sábado, 27 de abril de 2024

MURALLAS Y ERIZOS

Con Joan Margarit
Instituto Cervantes de Madrid, 2020
Fotografía
de
Isabel Fernández Bernaldo de Quirós

 

MURALLAS Y ERIZOS

                   Con C. Cavafis y Joan Margarit

 

   Retorno con frecuencia la poesía de C. Cavafis. Leo en voz alta versos que sobrepasan su condición de textos literarios para convertirse en principios  vivenciales, listos para aplicarse a la travesía diaria del mañana que empieza. Así me sucede con “Murallas”, una composición breve que suelo emparentar con otro poema imprescindible de mis hábitos lectores, “El erizo”, un acierto de Joan Margarit. En los dos textos se habla de un yo encerrado fuera del mundo, seguro, inaccesible, protegido en Cavafis por sólidas murallas y en Joan Margarit por la punzante piel de los erizos. Ambos poemas dan voz a un yo solitario, a resguardo, que abraza el desconcierto porque el mundo está fuera, y allí empieza la vida.

(Anotaciones bajo la lluvia)





 

 

viernes, 26 de abril de 2024

PASO LIGERO

Paso ligero
La tradición de la brevedad
en castellano (Siglos XX y XXi)
José Luis Morante
Edición, selección y prólogo
Ediciones de la Isla de Siltolá
Sevilla, 2024 

 APUNTES DE TALLER 

 Cuando la escritura es más sentimental que racional brota el caos. Y su llegada tiene una condición dura e inhóspita, que hace daño a la voz.

 Sobre la mesa del taller creador, la noción del oficio, ese empeño en dominar la técnica para que fluya mansa e invisible, eficaz.

 Nunca sé dónde nace ese soplo inicial que dicta la amanecida del poema. Parece una grieta cerrada a la inteligencia discursiva. Pero está.

 Viene conmigo –equipaje en el tiempo- este acierto crítico de  Octavio Paz: “El haiku fue una crítica de la explicación y la reiteración, esas enfermedades de la poesía; el renga es una crítica del autor y la propiedad privada intelectual, esas enfermedades de la sociedad”.

 ¿Vanguardismo? Sí, cuando reitera el insistente afán de novedad de la amanecida.

 Suele aburrirme el vuelo ascensional de lo transcendente. Soy de los que abrazan el poema que cumple la ley de gravedad.

 En la sensibilidad oriental se amalgaman Buda, Lao Tsé, Bashô, Omar Kayan, Hafiz van… Sustratos que entremezclan el escueto andamiaje del haiku, los jardines florecidos de la poesía china,  el dogmatismo budista y el rumor transparente de la lírica persa. Oriente es múltiple. Occidente también.

 La verdad del aforismo mejora si preserva esos días inanes, cuando lo previsible toma la palabra y se expresa con impericia filológica.

 Cualquier género literario alienta un viaje a los confines, aunque sean interiores.

 La invención verbal cuartea lo explícito, pone en su tacto una dimensión alucinada.

 La naturalidad encala estereotipos.


(Anotaciones de A punto de ver)




jueves, 25 de abril de 2024

FÉLIX MARAÑA. EL BOSQUE NO ES UN ÁRBOL REPETIDO

El bosque no es un árbol repetido
Sonetos y soñetos
Félix Maraña
Prólogo: Valentín Martín
Huerga & Fierro editores / Poesía
Madrid, 2023

 

LA LIBRE CÁRCEL DEL SONETO

 

   La personalidad creadora de Félix Maraña (León, 1953) está marcada por el periodismo cultural. A él ha dedicado un largo trayecto laboral multiplicando páginas y artículos en las publicaciones del grupo Vocento. Pero la biografía personal de este castellano leonés afincado desde niño en San Sebastián aglutina también una persistente senda lírica que comienza en 1981, cuando amanece su primer poemario Ataduras de la noche.
  El cauce poético se renueva ahora con  El bosque no es un árbol repetido, una compilación de sonetos prologada por Valentín Martín, que añade como subtítulo un guiño unamuniano: “Sonetos y soñetos”. La entrada “Libro de la reconciliación” proyecta una voz directa, con un fuerte acento coloquial que identifica en el ejercicio literario la textura sentimental del protagonista lírico: “Félix Maraña, ese activista de los sentimientos, de la cultura física, el más republicano de todos los gorriones que un día se acercaron a mí como a un hermano grande”. El introito evoca también el recorrido en el tiempo del soneto como estrofa clásica, con un inventario de nombres propios que refuerza la plenitud expresiva y canónica de la forma. Se me permitirá que añada a la galería de practicantes la voz de Blas de Otero, vasco comprometido y poeta social que hizo de esta hermosa cárcel de catorce versos una meditación del devenir temporal del sujeto y su condición existencial.
  El aserto El bosque no es un árbol repetido se apropia de la fuerza expresiva del aforismo para advertir al lector que debe mantenerse en vela para recordar que la reiteración formal no borra la autonomía y plenitud de cada soneto. La voluminosa cantidad de poemas se organiza en cuatro apartados temáticos: “Rumores vegetales”, “Tierra trasplantada”, “Nombres y pronombres” y “Canción y canto”. El poeta además coloca como umbral, tras el paratexto de las citas, el poema pórtico “Garaje de guardia”, una composición que advierte y ratifica lo enunciado por Jaime Gil de Biedma: el devenir vital es un asunto serio que no elude erosiones y pérdidas y la conciencia fuerte de un aviso para navegantes; todos estamos en tránsito, exhibimos una condición transitoria, somos materia paradójica, inocente ceniza que aventará el viento del olvido en la última costa.
  Cada poeta moldea su cadencia expresiva, deja en los versos su particular manera de compartir un pensamiento que adecúe contenidos y forma. En los poemas de la sección inicial “Rumores vegetales” emerge una escritura meditativa y humanista, incisiva e irónica que hace un balance vivencial, despojado de trascendencia. Del mismo modo que el bosque, ese mar de palabras verticales, acoge en su interior una flora y una fauna diversa, la realidad acoge en sus puntos cardinales materiales humildes. Vivir es ir sumando pasos y propósitos, muchas veces baldíos, es también acumular pequeñas muertes sucesivas que constatan que habitamos una sala de espera, que vivir en solo un sueño, un espejismo calderoniano que añora la nostalgia del futuro.
   Contenida en los límites del soneto, la mirada crítica denuncia los desajustes sociales, las continuas agresiones al paisaje natural o los incontables problemas demográficos de nuestro tiempo, esas hendiduras que hablan  de los desheredados de la tierra y del continuo flujo migratorio.
  El subtítulo cobijaba la convivencia de composiciones que no cumplen en sentido estricto las reglas formales del soneto. Esos textos o soñetos precipitan en sus versos la pedagogía del tiempo con sensibilidad machadiana.   
   El apartado “Tierra trasplantada” repasa la memoria personal de un tiempo y sirve de homenaje a algunas iniciativas culturales como la revista La galleta del norte. En todo el apartado es frecuente la nota a pie de página que recuerda aspectos contingentes ligados al poema; desde esa entraña de matices va creciendo la intrahistoria del poema con un persistente hilo argumental: el sustrato existencia donde se dibujan los trazos de un yo poético que recuerda presencias esenciales como la madre o  confiesa que ha vivido. Los palabras conforman un itinerario confidencial fragmentado en el que predomina la nostalgia al evocar la hermosa inercia de lo cotidiano.
  Los relieves del homenaje alzan un mapa de nombres propios en “Nombres y pronombres”. Habitan el poema Antonio Machado, Federico, Vallejo, Bergamín, los vascos del 98, Blas de Otero, Gabriel Celaya o Jorge Oteiza. Son presencias que confirman el peso fuerte de la tradición y el compromiso de la poesía con la historia. El verso reflexivo, sin digresiones, se impregnado de una austera tristeza que recuerda la muerte, que asume con entereza y lucidez el verso sobrio para esa línea gris que marca senda hacia ningún final.
   No solo la muerte y su poder igualatorio está presente en los poemas. También la amistad y la afinidad sentimental con otros escritores busca hueco en los sonetos de “Nombres y pronombres” para mostrar la cercanía con Rodolfo Serrano, Manuel López Azorín, Ana Montojo o Valentín Martín.
   Sirve de coda al extenso poemario el conjunto “Canción y canto”. En él el lenguaje se convierte en canto y ejercicio lúdico. Los textos combinan el aire popular y la rima sonora para acentuar su carácter festivo y el cauce sonoro de la canción.
   El bosque no es un árbol repetido, con sus continuas transiciones temáticas, hace de la pactada forma del soneto y su férrea estructura una estrategia expresiva que enhebra pensamientos y contempla la vida como un paisaje abierto. El endecasílabo muestra su fluir armónico con variadas distribuciones acentuales, sin estridencias, con la palabra contenida de quien se asoma al río de la tradición para reflejar en sus aguas la vida al paso.
   
JOSÉ LUIS MORANTE





miércoles, 24 de abril de 2024

ALGA. Revista de Literatura nº91-92, 2024

ALGA
Revista Literaria nº 91-92
Primavera de 2024
Dirección: Goya Gutiérrez
Edición: GRUPO ALGA
AYUNTAMIENTO DE CASTELLDEFELS
(Barcelona)


DESPEDIDA

Cada lunes domingo,
porque lo cotidiano
rompe en ti sus fronteras
y autoriza
ecuaciones resueltas,
con vocación de luz y mediodía.
Contigo se deshojan los eclipses
y me roza la piel
la memoria con sal de los veranos
hecha instante sin horas.

Si abre la puerta un día la intemperie
y arraiga en el cristal
ese desahuicio que llamamos olvido.
Si apuro
manuscritos de soledad, nada y ceniza,
no te despidas nunca;
haz de mi desamparo día festivo,
también cuando te vayas quédate.

                                    (Inédito)

martes, 23 de abril de 2024

ANTOINE DE SAINT EXUPÉRY: EL PRINCIPITO

23 de abril: Día del Libro

 

ANTOINE DE SAINT EXUPÉRY: EL PRINCIPITO

 A mis hijas,
que ocupan en las páginas de El Principito
el lugar exacto donde yo estuve.

  Pasé mi infancia y adolescencia sin la rosa de los vientos de El Principito. Un asunto trágico que, seguramente, sea causa directa de tanta patología y de mi incapacidad manifiesta para distinguir sombreros y elefantes, onirismo y realidad porque es sabido que lo esencial es invisible a los ojos. No hubo curiosidad intelectual ni elección clandestina. En las aulas juveniles del internado fue titulo recomendado por el profesor de francés. También puso como ejercicio complementario Antígona, por si queríamos conocer cuanto antes el planeta contrahecho de la tragedia, ese lugar donde no hay rosas ni girasoles porque es de noche. En aquel asunto de ordeno y mando del bachillerato, yo me acurruqué en el líquido amniótico de Antoine Saint Exupéy y desde hace décadas vio de alquiler en sus capítulos y en sus ilustraciones.Y no pienso salir al frescor desapacible de fuera. Alguien me ha susurrado que “los adultos son gente muy extraña”

 

(De Cuentos diminutos)

lunes, 22 de abril de 2024

SUSANA BENET. ALMA DE CARACOL

Alma de caracol
Susana Benet
Ediciones la Garúa
Colección Haiku, dirigida por Jesús Aguado y Joan de la Vega
Barcelona, 2024 

 

BROTES VERDES

 

   Prosiguiendo su sólido repliegue en la senda concisa, que comenzara hace más de veinte años, Susana Benet (Valencia, 1950), Licenciada en Psicología, pintora de acuarela, narradora y poeta con perseverante dedicación al minimalismo expresivo, tras la publicación de Espejismo (y otros relatos) (2020),  retorna a la sensibilidad de la estrofa japonesa con el libro Alma de caracol (2024).
   En la nueva entrega, sorprende la escritora al incluir en el pórtico paratextual, junto al espléndido kaiku de Kobayashi Issa, una cita de la escritora estadounidense Patricia Highsmith. Es un nombre vertical de la narrativa policiaca, cuyo magisterio estaba presente en la compilación de sus relatos: “El hombre no tiene más alma que un caracol de jardín. Lo que quiero decir es que el caracol de jardín también tiene alma”. Desde esa perspectiva igualitaria que acerca el sujeto al entorno y equipara la condición de ser de todos los integrantes del paisaje, comienza una entrega donde la observación de lo doméstico se convierte en transitado venero argumental. El haiku de Susana Benet ahonda en la mirada clásica de la tradición. Convierte el esquema versal en objetiva plasmación del instante que aloja en sus destellos el singular misterio de lo cotidiano, el frescor del asombro: “Brilla la luna / en el rastro reseco / del caracol”, “Entre hojas verdes / zigzaguea la mosca / ebria de sol”, “Tejió su tela / la araña entre mis plantas. / Nueva inquilina”.  
   El volumen Alma de caracol arranca con una serie de textos vinculada a la observación directa que propicia la cercanía y el amor a los relieves y destellos de la tierra. La naturaleza cobra una presencia fuerte. Sus elementos multiplican sensaciones e imágenes. Los sentidos escuchan y hacen de la reflexión una vigilia en la que se moldea la sensación con una fuerte contundencia: “Puede la noche / ocultar las petunias, / no su perfume”. Así llueven los haikus que en su levedad tampoco olvidan el matiz crítico y el desamparo de la naturaleza frente al incontinente desasosiego del progreso que va dejando signos desapacibles en las rastrojeras del paisaje: “El carril-bici. / Quién recuerda que allí / crecía un ciprés”, “Un niño trata / de devolver al árbol / la rama rota”.
   El día a día forcejea con la rutina; siembra esa reiteración de hábitos que convierte el sedentarismo del hogar en un refugio de evocaciones, soledad y melancolía: “Tardes ociosas. / El perro dormitando, / las nubes quietas”, “Un nuevo sábado, / el periódico trae / noticias viejas”, “Cuánto ha cambiado / el bar de aquellos tiempos. / Qué triste el vino”, “Todo cerrado / en el día festivo. / Menos el sol”.
   La lectura del contexto cercano es una forma de percibir, dentro de la soledad, el abrazo cálido de la compañía. También la mirada del tiempo, siempre dispuesta al balance vivencial del presente. Laten las horas; el discurrir apunta una variada gama de situaciones vitales. Tras el amplio abanico de la diversidad se entrecruzan el desconcierto diario, la quietud existencial del tedio y la incertidumbre generada por el entrelazado relacional donde discurre la convivencia con los demás. Mirar dentro es quedarse a solas con la conciencia, advertir los rincones de la imaginación, saber que la escritura es una manera de resistir: “Toda la noche / el tráfico incesante, / las obsesiones”, “Salir del sueño / como salir al mundo / por vez primera”.
 A los veneros del asombro y la imaginación, se une el ir y venir de las sensaciones, la vehemencia de ser un integrante más de la naturaleza, esa acuarela de cromatismo renovado que muestra su gran fuerza expresiva. Además, el oficio de vivir recrea itinerarios de memoria y olvido, de propósitos y recuerdos que diseñan la caligrafía de cada conciencia, el testimonio abierto de su introspección. A su paso, el día regala la belleza de lo inadvertido en las cosas humildes y cercanas que expanden en su contemplación la seguridad de lo conocido, una multiplicidad de espigas que conforma la tierra del recuerdo.
  Susana Benet ya es una voz clásica en nuestro entorno poético. Como se ha dicho, comenzó a utilizar la estrofa hace más de veinte años y mantiene en el tiempo una preceptiva sin virajes. La escritora practica un haiku despojado, una instantánea verbal donde sombran los adjetivos y emplea los verbos con concisión extrema. Quien contempla los ciclos estacionales de un mundo cambiante, lo hace con la empatía de quien percibe a través del asombro. La observación captura la belleza del instante. El sujeto, a su paso, anida dentro un patrimonio sensitivo que busca una inasible arquitectura, el esplendor callado de lo perdurable.


JOSÉ LUIS MORANTE



 
 

domingo, 21 de abril de 2024

ESCRITURAS EN FLOR

Alegría
Fotografía
de Cris Aparicio

 

ESCRITURAS EN FLOR

No tengo aspiraciones transcendentes.
Sólo aspiro a ser feliz

ELLA

Escrituras en flor para sobreponerse a lo contingente. Perder el miedo y seguir. La tremenda caída en la Biblioteca Nacional es ahora una anécdota diluida; un repliegue en la sombra con significado difuso.

Ser actores de reparto en los escenarios sociales requiere sumar destrezas básicas. Hay que saber manejar los silencios y hacer de la soledad un lugar interior provisional, oscuro, donde no se sabe si hay alguien.

Me habla de la tertulia y de su amistad con admiración de epígono. Supone que su magisterio es único y con validez universal. Yo abro la mano a la opinión de estos años. Para mí es solo un capítulo cerrado. Sus críticas admiten variadas interpretaciones, pero todas con un único sustrato compartido: el plano rasante de quien busca hacer daño.

Qué pereza escuchar los mensajes de voz; que un escritor, acostumbrado al relumbre de la palabra escrita, responda con audios suscita de inmediato la sospecha de lo urgente, el punteo de una casa con goteras. 

(Apuntes desde Abril, el mes más cruel)


sábado, 20 de abril de 2024

PRIMERA LUZ

Entre la higuera
Archivo de fotos
Parmacultura


 Primera luz.
En las ramas del sueño
oigo trinar.



viernes, 19 de abril de 2024

ELOGIO DE LA BREVEDAD

Pasos a dos
Madrid, Plaza de Colón, abril, 2024
Fotografía
de
Cris Aparicio


EN TORNO AL HAIKU 

 

El haiku teje en silencio, sin dogmas; cuando la poética se aleja de la emoción se refugia en el laboratorio.

 Quien siente una arbitraria mutilación del paisaje cuando cierra los ojos, no mira hacia dentro.

 Leo a San Juan de la Cruz. Percibo en el volar del haiku las cinco condiciones del pájaro solitario: va a lo más alto, no sufre compañía, pone el pico al aire, no tiene determinado color y canta suavemente. 

 La humilde sobriedad del esquema verbal contrasta con su riqueza perceptiva y su capacidad para crear geografías imaginarias.

 El tacto de las palabras recuerda la presión indecisa que muestra la mano de un niño cuando sale a la calle. Entre agarrar y soltar.

 Cada silencio es un potente generador de sentido.

 La percepción poética es una forma de conocimiento. En la lenta conquista del aprendizaje meditación, lectura, sosiego y piel. 

(Anotaciones del libro A punto de ver, Polibea, 2019)




jueves, 18 de abril de 2024

JON FOSSE. POESÍA COMPLETA (Volumen I)

Poesía completa
(Volumen I)
Jon Fosse
Traducción de Cristina Gómez-Bagggetthun
Editorial Sexto Piso / Poesía
Ciudad de México, Madrid, 2023


CUATRO PASOS EN LA POESÍA DE JON FOSSSE

 
   La geografía creadora de Jon Fosse (Haugesund, Noruega, 1959) condensa un territorio plural que integra de forma simultánea literatura infantil, ensayo, teatro y poesía. Su obra transita decenas de idiomas y ha sido reconocida con numerosos premios que culminan con la concesión por parte de la Academia Sueca del Premio Nobel 2023. Pese a la solidez de su trayecto, el autor  sigue siendo en nuestro idioma una línea de sombra. Celebramos el oportuno entusiasmo editorial de Sexto Piso que acoge toda la cosecha lírica del escritor en dos volúmenes traducidos por Cristina Gómez-Baggethum, licenciada en Filosofía, doctora en Historia del teatro y Crítica Teatral, con una amplia estela de traslaciones al castellano de escritores nórdicos.
   Desde la soledad esencial de la lectura emprendo mis primeros cuatro pasos en la poesía de Jon Fosse. El volumen I reúne las tres entregas iniciales: Ángel con agua en los ojos (1986), Los movimientos del perro (1990) y Perro y ángel (1992). La andadura del poeta comienza con una poesía intimista, aunque con un cierto aire de objetividad y distancia. Los poemas vislumbran lo que somos y hacemos, la letra caduca que conforma la lluvia de soledad en un entorno que marca con su presencia el discurrir existencial. Lo vivido en su persistente oscuridad enlaza evocación e instantes del presente. Los poemas marcan las pautas de un itinerario ficcional cercano a la perspectiva realista con situaciones aparentemente domésticas, aunque siempre atento a sorprender el lado onírico de lo real. Los espacios poéticos dejan la sensación de ideas fragmentadas, como si las certezas sensoriales necesitaran el refrendo de la reflexión. En otros momentos se convierten en reescrituras y variaciones de magisterios cercanos como Georg Trakl, o dejan la calidez sensorial del deseo en un erotismo que prefiere la sugerencia del reflejo y el merodeo visual de una escena onírica a la descripción. El tono cortante del relato poético sugiere la mirada paciencia del espectador que anuncia lo que ve o se imagina con un ritmo cortado, repleto de pausas, hasta que otra vez las voces, con el denso peso de lo alucinatorio, emergen desde el silencio.
  Prosigue itinerario Los movimientos del perro en cuyos poemas se acrecienta la fragmentación visual y el hermetismo. La idea del poema conforma comparaciones que enlazan estratos semánticos distintos. Los temas van y vuelven mudando la significación, como si se agitaran por dentro. Los versos crean una atmósfera de incertidumbre y despojamiento, se hacen con escuetos materiales, como si nacieran desgajados y esenciales desde el interior, presentes e incomprensibles.
  El personaje verbal del niño chico suscita composiciones en forma de cantares infantiles, en los que la rima pone un aire popular y engarzado con la tradición oral. Pero pronto se suman, desde la reiteración de un supuesto motivo circular, al tema orbital de las composiciones donde el perro se transforma en elemento simbólico, como el ángel en la primera entrega.
   Perro y ángel (1992) ocupa el tramo final de este primer volumen compilatorio. El título enlaza dos sustantivos que determinan los poemas anteriores, como si el escritor quisiera resaltan que su geografía poética se construye a partir de motivos recurrentes. También la presentación formal de los textos permanece. El yo poético mira alrededor para anotar con los sentidos el cromatismo del entorno. La mirada se desplaza y da razón de vida al pensamiento. El poema se hace testimonio de una instantánea visual. Todo aparenta la calma de un día cualquiera. Y desde ese sosiego retorna el paisaje de la evocación en el que se entremezclan sensaciones y lecturas. La voz de Jon Fosse nunca es ajena al fluir de la tradición; como sucediera en otros libros, aquí rescribe ideas y poemas de Hölderlin, como escritura  que se reflejara en un cristal.
 Las palabras acogen lo paradójico, la presencia de lo ausente, la luz de la oscuridad, el viaje al mar de una barca que se dirige hacia la negrura; son desplazamientos de los significados que en ocasiones solapan la línea argumental y dan pie a interpretaciones más complejas. El yo que escribe es un yo cambiante que hace del tiempo un presente continuo y una persistente desaparición de la identidad porque cada texto cobija a quien lo escribe. Se hace un cuarto perdido en algún sitio con la luz prendida.
 
JOSÉ LUIS MORANTE


 

miércoles, 17 de abril de 2024

LA CAÍDA



LA CAÍDA

El que sabe ver no necesita preguntar

FRANZ KAFKA

Tarde en la Biblioteca nacional para asistir a la presentación de la revista Turia. Secuestro la atención de los asistentes dos minutos. Al ocupar mi asiento no veo el escalón, mientras saludo a varios escritores, y caigo con estrépito al pasillo. La caída es muy dolorosa, pero discreta; solo hay doscientos asistentes. Durante el evento, se hincha mi mano y tengo dolorida la espalda. No digo nada pero mi ánimo trata de sobreponerse con la falsa sonrisa del náufrago.

Cada evento literario ratifica la misma sensación desoladora. Las nuevas voces, empeñadas en ganar prestigio e influencia social, dedican muy poco tiempo a la lectura y mucho a descubrir puntos de anclaje. 

Con tantos poetas profesores, la conversación deriva siempre hacia el mal estado de la educación. En las familias se deberían prohibir los puños cerrados del autoritarismo; no generan afecto sino el mar helado de la frustración y un continuo sentimiento de culpa.

Preposiciones de su estar diario: ante, cabe, bajo, con, contra, desde, hacia, hasta, para, por, según, si, sobre, tras EL MÓVIL.   

Migra el sueño. La vigilia permanece a mi lado casi toda la noche. Suelo asustarme mucho cuando me observo a solas.

(Abril en el diario)




martes, 16 de abril de 2024

KAFKA Y YO

Franz Kafka
(Praga, Chequia, 1883-Kierling, Austria, 1924) 

KAFKA Y YO
 
   Leo a Franz Kafka con frecuencia alevosa. Para entender el mundo. Para entenderme e interiorizar que la sinrazón forma parte de lo cotidiano; hay que respirar con sosegada cadencia, sin apremio, sin pánico. La situación política, la belicosa idiocia nacionalista y su retaguardia militante, los asesinatos como razón de estado, los atentados contra la dignidad y la beligerancia de quienes manosean el sentir colectivo en los medios de comunicación son asuntos que me llevan a Kafka.
   La biografía del escritor parece disentir de su obra. Fue un modesto judío de Praga cuyo itinerario vivencial estuvo regulado por la rutina de horarios funcionariales que no pueden interpretarse en clave literaria.
   Sus relaciones con los demás fueron pobres, como si permaneciera en el umbral del otro o detrás de un cristal que asegurara su confinamiento. El escritor asumió la condición del superviviente; una interioridad aislada que, sin embargo, observa el entorno con profundo interés. Lo que sucede fuera le desconcierta porque la azarosa relación de acontecimientos diarios legitima el absurdo, el hueco incontinente de una nada convertida en seña de identidad colectiva. Por eso leo a Kafka.

(De Cuentos diminutos

lunes, 15 de abril de 2024

EL ARTE DE VIVIR LOS LUNES

Ahora que es tarde
José Luis Morante
Prólogo de Antonio Jiménez Millán
Ediciones La Garúa /Poesía
Barcelona, 2020


  
EL ARTE DE VIVIR LOS LUNES                             
 
El arte de vivir los lunes
requiere cierta práctica y algo de teoría,
saber de estratagemas y confabulaciones
y adjetivar la prosa cotidiana
con una terca voluntad de estilo.
Incontables acechan
los peligros desde el primer café,
crecen cuando un olor
anuncia escuetamente la leche derramada,
se reproducen con duración de días laborables
y en guardia se mantienen,
tal seguros precintos,
entre los pasajeros del tren crepuscular
que nos devuelve a casa,
al reclamo del lecho hospitalario.
El arte de vivir los lunes
sobrevive y se esconde
en vacuas reflexiones como ésta:
nada es eterno, salvo un lunes.     

         JOSÉ LUIS MORANTE

                      (De Población activa, 1994)




domingo, 14 de abril de 2024

MONOGRÁFICO SOBRE FRANZ. REVISTA TURIA


 

TRANSICIONES

 Hace solo unos meses, el presidente del Gobierno de la Comunidad autónoma aragonesa entregaba el Premio Aragón a la revista Turia. Lo recogía su director, el periodista y escritor Raúl Carlos Maícas. Un galardón con el que el jurado reconoce los 40 años de “ininterrumpido compromiso con la cultura de Aragón”. Turia sigue fiel a sus propósitos de amanecida; es “un proyecto que ha consistido en editar una revista cultural y se ha venido haciendo desde Teruel, pero con clara vocación universal”. En sus páginas siempre una férrea defensa de la lectura y de la creatividad como herramientas para fomentar el conocimiento y la universalidad desde lo local. El martes día 16 de abril presenta en la Biblioteca Nacional una nueva entrega, en esta ocasión un monográfico dedicado a Franz Kafka. Allí estaremos con enorme alegría.

  En el Retiro caminamos sin prisa, sustituyendo al pensador por el paseante para percibir la superficie sosegada del lago, la quietud de una estatua con vida, el violín que suena con el abrazo ronco del cello. Instantes. Transiciones del ánimo.

  A diario mantengo el cívico disfraz de la esperanza. Han sido meses de mucho trabajo y este mes, donde el libro es elemento esencial, dejará sitio a dos nuevas entregas personales y a dos prólogos de autores muy cercanos. Una excelente cosecha que merece celebración amistosa. Cada libro nuevo no es más que una actitud de asombro frente a lo contingente.

  Permanecen los garabatos del encuentro.

  Si ves un resplandor descarta el endiosamiento. Una vela no es una estrella.

 Signos de alegría frente al ordenador. Tras días en casa, vencido y desarmado por la neurótica saturación de lo doméstico, otra vez la buhardilla adquiere su apariencia natural. Ya están los libros en su sitio, he colocado en otros estantes los que nunca releo y he reciclado la poesía que ha envejecido mal y que ahora me mira con ojos de extrañeza.

  Ojos de vuelta; la vida es un reguero de ceniza pero hay que preservar el sentimiento de positivismo con esas amistades que duran mientras somos útiles.

 

(Apuntes del diario)

 

 

 

sábado, 13 de abril de 2024

ÁNGELES MORA: LA HORA DEL POEMA


 

ÁNGELES MORA. PREMIO NACIONAL DE POESÍA 2016


   Aunque nació en Rute (Córdoba), el trayecto literario de Ángeles Mora se vincula con la ciudad de Granada. Allí llegó a comienzos de los años ochenta, cuando la ciudad vivía una auténtica eclosión creadora con los poetas de la otra sentimentalidad, y allí obtuvo su licenciatura en Filología Hispánica. La poeta ha conseguido el Premio Nacional de Poesía por su poemario Ficciones para una autobiografía (Bartleby, 2015) y ahora publica su quehacer lírico en el volumen Quién anda aquí. Poesía reunida (1982-2024)

 -El premio Nacional de Poesía invita a recorrer de nuevo el dilatado pasillo del recuerdo. ¿Cuándo comienza su escritura? 

Comencé a escribir cuando era una adolescente, después de mis primeras lecturas. Escribía ingenuos poemas que poco a poco fui reuniendo en dos primeros cuadernos de aprendizaje, De ellos surgió un primerísimo libro ya muy olvidado y otro de canciones, que no llegaron a publicarse. Más tarde trabajé un poco más y recuperé parte de esos poemas en un libro titulado Caligrafía de ayer, que se publicó en mi pueblo natal, Rute (Córdoba), en el año 2000. Pero, en serio, comencé a escribir a finales de los años 70, después de que pasaran mis años que llamo de “vida oculta”, tras mi primer matrimonio y mis tres hijos que nacieron rápidamente. Durante un tiempo me dediqué únicamente a ellos. Cuando llegué a Granada, en el año 79, tenía muy avanzado ya mi primer libro: Pensando que el camino iba derecho, un libro donde empecé a romper con mi inconsciente poético esencialista juvenil, porque ya había comenzado a leer a poetas como Eliot, Gil de Biedma, Ángel González, Brecht, Emily Dickinson, aunque aún no había comprendido bien el lugar donde, poéticamente hablando, me hallaba. Por eso en ese libro a veces los poemas se me escapaban, se me iban por las ramas… Con lo que también empecé a romper en ese libro fue, desde luego, con mi inconsciente vital, porque ya me había dado cuenta de que la vida no era como me la habían pintado. No lo era para nadie, pero mucho menos para una mujer. Por eso el primer título que le puse a ese libro era “Donde da la vuelta el corazón”. Y por eso en ese libro hay poemas como “Claudicar y muriendo” donde ya hablo de algo que se cae irremediablemente.

 -A comienzos de los años 80, la poesía española vivía una amplia brecha con la generación novísima. Granada se convirtió en epicentro de la Otra sentimentalidad, alternativa estética que después dio origen a la poesía de la experiencia. ¿Qué pervive de aquella etapa?

 Cuando llegué a Granada y conocí a Álvaro Salvador, Luis García Montero y Javier Egea y me hablaron de Juan Carlos Rodríguez, de “La otra sentimentalidad”, etc. me sentí cerca de ellos, porque también yo traía una herencia común a la que ellos habían recibido. Me refiero, como he dicho antes, a la lectura de poetas que pensaban que la poesía no podía reducirse a ser una mera expresión de la sensibilidad sino que había que tratar de “decir cosas” en poesía. Eliot, Gil de Biedma, Brecht, Emily Dickinson son ejemplos de la necesidad de decir “ideas poéticas”, de plantear en el poema el “yo ficticio” y utilizar el lenguaje cotidiano, porque no tenemos otro. Así que yo me sentía cercana a ellos. Luego vinieron las clases en la Universidad, las conversaciones poéticas, el estudio…

Sí, Granada removió el ambiente poético del país. Aquella fue una etapa importante, crucial, para el nuevo rumbo que había de tomar la poesía. La otra sentimentalidad supuso un vuelco radical entonces a la manera de entender la poesía y la literatura en general. Como muy bien sabemos nació de las enseñanzas y la manera de analizar el hecho literario del profesor Juan Carlos Rodríguez, que en la Universidad de Granada nos enseñó a leer los textos de otra manera, a indagar en el inconsciente ideológico que los sostenía, los producía. También a no dar el yo por presupuesto, a pensar que somos producto de una determinada concepción histórica de las relaciones sociales, de una ideología que nos entra desde que nacemos por la misma piel. En nuestra poesía intentábamos romper con ese inconsciente ideológico que nos domina, que aprendemos desde que tomamos la leche materna. Las mujeres lo intentábamos desde nuestra particular condición, desde las circunstancias especiales que vivimos. Nunca saldremos de la trampa ideológica en que vivimos si no rompemos las dicotomías que plantea la burguesía capitalista: privado/ público, razón/ sensibilidad. Las mujeres lo teníamos peor porque siempre fuimos destinadas a lo privado y a la sensibilidad, frente a lo público y la razón, que eran del hombre. Si nos quedamos en el yo que nos construye el inconsciente ideológico de la familia, las relaciones sociales, etc., nunca romperemos esta historia de explotación en la que vivimos (más las mujeres, pero también los hombres)

  -¿Se reconoce en aquella fotografía de grupo de la poesía de la experiencia?

 Esas fotografías de grupo en el fondo no existen. Son etiquetas que te cuelgan, una manera de despersonalizarte. Yo sé lo que aprendí en mis estudios y en la práctica poética de aquellos años. Sé lo que me proponía conseguir para llegar a tener mi propia voz, para buscarme poética e ideológicamente. Después de mi paso por la universidad de Granada, por supuesto hubo una ruptura en mi posición poética, en el sentido de que yo no quería situar la palabra poética en un lugar incontaminado ni sublime. La quería hacer terrenal, llevar al espacio de la razón, también de la emoción, por supuesto. La poesía necesita intensidad, emoción. Quería que la poesía me dijera cosas sobre la vida y no que se convirtiera en un esteticismo vacío. Frente al esteticismo prefería una especie de épica cotidiana.

  -Tanto en lo personal como en lo literario, su vinculación con el profesor Juan Carlos Rodríguez fue máxima. ¿Qué aportó el ensayista al discurso poético de la lírica granadina?

 Creo que esta pregunta ya te la he ido contestando en las anteriores. En La canción del olvido, que fue el primer libro que publiqué, después de conocer a Juan Carlos Rodríguez, primero como profesor y después en un aspecto más personal, quise olvidar muchas cosas, empezando por mi educación sentimental. Las mujeres de mi época crecimos con un inconsciente que nos situaba como objetos de los demás, más que como sujetos de nuestra historia. Las mujeres pertenecíamos al ámbito de lo privado (como la poesía, por otra parte) y los hombres al ámbito de lo público. Esa dicotomía privado/ público fue una de las cuestiones ideológicas que “La otra sentimentalidad” pretendía derribar en su práctica. Ni el amor, ni la mujer ni la poesía pertenecen exclusivamente al ámbito de lo privado. Tal vez convenga, pensábamos, sacar nuestro amor a la plaza pública y tal vez se convierta así en el espacio de las preguntas, de la reflexión y el encuentro.

-En muchos de sus versos, ¿es la memoria el punto de partida?

 Lo que yo creo es que un poema siempre surge de una imagen, de una idea, siempre tiene que ver con nuestra vida, con la manera personal de ver la vida y reflexionar sobre ella. Mi poesía siempre ha ido hacia donde ha querido mi conciencia. La conciencia que tengo del mundo y de mí. Nunca he escrito poesía como consuelo sino como búsqueda, como quien tiene necesidad de saber o de “saberse”, porque la poesía es una forma de buscar el sentido de la vida. No importa tanto de dónde arranca un poema sino hacia dónde te lleva. Siempre digo que el poeta se interna en el poema como quien se abre camino en un bosque con la luz y el cuchillo de la palabra. Cada paso es un verso. Importa el final, pero también el camino.

 -¿Puede interpretarse Fcciones para una autobiografía como una fusión entre sujeto verbal y yo real?

 Este libro tomó la forma de una autobiografía fictiva (aunque no en un sentido lineal), hurgando en los rincones de la memoria, del presente o del pasado para reflexionar, una vez más, sobre nuestra vida y adónde nos lleva el ambiente en que vivimos, la educación que recibimos, el “yo” que nos construye el inconsciente ideológico de que hablaba al principio. Este libro comienza con un poema que se refiere a mi nacimiento (mal puede nadie recordar su nacimiento), pero ahí comienza la autobiografía fictiva que propongo, partiendo de imágenes de mi vida (en realidad podrían ser de cualquier vida) para que me lleven a una reflexión sobre el mundo en que viví de niña y en el que vivo de mujer. Cada poema de este libro supone una elaboración poética que trata de reflexionar sobre nuestra vida y nuestras contradicciones. Como bien dice la cita del principio, de Philippe Lejeune, “Toda autobiografía implica un pacto con el lector”. Esta autobiografía también supone ese pacto con el lector, pero el añadido de “Ficciones” da otro giro al asunto: bajo la apariencia autobiográfica lo que busca es la verdad que crea cada poema. Finalmente como dice la cita de Blas de Otero con que se cierra el libro: “Esta es la historia de mi vida, / dije, y tampoco era”.

-Otro elemento central de su poesía es la identidad femenina, el continuo debate sobre su rol social. ¿Hay margen en el poema para la cuestión de género? 

Naturalmente que sí, y en este libro yo trato esa cuestión en varios poemas. Unas poetas han abordado este tema de una manera y otras lo han hecho de otra. Históricamente, podríamos decir que la mujer tuvo que hacer un doble distanciamiento para entrar en ese universo poético que parecía reservado solo para el hombre (las llamadas románticas del XIX fueron pioneras. Y no digamos Rosalía de Castro, que pasó ampliamente de ese “terreno acotado” que se concedía a las poetisas): la mujer tuvo que distanciarse primero de su propio inconsciente que le decía que ella pertenecía al mismo ámbito –el del sentimiento, la sensibilidad, lo sublime- que la poesía. Es decir, distanciarse primero de su educación sentimental para entrar en el ámbito de la razón, el mismo que el hombre siempre se reservó para sí, desde que se consideró sujeto. Pero las mujeres, a veces, utilizamos ese lugar femenino para deconstruirlo con distanciamiento y con ironía. Por ejemplo, es lo que yo hice –o intenté hacer, al menos- en mi poema “Gastos fijos”, del libro La dama errante

-¿Todavía hay factores que condicionan la historia de la participación femenina en el campo literario?

Sí, todavía, al menos en el asunto de la visibilidad y la consideración social, a las mujeres que escribimos nos cuesta más cualquier logro. Aunque yo, realmente, este año no me puedo quejar, porque recibir el Premio Nacional de Poesía es un honor que me ha hecho muy feliz y me ha recompensado del poco eco que otras veces han obtenido mis libros. Este logro, desde luego, lo dedico a la lucha de las mujeres por la igualdad, también en este terreno, ese campo literario de que me hablas.

 -El entorno digital es signo de identidad de nuestro tiempo. ¿Cómo afecta a su escritura?

 Creo que no afecta a mi escritura. Tal vez puede ayudar a la visibilidad. Eso sí. Pero tampoco tanto.

 -Respiramos una etapa histórica compleja, que ha introducido en el discurrir existencial los titulares de la actualidad, esa respiración entrecortada de un tiempo social en conflicto. ¿Se puede o se debe reivindicar la poesía desde lo público?

 Yo diría que se puede y se debe. Dentro del deber de un intelectual está cuestionar lo que existe, si no está de acuerdo con el sistema de dominación en el que vivimos. Hubo un tiempo en que se habló de “poesía comprometida” y otra que consideraba ese compromiso como rebajarse, porque creía que la poesía pertenecía a un terreno superior, incontaminado por lo público. Pero nada existe hoy “incontaminado” por lo público. En el fondo, comprometidos estamos todos. Por acción u omisión. Creo que la poesía puede y debe implicarse en esa lucha ideológica. Creo que debe intentar, al menos, “crear saber”, por así decirlo, para ayudar a cambiar el mundo.

 

                                                      JOSÉ LUIS MORANTE


viernes, 12 de abril de 2024

MUTACIONES

Armonia
Archivo general de internet

 

MUTACIONES


   No sé si fui yo quien descubrió de pronto que los trazos de la lámpara del salón se parecían mucho a mi hermana Cecilia. Ella había desaparecido una noche, con el primer frío de diciembre. Y jamás regresó. Tampoco hubo noticias de mi padre. Mostraba al final de su estancia con nosotros una mirada gris, un tono gélido, calcado del espejo del recibidor. Todos los habitantes se fueron, aunque ahora sé que están ahí. Cada mueble es una crisálida que aguarda su mutación a tiempo, su palpitar festivo para ser mariposa.

 

(De Cuentos diminutos)

jueves, 11 de abril de 2024

UN RECUERDO INFANTIL

Ser barro
Archivo digital
de
Stock

 UN RECUERDO INFANTIL

Antes de que la niebla
apagara su luz,
una vez fue mi casa.
Forjaron sus paredes
maleables arcillas
y barderas resecas;
y protegió sus techos
con rojizas pendientes
para dormir sin nieve su nostalgia
y la lluvia inducida
por el ceño gravoso del invierno.
Se emocionan mis manos
si abren puertas ahora
la cuadra, el palomar doméstico
y aquel entorno oscuro del doblado.
Allí, no sé por qué,
nunca prescribe
la terapia efectiva
del niño que cobija sus preguntas
en los frágiles bordes
de una página escrita.

   (Del libro Nadar en seco, 2023)




miércoles, 10 de abril de 2024

INCIDENCIAS

Alegría con humos
Fotografía
de
Adela Sánchez Santana

 

INCIDENCIAS

 


 La agonía es la pereza de explicar lo que hemos aprendido

GREGORIO LURI

      Mis aforismos prefieren un ideario ficcional basado en el realismo, pero siempre atento a sorprender el lado onírico de lo real, esos espacios de formas difusas que amplían las certezas sensoriales con líneas de sombras

   Las antologías de multitud, donde tienen cabida los Cien mil Hijos de San Luis de la poesía, no requieren el sosegado conocimiento del crítico que bucea en la profundidad sino el entusiasmo sociológico del editor y la experiencia del profesor de talleres que vio nacer, crecer y reproducirse la voluntad creadora entre la sugestión y el absurdo. Dejan en los elegidos el sabor dulce de la autoestima, pero nada aportan  a la travesía argumental de la literatura. 

   El exhibicionismo ético es inagotable atentado contra la autoestima de los demás. Deja en la calle profetas apocalípticos en campaña, de los que hay que zafarse con urgencia. 

   Compró una casa amplia de una sola planta, para que todas las decepciones estuvieran a su alcance. 

   El tiempo y los achaques físicos nos convierten en ramas solitarias y desgajadas, quemadas por el sol de la intemperie.

 

(Apuntes  en abril, el mes más cruel)

 

    

martes, 9 de abril de 2024

LUIS MIGUEL MALO MACAYA. EN PAPEL

En papel
Luis Miguel Malo Macaya
Prólogo de Pedro López Lara
Ediciones Mahalta
Ciudad Real, 2024

RAZÓN DE TINTA

   En el mecano digital hay piezas que encajan de inmediato y adquieren a diario una presencia con elementos referenciales. Así sucede con Luis Miguel Malo Macaya (Santander, 1953), Licenciado en Medicina, poeta, aforista e incansable difusor de contenidos culturales en la red.
   Su empeño literario comienza muy pronto. Fue en los primeros momentos de la transición, aquella esperanza colectiva que llenó la memoria generacional de amanecidas y porvenir, cuando encuentra las librerías Solo de amor (1979). Muy pronto aquel letraherido, recién llegado, opta por la foto de compañía y se integra en las convocatorias del grupo Cuévano. Pero su ritmo de escritura prefiere el paso lento y no vuelve a publicar hasta 1993 cuando deja en la cartografía del presente Nominación a tientas (1993), en ese tiempo en el que la lírica figurativa y la poesía de la experiencia se convertían en moda. Por entonces, Luis Miguel Malo Macaya dirigía la colección La sirena del Pisueña e impulsaba el despertar de voces nuevas, mientras sus poemas iban buscando sitio en algunas muestras antológicas. Tras un largo silencio, en el que no se apaga la lumbre del verso, reúne las nuevas composiciones en el libro A mi indebido tiempo (2017), ya con el timbre fuerte de la madurez; el poeta se reconoce en la línea clara del intimismo figurativo y en una expresión comunicativa sin el vaho en los cristales de la grandilocuencia.
   El camino de vuelta al poema se completa con el volumen En papel (2024) en el catálogo de Ediciones Mahalta, una marca castellano manchega que dirige el poeta Francisco Caro con plenitud y acierto y en la que se asientan nombres inolvidables como José Luis Morales, Nicolás del Hierro o Efi Cubero. La entrega En papel tiene un proemio de Pedro Lara López. Se titula "La trama" y está articulado, con morosa ironía, como un informe judicial en torno a la traición en la que incurren todos aquellos Bartleby, el inolvidable escribiente del cuento de Herman Melville, que preferirían no hacerlo, pero lo hacen. De este modo, editor, poeta y prologuista depositan en la voluntad a media distancia del lector las composiciones del paisaje lírico de Luis Miguel Malo Macaya. Así, En papel se hace evidencia argumentativa, abandona el cajón de los manuscritos y da sonido a una voz que abre la puerta al día, entre los rosados dedos de la aurora digital.
   Quien se viste con ropas de poeta fija posiciones de inmediato. Mira la realidad con los manchones de la contradicción, hace papel mojado al miedo de mostrarse en la tinta sombría de la página escrita. Las palabras escogen el camino buscando en sus laderas el verso que se salva, el instante de luz que hace de la poesía un único momento que ocupa plaza fija en las evocaciones, según dicta al olvido la sentencia del tiempo.
   Hay mucha metaliteratura en las páginas de En papel, pero más allá del horario que suscribe el taller  en la solemnidad erudita de buscar la razón del poema, o la fertilidad de espuma y dátil de la imaginación, Luis Miguel Malo Macaya se anuda en la camisa de poeta la sabiduría del escepticismo y la tela de entretiempo de la ironía. Son estrategias siempre compatibles con la textura emotiva de muchas composiciones que acogen las sombras de la noche, el aire fresco de los sentimientos y los pasos interiores que tanto saben de soledad y melancolía. En ellos, el poema se transforma en refugio habitable, donde el yo escribe a tientas y habla con su propia sombra en el desvelo.  
   Los hilos argumentales nunca olvidan el homenaje a la biblioteca; quedan los ecos de Neruda, Vallejo, Salinas, Ángel González y Karmelo C. Iribarren, nombres propios que velaron las noches de insomnio y mostraron la hondura del pasillo formal . En él caben las estrofas cerradas y el verso libre, el apunte emotivo y el romance, esa mirada que hace de las páginas en papel "la convicción de un sueño que pasea / en busca de respuestas redentoras / por los silencios puros de la noche".  Alguien te está leyendo, Luis Miguel, aunque tú ignores quién y presupongas nadie, y te da las gracias por tu poesía y por tu amistad, por compartir el verso necesario.

JOSÉ LUIS MORANTE


domingo, 7 de abril de 2024

MUDANZA

Playa de Morro de Gos
Oropesa del Mar, Castellón, Abril 2024
Fotografía
de
Adela Sánchez Santana



MUDANZA

Cambio de casa.
Asuntos personales:
el mar y yo.

                    (Inédito) 






 

viernes, 5 de abril de 2024

BUSCAR SITIO A UN LIBRO

Habitar el caos
Rivas Vaciamadrid, abril, 2024

 

BUSCAR SITIO A UN LIBRO

 

Nada se sabe, todo se imagina

 

FERNANDO PESSOA

 

   Este tiempo digital ha emplazado en sitio visible a la necesidad de valores que buscan un lugar propio. Hay que reivindicar cada vez más fuerte, sin quiebras ni estridencias, que hay una abrumadora crisis moral que afecta a todos los estamentos sociales. Se percibe a diario en la estridencia alborotada de los medios y en la disolución de los referentes políticos y sociales. Una sociedad sin valores es un organismo al que le han extirpado su arteria principal; la crónica de una muerte anunciada.

    Íntima cartografía del sujeto verbal y sus desplegadas conexiones con el entorno. Se acumulan los libros en estantes provisionales, cajas, maletas, mesas de trabajo y se agrieta la discusión perpetua: hay que seleccionar libros y desprenderse de los que desbordan las habitaciones. Pero ¿qué libros sobran? 

  Los etiquetados imprevistos en el muro, hechos casi siempre con la mejor voluntad, no pocas veces me crean un problema: si he pasado una sema haciendo una reseña y anuncio en el Facebook la nueva entrada del blog, no hay sitio para promocionar mis propios poemas, los éxitos literarios de desconocidos o los eventos digitales del día; así que borro la etiqueta y sé que borro también un poco de la amistad del otro. Pero la razón es meridiana y es bueno que el otro también perciba claridad y amanecida; el despertar en un libro leído por intensa dedicación.

  La caligrafía insomne de su mensaje me recordó: “no tengo aspiraciones trascendentes. Solo quiero ser feliz”.

  Cuando viajamos y veo algún puesto de libros o alguna librería de viejo suelo comprar un puñado de títulos que ya tengo. Ella me mira con sempiterno gesto de fastidio y me pregunta: "César Vallejo, Oscar Wilde, Raymond Carver... ¿Por qué compras libros que ya están en casa?". Nunca sé qué decir; yo también me lo pregunto con frecuencia. No sé, acaso porque ese gesto crea el espejismo de que la biblioteca personal no me abandona y se desplaza conmigo en cada viaje

 (Apuntes del diario)

 


jueves, 4 de abril de 2024

DIONISIA GARCÍA. EL PENSAMIENTO ESCONDIDO

El pensamiento escondido
Aforística completa
Dionisia García
Prólogo de Carmen Canet
Editorial Renacimiento
Colección A la Mínima, Serie Mayor
Sevilla, 2022

 

UNA GRIETA DE LUZ

  
    En el tramo final de siglo, Dionisia García (Fuente-Álamo, Albacete, 1929) estrenaba género al publicar en 1987 Ideario de otoño. Era la más temprana cosecha aforística; un surco abierto que concedía a la autora relevancia especial como iniciadora de esta estrategia expresiva ante la carencia de voces femeninas anteriores. El decir mínimo habría de adquirir en el trayecto literario de la escritora amplio desarrollo, como se vislumbra en El pensamiento escondido, recopilatorio de las tres entregas dedicadas al aforismo.
  La travesía es analizada en el proemio “Confidencias” por Carmen Canet, quien personifica la más persistente indagación del taller conciso de Dionisia García. La resonancia escritural perfila, en un juego de transparencias, la luz directa de la intimidad. Dentro del texto, la palabra confidencial es dueña de un enfoque comunicativo y compartido; aglutina situaciones sencillas y cercanas y abre senda a un horizonte reflexivo expuesto desde la hondura de la introspección. Como dicta la obertura de Carmen Canet: “Deja discretamente sobre el papel que sus palabras fluyan vitales, emotivas, profundas e imparables”.
   La acumulación de registros en Dionisia García es geografía integradora y prolífica. Aglutina caminos entre la poesía, la narración, el ensayo y los aforismos. En todos ellos, la existencia sirve para comprender escenarios y procesos de la realidad desnuda; el discurrir es trasunto de un espacio real paradigmático que tiene asienta localizaciones en ámbitos desperdigados por el mapa de lo laborable. La palabra nunca pierde su calidez doméstica para dar voz a protagonistas que congregan cercanía y sencillez, estar machadiano.
  La senda completa incluye, junto al ya citado comienzo Ideario de otoño, con nueva reedición ampliada en 1994, los libros Voces detenidas (2004) y El caracol dorado (2011). Sobre este contenido, Carmen Canet preparó la selección El hilo de la cometa. Antología esencial (1987-2011), editada por Libros al Albur en 2019. Todos constatan en su desnudez expresiva que “El aforismo no es un juego para decir algo. Puede llegar a quien escribe por vía intuitiva, o ser expresión de un pensamiento previo hasta considerar que el resultado puede ser válido. En su proceso viene a ser semejante al poema: hay que estar alerta.”
   Los pensamientos mínimos tienen preferencia por la forma directa; los enunciados son pasos cercanos a la biografía personal y exponen los efectos colindantes de las circunstancias. Los núcleos argumentales huyen de la estridencia; muestran contraluces y contrastes frente a las interrogaciones de la razón. Estas señales son percibidas por el proemio de Carlos García Gual a Ideario de otoño. El prologuista recuerda la tradición de un género con sus nombres esenciales a los que se añade el decir sentencioso de Dionisia García, desde la observación sutil, suave, irónica, como si las ideas se hubiesen instalado en los bajorrelieves del matiz. El transcurrir invita a la contemplación, al camino que enlaza el paisaje interior y las respiraciones de los elementos del entorno, siempre sometidos a las continuas metamorfosis de procesos naturales.
   El tumulto semántico acoge también referencias frecuentes al sentido y razón del hecho literario: “Las palabras nos ordenan, nos sitúan y alojan. Mal tratadas se vuelven contra nosotras”; “El estilo un poco gris –decía Baroja-  para que destaquen los matices tenues”. Placidez al visualizar la idea”. Este último texto pude muy bien definir los límites austeros de esta práctica minimalista y su complicidad, al asomarse al mundo, con la levedad de la  menudencia y sus grietas de asombro.
   Como ratifica la introducción de Voces detenidas la introspección se hace mirada interior. Pauta interrogaciones a través de la ironía, el desencanto y la esperanza, en torno a la condición humana. La escritura traza los rasgos de un autorretrato que intercala zonas oscuras y claridades. El yo percibe las voces detenidas del silencio, interpreta tras su indefinición genérica, esa parquedad narrativa, coloquial y directa que solemos hallar en el andamiaje del relato existencial. Los textos desandan el camino, cuestionan un pensamiento acomodaticio para dilucidar el sentido existencial; hablan de seres que deambulan buscando certezas y perciben el vivir despacio con sus asimetrías y relieves.
   La entrega El caracol dorado sirve de cierre a la compilación, tras un breve apunte de la autora donde comenta que el título nace de una impresión visual, cuando se despliega la amanecida. Se hace la luz y el aforismo ilumina los rincones del pensamiento para indagar sobre una realidad en vilo. La tarea impone una mirada insistente que se empeña en percibir el rastro de las cosas, los estratos de sus posibilidades y esos efectos secundarios que generan emoción y reflexión, la calidez de las palabras cortas y sus irisaciones.  
  Los aforismos de Dionisia García nunca son indiferentes a la historia menor, al poso anecdótico de apariencia insignificante. Saben que el lenguaje los dignifica y los convierte en compañías apacibles, en esos interlocutores de la inteligencia que fluyen con textura transparente, como un cauce incontenido de verdad y belleza. Tras su fragilidad evocadora, cada aforismo guarda la consistencia de un comienzo.

 
                                                                       JOSÉ LUIS MORANTE