lunes, 29 de junio de 2020

SUEÑOS PARA UNA NOCHE DE VERANO

Amanecida
Fotografía
de
Michael Kenna

ACERCA DEL SUEÑO


 I
    
                          (Irene)

Qué es el sueño, preguntas,
con la abrumadora ingenuidad
de quien me presupone una respuesta.
Y yo salvo el escollo
modulando una frase convulsa
en la retórica de los desconciertos.
Te digo: el generoso don
que la fatiga obtiene de la noche,
una brizna de luz escalando la sombra,
el envés de una historia
cotidiana y absurda;
tú misma, hija mía,
cada palabra tuya, cada gesto.
No sé si el sueño
es potestad del hombre
o comparten los sueños animales y cosas.
Ignoro de igual modo qué hilo teje
su textura de seda,
qué alzada confabula
su hermética apariencia
o qué brújula guía
la estela de sus viajes.
Sé que hay sueños tristes y gozosos,
oscuros y diáfanos,
ocasionales y obsesivos;
sé también que hay sueños tan hermosos
que el tiempo los indulta y perseveran,
y no envejecen nunca.


II

                                       (Ana)


Hay sueños que una noche
consumen su existencia
y otros que se prolongan con los días.
Simulan los primeros
una especie común de lepidópteros
y acaban siendo pasto
del trastero y del polvo,
como un experimento vanguardista.
Levísimos planetas alumbran los segundos,
como estrellas fugaces que convocan
múltiples y azarosas travesías.
Ante nuestra mirada sus figuras componen
un paisaje celeste,
intangible materia en sereno reposo,
donde habita la luna del deseo.

                                          
                    (De la antología Ahora que es tarde, La Garúa, 2020)




sábado, 27 de junio de 2020

ICEBERG

Superficie
Archivo
de
METEORED


ICEBERG

   Injertada en el azul de los espejos, se veía a sí misma como la plateada cresta de un iceberg. Con el discurrir del tiempo, comenzó a derretirse. Ahora es solo movimiento de inmersión. Una identidad que busca amparo en el fondo para ser invisible partitura de agua.

(De Cuentos diminutos)

  

viernes, 26 de junio de 2020

ELENA MUÑOZ. PAPELERA DE RECICLAJE

Papelera de reciclaje
Elena Muñoz
Editorial Vitruvio
Madrid, 2019


SENSACIONES A LA ORILLA 

  En un apunte crítico, que servía de reseña a la entrega poética La soledad de su amigo Augusto Ferrán, Gustavo Adolfo Bécquer, nuestro paradigma romántico, resaltó que percibía en el trabajo lector dos clases de poesía: una magnífica y sonora, que busca su jerarquía desde el ropaje retórico y la ornamentación sorprendente; y otra que propagaba una voz lírica natural y cercana, aparentemente seca, que encuentra en el sentimiento individual su manantial más puro; que no necesita más itinerario en su discurrir que el paso fuerte de la existencia. A este ideario del pacto confidencial se inclina la producción verbal de Elena Muñoz, narradora, actriz, editora y muro vertical de la tradición cultural de Rivas Vaciamadrid, primero desde las Jornadas de Historia de Madrid y en el presente como impulsora del activo literario de Covibar. 
  Papelera de reciclaje es el tercer poemario de la madrileña, tras su carta de presentación Momentos de arena y hielo y su entrega Los poemas no cotizan en bolsa, cuyo título recupera una cuestión inacabable del debate teórico del género: la utilidad de la poesía, su entidad como estrategia capaz de incidir en procesos sociales colectivos. Por eso la elección de la cita inicial de José Ángel Valente me parece un pactado indicio de continuidad: “El poeta debe ser más útil que cualquier ciudadano de su tribu”. Tampoco resulta gratuito en “Calendario de emociones”, el apartado inicial, el recuerdo de la temporalidad que rige nuestra existencia. O el reflejo que lo perecedero encuentra en la naturaleza como plenitud y consumación de ciclos estacionales.
   Elena Muñoz construye un protagonista lírico que apuesta por el tono meditativo; quien se asoma a la realidad percibe un discurrir cadencioso que va sumando mutaciones al paso, como si aceptar la propia contingencia ofreciera también su propia lección de vida. Lo cotidiano reitera su levedad como un pensamiento circular, borroso y conformista. Y en su transcurso, la mente va trenzando los hilos de nuevas ilusiones y sueños. Si en la primera parte de Papelera de reciclaje prevalecía el entorno como detonante esencial de las claves argumentales, el epígrafe definidor del segundo apartado, “De lo que  siento escribo aunque no exista” parece evocar la intimidad como marco escénico: la percepción se interioriza para volcarse en la memoria. Los recuerdos bracean para recuperar “ a la niña que fui un día, y cuyo recuerdo me ayuda a entender la mujer que soy”. El movimiento temporal no solo afecta al contexto sino a la propia identidad; los días distorsionan certezas y dejan en la epidermis del yo sus máculas existenciales, pero también la certeza de que aceptar un margen de locura ayuda a ampliar el horizonte. El examen de conciencia es cansado, refuerza la sensación de estar abocados a un gregarismo residual, donde la personalidad del yo se distorsiona para aceptar un quehacer conformista. Preservar “la vida en tacones” es sentir la fuerza propia, ese mínimo pedestal que anima a subir del suelo para dar voz al pensamiento subjetivo y definidor.
   El poema que da título al libro “Papelera de reciclaje” funciona como testimonio preciso del vaivén existencial y de las relaciones del sujeto con la otredad y consigo mismo. Los afectos aparecen ajados por el uso o moldeados por el interés; y el mismo hablante verbal sostiene entre las manos los estratos mudables de sus contradicciones, esa sensación de que sería bueno tener cerca una papelera de reciclaje para iniciar senda de nuevo y alumbrar una amanecida de esperanza.
   Pocos espacios físicos compendian la fuerza simbólica del mar como territorio onírico de plenitud y belleza. Elena Muñoz cierra su poemario con “El mar, siempre”,  un puñado de composiciones sensoriales en las que es posible todavía el retorno a la inocencia, el regreso a esos ojos de niña que buscaban en el despertar los pasos abiertos de los sueños, la estela frágil de la felicidad: “Él siempre me espera,  / siempre vuelvo a él”.

José Luis Morante  

  

jueves, 25 de junio de 2020

CON LA VOZ APAGADA

Conversación
imagen
del
Blog del Fotógrafo


CON  LA VOZ APAGADA


Escribía aforismos; le gustaba patinar sobre zancos.

Voluntad continua para especializarse en el autorretrato. Pero no encontraba modelo.

En la consulta, frente al doctor, bajo los ojos. Confieso mi adicción. Una y otra vez recorro una llanura escrita.

Escribir es vencer el miedo. La literatura es un acantilado que reclama el salto.

Mientras estoy en ella, la realidad es un espacio en blanco.

Para explicarse, mi sombra usa el silencio. Con la voz apagada, se entiende mejor.

La felicidad atestigua demoliciones. Lo que pudo haber sido.

Enfermé de ausencia. Nunca estoy. Cuando vuelto aparezco amorfo e impreciso, como si me hubiese perdido en el camino.

Las máscaras engañan cuando mienten, y cuando dicen la verdad.

Sobre el dintel de cada aforismo alerta un dictum preventivo: aquí hablar mucho cuesta caro.

(Aforismos a solas)

martes, 23 de junio de 2020

JOSÉ MARÍA CUMBREÑO. CURSO PRÁCTICO DE INVISIBILIDAD

Curso práctico de invisibilidad
(Casi poesía 2000-2020)
José María Cumbreño
Ediciones Liliputienses
Colección Los Cuadernos ególatras
Cáceres, 2020

EN CADENA

  
   Ediciones Liliputienses reedita por tercera vez Curso práctico de invisibilidad, compilación del trayecto personal, ampliada con el material más reciente de José María Cumbreño (Cáceres, 1972). Condensa veinte años de práctica creadora. Esta visión de conjunto del poeta, profesor de instituto y editor se hace con una perspectiva peculiar. Su planteamiento, nudo y desenlace no responde al trazado habitual de publicaciones escalonadas en el tiempo, un criterio seguido, por ejemplo, en la conocida antología La parte por el todo. Las composiciones son poesía en cadena, una cartografía de montaje en torno a dos actitudes receptivas: “Mirar” y “ver”; ambas tienen como efecto secundario el “Contar”. De este modo el recorrido compone una superposición de estratos narrativos; una fluida presentación orgánica donde el laborar confidencial  adquiere el relieve de una superficie magmática.
  Se me permitirá también resaltar la textura del título, más ensayístico que lírico, en la asentada formulación de una certeza nuclear: “Si cierro los ojos, no soy yo el que no ve a los demás: son los demás los que no me ven”. También habla del subtítulo Casi poesía que no acalla el carácter mestizo del quehacer poético; ese entrelazado de poesía, aforismos, ficciones breves o apuntes casi autobiográficos del diario. La voz verbal desdeña lo previsible en las citas. Los solemnes versos del legado canónico son sustituidos por la reflexión coloquial de un deportista de ping-pong que, más allá de su obviedad coloquial, pone madera seca para una lectura simbólica, en la que participa el mismo autor a través del poema “Made in China (estrategia y método del jugador de tenis de mesa)”. La otra cita incluida, en boca del personaje Dr. Jekill, figuraba ya en la antología poética publicada por La Isla de Siltolá en 2011.
  El observador que mira en los poemas casi nunca describe; tiene conciencia de su condición reflexiva y se siente un simple peón en el tablero del discurrir. Es parte de un todo, que recorre las aceras sin atributos trascendentes; más que del grito, es un oyente de  signos callados. En ese entrelazado de espirales que descubre el afán de mirar, la escritura propicia destellos metaliterarios. Algunos se presentan casi con la precisa cadencia del aforismo: “ESCRIBIR. Enhebrar una aguja con los ojos cerrados”. Otros resaltan la función catártica y el aliento vital de la palabra: “ACUPUNTURA. Las agujas, como los poemas, hieren una parte del cuerpo a fin de sanar otra”.  Y, en otras ocasiones, pronuncian una razón de ser para el poema: “LÍMITES Y PROGRESIONES. El destino de la poesía es el lenguaje matemático, lleno de límites, equidistancias e incógnitas por despejar”.
  En el encuadre de José María Cumbreño se cobijan las continuas afinidades que transitan entre el poema y la ficción hiperbreve. Los versos se hacen prosa, otorgando al pensamiento una cadencia expandida; como si fueran incisos del contexto, acotaciones de un marco representativo. El discurso textual aparece fragmentado y diverso; se proyecta con una luz oblicua. Es complejo, por tanto, aislar los matices semánticos que diferencian a los dos epígrafes. El primero es “Mirar”; la DRAE lo define como fijar la vista en un objeto aplicando juntamente la atención; parece aseverar un acto volitivo e implicado. El segundo, “ver”, es casi un acto físico, la percepción de objetos por acción de la luz. Pero el lector encontrará en ambas secciones una similar sensibilidad. Prosigue la pluralidad formal y retornan los más esenciales asuntos temáticos. No es una cuestión de originalidad –que Cumbreño degrada como esa cualidad en la que creen los escritores ingenuos- sino un recorrido de largo alcance en el que conviven diferentes posibilidades expresivas. 
  La existencia aparece como largo trayecto de pasos perdidos sobre la piel de un mundo periférico que va fraguándose, discontinuo y extraño. Estar es ir hacia el vacío, conocer el magma herrumbroso de la incertidumbre al final de un camino donde no hay luz; pero también es abrazar más formas, abrir puerta al deseo y hacer de la presencia de la belleza un punto central de sensaciones, una razón de asombro en el despertar.
  Cuando la voz poética y el yo real dialogan sobre la caligrafía de la intimidad, la composición adquiere el peso de un balance que da razón de vida desde la corriente de los recuerdos. El acto de contar vuelve los ojos al tiempo lento de la memoria. es una inmersión en el balance vital para percibir qué fragmentos del pasado afloran todavía sobre la superficie. El poeta recuerda que “el pasado es la justificación del presente; el futuro su excusa” Así sucede en poemas que se asientan sobre las páginas del cuaderno como una filtración de impurezas y contradicciones, como voces de otro tiempo que conforman un aprendizaje donde se gesta la conciencia de ser.
  Proteica en la conjugación y unitaria en el afán permanente de explorar las posibilidades del lenguaje, el corpus acogido en Curso práctico de invisibilidad interpreta una personal banda sonora, tanto en sus desplazamientos temáticos como en los rasgos de estilo. La poesía de José María Cumbreño se hace savia, carbón y hoguera. Sus versos son estímulos; incisiones de la realidad próxima y el sustrato confesional. El discurso muestra su aporte cognitivo, esa utilidad de la materia verbal para asentarse. Es el suelo firme de quien cierra los ojos y realoja dentro los fértiles estratos del silencio.


José Luis Morante         

lunes, 22 de junio de 2020

TIEMPO LENTO

A solas
Fotografía
archivo
de
Pixabay



TIEMPO LENTO 

                                                 Envejecí de golpe y cayeron las piedras
                    
                                                                      OSWALDO FLORES

Sobre la piel
incisiones, suturas.
Envejecí.




domingo, 21 de junio de 2020

JOSÉ SARAMAGO. ENSAYO SOBRE LA LUCIDEZ

Ensayo sobre la lucidez
José Saramago
Traducción de Pilar del Río
Editorial Alfaguara
Madrid, 2004


ESTADO DE SITIO


  Se cumple una década de ausencia física de José Saramago (Azinhaga, 1922), fallecido en 2010 en Tías, Lanzarote, donde el narrador portugués vivía desde 1993. Y no se ha oscurecido la plenitud de su conciencia ética ni un espíritu crítico, siempre en vela, que mostró  un sostenido ideario comunista y afín a los más desfavorecidos, sin claudicaciones. Así que pocos trayectos literarios demandan la urgente vocación de relectura. Abro por tercera vez las páginas de Ensayo sobre la lucidez que adquirí en febrero de 2005, cuando llegaba a las librerías la cuarta reimpresión y los periódicos magnificaban el talento singular del nobel.
  Me empuja el propósito de encontrar algo de luz en la compleja noche política que vive nuestro país, hecho un lodazal de pactos son sentido, estrategias partidistas sin conciencia de futuro común y un zarrapastroso independentismo que erosiona ángulos muertos, propicia la eclosión de la ultraderecha más rancia y es contemplado con el silencio cómplice de medios de comunicación que abrevan en el conformismo y vocean a coro: “Aullemos, dijo el perro”.
  El recordado Ensayo sobre la ceguera, para muchos, y para quien esto escribe también la obra cumbre del autor luso, encuentra algunos pasos de continuidad en esta ficción que recupera personajes ya conocidos: la mujer que fue caso único de visión normal, cuando todo el país padeció una ceguera temporal, el médico y otros secundarios. Ahora dejan oír sus pasos en un periodo marcado por unas elecciones municipales que arrojan más del ochenta por ciento del voto en blanco y desacreditan completamente el rol progresista de los partidos tradicionales.
  Podríamos entender Ensayo sobre la lucidez como una fábula política. Sus actores conceptuales son la democracia, la fragilidad de sus cimientos y valores y el elenco de factores circunstanciales que zarandean la convivencia y sus navegaciones temporales. Así se va desarrollando un hilo argumental donde el autoritarismo y la crueldad deciden hacer del ejercicio democrático de la votación libre un delito que merece investigación policial y métodos extremos de cloaca, como si fuese una acción terrorista propia de conspiraciones anarquistas internacionales. Para descubrir al cerebro de este comportamiento colectivo los mecanismos del poder mandan a la capital a un comisario, un inspector de policía y un agente. No hay nada ningún indicio de rebeldía y conspiración y es necesario entonces inventar un culpable, hacer de la mentira una verdad.
  El mapa de escritura de Saramago cultiva la precisión extrema y la lentitud; los acontecimientos se ralentizan al máximo para que las secuencias se perfilen con caligrafía taxidérmica. Cada instante está lleno de significado, soporta un eje de simetría entre forma y estrato semántico. Los capítulos alcanzan, con plena madurez, un cuadro sugestivo de emociones contrapuestas y sombras diluidas, como si el peligro fuera el habitante siniestro de cualquier esquina.
  La sensación final del libro es demoledora. El poder es fascismo, monopolio, exclusión y sentencia. Un tribunal severo que no duda en aplicar estrategias bárbaras para que las libertades cívicas estén siempre bajo control, en estado de sitio, esperando con los ojos cegados la larga noche del día siguiente.     




sábado, 20 de junio de 2020

FASE TRES

Gran Vía
Fotografía
de
Cultura Fotográfica



FASE TRES

El relojero conoce el mecanismo del reloj,
pero no sabría decir qué es exactamente el tiempo

JOSÉ MARIA CUMBREÑO


El largo encierro no ha cambiado nada; los internos del manicomio urbano hacen vida normal.


Amo la periferia, ese no lugar, sin rango ni pretensiones.


Cualquier especulación sobre transeúntes anónimos los convierte en personajes.


Verano y el festivo esplendor de la belleza afea los rostros cercanos.


Todos buscamos el efecto benefactor de la mentira.


El sedentarismo esconde trotamundos capaces de demorar el regreso.


La relajada complicidad de la avenida oculta una escritura secreta e indescifrable, un escenario.

(Aforismos en fase tres)



viernes, 19 de junio de 2020

CONTRASEÑAS Y CLAVES

Disoluciones
Fotografía
de Alan Schadel
mymodernnmet.com

CONTRASEÑAS

   Como una colisión de autopista, fracturó su memoria un conflicto de claves y contraseñas. El severo desplazamiento de números y letras afectó a las cuentas de google, hotmail y gmail; además, incapacitó el inicio de sesión de internet y desgajó la condición de usuario de blogger. Quebrados los umbrales digitales, el quehacer diario cayó al vacío. Sin esquemas binarios, era nada y nadie. Con la gabardina mojada del autista, salió al día. Comenzaba a llover. Un olor fuerte inundó los sentidos. El paseo a solas, bajo el chaparrón, fue largo y gozoso.
    De golpe recordó; unos meses atrás había anotado el marasmo de claves en la última página de la libreta. Y ahora renació en los bolsillos de su americana. Prosiguieron los pasos mientras evocaba un único código: el número y la calle del vertedero municipal. Estaba cerca y siempre era bienvenido el reciclado de papel.

(De Cuentos diminutos



jueves, 18 de junio de 2020

ISABEL REZMO. OPIUM

Opium
Isabel Rezmo
Editorial Nazarí
Colección Daraxa
Granada, 2019 

VUELOS DE LUZ



   En Isabel Rezmo (Úbeda, 1975) nunca decae una activa vocación indagatoria. Impulsa la práctica de talleres literarios, la gestión cultural, el afán colaborador en revistas y la mirada poética. Tantos enfoques conforman un cuerpo unitario en el decurso existencial, donde se van secuenciando las sucesivas entregas. La primera de las cuales, Paisajes de una dama (2013), se reeditó de nuevo en 2019, año de amanecida del poemario Opium. Es un conjunto de poemas integrado en la colección Daraxa de Editorial Nazarí y dedicado a Inma J. Ferrero, poeta, directora e impulsora de la revista digital Proverso.
   El título del poemario recordará a algunos lectores una ficción ya clásica del poeta y novelista Jesús Ferrero, quien publicó en 1985 un relato de iniciación sobre los misterios del deseo y sobre las huellas sentimentales que el contacto con el otro deja en nuestra piel. Sin embargo en las citas de apertura solo se oye la voz de dos referentes culturales, Vicente Aleixandre y Jean Cocteau, dos autores pasionales que casi nunca eluden la celebración del cuerpo y sus convulsiones en el ánimo del yo.
   Isabel Rezmo vuelca su discurrir reflexivo en poemas en prosa. Esa estrategia expresiva crea un ritmo de serenidad y andar lento, de búsqueda indagatoria en el pensamiento del vuelo de luz de lo vivido.  Desde el ocaso, en esa acuarela suave que diluye el discurrir del día, se van acumulando los indicios del pensamiento. El recuerdo adquiere la fuerza del sedimento donde se asientan los pasos de la incertidumbre; no hay camino trazado sino una senda oculta de tanteos que puede concluir en el abismo. La escritora también recurre al verso libre para acometer las mutaciones del ánimo, esa sensación de inquieta soledad, de habitar un tiempo de crisálidas.
   En el avance del poemario queda patente la dimensión metafórica y la inclinación del poema al velado enunciativo para que emerja un claro aporte surrealista –aquí si se percibe el magisterio del Vicente Aleixandre de Pasión de la tierra y Espadas como labios. La imagen, los nexos lógicos o las relaciones semánticas crean una expresión más hermética, como si el hilo argumental impulsara una realidad distorsionada por el onirismo: “Morir. He muerto. / Casi a las dos después de este cancionero. / Las pisadas mojan los parques / a la altura de mi cadáver. / El trino diluido en los tejados a las ocho menguante”.
   Isabel Rezmo nunca deja al sujeto poético a la intemperie; le hace depositario de un sentir pleno que elude su condición perecedera y forzada a la extinción para que cuaje en su existencia un erotismo sensorial que contagia el lenguaje. Queda patente en estos versos iniciales del poema XLVII: “Se mueve tu piel / labio a labio, / espuma a espuma en el vientre. / Se mueve en dos segundos certeros / de la boca a otra boca, / a otra ingle, / a otro tacto. / Se mueve solo / al pie de una cintura / amotinando la muerte".
    En cita de J. Cocteau, acogida en el libro, se clarifica la semántica de opio como una revelación, como un impulso revolucionario, como una fuerza de mutaciones y cambios. De esta manera el opio se hace símbolo también de la propia escritura poética.  Quien habita el poema no deja certezas sino implosiones que estallan dentro y transforman la identidad. Tras la creación va emergiendo el vacío, la sensación de soledad extrema que se hace piel en el espíritu del yo. El tramo de cierre ya no busca la potencia germinal del amor sino la brusca senda del pensamiento. Ese trayecto descubre la radical soledad del sujeto, cuando la religión tradicional no propaga  sus dogmas. Sobrecoge la voz despojada de creencias y se alerta también sobre la conciencia social al reivindicar un estar igualitario y digno, lejos de esas sombras marginales que empuja la pobreza. Como en Miguel Hernández, gime el dolor del hombre de carne y hueso y la conciencia de esa soledad que va apagando en la memoria recuerdos y vivencias hasta convertirla en un espacio en blanco.
  Fiel a unos esquemas expresivos singulares, Opium de Isabel Rezmo es una escalada de interrogantes. Sus claves apuestas por un lenguaje que entremezcla intensidad emotiva y un discurrir pautado por el ideario surrealista. Los poemas ponen techo al amor como paisaje de gozo celebratorio. Pero también a un existir tortuoso que percibe un ahora convulso. El respirar diario acrecienta la impotencia del sujeto ante un paisaje moral ruinoso, donde la palabra toma cuerpo para resistir. Al cabo, como escribiera J. Cocteau, la poesía es una actitud, una rosa inclinada, una ética.

José Luis Morante


   






miércoles, 17 de junio de 2020

ELOGIO DEL HAIKU (MEMORIA PERSONAL)

A punto de ver
José Luis Morante
Polibea Editorial /Haikus
Madrid, 2019


ELOGIO DEL HAIKU

(Memoria personal)


   Debo mis primeras lecturas de haikus al desaparecido poeta lucentino Manuel Lara Cantizani, cuya labor de difusión ha sido extraordinaria en campos complementarios como la creación, el aula y la gestión editorial. Con su cercanía aprendí a caminar por esta forma poética de aparente sencillez y severa pauta métrica, cuyo origen se remonta hacia el siglo XVI, aunque es previsible que existieran precedentes en el cauce oral de la literatura japonesa. Con Fernando Rodríguez Izquierdo, el estudioso más perseverante, fue sondeando la contingencia temporal de la estrofa y su evolución en las voces mayores del haiku, Matsuo Bashô, Yosa Busson e Issa Kobayhashi. Otro poeta que admiro Josep M. Rodríguez me escribió una afectuosa misiva para pedirme algunos haikus de mi autoría para una antología de contemporáneos; no puede corresponder a su empeño por falta de material de calidad en aquel momento y la antología Alfileres (Cuatro Estaciones, 2004) dejó en las estanterías un amplio listado de nombres que cultivaban la estrofa y emprendían proyectos literarios bajo su horizonte verbal. Aquella petición del profesor, poeta y ensayista Josep M. Rodríguez soliviantó mi taller de escritura y un par de años después, el editor Francisco Peralto en su imprenta malagueña, me dejó en las manos Nubes, una completa compilación de haikus que integraba como epílogo esta reflexión personal: “Un título tan escueto, Nubes, es prueba evidente de la voluntad de comunicación. El propósito parece contradecir la naturaleza de la estrofa japonesa en la que “lo no dicho tiene tanta importancia como lo dicho”. Espero, sin embargo, que el destinatario de este conjunto de poemas justifique mi elección en la existencia de una realidad convulsa; el poeta toma la palabra para tirar de un hilo argumental que reclama una sensibilidad despierta y la solidaridad de los sentimientos. El estudioso Vicente Haya ha escrito que “el haiku es el entrenamiento de la percepción”; Mario Benedetti reconoce que somos portavoces de sensaciones, nostalgias, reflejos y estados de ánimo que no son exclusivamente nuestros; ambas opiniones me parecen asumibles por su lucidez. La elección vital de los que se convierten en pasajeros hacia un destino ineludible requiere varias perspectivas, varios modos de situarse. Seamos compañeros de viaje que soportan el frío, la angustia y el miedo; los que creen en los sueños; el testigo de paso de una experiencia ajena con la que no tiene más afinidades que el estar. Percibamos la tensión interna entre el desarraigo y la contemplación. Y que esta conciencia de la poesía, oscuridad y olvido, quede retenida en tres versos… El fondo del haiku reivindica una bibliografía copiosa que inicié, como es prescriptivo, con un libro canónico sobre el género en nuestro país, el tan citado El haiku japonés, de Fernando Rodríguez Izquierdo; después, una parada obligatoria en Mashuo Bashô, cuyos poemas amanecen en cada traducción. Los textos de Issa conciben el mundo como un transitar epifánico en el que cada paso nos aporta el descubrimiento de lo nimio. El poemario Nubes es fruto de un lustro de escritura. Años en los que la estrofa convivió conmigo y condicionó mi percepción del entorno, que cada vez se hizo más despojada y esencial. En su economía narrativa está la sombra de una experiencia, el rastro de una emoción. El cuaderno Pateras, escrito con intención seriada sobre quienes perciben al otro lado del mar una esperanza, anticipó más de una veintena de haikus. Se imprimió el 29 de septiembre de 2005, con una ilustración de cubierta del pintor Emilio González Sáinz, en los pliegos de Ultramar. Ahora se integra en Nubes gracias a la invitación editorial de Francisco Peralto, a quien traslado mi gratitud y mi afecto.
   Hace unos años, mi amigo el poeta Antonio del Camino tituló, con acierto elegíaco y sensibilidad temporal, su libro Paso a paso, la vida y esa es la escueta definición que precisa el desplegado transitar de mis aforismos de Nubes representados en esta breve selección personal, que lleva como pórtico una cita que diluye las líneas entre imaginación y realidad: Intento despertar, pero no duermo.


Brillan hogueras
en el aire nocturno.
Fulgor de plata.


Atardecer.
Impacientes suburbios,
y despedidas.


Manso rompiente.
Las palabras del agua
velan silencio.


Noche. Planicie.
Tan igual a sí misma
como el desierto.


El miedo ignora
los caminos del agua.
El viento, brújula

  
Pájaros negros
al borde de la ruta.
Espectadores.


El cielo frío
en la mejilla deja
soplos de mar.


Guarda desvelo
para la travesía;
estamos solos.


Entreabría,
con dedos ateridos,
dunas deformes.


Una tras otra;
cada gota un instante.
Reloj exacto.


   El blog “Puentes de papel”, activo desde diciembre de 2010, ha reanimado mi práctica del esquema versal, a la vez que ido acumulando lecturas clásicas y de contemporáneos, estudios ensayísticos y antologías, pues de todos es conocida la copiosa colección de haikus que han producido las últimas hornadas.  Mi inclinación afectiva hacia esta forma lírica se cimenta en su brevedad que asegura una intensidad gozosa, en su pupila abierta para cobijar argumentos, mucho más allá de la supuesta condición de lírica estacional, por su carencia de artificio retórico y por la condición de chispazo inmediato.   Así que es previsible que estas líneas para la revista digital Proverso que elogian la estrofa no sean más que un síntoma temprano de la floración del haiku. Esperemos.

José Luis Morante

Revista Proverso
Marzo de 2020



martes, 16 de junio de 2020

VACAS EN VUELO

Espejismos
Archivo
de
ETSY


VACAS EN VUELO


   Las mentiras son vacas en vuelo; sus múltiples estómagos contienen una fabulosa capacidad de demonización. Atribuyen actitudes, pensamientos y opiniones a sujetos privados y personajes públicos que, de inmediato, son objeto de una exigente lapidación digital. Acaba de suceder con el cardenal Cañizares, un prelado tosco y ultraconservador que no ha dicho una palabra sobre las vacunas del Covid y sus componentes… Pero hasta cinco periódicos nacionales han propagado el bulo y jaleado a los inquisidores de turno. La red ha hecho el resto: todo, incendio laico y cenizas.

   Para su estado mental, la inteligencia sería un neologismo.

   En España la crítica como hacedora de cicatrices goza de una hinchada entusiasta, de fondo norte. Lo corrobora una miscelánea que enaltece al reseñista entronizado por sus mamporros. Él, tan feliz de ser  peso pesado en la página; y rendidos de admiración los aplaudidores. Muchos. Generalizo, porque no pude contarlos; tiré el libro a la papelera el mismo día.

   Sospecho que hay amistades que no pasan de ser ejercicios de minificción. Cuentos diminutos. No importa; de inmediato, la alegría, el mejor ejercicio de resistencia.

  Con el paso del tiempo, algunas identidades no se hacen más sabias ni más éticas. Lo compensan con un cinismo voluminoso. De talla grande.

   Sigo distribuyendo la antología Ahora que es tarde (La Garúa, 2020); la selección de poemas fija su mirada en el pasado para ubicar cada libro en su contexto, como pone de relieve el trabajo introductorio de Antonio Jiménez Millán. Pienso en Vicente Aleixandre; es verdad, la muestra es un “retrato con nombre”.

(Diario del encierro)






lunes, 15 de junio de 2020

LLEGADA A LAS ESTATUAS

Actitud
Archivo general
de
Internet


LLEGADA A LAS ESTATUAS

Cuando no supe de qué hablar con los hombres,
descubrí una rotonda y me dispuse
a enmudecer, sin más, entre sus piedras.
Respiré con deleite la tibia arqueología
y supuse fecundo aquel silencio
por alguna sonrisa, en mármol cincelada,
y por ciertos residuos gestuales
capturados
en los periplos grises de los viernes.
Miraban recelosas las estatuas,
posando en actitud mesurada y distante,
tal precoces alumnos de liceo burgués...
Fue preciso
que tendiera mi mano
y dando tregua
a palabras, latidos, ademanes y toses
viví aquel primer día
de muerto
con recién estrenada compostura,
muy conforme.

        (De Ahora que es tarde, La Garúa Editorial, 2020)




domingo, 14 de junio de 2020

LUIS FELIPE COMENDADOR. LAS AFUERAS

LAS AFUERAS
Luis Felipe Comendador
Ediciones A Fortiori / Poesía
Bilbao, 2020

POBREZA


   Se me permitirá un necesario apunte previo sobre la cartografía social y económica de los Cerros, un enclave marginal en los alrededores de Trujillo, al norte de Perú. En él, la ONG El Sornabique, creada en 2006 por Luis Felipe Comendador bajo el lema “El humanismo pequeñito”, lleva a cabo numerosos proyectos de cooperación internacional. Financia iniciativas de desarrollo como los carritos polleros, las depuradoras portátiles, los repartos de juguetes y mantas o campañas de ayuda sanitaria. Aunque la pobreza en Latinoamérica es un fenómeno rural y ligado a las minorías indígenas, también afecta a periferias urbanas que carecen de fuentes de subsistencia.  En ellas son los niños los que soportan una desnutrición crónica y unas pésimas condiciones de habitabilidad. Del conocimiento directo del lugar y de una implicación solidaria que cumple décadas han nacido los estremecedores textos de LAS AFUERAS, nuevo poemario del poeta, editor, aforista y gestor cultural Luis Felipe Comendador, autor de una intensa trayectoria literaria. diversificada entre la poesía, la novela, el aforismo, el ensayo breve y la escritura en prensa, casi siempre enfocada al análisis de la sociedad civil. Es verdad que el título evoca de inmediato a Jaime Gil de Biedma, magisterio esencial de la generación del 50, o al poeta cordobés Pablo García Casado, que usó este título para su primera entrega; pero cuando se leen los poemas, uno adivina de inmediato que las afueras definen la insaciable sed de la pobreza y la mácula imborrable de la marginalidad.
   Las composiciones de LAS AFUERAS cobijan una intensa preocupación social. Lo hacen desde la pupila abierta de un cronista implicado que se desdobla como protagonista y testigo. No hay distancia con los desajustes del marco accional, un poblado marginal peruano, en Trujillo. Es una geografía áspera, violenta, marcada por la miseria, pero nunca exenta de una ternura desnuda, una catarsis emocional que sirve de redención y fachada en la indeclinable derrota. La realidad se impone vinculada con la carencia y con un sentido trágico de lo existencial que no permite disidencias. Los que nacen en aquella herida están marcados. No pueden transformar las coordenadas de espacio y tiempo; esa desolación apenas logra disfrazar lo cotidiano con algunos hilos de esperanza. Solo la mirada infantil espera el milagro o hace de la pérdida de la inocencia una demora.
  Dura, ajustada, empática con el drama, la voz poética de Luis Felipe Comendador crea una densa contaminación emocional. Sin concesiones, enfoca el yermo territorio del cerro, la periferia de un vertedero de tristeza carente de aura, donde no hay nada, salvo la inmediatez de seguir viviendo.
   La escritura cruza ante los ojos del lector como una profunda meditación ética que convulsiona el laberinto interior y zarandea la responsabilidad moral del protagonista poético. Los poemas plasmas sensaciones y pensamientos. Fotografían las profundas grietas de una representación desapacible, mientras aíslan al yo como un frágil náufrago de la impotencia. Las palabras gimen; ponen puentes entre el ser humano y la intemperie para dejar también en la derrota un mínimo mensaje de esperanza. Cuando no queda nada, quedan tus manos, el realismo directo de tu voluntad, el techado artesano de tu abrazo.




   


sábado, 13 de junio de 2020

FRUSTRACIONES

Mar de Aral
Fotografía
de
WordPress.com



FRUSTRACIONES


   Mis frustraciones acumulan los consejos paternos. Siempre fue así. Desde una imprevista situación inicial que me daba un soporte de confianza, mi padre conseguía, de inmediato, un claro conocimiento del desenlace. Así que sus consejos pesaban acerados en mi voluntad. “Para qué ser bombero si ya está la lluvia”, decía, mirando al cielo.
   Aprendí a vivir sin expectativas. No fui marino por si un día se secaba el mar. Le hice caso; el mar también. Una costra reseca comienza a dibujar sobre la superficie limosa un litoral vacío. 

(De Cuentos diminutos)



viernes, 12 de junio de 2020

BARBECHO


Manchas


BARBECHO

                                                          Tendremos que aprender a merecerlo

                                                                               LUIS BAGUÉ QUÍLES

Carmín de labios
en la tierra baldía;
las amapolas.



jueves, 11 de junio de 2020

XAVIER OQUENDO TRONCOSO. COMPAÑÍAS LIMITADAS

Compañías limitadas
Xavier Oquendo Troncoso
El Ángel Editor
Quito, 2019


AMAR ES MENOS


  El propósito creador del ecuatoriano Xavier Oquendo Troncoso (Ambato, Tungurahua, 1972), periodista, gestor cultural, impulsor del sello editorial El Ángel Editor y Doctor en letras y literatura, abarca un recorrido multiforme. Transita por la literatura infantil, la narrativa, el ensayo, la coordinación de antologías sobre sendas fuertes de su generación y voces emergentes del país, y mantiene como actividad central la dedicación poética. De su estela lírica, traducida parcialmente al portugués, inglés e italiano, daba cuenta Salvados del naufragio (2005), muestra del trabajo de casi tres lustros, enriquecido con posteriores entregas y compilaciones como la antología personal Los poemas que me aman (2016), versionada al inglés por Gordon McNeer.
  Su obra continúa con Compañías limitadas, libro aparecido en los últimos días de 2019. Precedido de una extensa dedicatoria afectiva que convierte al amor en núcleo germinal y cálida medida del discurrir del tiempo, el poemario amanece con una larga cita de Jaime Gil de Biedma, con versos que aluden al declinar del mediodía amoroso. Desde un coloquialismo natural, en el que aflora un reguero de imágenes con fuerte impacto visual, el apartado “Las compañías” deslumbra con el poema “Afectos Cía. Limitada”. Su voz enunciativa hace de la textura sentimental una aire respirable. Su estar llena el entorno, dejando en la conciencia reflexiva del sujeto verbal un paisaje mudable que, junto a la aparente solidez celebratoria, cobija inadvertidas zonas de sombras, de vacío. Las secuencias de la aurora se encaminan hacia un atardecer de grises y nostalgia. La fisiología de los afectos construye una realidad especulativa. Es un laberinto de redes causales asentado en el pensamiento. Postula la sensación de una trama diluida de itinerarios, solo entrevista en la memoria.
  El largo verso sálmico y el  usual recurso de la comparación crean un torrente asociativo. Rompen el frío de lo cotidiano con continuas bifurcaciones reflexivas que llevan a la soledad del sujeto y a su estrategia preventiva frente a los afectos. También el poema “Del no amor”, con su formulación interrogativa, hace del ahora un espacio de soledad, como si el registro vital estuviese en un tiempo nuevo donde no fueran posibles la convulsión y el encuentro. Es necesario seguir ruta, buscar una recomposición que adquiera síntomas de plenitud; sumar pasos hacia el asombro.
   Siendo el amor y la voz íntima de la confidencia los hilos sustentadores de Compañías limitadas, Xavier Oquendo Troncoso explora matices en la tensión unitaria del libro. Si el sentir invita a lo solemne, en la composición “El débil” se recurre a la ironía para dar al sujeto una actitud de cercanía cómplice. El recurso también encuentra sitio en la composición “En honor a quien salva”, cuyo tono descriptivo emparenta sus versos con el cuento corto.
   Uno de los poetas capitales de Xavier Oquendo Troncoso, junto a César Vallejo, Pablo Neruda, Nicanor Parra o Juan Gelman, es Jorge Enrique Adoum (1926-2009); al escritor, político, ensayista y diplomático que hizo de la mirada social el compromiso más sostenido de su escritura, dedica el hermoso poema “Dos calles de Adoum y un árbol”. Los versos exploran el periplo biográfico y su legado en el tiempo como si fuesen vigas que cimentara la casa de la poesía. También con la textura del homenaje nacen las composiciones “El colorado” y “Juan”. La primera enfoca la figura del progenitor cobijado en los ojos del niño, lo que concede al personaje un epitelio épico; esa dimensión de calidez filial se mantiene intacta en la madurez meditativa. El poema elegíaco “Juan” rememora el silencio definitivo de Juan Gelman, tan tímido y solidario, tan hecho de esperanza.
   El segmento inicial se completa con ángulos diversos que dan pie a una pluralidad de motivos. Habitan los poemas el discípulo, la voz del tiempo y su experiencia natural, la impresión subjetiva del autorretrato o el lugar del amor como arquitectura capaz de definir al otro o dejar entre las manos su diluido balance final.
   Con su título machadiano, la sección “Las soledades” aborda el sentimiento de pérdida, elegíaco y crepuscular. Consumado el fracaso de la relación amorosa, sobreviven los restos, un patrimonio frío de desolación. Esta debacle propicia el rumor renqueante de la angustia, una anti-oración que vela la felicidad y mantiene en la retina elementos generacionales de la educación sentimental. Aquella felicidad inadvertida de los años 80 entrelazaba la biografía sentimental con un nutrido escaparate de claves colectivas que ahora, en el terco presente, se van llenando de demoliciones. Todo requiere un reajuste, acaso la invención de algún itinerario de regreso que propicie un último tren.
   La corriente escritural se remansa en sí misma en las composiciones del apartado “La poesía”. Como un largo monólogo interrogativo que suma indagaciones, el tejido poético abre un juego digresivo. Secuencia asociaciones y dinamiza un fraseo donde conviven el enunciado y el verso irracional y alucinatorio. Se oyen la personificación, el decir paradójico, la letanía reiterativa y el continuo propósito de activar un uso renovado de la expresión versal.
   Los poemas de Compañías limitadas subrayan la confianza lectora de Xavier Oquendo Troncoso en magisterios medulares. Así intensifica su singularidad, ese intenso cuidado de la dicción poética expresando su confianza en el amor como razón vital, pero también su conciencia de la temporalidad. Quien sale al día explora la realidad del sentir como un ámbito mudable. Hace de la poesía introspección y permanencia, el trazo compartido del fuego y la ceniza.