martes, 31 de marzo de 2020

MARIA AVEIGA DEL PINO. PERSONAL ANTHOLOGY

Personal Anthology
Antología Personal
María Aveiga del Pino
Translation by
Alison Posey
Valparaíso USA, Edición bilingüe
Clayton, GA, USA, 2019


SELECCIÓN PROPIA


   Los rasgos indispensables de María Aveiga del Pino (Latacunga, Ecuador, 1964)  definen su riguroso estar como escritora, antropóloga y el trayecto laboral dedicado a la gestión empresarial. En el discurrir biográfico ha pasado largas temporadas  como residente en  Zimbabue, Madagascar, Honduras y El Salvador. Y es protagonista de un itinerario creador que incluye las entregas de poesía Bajo qué carne nos madura (Mantis, ed. 1990), Oc (Abrapalabra, 1993), Puerto Cayo (Eskeletra, 2000),  el conjunto de ficciones breves Cuentos populares y mitos indígenas del Ecuador (Olañeta/Librimundi, 2003), el espacio de investigación etnográfica La Pasión de Jesús (Premio Ministerio de Cultura del Ecuador 2012), la muestra lírica Poemas (La Cabra, México, 2013), el volumen Deseo y Tierra (El Ángel Editor, Quito, 2013 ) y la antología en edición bilingüe Personal Anthology (Valparaíso USA, 2019) cuya traslación al inglés es de la profesora Alison Posey, investigadora literaria, traductora y docente de la Universidad de Virginia. Su poesía ha sido vertida al italiano y al inglés.
  La corriente que integra Personal Anthology recorre casi tres décadas de escritura que inicia el poemario Oc. Sus textos marcan un discurso de levedad y esencia que postula un comienzo. Así se define ese amanecer de la identidad femenina marcada por el fuego y la humedad como principios activos del ser. Detrás del proceso de construcción de cada latido hay un fuerte deseo que se convierte en voluntad e impulso innominado y sin rostro que erige mutaciones y cambios. El concepto de ser se empapa de una intensidad paradójica y extraña: “Cruzo la espesura / del ardiente animal. / Manuscrita mi lengua / descifro en su estéril lomo / la profundidad / de una crecida muerte, / el chasquido que mi silencio / sin apuro bebe”. Los poemas definen un viaje de conocimiento y búsqueda, repleto de onirismo y magia como esos libros abiertos del mito y la leyenda, núcleos centrales de la tradición antropológica. El origen cultural del término Oc como lengua provenzal en los albores de la Edad Media acrecienta la idea de un lenguaje interior y secreto que hace de las palabras una invención liberadora. Ser mujer es crear a través de la lengua, habitar las palabras, alzar vida en el vientre verbal.
  Desde su construcción dialogal, el poema “Menthos, el niño” transmite una densa sensación de soledad y desamparo, como si al mirarse en el espejo del día, solo se reflejaran líneas de soledad y ausencia de la madre. La voluntad de estar de quien ha perdido ajenos refugios y solo le quedara la experiencia interior, esa manera fuerte de reconstruir la realidad desde dentro.
  La selección integra el poemario Puerto Cayo en el que la geografía local del enclave playero ecuatoriano adquiere una contundente configuración. Quien habla desde sí mismo nos deja los indicios de una contemplación que busca armonizar pensamiento y entorno. Cada lugar invita a la dubitación y al rastreo; la playa promueve un lejano horizonte sumergido en la profundidad donde se vela la memoria de los ancestros. En el poema homónimo “Puerto Cayo” el sitio, más que espacio físico y tangible, es una superficie de representación y símbolo: “Encalla / en la irisada necedad de las olas / animal de piel negra / Esfinge / su rostro guarda el mío / su palabra mi memoria / diluvio de arena”.
   La contemplación nunca es estática. Concede al mar un impulso continuo de renovación y movimiento para que en él germine la visión de Ofelia sobre el agua, la fuerza estrepitosa de la desolación en el tsunami o el esfuerzo apagado de los náufragos. Se integra como coda final el poema “Mar” una composición dividida en seis secuencias autónomas que hace de la conjunción entre profundidad y superficie de las aguas un hilo argumental. Desde la desnudez apacible de su estar llega el recuerdo y un tumulto de sombras que guardan en su sugerencia el secreto. Los enigmas del sujeto que se adentra en su propia naturaleza.
  Las vivencias del recorrido por los refugios de la memoria se plasman en Otros lugares que aporta a esta antología personal un conjunto de poemas en prosa. Esta estrategia expresiva permite confrontar la singularidad geográfica y su fuerza de persuasión sedimentada en la memoria. Cobran vida en el poema vivencias de Itzamá, Nueva York, Manakara o Madagascar.
   El camino hacia nuevas estaciones literarias se hace luz con algunos inéditos en los que conviven la prosa poética y el verso libre. Así se clausura Personal anthology un volumen que muestra un riguroso proceso de selección para definir el ideario estético de María Aveiga del Pino. Poesía donde se expresan las rutas de la imaginación y los sustratos del itinerario vivencial. Palabras con luz de lluvia y tiempo que abren una oquedad pequeña donde cabe el mundo.

José Luis Morante     



lunes, 30 de marzo de 2020

EREMITAS DIGITALES

Clausura
Imagen
de
WordPress.com

EREMITAS DIGITALES

   Acostumbrados al paso lento de la escritura tradicional, el ordenador sorprende por su disposición e inmediatez para acoger los escritos, sean estos asuntos personales, creaciones literarias o impresiones lectoras. Los archivos se suceden con apremio y la pantalla encendida no conoce descanso; nada queda del latido acompasado de la pluma o de los estados de ánimo de lapiceros y bolígrafos. Hay que aceptar un axioma de partida: lo que se escribe es una miga de voz para la voraz bulimia del procesador.
  El teclado exige una caligrafía de urgencia que no se extravíe en digresiones; marca un itinerario sin rotondas con la promesa de una receptividad colectiva, tangible y medida con exactitud por el contador de visitas del blog que además nos deja una cartografía diferenciada de lectores habituales y esporádicos.
   Como en cualquier manifestación escrita, la función última de los textos literarios es caminar juntos sobre la geografía del lenguaje, superar  el encierro por la pandemia, ese nuevo formato de aquella vieja torre de marfil, de aquel exilio en lo individual, meditando la quiebra de ilusiones vitales y el aplazado viaje a tantos paraísos perdidos.
   La pantalla encendida del ordenador nos deja más solos entre una multitud virtual; nos convierte ahora en náufragos digitales que sienten la escarcha insatisfecha del teclado.

                                                      (Diario Hablar a solas)

                                                       

domingo, 29 de marzo de 2020

CHARLAS A SOLAS

ATARDECER
Fotografía
de
Adela Sánchez Santana



CHARLAS A SOLAS



El prólogo recibe con un temperamento de conflicto bélico.

Soy cortés; ignoro su inaceptable falta de criterio.

Las erratas contagian miradas oblicuas.

El escritor de diarios imagina un árbol viejo, cuajado de frutos crepusculares.

En la página abierta, el rostro de quien lee.

Aprendió en Ovidio que los versos se conducen con mano vibrante.

Ninguna nota a pie de página advierte que es la reflexión ensayística de un fumador activo. Está llena de humo.

Libros con la cojera de un pupitre de escuela pública.

Angustia; estoy perdido en un poema desapacible.

La experiencia propende al juicio anticipado.

Lectura de ascensor, tono sosegado de una conversación insustancial.





sábado, 28 de marzo de 2020

JOSÉ ÁNGEL LEYVA. TRES CUARTAS PARTES

Tres cuartas partes
José Ángel Leyva
Editorial La Garúa / Poesía
Santa Coloma de Gramenet, Barcelona, 2020



PUNTOS CARDINALES


   El discurrir literario de José Ángel Leyva (Durango, México, 1958)  ha adquirido en su caminar sobre el tiempo una personalidad sólida y sorprendente, marcada por la hibridez de géneros. Su escritura es una sala polivalente, donde se yuxtaponen espacios para el periodismo, la gestión editorial y la poesía donde retorna con el libro de hermosa edición Tres cuartas partes.  
   El volumen añade como amanecida un poema de Antonio Gamoneda. El reconocido escritor leonés recurre a la intertextualidad para trazar un homenaje lírico a la voz del autor mediante la composición “Frontispicio para, con, en la poesía de límites de José Ángel Leyva”. El dilatado título genera de inmediato una indagación crítica, ya que la etiqueta “Poesía de límites” propone una semántica de exploración y búsqueda, de tanteo en el maleable magma del lenguaje. El poema de Gamoneda reniega de lo explícito para dejar que versos y palabras de Leyva caminen por itinerarios renacidos; se asienta así en el texto una conjunción de voces que refuerza el extrañamiento como espacio germinal.
   El primer tramo, “La eternidad no es tiempo” comienza con un poema de fuerte impacto emocional. En los versos de “La perra” conviven la lucidez de la experiencia vital y el apunte crítico. El argumento muestra la introspección de un yo desdoblado que conforma una desoladora imagen del presenta con los grises indicios del pasado. Otro texto básico de esta sección es “Tres cuartas partes”, un poema homónimo que define el epígrafe del libro. El sujeto se ausculta a sí mismo aceptando que las tres cuartas partes de su fisiología son fluidos que anegan músculos y huesos. Esos líquidos vitalizan el trayecto perceptivo y la conciencia de ser en la que tiene cabida una menesterosa representación de lo real.
  Las divergencias del entorno asoman en poemas como “Alicia en Ciudad Juárez”, “Migrantes” o “Su nombre es Bagdad”, donde la actualidad caligrafía una novela de ideas por la trágica situación social de los crímenes y mujeres desaparecidas, de la búsqueda de una patria donde haya unos gramos de futuro, y la violencia en las calles de tantos países en permanente conflicto bélico; una ficción cuyo narrador omnisciente es la conciencia del sujeto que deja hablar a las convicciones éticas y estéticas en cuyo argumento entrelaza interioridad y exterioridad  El texto “La poesía” tiene el levitar de una poética en la que está presente el carácter paradójico del lenguaje y su relación con la muerte y lo perecedero: “¿De qué están sembrados los sepulcros / que no echan fuera gusanos sino flores?”; también ese enlace entre la temporalidad y la palabra germina en la composición “Amores”; pero el material temático que define  la sensación nocturnal de este primer tramo es el recorrido de un filón tétrico sobre esas plagas bíblicas que dictan la fisionomía del presente. Sobrecoge el entrelazado de composiciones dedicado a la guerra, el hambre, la peste o la muerte como vestigios ponzoñosos empeñados en crear un conjunto de ruinas perdurables, propicias a tormentas y naufragios.
   Se contraponen a esa mirada hacia las sombras otros poemas más enunciativos en los que tienen sitio las indagaciones sobre la tradición local o la caligrafía del recuerdo con secuencias evocadoras de viajes y regresos.
   La semántica nocturnal de esta primera parte, enfocada en la relación entre protagonista existencial y entorno histórico, cobra un viraje en el apartado “Visual” donde el arte y sus expresiones en la pintura, la escultura o la percepción de lo matérico se convierte en protagonista del transitar poético. A veces es el espacio físico del taller, como en “Estudio de Lutxana” en que muestra su disposición a la luz y la contemplación, al ángulo de la pupila que reclama la presencia del arte. En otros texto, como en “Louise Burgeois” el trazo argumental aliente la reflexión y el encuentro del espectador con la obra y su disposición a buscar las claves lógicas de la expresión artística en un camino que avanza por las sombras de la interpretación y lo subjetivo.
   El lenguaje fluye hacia dentro de la materia para entender su textura interior y vislumbrar las vetas que hablarán si encuentran la mano del artista. Lo sólido es proyecto, un lenguaje por pronunciar, un ojo en vela que busca descifrar la geometría de la luz; de ese impulso germinal se hace el poema “Bosques” al que pertenecen estos versos: “También el hombre echa raíces / frutos semillas / Insemina el aire / Escribe en la corteza y en la fronda / las cosas que pasan por las ramas del cerebro…”. 
   Sirve de epílogo a Tres cuartas partes una coda crítica del poeta, ensayista y profesor universitario Juan Carlos Abril titulada “La mirada humanista”. La aproximación es excelente y clarifica la coordenada exacta del poemario: ese lenguaje indagatorio que habla del hombre y la condición trasversal del dolor que puebla el discurrir existencial. Pero delante no queda el vacío y el salto hacia la nada. Queda, como recuerda Juan Carlos Abril el poema, la palabra, el verso… Esa piedra firme del lenguaje en la que se sostiene la esperanza.

JOSÉ LUIS MORANTE


    

viernes, 27 de marzo de 2020

EL REGRESO DE ADÁN

Paraíso
Archivo fotográfico
de
Imaqui


EL REGRESO DE ADÁN

Frente al invierno
tu pura permanencia
árbol desnudo

JOSÉ CEREIJO


   Ante el insistente empuje de la melancolía, Adán retornó una mañana al paraíso. Se adentró en sus espacios con la fuerza feliz de quien busca el lugar propio. No tardó en advertir que recorría un territorio de desposesión. Aquel sitio solo cobijaba abandono.
   En el centro del páramo se alzaba todavía el árbol del bien y del mal; miró aquella silueta y se hizo efectiva la soledad de un tronco calcinado y rijoso. No aguantó más. Bajó los ojos y convocó el olvido, como si el paraíso no hubiese existido nunca. Se precipito hacia la salida. Allí sus pasos tropezaron con el ala inerte de algún ángel, el metal chamuscado de una espada herrumbrosa y una camisa oscura de serpiente.

(De Cuentos diminutos)



jueves, 26 de marzo de 2020

PAISAJES INTERIORES

Algún lugar
Fotografía
de
Javier Cabañero Valencia



            DEFENSA DE UN PAISAJE

Las formas y las luces de los atardeceres,
el silencio y las calles que velan lo escondido,
las esquinas proclives al paso solitario,
el sueño que esgrimimos como razón de ser
­­(Los sueños que moldean cambiantes espejismos),
la humedad de las manos, la decepción anónima,
la rosa que lacera
y la gota de sangre,
la inercia de mirar el vuelo de los pájaros,
aquello que perdura cuando cierro los ojos,
los hechos transmutados en memoria,
las manos que no piden nada a cambio.
la casa, 
el pan
y el verso que me busca.

                                     El pacto de vivir.
El párrafo en cursiva
sobre un tiempo que no es más que tiempo.

                         
                       (De la antología  Mapa de ruta)



martes, 24 de marzo de 2020

DIEGO MEDINA POVEDA. TODO CUANTO ES VERDAD

Todo cuanto es verdad
Diego Medina Poveda
Accésit del Premio Adonais, 2019
Ediciones RIALP. S. A.
Madrid, 2020


EL DESIERTO  DE ESTAR


   Desde su inicio creador, en 2009, con la carta de presentación Urbana Babel Diego Medina Poveda (Málaga, 1985), Licenciado en Filología Hispánica, Becario en 2014 en el Área de Publicaciones de la Biblioteca Nacional y Máster en Estudios Literarios, impulsa un caminar de producción sostenida, en un laborar reconocido con distintos premios. Con su entrega Todo cuanto es verdad obtuvo el accésit del Adonais, cuando consiguió el Premio María Elena Higueruelo con el libro Los días eternos.
   Todo cuanto es verdad toma su título de un mínimo fragmento de Séneca, contenido en Epístolas a Lucilio, que sirve de umbral al paisaje de composiciones. La cita deja en su semántica un rumor reflexivo, de exploración, como si alentara, más allá de algunas circunstancias biográficas, un criterio selectivo de búsqueda y conocimiento. El primer apartado “Mudanza” suma también un fragmento de Fray Luis de León ante el carácter cambiante y transitorio de lo real. El poema ofrece planos situacionales en los que se insertan pensamientos introspectivos y reflexiones sobre experiencias concretas. El sujeto verbal emplea la primera persona para reforzar la complicidad de la confidencia. Así lo percibimos en el excelente texto de apertura “Ropa limpia”: “HE optado por callarme, pero el eco / retumba tan profundo en las paredes, / que creo que es mi pensamiento / la voz de su blancura. / Cosa de locos / que escuchen las paredes a los cuerdos”. Así nace la idea de una ficción autobiográfica que condensa, con prolijo aporte de detalles, la dialéctica entre entorno y sujeto. El primero establece un entrelazado de cambios que aseveran la temporalidad o los puntos de punto de fuga que ponen espejismos en lo diario. El poema “Vigorexia” maneja la ironía con destreza para definir la nadería muscular del ejercicio físico como única meta personal y contrapone ese modo de estar con la soledad punzante de quien escribe esos monólogos que el poema pronuncia inadvertido.
   “El viaje”, poema de cierre de este tramo inicial puede entenderse como una poética que alude a la función catártica de la poesía y a la hondura de su significado, nunca definidas con plenitud, nunca evidentes. Toma como estela argumental una conocida composición de Cavafis que reitera algunos tópicos de uso frecuente: no hay nada nuevo bajo el sol  o esa terquedad de la historia para repetir huellas conocidas. Pero el final anticlimático anula de inmediato cualquier dogmatismo.   
   En el segundo apartado “Geografía del abandono” se yuxtaponen referentes diversos para hacer una lectura del presente a través de distintas situaciones que dejan en su desarrollo la textura de lo cotidiano. Contiene excelentes composiciones como “Deshaucio”, con un cierre rotundo: “Vivimos en la antítesis de un verbo / que muchos años antes se empleó /   para hablar de esperanza”. También cobra un fuerte significado afectivo,  para el estar del sujeto que se define por lo contingente el poema “Charcos”, cuyas imágenes crean esos trazos oscuros que humedece el discurrir temporal. Y es muy expresiva la queja reflexiva que formula el poema “Reciclaje”, donde el entrelazado de imágenes aventa una lectura simbólica.
   Del mismo modo, otros poemas parecen hechos de tramas autónomas. Sirven de cobijo al homenaje, como “Perspectiva del Sena”, en torno a Paul Celan, o hacen de las sensaciones que depara un encuentro fortuito una meditación sobre el fluir del tiempo.
    Todo cuanto es verdad muestra la caligrafía variable de un cuaderno de viaje existencial; en sus páginas la identidad paga el diezmo de la incertidumbre y los pasos sobre una superficie de certezas líquidas que deja sensaciones de soledad y desamparo. La palabra constata el tacto frío de la realidad, esa geografía de contraluces que  requiere siempre el callado resguardo del poema.

lunes, 23 de marzo de 2020

A SOLAS CON TODOS

Todo es ayer



A SOLAS CON TODOS


Ese recelo de que el futuro nos obligue a caminar sobre una bicicleta estática y frente a un horizonte virtual. El porvenir ama los espejismos.


A horas fijas se rompe el silencio con la polifonía de la gratitud. Aplausos para el personal sanitario, los servicios públicos, los empleados del supermercado, las dependientas de la farmacia… El contrapeso lo pone la estridencia de las cacerolas contra la oscura actuación del monarca saliente; su camisa real está llena de manchas éticas. Cuánta suciedad acumulada.

Escuchando el verbo cansino y rencoroso de los dirigentes independentistas vuelvo a refrendar un aforismo: “Las placas de hielo de algunas ideologías  propician la conducción temeraria”.

Los desnortes del poema se realizan bajo la ley del mínimo esfuerzo; son versos sin música, que carecen de significado y tienen la textura de lo superfluo. Su única salvación es el olvido; que el perezoso autor recapacite, sea consciente y los borre a perpetuidad.

En el último paso de cada recorrido está lo inacabado, esa incertidumbre que obliga a pronunciar: hay que volver.

(Apuntes para el diario)

domingo, 22 de marzo de 2020

SENTIDO LITERAL (Metaforismos)

El eterno retorno
Fotografía
de
Javier Cabañero Valencia


SENTIDO LITERAL

(Metaforismo)

A José Luis Trullo, por su amistad


Aforismos: un zumbido de avispas.

*

Implosivo por naturaleza, el aforismo se expande hacia dentro. Busca el infinito interior.

*

W. Whitman contenía muchedumbres; yo, soledades.

*

Un aforismo no apaga su sed sino con la fría claridad de otro aforismo.

*

Si oyen la tos del pie de página, los aforismos fruncen el ceño.

*

Nada difieren el aforista y el hombre de la calle; ambos ensartan piel, huesos, flaquezas, sentido común, filosofía y olor a tinta.

*

Callar la boca al polemista claustral ayuda a conocerse.

*

Para seducir por el sabor, no hay mucho que añadir a la sal gorda. Salvo carne y vísceras.

*

En el cuerpo conceptual del aforismo el impulso vertical, la metafísica instantánea.

*

Cuánta química glandular produce el fanatismo.

*

Alzo barricadas con palabras. Digo: soy sincero, pero no digo la verdad.

*

Al despertar sospecho que la realidad es una patología de la imaginación.

*

Los contrastes verbales del lenguaje, sin la implicación de la conciencia, son inocuos; hielo que absorbe calor esteticista y se deshace.

*

Un hombre tiene la edad de sus defectos.

*

A diario acaricio la piel volátil de alguna certeza.

*

El aforismo busca el sustento de la paradoja; hace de la pared muro y puerta.

*

En la callada espera del espejo, mientras se contempla, el grillo se percibe como un apóstol de la idea.

*

Los aforismos desmigajan, ponen sobre el mantel las sobras limpias del pensamiento.

*

                                                                    (Aforismos sobre el aforismo)

sábado, 21 de marzo de 2020

CUARENTENA

Nostalgia


CUARENTENA

   Hoy, veintiuno de marzo, se conmemora el Día Mundial de la Poesía. Pero no hay eventos en la calle, todos estamos cumpliendo esta cuarentena de aislamiento que cierra puertas, con sus muros de adobe y sus tablas ajadas, a tanto abrazo ausente... Nadie definió mejor los poderes terapéuticos del verso que el poeta Javier Egea. Nos queda la poesía, pequeño pueblo en armas contra la soledad. Desde su lumbre este haiku que quiere ser abrazo y esperanza:

RETIRO

Los otros, bálsamo.
En esta soledad
estáis conmigo.

                                (Inédito)





viernes, 20 de marzo de 2020

JOSÉ MARÍA ÁLVAREZ. LA MIRADA DE LA ESFINGE

La mirada de la esfinge
José María Álvarez
Edición, selección y prólogo
de
Noelia Illán Conesa
Editorial Olélibros
Colección Vuelta de tuerca
Valencia, 2019


DEL AMOR Y EL DESEO


   Una travesía literaria tiene mucho de paisaje nórdico. Sus rincones conjugan indagaciones, búsquedas, obsesiones y experiencias que proponen un modo de conocer, una manera de trazar los signos de una estética. Cuando regreso a las páginas de José María Álvarez (Cartagena, Murcia, 1942) aparece un colmado recorrido en el tiempo que integra poesía, ficciones, autobiografía y ensayo. Pero es la senda lírica el camino central desde que sus poemas más tempranos se integraran en la antologíaNueve novísimos poetas españoles, muestra que José María Castellet coordinara en 1970, con la inestimable complicidad de Pedro Gimferrer. Aquella propuesta finiquitaba el realismo y focalizaba en primer plano el ideario culturalista, una caligrafía bifronte que solapaba arte y vida.
  Ya lo he escrito más veces y lo reitero. De todos los integrantes acogidos bajo aquel estandarte crítico ha sido José María Álvarez quien se ha mantenido más fiel a las estrategias expresivas novísimas. Así lo refrenda su libro central Museo de cera, obra en marcha editada por primera vez en 1974, que sigue viva y en crecimiento, como consigna la octava edición en la editorial sevillana Renacimiento en 2016. Esa salida central no es fruto único y han ido manando entregas desde La Edad de oro (1980) hasta Una desamparada hermosura, la amanecida más reciente. Con todas ellas Noelia Illán Conesa, poeta, profesora, editora y especialista en el legado creador de José María Álvarez, compila La mirada de la esfinge, una selección poemática que tiene como tramas argumentales el amor y el deseo.
   Ambos términos alientan una notable fuerza polisémica porque fundamentan la constitución de lo subjetivo. Cada identidad tiene su propia mirada de esfinge de estos procesos que pulsionan el mundo interior y deben someterse al principio de realidad y a las conexiones con el otro. El breve prólogo sondea las peculiaridades que alumbra esta selección de poemas organizada en dos partes; por un lado “Las huellas del deseo”, convulsión de brasas que trastoca la fisiología del sujeto;  y en el tramo de cierre “Imposible terciopelo”, una sección más reflexiva y simbólica, donde la experiencia se interioriza. Y como pórtico de ambas el poema “El desterrado”, composición elegíaca que enmarca los sentimientos en la temporalidad y en el poder definitorio del tiempo.
   El amor y el deseo remueven la superficie corporal del sujeto. Suponen una germinación de sensaciones que permite conocer la plenitud e intensidad, la búsqueda de los lugares sagrados del lenguaje para nombrar lo innominado, cuando el cuerpo se convierte en lugar accesible. Así se van construyendo, en poemas como “En un hotel de Ginebra”, “Anatrón”, o “El esplendor perdido”, las convulsiones fuertes del seísmo amoroso, el temblor sagrado que domina la razón, extravía los sentidos y exige la entrega total, sea cual sea el marco geográfico o la etapa vital que consume al protagonista verbal.   
    El tramo integrado en “Imposible terciopelo” dialoga con la ceniza y la pérdida, como si la fisiología sentimental saliera al amanecer  tamizada por las nubes grises del pensamiento. La belleza del recuerdo sustituye a la plenitud corporal. Desde el pretérito retornan las secuencias de un tiempo de plenitud y celebración corporal en hermosos poemas como “La belleza de helena”, “Zebech” o “Recuerdo de la niñez”, donde retorna con sensorialidad intacta el vigor del aprendizaje sentimental.
     Fiel a su reflejo, como si el fluir temporal intensificara el perfil de la identidad, José María Álvarez contrasta textura intimista y conocimiento del legado cultural. Su poesía abre puertas en el lenguaje a un dimensión cosmopolita y babélica, donde conviven narratividad, ironía y enunciados explícitos del deseo. Así sedimenta un estilo que enlaza sus entregas, compartiendo una herencia verbal. Asilado en los versos de José María Álvarez habla fuerte un principio esencial: las palabras no bastan, es preciso vivir. O como recuerda Noelia Illán Conesa, la autora de esta excelente antología, como un eco de Shakespeare: “Húndase Roma en el Tíber. Este es mi sitio”. 




jueves, 19 de marzo de 2020

RECUERDO DE MI PADRE

Lejanías
Imagen
de
Archivo general de internet

Recuerdo de mi padre


Mi padre ponderaba la eficacia
como un tesoro extraño y valiosísimo,
escondido en el vientre de la tierra.
Solía levantarse muy temprano,
con el tic-tac grabado en la memoria,
y dilataba oscuro una jornada
que concluía laso y taciturno.
Era su empeño inmune al frío o la canícula.
Por él estuve interno tantos años
con la sola misión de hacerme un hombre.
(Entendamos, un hombre de provecho,
un atinado buscador de logros ).
Mas el esfuerzo no valió la pena.
Él no tiene conciencia del fracaso.
Descubrió en la derrota
una patria feliz, compensatoria.

             ( De Causas y efectos, Sevilla, 1997)



miércoles, 18 de marzo de 2020

EL BIÓGRAFO DE JORGE LUIS BORGES

Caricias
Jorge Luis Borges
Archivo
del
Ministerio de Cultura


EL BIÓGRAFO DE JORGE LUIS BORGES

  Con perenne dedicación y sosegada paciencia, labró durante una década una biografía minuciosa de Jorge Luis Borges. Muchos años se encerró en el estudio, ahuyentó compromisos, practicó la negligencia afectiva y dejó exhaustos sus ojos entre la crecida bibliografía. Tras la enésima corrección de pruebas, publicó la obra, la dejó en los estantes del mercado y nunca más pensó en aquel libro prometeico.
  El cumplido quehacer sólo tenía una errata. Confundió fechas y anticipó la muerte en Ginebra ochenta y siete años antes del nacimiento en Buenos Aires. Un lapsus ligero, paradójico, que no hubiese disgustado al mismo Borges.

(De Cuentos diminutos)



martes, 17 de marzo de 2020

CLARO DE LUNA PARA CLARA PONSATÍ

Feísmo
Fotografía
de Clara Ponsatí
de
El Independiente



CLARO DE LUNA PARA CLARA PONSATÍ

Ella pediría en el desierto
una silla para sentarse

     JULES RENARD


Hablar no es solo acumular vocales y consonantes. Hay que pensar.


El silencio mejora tu salud intelectual.


El odio, ese cuervo que das de comer en la palma de tu mano.


De Madrid al cielo. Siempre. Por la felicidad de no tropezar contigo en ninguna calle.


Edgar Allan Poe sabía mucho sobre la fealdad interior. Tú también.


Elogio de la vocación personal: Estar de paso. No hacer nada. Ser famosa por un titular de prensa.


¿Ética? Olor a fosa séptica.


Los corazones duermen; solo los reptiles los dejan en letargo.


Deberías visitarte a ti misma. Nunca estás.


No desvarío, incluso una noche de trastienda no suprime el claro de luna.


A pesar del fango, que tengas buena salud.

(Aforismos con sarna)

lunes, 16 de marzo de 2020

ATILANO SEVILLANO. TRAZOS

Trazos
Haikus y otros poemas breves
Atilano Sevillano
Prólogo de José Antonio Olmedo López-Amor
Ediciones Vitruvio
Madrid, 2019


DESPUNTAR DE LA LUZ


   El recurso expresivo de la brevedad, en su doble formato del haiku y el aforismo, ha alcanzado en la última década un despuntar insólito, acaso porque proyectan un tiempo colectivo de celeridad e incertidumbre, de inestabilidad textual que tiene  en el ámbito digital su máxima expresión. A ese renacer de la síntesis expresiva se suma  Atilano Sevillano con el volumen Trazos subtitulado Haikus y otros poemas breves que prologa, con amplia lucidez el poeta, aforista y coordinador literario de la revista Crátera José Antonio Olmedo López-Amor. Frente a la interpretación reduccionista o la consabida alabanza amistosa, el prólogo recorre el espacio del haiku y su mínima unidad significativa para capturar la esencia de lo percibido a través de un diálogo directo, hecho de conocimiento y búsqueda a través de distintos formatos estróficos como la tanka, el haiku y el senryu. Los poemas son un ejercicio de depuración y disciplina para encontrar la palabra necesaria en sus tramas argumentales, una puesta en marcha de la imaginación como alternativa a la realidad. José Antonio Olmedo López-Amor concluye que los poemas muestran “la inquieta psicología de un autor fascinado por la vida y la belleza del mundo. Nada  de lo dicho queda fuera de la sensación, toda brizna observada es significativa”.
   El segmento argumental del libro aglutina tres tramas que se definen por la estrategia formal de las composiciones. El primero “Susurros de tankas” aglutina los poemas definidos por el conocido esquema de cinco versos, compuesto por la estructura 5/7/5/ 7/ y arranca desde la invocación de un poema de  Akiko Yosano que entrelaza memoria y olvido para definir el decurso existencial del sujeto. Los textos componen el trascurso temporal como una senda que se va poblando de sensaciones y pensamientos. Esta contemplación se integra en el ánimo del yo, como se integra en la textura íntima de la identidad el amor, el deseo o la necesidad de sentir con naturalidad, como si fuese aire respirable, latido, pulsión de vida: “Como poema, / tan sencillo y tan libre /de florituras / me miras a los ojos, / me lees cada día”. Ese núcleo germinativo del amor deja espacio a otros sustratos como lo metaliterario, donde el poema camina hacia el lenguaje para buscar sentido y razón, y la conciencia de temporalidad que muestra a cada paso el fluir de lo perecedero.
   Atilano Sevillano elige el haiku como muro de carga del poemario en el tramo central del libro. Y lo hace en su sentido más clásico, concediendo a la estrofa, según recomienda el canon, un sentido temporal que vela la identidad del yo y que despliega el contemplar como forma de acercarse al entorno para disfrutar de su ciclo estacional. La cita elegida, de Ueshima Ontsura, refrenda el enfoque: “El ruiseñor / se posa en el ciruelo / ya desde antaño”.  También el recuerdo de Bashô advierte de ese destello estacional que impregna los elementos del paisaje y su rumor de vida. La voz del poeta suena entre la levedad de las palabras luminosa y fuerte, con ese afán celebratorio de quien toma conciencia del entorno y de su plenitud: “Lluvia y granizo / crepitar de la leña / felicidad”.
   Se me permitirá recordar al lector que el senryu reitera el esquema versal del haiku de 5/7/5, pero que su enfoque semántico es muy diferente ya que no focaliza a la naturaleza y a la percepción como veneros temáticos sino a la conducta individual y sus desajustes. El ser cívico protagoniza en su vida social comportamientos extraños y ello da pie a un fuerte sentido crítico, no solo en el enunciado habitual, sino también desde el sarcasmo o la ironía. Plenamente conocedor de estas características, Atilano Sevillano clausura su entrega con el apartado “Rumor de senryus” y elige como marco accional el contexto urbano y sus circunstancias laborables: “En la parada / el autobús recoge / muchas ausencias”; “Cristal y muro, / paredes transparentes, / gente invisible”, “Sobre los muros / se escriben los graffitis / de los fracasos”
   Es una evidencia; la aportación de la poesía al decurso creativo occidental ha abierto nuevas posibilidades expresivas. En ellas se cobijan libros como Trazos para que la estrofa cobre una significación nueva. Los textos de Atilano Sevillano demuestran un saludable conocimiento de la tradición y preservan la captación intuitiva. Iluminan la realidad con el minimalismo de una estela en el aire, con la frescura de un íntimo abrazo sensitivo. Poesía que nace al despuntar la luz.



domingo, 15 de marzo de 2020

SOBRE LA CONFIANZA


Confianza. Ángel de luz
Fotografía
de
archivo


SOBRE LA CONFIANZA
Alguien
            cae
     en
         su
primera caída

ALEJANDRA PIZARNIK


Confianza. Farol inadvertido, hilos de luz que acaban de llegar y ya regresan.


Durmió en la umbría de lo real un largo sueño y amaneció cubierto de musgo.


Anda cerca. La voz del ramaje predice la música del vuelo.


En la lisura del espejo las plumas del ángel son esquirlas.


En la enésima inmersión aprendió a  aletear bajo el agua


Con dedos de aurora moldeó un sueño: se hizo hombre.


Cansancio. Alas cosidas.


A la intemperie, el ángel solo practica el vuelo raso.


He visto un nuevo poblador de azules. No es igual que yo. Sus alas son más sólidas. Se llama Ícaro.


Desnudez; el excesivo equipaje ralentiza el vuelo.


Sentido de lo mágico. el pez volador quiere ser ángel. 



Aforismos sobre la confianza


viernes, 13 de marzo de 2020

ELENA ROMÁN. NOVEDADES: AYER

Novedades: ayer
Posible antología 2008-2019
Elena Román
Ediciones Liliputienses
 Cáceres, 2020


EN CONSTRUCCIÓN


   En sitio visible dejo dos circunstancias que, de inmediato, sorprenden al acercarse a la cartografía poética de Elena Román, nacida en Córdoba en 1970 y con domicilio habitual en Toledo por quehaceres laborales desde 2006: la voz llega al ahora con una fecundidad sin quiebras ni estridencias; y en sus salidas se muestran coordenadas singulares, donde verso y prosa establecen una sosegada convivencia de forma natural. Recuerdo que, hace unos años, Carlos Jiménez Arribas y Marta Agudo abordaron la mejor introspección teórica hasta la fecha sobre el poema en prosa; incidían en su naturaleza contradictoria y su desarrollo histórico. Estas constantes vitales siguen vigentes. como se verá al abordar la obra de Elena Román que amanece con Veintiún bisontes (2008), carta auroral compuesta por entero de poemas en prosa. Se elige la voz directa del sujeto implicado para enumerar circunstancias y sensaciones con un tono narrativo que deambula por una realidad distorsionada.
   Los poemas iniciales trasmiten un discurrir fluido y vitalista. Sus párrafos están hechos desde una construcción reiterativa. Muestran una dicción limpia, alejada del espesor hermético, que se acerca al planteamiento biográfico. El poema nace por acumulación, como si diera forma a un entorno expresivo que aglutina en su voluntad de ser elementos dispares. La línea de horizonte se define por asociaciones insólitas, con una fuerte textura metafórica, que convierte el fluir existencial en una larga senda de diálogo y conocimiento. La escritura testifica, constata gestos, como si ofertara la suma de causas y efectos que deshilvana la percepción. La meditación sobre el trayecto ofrece un balance de extrañeza. Nada sucede, salvo lo contingente; nada es simple ante los sondeos de la razón y todo demanda su mecánica de azar y absurdo antes de sumergirse en las páginas escritas del silencio. La superficie argumental despliega situaciones que definen las asimetrías de nuestro tiempo: los malos tratos, la supervivencia de los vendedores ambulantes, el acoso sexual y otras actitudes que marcan cicatrices en la piel social de un tiempo ensimismado y fragmentario, que parece carecer de lógica.
   Hay una evidente continuidad formal en los textos acogidos en la entrega A propósito de los cuerpos (2008), aunque el trayecto argumental se centra en el cuerpo de forma monográfica. Cada parte sugiere una reconstrucción verbal: frente, manos, espalda, oído, muñecas, sangre… Pero la originalidad anula de inmediato cualquier postulación previsible. El yo fisiológico se hace lenguaje para acarrear ángulos inéditos con enfoques irónicos o pulsiones dialogales que convierten cada parte de la materia viva en una tesela renacida.
   Reconocido con el XXV Certamen Andaluz de poesía Villa de Peligros, Diario de un ascensor en un bloque de dos plantas con azotea supone un cambio posicional en la escritura para asentar el discurrir del sujeto hablante en el verso libre. Sin embargo, la significación, el sentido y la estética de Elena Román no cambian; solo introduce modulaciones nuevas para hacer del amor, el deseo y el eros las claves temáticas de las composiciones.
  La arqueología poética de Esta dichosa ansiedad doméstica, ganador del III Premio Internacional de Poesía Blas de Otero, indaga en la textura relacional del entorno cotidiano. Los objetos se personifican para adquirir un significado simbólico que expande indicios y claves en el fluir de la temporalidad, construyendo un diálogo emocional y filosófico con la identidad. El título del libro aparecido en el catálogo de Olifante en 2011, Destrucción de algunos tópicos sobre lo incierto parece argumentar un cierto abandono de la percepción matérica y un sondeo en el lenguaje como espacio receptivo de sensaciones. Cada concepto define un semillero de lugares comunes que la originalidad expresiva de Elena Román se empeña en desmontar con mágicas incisiones en las que se refugia lo paradójico, la imaginación con sus capas más profundas y un cultivo de imágenes que fortalece otros significados.  
   El transcurso temático de Autosuficiencia en la se define desde la introspección. El hablante lírico establece un fragmentado soliloquio con sus circunstancias para conocer las señales de vida. Así traza un mapa de singularidades que tienen un carácter dinámico y cambiante. Lo individual requiere interpretación porque en su textura respira lo transitorio. Esa mirada al entorno singular del sujeto se expande en Será genealogía (2012) al ámbito familiar. El retorno al pretérito contiene un intenso onirismo, como el desandar el tiempo necesitara la brújula segura de la imaginación. Todo es constatación del asombro, como ese retrato de “Ella era”: “Yo tenía una tía con patios. / Corría en ella el agua clara y vegetal. / Acudían a sus manos unos pájaros / que después no se marchaban de ellas / y mi tía, por eso, no tocaba las cosas: / las revoloteaba.”
   Los epígrafes parecen condensar una filosofía estética en movimiento. Así, Hombre desatornillando caminos  aglutina quehacer y voluntad en guardia. Una inmersión en los oficios para avanzar por rutas desconocidas. Todo, como el embarazo, es un proceso de mutaciones y perspectivas renovadas, como esos dibujos infantiles que se completan mediante una interpretación como si fueran mínimas historias que no requieren palabras. El onirismo narrativo prosigue en los textos de Hay menú económico con poemas de claras afinidades con la microficción. En ese espacio de intersección expresiva se postula la siguiente entrega, Ciudad girándose aparecida en Baile del Sol en 2015. Otra vez se vela la contingencia del yo para dejar el entorno en primer plano con una exposición de lugares sensitivos, que muestran sus latidos en las aceras mansas del fluir: la peluquería, el puerto, la comisaria, la tienda de relojes o el bar intercambian respuestas mudas sobre su activismo renovado a diario.
   Pan con pan  amanece en 2016. El tono confidencial del aserto aborda esas grietas del asombro que contradicen lo previsible. La temporalidad rompe su decurso lineal para yuxtaponer circunvalaciones y reajustar hábitos. Todo se aproxima a la incertidumbre de una realidad borrosa que abandona sus indicios en el poema. Lo insólito adquiere una textura rutinaria, como si estuviese abocado a la normalidad.  Ningún nombre define el subconsciente y el lenguaje secreto de los sueños mejor que el de S. Freud; así que el poemario ¿Qué hacer con Freud además de matar a Freud? sugiere un homenaje explícito a esas habitaciones interiores del surrealismo y a sus conexiones en clave con obsesiones, sentimientos y complejos vitales. Los poemas realzan un mundo de reflejos y opacidades. Se desplazan entre superficies y fondo para mostrar paisajes imaginarios que se acomodan en las composiciones para airear asociaciones y argumentos enunciativos.
   Los anticipos en revistas, antologías y otras publicaciones se agrupan en Bonus track, que resalta por su diversidad temática, aunque predomina el tono intimista, que hace materia de emociones y pensamientos. Entre sus textos breves resalta, pleno de acierto, el poema “En boomerang”: “La mujer que recorrió el mundo en boomerang / ha llegado al sitio / de donde partió: / a la mano que la quiere lejos”.
   El corpus completo de Elena Román, reunido en Novedades: ayer deja constancia de una escritura vitalista y existencial. Sus poemarios reiteran obsesiones, sorprenden por su manera de trastocar la realidad con elementos narrativos del subconsciente que se convierten en hábitos entrelazados a lo cotidiano. No hay solemnidad en el desarrollo verbal, sino un aire de naturalidad que empaña el absurdo con notables dosis de ironía, como si proclamaran su lucidez y su desconfianza hacia la propia identidad. Uno nunca sabe del todo si es una presencia viva o un frío maniquí de escaparate.



jueves, 12 de marzo de 2020

JORGE LUIS BORGES. REGRESOS

" Que otros se jacten de las páginas que han escrito..."
Jorge Luis Borges: el lector


JORGE LUIS BORGES. REGRESOS

   Hoy los ordenados libros de Borges me miraron con el ceño fruncido. Hace meses que no los leo. Acepté de inmediato culpa y desidia, aunque argumentando que mi admiración por el escritor sobrevive con tenacidad y diseñé, en pocos minutos, un plan de relectura.
   Reconstruiré antes la personalidad del argentino con libros de Marcos Ricardo Barnatán, Alberto Manguel y con  la primera edición en castellano de Un ensayo autobiográfico, texto ilustrado con más de un centenar de fotografías.
   En algún cajón de mi escritorio, un cuaderno manuscrito relata una evocación detallada de mi pasión por Borges, expuesta en artículos, reseñas y poemas, y alimentada por la creencia de que no existe en su literatura una página que pueda considerarse un terreno vacío.  
   Regreso a un territorio singular. Me espera un largo viaje en el que me conviene recordar que “leer es una actividad posterior a escribir, más resignada, más civil, más intelectual”.

(Apuntes del diario)





miércoles, 11 de marzo de 2020

LA BIBLIOTECA Y LOS ELEFANTES

la biblioteca y los efefantes
(Tailandia, 2017
Imagen
de
Adela Sánchez Santana

LIBROS EN CASA

Con mi gratitud a los profesores
y siempre a Ana, Javier y Matías,
 mis profes favoritos


   Han cerrado los centros educativos por riesgo de pandemia y es difícil imaginar un tiempo en el exilio doméstico, sin esa convivencia. Su labor es básica. Soy de los que creen en la tarea mágica de una escuela imaginativa y transformadora que asocia inteligencia y actividad intelectual. Sé que el proceso educativo necesita la continua presencia del libro. Si la enseñanza de la lengua hace posible el entrenamiento verbal, el libro de lectura nos ayuda a entender el lenguaje y a expresarlo con precisión y claridad, a relacionarlo con la realidad.
  El entorno ha cambiado y uno puede acercarse a la Lengua con nuevos formatos, con claro predomino de lo visual, pero la motivación, la voluntad y el papel del lenguaje permanecen inalterables. Sólo cambian las estrategias. Y no conozco mejor estrategia para galvanizar una lengua activa que la biblioteca en casa. Para explicar sus múltiples funciones traigo a la memoria aquella fábula del elefante indio, un cuento popular que reflexiona sobre la naturaleza de las cosas y nuestras impresiones: “En un cercano bosque vivía una manada de elefantes. Alguno se acercaba a media tarde hasta las cercanías del poblado y eran muchas las recomendaciones maternas. En ese poblado vivían cuatro niños ciegos que empezaban a ir a la escuela. Un día preguntaron al maestro:”¿Qué es un elefante?” El maestro se aproximó con cuidado hacia un elefante que pacía plácidamente y fue dejando que cada uno de los niños ciegos palpase su cuerpo. Uno tocó su costado, otro su cola, otro la trompa, otro su colmillo y el último su oreja…después se reunieron junto al maestro y relataron su experiencia. El que tocó el costado dijo que el elefante era un muro, el que palpó la cola una larga liana, el de la trompa habló de una serpiente enroscada y el del colmillo definió el elefante como una peligrosa lanza. Por último, el ciego que tocó la oreja creyó adivinar que el elefante era una palmera que aliviaba de las horas solares… “ Cada cual había experimentado una parte del elefante, una sensación única y distinta. Pues eso, han cerrado las escuelas pero están con nosotros los libros de lectura. Tomo asiento: la biblioteca de mi casa es una manada de elefantes.   

(Apuntes para el diario)




martes, 10 de marzo de 2020

BÚSQUEDA

Geometrías del sueño
(Londres, 2010)
Imagen del archivo personal



BÚSQUEDA

   A José Luis Cancho

(Y a Monterroso)


   Un día abrí los ojos y el dinosaurio ya no estaba. Mi voluntad regresó al sueño. No soy de los que piensan que el olvido es un hábitat natural, dispuesto a imponer la consistencia de sus agravios.
    Mientras dormía, el dinosaurio atravesó la nada para buscarme.

(De Cuentos diminutos)



lunes, 9 de marzo de 2020

FER GUTIÉRREZ. TODOS LOS FEBREROS CADA DIECIOCHO

Todos los febreros cada dieciocho
Fer Gutiérrez
La Garúa Poesía
Santa Coloma de Gramenet, Barcelona, 2020
 AUSENCIA

                      

   La primera publicación de un poeta deja en letra minúscula los méritos personales adquiridos –premios, reconocimientos, colaboraciones…- y sitúa la biografía en el centro de la indagación. Sobre todo si quien pisa el umbral ya ha dejado en el discurrir temporal las apresuradas aceras juveniles para instalarse con sedentaria calma en la madurez. Nacido en Badalona en 1965, Fer Gutiérrez, tras integrarse en algunos proyectos digitales como La libélula  vaga, Por qué tiemblan y Obituario, y ceñir su voluntad exploratoria a otros cauces, como el plural homenaje a Federico García Lorca, impulsado por Karima  Editora. Ahora, en el despertar de 2020, nos deja la compilación Todos los febreros cada dieciocho, un libro concebido como una propuesta introspectiva, elegíaca e intimista.
  La fecha del aserto se convierte en núcleo reflexivo que provoca el vendaval de la memoria. También la lírica dedicatoria es clave de lectura: “A ella / árbol palabra camino”. Refrenda esa insistente sensación de pérdida la cita de Federico García Lorca: “El grito deja en el viento / una sombra de ciprés.” Son indicios esenciales que vitalizan la mirada sentimental. Con ella arranca una salida hilvanada con poemas muy breves. Contienen versos despojados en los que la imagen cobra un evidente protagonismo expresivo: “Al irte / lo incurable me llueve una desnudez / que no cierra / se hace herida / un aguacero de amapolas”. La brevedad y el latir fragmentario se refuerzan con sangrados que ralentizan la lectura, como si fuese necesario rememorar, tomar aliento, mitigar la voluntad de seguir. Desde el principio la experiencia del dolor deja un matiz crepuscular en las palabras que marcan la soledad del sujeto poético y su relación con el lenguaje.
   El entorno solo se vislumbra con aproximaciones esporádicas. El recuerdo trastoca esa firmeza del estar solitario: “Muero todos los febreros / cada dieciocho / al despertar / de cada muerte / he aprendido a hacer un silencio en la piel / a dejar escapar / un pedazo de mí / sin preguntar”. Descubrimos que todo el apartado “El pájaro que fui” muestra un entrelazado unitario en el que se acoplan la soledad, la ausencia y el dolor: Son sensaciones que conforman una premisa conceptual arraigada en la conciencia: la pérdida. En ese estar se elabora toda la percepción del entorno y sus manifestaciones explícitas. Es el lugar de la evocación.
   Se inicia la segunda sección “La ausencia que eres” con unos versos de Vladimir Holan inspirados por la dimensión del dolor.  La compleja relación con esa incisión en lo emotivo desemboca en un lacónico vacío que moldea el conocimiento ajustado de la ausencia: “Esperar de mis grietas / la existencia de un poema / que engulla cualquier carencia”. Las palabras comparten los apresurados escenarios del recuerdo y la obsesión: “Nadie está a salvo de los recuerdos”, aunque la corriente discontinua de vida laboral imponga su calendario de rutinas y obligaciones.
     En Todos los febreros cada dieciocho la quietud de la casa vacía se convierte en angosta pasarela por donde cruza la soledad. Es el espacio íntimo donde únicamente cabe una realidad ensanchada: la ausencia, el rastro de un tiempo perdido en el azogue gris de los espejos hecho de sensaciones y añoranza, de amor y vida.