatura perdería su venero más fecundo. El poema que da nombre a esta entrega, “La biblioteca amada” personaliza el libro para convertirlo en cuerpo y piel tangible; propicia el desembarco de los sentimientos. Es, sin duda, una de las piezas mayores y emplea en su final un verso memorable.
En un libro tan corto, no parece culpable la inserción de una addenda, una reescritura en versión libre del Catulo hedonista que reivindica el goce y la plenitud del ahora.  Pues eso: Carpe Diem.

jueves, 19 de abril de 2012

FERNANDO BELTRÁN. MEMORIA PERSONAL

  Donde nadie me llama
Fernando Beltrán
Hiperión, Madrid, 2011

    Desde sus inicios, la memoria existencial es una constante en la poesía de Fernando Beltrán, cuyas estaciones poéticas se compilan ahora en Donde nadie me llama. Treinta años dan para mucho, como sugiere la excelente introducción de Leopoldo Sánchez Torre, el crítico que más certeramente ha estudiado a Beltrán, aunque no faltan otros sondeos clarificadores, como los firmados por Araceli Iravedra y Luis Bagué Quílez.
   Entre el sensismo y la poesía entrometida, dos etiquetas que ya forman parte de la historiografía crítica contemporánea, podemos percibir una mutación significativa. El inicio, Aquelarre en Madrid, nos deja una poesía cuajada de imágenes, hecha de poemas de cierta extensión, con versos de asociaciones alógicas; un modo de escritura alucinado y visionario, que subraya la intuición y la capacidad de inventiva pero que oscurece los significados. Poco a poco, con títulos de transición como Ojos de agua y Gran Vía, la voz alcanza el tono singular del poeta entrometido; el sujeto verbal adquiere el perfil de un hombre de la calle.  En los sucesivos momentos escriturales se preservan los vínculos entre lo acontecido y el pulso de la tinta; existencia y lírica caminan en la misma dirección. Además, el autor cree en la utilidad terapéutica del verso; de ahí la necesidad de que la escritura sea “más humana, impura y desganada”, capaz de cimentar el vivir cotidiano desde una posición interrogativa; introspección no es ensimismamiento sino la certeza de que la otredad tiene un sentir mimético y un mismo afán por construir un contexto plausible. Si las entregas aurorales  inciden en la temática urbana y en la  polivalente relación entre sujeto y entorno, una contingencia histórica – el estallido de la Guerra del Golfo el 17 de enero de 1991- condiciona El Gallo de Bagdad, autodefinido como un conjunto de poemas de urgencia, ecos de un portavoz que registra al detalle el avance de la desolación; el lirismo se mitiga al filo del prosaísmo y deviene interrogación que descifra la agonía.  Toda escritura es una suma de obsesiones. Una y otra vez se dan vueltas alrededor de unos cuantos conceptos, alumbrando un discurso circular. El amor tiene un profuso tratamiento en la obra de Fernando Beltrán; este discurso amoroso ensarta variaciones, es siempre un relato inconcluso que deja en el sujeto verbal una provechosa lectura.  Muchos lectores suscribirían sin asomo de dudas que La semana fantástica es la entrega cimera. En cualquier caso, es el libro más popular del autor, el que acumula más poemas antológicos. En varios textos asistimos a una indagación extrema sobre los precipicios de la historia reciente. Hay toma de postura y sentido crítico; las aguas transparentes del bienestar y del progreso arrastran una funesta cantidad de limo.  Libro de madurez, El corazón no muere toma el título de un verso de Czeslav Milosz y se constituye como un poemario sobre la muerte, última palabra que pronuncia el tiempo. Sirve de coda la sección “Poemas rebeldes” una muestra de composiciones desgajadas que no hallaron sitio en conjuntos poemáticos o vieron la luz al toque de revistas o antologías; son textos que concilian diversidad y autonomía pero que no difieren del pulso que define al autor.   Fiel a sí mismo y a su particular visión del hecho literario, el patrón creativo de Fernando Beltrán –ya se ha dicho- constata una sensibilidad marcada por la empatía con lo cotidiano; el sujeto verbal  refleja un posicionamiento de la voluntad ante el  entorno propio; habita un lugar con sentido de pertenencia, acumula detalles, observa, registra, denuncia desajustes, se emociona y casi nada le pasa desapercibido porque sabe que la verdadera condición del yo tiene en el otro su punto de partida. 

                                                                                                 

domingo, 15 de abril de 2012

HAROLD BLOOM: EL LECTOR DE SHAKESPEARE.

Anatomía de la influencia
Harold Bloom
Traducción de Damià Alou
Taurus, Santillana, Madrid, 2011

   Para los que practicamos la crítica literaria Harold Bloom es un ejemplo paradigmático, el arquetipo del lector personal y apasionado. Nacido en Nueva York, en 1930, ha protagonizado un larguísimo itinerario docente en la universidad de Yale, en cuyas aulas fue profesor durante más de cincuenta años  y deja en las estanterías más de treinta libros, algunos tan conocidos como La ansiedad de la influencia, El canon occidental, Cómo leer y por qué y Shakespeare.
   Anatomía de la influencia es un compendio de ensayos críticos en los que se resume el pensamiento del ensayista ante la creación, con el estudio de más de treinta autores, casi la mitad de los mismos de lengua inglesa. En él vuelve a plantearse la cuestión central que vertebra su campo de investigación: la influencia no es sino un conflicto entre creador y precedente que abre un proceso de búsqueda; un poema revisa a otro; el agón o la ansiedad de la influencia se convierte en rasgo central de las relaciones literarias. Y de nuevo el nombre de W. Shakespeare, epicentro de todo el canon occidental, es el más citado y el que mejor interioriza la idea de que la literatura surge de la literatura, de un eco transmutado que engendra una voz nueva. El crítico contrasta la presencia ineludible de W. Shakespeare con la de W. Withman, figura de singular variedad que deja rastros en D. H. Lawrence, Neruda, Borges o  en voces posteriores como  Stevens, Crane, Ammons, Strand o J. Ashbery.  El autor establece una disposición cronológica que abarca desde el siglo XVI hasta el ahora pero tal organización es consciente de que el rastreo de la influencia es laberíntico y superpone autores, espacios y tiempos. Anatomía de la influencia no es una lectura sencilla; la cantidad de referencias literarias y  la yuxtaposición de tiempos creadores dificultan la recepción para aquellos que no estén habituados a el inmenso catálogo de autores que deshilvana Bloom. Pero todos podemos apreciar el aliento de quien ha hecho de la literatura un modo de vida, la apasionada meditación de un lector heterodoxo. Harold Bloom encarna al paseante en continuo recorrido de ida y vuelta por los autores clásicos que en cada pausa del camino lee a Shakespeare..   


miércoles, 11 de abril de 2012

ENTREVISTA EN EL MIRADOR LITERARIO (COVIBAR)

Revista Covibar  Abril
nº  212
Ricardo Virtanen entrevista a José Luis Morante en EL MIRADOR
                                                                        
-El 10 de mayo vas a presentar en Covibar, en los ciclos de El Mirador, tu dos últimas publicaciones: Ropa de calle, una edición crítica del poeta Luis García Montero, y Mapa de ruta, una antología de tu obra poética, las cuales reflejan a la perfección tus dos facetas más concurridas, la de crítico literario y la de poeta. ¿Qué resumen podemos hacer de tantos años de literatura en estos dos campos?

 JLM.- Son dos actividades complementarias, crítica y poesía, que han estado juntas desde que comenzara a escribir, hace más de veinte años. La crítica enseña a definir la estética, propicia antecedentes, suma complicidades y, sobre todo, mantiene en guardia el nivel de exigencia.
   Publicar en Letras Hispánicas la edición de Ropa de calle garantiza además una difusión mayor y enmarca el trabajo ensayístico en un catálogo referencial para los amantes de la literatura.
   Una antología como Mapa de ruta es un ejercicio recapitulario, una selección que busca resaltar los rasgos más singulares de mi poesía y unifica el trayecto como una suma de pasos vertebrados.

-Tu poesía conecta desde el intimismo y la experiencia con temas de gran vigencia y actualidad. Es más que notoria la vertebración social en tus poemas. ¿En cierta manera te consideras un poeta social?
 
JLM.- No es una etiqueta que me disguste; suele entenderse la poesía social como una crónica  de la lírica de posguerra; sin embargo, siempre ha habido una preocupación en la poesía por huir del solipsismo y por no convertir al yo en único protagonista del poema. Creo que hay temas que afectan al colectivo, idearios que exigen una defensa común.

-Hay en tu poesía signos claros de un autobiografismo poético, aunque bien ocultado dentro de un sujeto ficcional. Háblanos de este aspecto clave en tu poesía.

JLM.- El yo biográfico y el protagonista literario son identidades diferentes; es verdad que hay similitudes en el perfil de ambos. Cuando Gustave Flaubert decía que era madame Bovary argumentaba que el escritor había definido el carácter y la forma de ser del personaje. Me gustaría pensar que el sujeto lírico de mi poesía ha sufrido el mismo proceso creador.
Resulta más fácil llegar al lector si se elige la primera persona, si el poema aparece como una confesión, pero todos debemos entender que una cosa es la literatura y otra cosa el hombre común. 

-Mapa de ruta significa en mi opinión un broche de oro a un recorrido poético de gran calado. ¿Hacia dónde va tu poesía? ¿Proyectos futuros?

JLM.- Eres muy generoso en tus apreciaciones, siempre lo has sido como crítico; yo no tengo tanta seguridad; por ejemplo, dejé fuera muchos poemas de mi primer libro, Rotonda con estatuas, y en la antología hay una representación mucho más numerosa del último tramo creador que de mis inicios. Seleccionar siempre es optar por unos criterios y en esto no hay verdades absolutas: los libros nacieron en un tiempo y reflejan mi forma de escribir en ese tiempo. Lo que no admito es el engaño al lector; no me gusta ver primeros libros sometidos a una cirujía severa que los dejan irreconocibles. Apenas he cambiado palabras en mis poemas; casi todo está como se editó la primera vez.
   En cuanto al futuro, creo en la sensación de obra en marcha que me empuja a abrir el ordenador de forma continua. Trabajo mucho. Leo vorazmente. Escribo y rompo. Aún así, tengo casi completo un libro de poemas y otro de aforismos… Y, cuando tenga tiempo, quiero reunir críticas y ensayos breves porque cada escritor se define también por sus lecturas y comentarios.

-¿Cómo llevas otro género importante en tu trayectoria literaria, como lo es el diario? ¿Tienes previsto publicar otra nueva entrega que continúe los pasos diarísticos de Reecuentros, editado en 2007?

JLM.- Tengo unos cien folios escritos; pero el diario se detuvo de forma inesperada y desde que abrí el blog Puentes de papel las anotaciones autobiográficas han languidecido tanto que sólo manan gota a gota. Reencuentros fue una experiencia muy grata. Su editor, Luis Felipe Comendador, hizo un trabajo memorable y no descarto repetir. Existe en el fin de siglo una veta muy fecunda de escritores de diarios que han renovado el género.

-Hay una tendencia en tu literatura al aforismo, que queda de manifiesto en tu poesía, en tus diarios y, claro, en el propio género del aforismo, en el que te integraste con la publicación de Mejores días. Tengo entendido que sigues escribiendo. ¿Existe ya algún proyecto perfilado de libro?

JLM.- Ya lo he comentado antes, los aforismos son casi el sustituto natural del diario y estoy en el último tramo de una nueva entrega aforística, que asume literatura y vida, aforismos sobre el taller del autor y la pedagogía que nos sale al paso en lo laboral.
Las conversaciones con la editorial que acogería esos aforismos están muy avanzadas; pero debo optar entre publicar poesía o publicar aforismos; no quiero que salgan dos libros a la vez porque dar aire a las entregas nuevas exige envíos a crítica, presentaciones y conviene ser discretos: son los mismos amigos los que apoyan siempre.

-Vivimos unos tiempos en que estamos pasando de una sociedad política a una sociedad económica. Irremediable resulta preguntarte –debido a tu condición de docente y escritor- por la situación por la que atraviesa la enseñanza en la Comunidad de Madrid. ¿Qué mensaje te gustaría dar desde tu posición?

JLM.- Hay un detestable manoseo de la palabra crisis para justificar recortes y dinamitar derechos; la recesión económica no debe regir la aplicación de derechos laborales; un empresario no debe ajustar su cuenta de resultados a la explotación de los trabajadores; cuando un representante empresarial envidia el modelo chino sólo está diciendo que considera su empresa como un feudo en el que él tiene el patrimonio del poder y los demás son secundarios que giran al arbitrio de su voluntad.
   Creo en la escuela pública y quiero competir como profesor en condiciones de igualdad con otros modelos educativos y cada uno de mis días busco razones para no caer en un desánimo apocalíptico.

-Conocida es tu actividad como profesor de instituto en Rivas Vaciamadrid durante las dos últimas décadas. Háblanos de tu relación con tus alumnos. Junto al profesor, ¿asoma el poeta, el escritor?

JLM.- Claro que sí; mis alumnos me ven a diario con un libro en la mano, saben que mis mejores amigos son escritores como tú y entienden que la literatura para mí no es un asunto a tiempo parcial sino que soy como soy por la literatura.
Echo de menos una educación humanística y cada vez soy más escéptico con las nuevas tecnologías, como si garantizaran un conocimiento infuso; sólo son herramientas y hay que buscar un uso óptimo de las mismas, pero no tienen el monopolio de la sabiduría.
 
-Tú que has participado activamente en las actividades culturales en Rivas desde hace más de 15 años, ¿qué valoración harías de la situación actual de la cultura en Rivas?

JLM.- Estamos en recesión y se buscan formas nuevas de ampliar el mapa cultural. El apoyo institucional ha desaparecido y ahora sólo se limita a ofertar infraestructuras; quedan lejos las actividades regladas, las revistas en papel, las colecciones editoriales municipales y los encuentros con autor.
   En esa situación hay un grupo de gente, en el que te incluyo, que está remando a la contra y que despliega una voluntad admirable.
   A nivel personal, asumo que también a mí me falta la inquietud literaria que tenía hace una década y que me permitió conocer a los mejores escritores contemporáneos: nunca olvidaré los días con Saramago, Brines, Ángel Gonzalez, José Hierro… ahora me he convertido en un consumidor semipasivo, aunque de vez en cuando lea en público o asista a convocatorias.

-¿Crees que Covibar, con sus múltiples propuestas literarias, está  en situación de aportar a este pueblo un nuevo clima literario?

JLM.- Lo creo, sin ninguna sombra de duda, este suplemento es una magnífica prueba de ese clima. Y hay iniciativas que confirman que Covibar es un referente sin el que la vida cultural del municipio sería mucho más lánguida: los encuentros poéticos, el café literario mensual, la celebración del II Encuentro de escritores de Rivas o los certámenes de cuentos y cartas de amor dan fe de una institución viva, con una programación a seguir y con un esfuerzo plural que merece apoyo y respeto.

martes, 10 de abril de 2012

WELCOME BAHAMAS


IV.- Viaje a Gran Bahama

  Mi cerebro somnoliento confunde las ciudades visitadas por las salidas de la Interestatal desde Lake Worth: Lantana, Fort Lauderdale, Boynton Beach…Parecen más  porque los enclaves urbanos reiteran un similar trazado: una periferia de urbanizaciones de casas de una sola planta y cuidados jardines y una arteria principal en la que se concentran bares, alojamientos y ofertas comerciales. Nada que ver con el variado espectro hispano de ciudades romanas, medievales, industriales y postindustriales.
   Escribo estas notas desde la terminal de FT Lauderdale, desde donde parte el vuelo hacia Las Bahamas. Allí estaremos los últimos días para librarnos un poco de esa sensación de movimiento continuo.
   El vuelo a Freeport apenas sobrepasa los treinta minutos. El día claro permite vislumbrar el disperso archipiélago de Las Bahamas formado por más de setecientas islas e islotes. Sólo veremos Gran Bahama. Esta vez toca practicar el sedentarismo y el pensamiento calmo bajo una palmera frente al mar. Tiempo Caribe.
 
  La costa imita un decorado de comedia romántica. Sin mutaciones formales. Copioso palmeral de peinetas desplegadas, algunas rocas pulidas por el agua, arenas blancas con restos de algas y una alternancia de verdes, blancos y azules en el reflujo del oleaje. Una secuencia de cine convertida ahora en geografía sensorial.
   En las piscinas un hecho empírico: la hispánica siesta ya es patrimonio universal. Por la tarde recorremos la isla para salir del complejo hotelero y hacernos una composición de lugar menos turística. En 2004 un huracán arrasó numerosas casas y edificios públicos, por lo que la mayor parte de las edificaciones son nuevas. La densidad poblacional, además, permite la separación de edificios y suprime el espacio común del poblamiento. Las olas rompen con fuerza y dejan un estado de ánimo exultante hasta que la multitud mudable del hotel moldea los exactos límites del regreso. Las islas trazarán sus particulares laberintos para que el olvido no las borre.

V.- The end

Es domingo de resurrección. Calma festiva y último recorrido por la 95. Compras de última hora, fotos y de nuevo Miami con un abrumador cruce de maletas, viajeros y vuelos en pantalla. No es un vuelo directo; tenemos una escala en Boston, una ciudad que visitamos hace más de una década y que esta vez se queda fuera de campo porque la parada sólo dura una hora. Después el océano, un libro entre las manos y otra vez la reescritura en la memoria de lo vivido. Dice Manuel Vicent que la felicidad es un concepto abstracto que únicamente necesita una excusa para concretarse. Nuestra excusa fue el viaje y no sería justo usar en el regreso la lastimera lírica de la despedida. Sé que la duración del día es siempre limitada.
  

lunes, 9 de abril de 2012

EVERGLADES NATIONAL PARK



III.- En el parque nacional de Everglades

   No fatigamos mucho la cama. La impaciencia por aprovechar el tiempo vacacional al máximo nos acerca insomnes al café americano y la ducha rápida. Después nos alejamos para visitar el parque nacional de Everglades, un hábitat natural de fama internacional creado en 1947 para sostener su diversidad y su riqueza biológica, frente a las demandas del desarrollo urbano, la agricultura y la industria.
  El humedal se ubica al sur de Florida y es conveniente verlo a primera hora, cuando el calor es soportable y los mosquitos duermen. El aparcamiento está casi completo y nos apresuramos a comprar el pase para la visita en un pequeño tren que recorre una senda de veinticinco kilómetros.
   El río de hierba es una vasta superficie semipantanosa en la que conviven zancudas, buitres, cigüeñas y anhingas, con otras aves de colores llamativos. Pero el animal estrella de la fauna es el aligator, un caimán que dormita en las orillas, nada con lentitud, y que ha poblado cada una de las charcas con numerosa prole.
  Ocultas entre el manglar y los juncos se multiplican las serpientes, así que es del todo recomendable no abandonar nunca la ruta señalada para no tropezar con algún crótalo,  cascabeles pigmeas o mocasines negras.
  Tras el recorrido, cada uno de nosotros se siente un ecologista convencido y observamos cada una de las normas de prevención contenidas en el amplio catálogo para visitantes. El ecosistema ha cumplido con creces las expectativas y el regreso da pie a todo tipo de comentarios por el contraste entre naturaleza y demografía.

   

sábado, 7 de abril de 2012

MIAMI BEACH



II. Visita a Miami

Desde el Aeropuerto Internacional hasta la ciudad de Miami la distancia es muy corta. Al menos esa es la sensación que tengo desde que aperecen las primeras siluetas de los grandes edificios.

Miami ocupa una gran extensión de terreno frente a la bahía. Así que optamos por trazar un itinerario rápido en coche que nos haga tener una visión en general de la ciudad. Se distribuye en distritos de muy diferente apariencia. Las afueras semejan una prolongación de La Habana. En el parque de Coral Gables se ven algunas parejas de novios en sesiones fotográficas y algunas adolescentes vestidas de fiesta. Javier nos explica que es la forma de celebrar su entrada en sociedad, un asunto que parece propio de un cuento de hadas.

Pronto nos adentramos en la playa de South Beach. Antes se vislumbran en la otra orilla las grandes mansiones de las estrellas de cine o de música. Enormes casas con enormes jardines con enormes yates en la puerta. En el litoral los establecimientos de marcas comerciales conviven con los bares de copas y con una abigarrada mezcla de cuerpos de envidiable fisionomía. Necesito más sesiones de gimnasio... creo.

Los enclaves urbanos más gratos son Lincoln Rd. y Española Way. En una de sus terrazas descansamos. Esperan una cerveza fresca y una sesión de fotos.  

viernes, 6 de abril de 2012

DESTINO: FLORIDA (USA)


I. ATLANTIC OCEAN

Uno no acaba de aceptar nunca lo ajeno que resulta a quien se oculta tras el mostrador del aeropuerto el gesto ilusionado del turista. Para la empleada de Iberia la cola de pasajeros es un fastidio incordiante. Por eso, muestra esa cara agria, esa parsimonia exasperante, ese regocijo en las minucias que demoran el viaje.


El optimismo enseña a poner a prueba la realidad. El océano está bajo mis ojos. Volamos hacia Florida. Nueve horas en ruta.


Hay libros que presentan razones contundentes para ser recordados en el tiempo. El escaparate juvenil de mis lecturas acoge todavía Las aventuras de Tom Sawyer. Vuelvo a abrir el libro de Mark Twain. Los primeros capítulos me aburren. Pero aguanto el tipo. El chico inquieto, ruidoso y pendenciero me dejó algunas horas de felicidad. Tom es un hombrecito de provecho que colecciona canicas de colores, fragmentos de cristal, piedras raras y llaves que no abren ninguna puerta.


En la pantalla sobre mi cabeza el itinerario recorrido y datos del vuelo: 4370 Km, Temperatura exterior: -55°, Altura: 10639 m, Velocidad: 789 km/h. Datos convincentes que separa mis pies del suelo.


El largo vuelo tiene un epílogo. En el Aeropuerto Internacional de Miami una tormenta tropical impide el aterrizaje. Hay que sobrevolar en círculo durante una hora. Después, los rigurosos trámites de seguridad, la búsqueda de maletas y, tras el cristal, los primeros abrazos con Javier. Estamos en Florida. Estamos.