martes, 31 de diciembre de 2019

NOCHEVIEJA

La piel manchada




NOCHEVIEJA

                                                        El mañana, de frente, a gran velocidad,
                                                  cruza y me ciega sin bajar las luces

                                                                                JOAN MARGARIT

Las doce uvas,
fresco sabor vencido.
Incertidumbre.





lunes, 30 de diciembre de 2019

YOLANDA IZARD ANAYA. LUMBRE Y CENIZA

Lumbre y ceniza
Yolanda Izard Anaya
Premio Internacional de Poesía
Miguel Hernández-Comunidad  Valenciana, 2019
Editorial Devenir
Madrid, 2019


ATARDECER


   En el cauce textual de Yolanda Izard Anaya, profesora de la Universidad Europea Miguel de Cervantes, poeta y crítica, la reflexión metapoética y la introspección del lenguaje frente a su razón de ser han sido impulsos frecuentes de escritura. Con ese núcleo indagatorio amanece el primer poema de Lumbre y ceniza, obra que ha conseguido el Premio Internacional de Poesía Miguel Hernández-Comunidad Valenciana en 2019. La extensa composición “La poesía debe ser otra cosa” funciona como un umbral que expone al visitante lector las coordenadas de construcción. A través de sus versos trata de captar el movimiento tanteante del poema, la distancia pactada entre asombro y búsqueda que abre nítidas ventanas de interés: el paso firme de la originalidad, la pureza ideológica del texto solo sometido al descubrimiento de la belleza, y la hospitalidad de las palabras para acoger desolaciones y sueños.
  El poema muestra también el empeño formal que se articula mediante una expresión verbal repleta de imágenes que entrelazan visiones oníricas y destellos imaginativos para conexionar pensamiento y sensación emotiva. La luz sentimental ya se encendía con fuerza en la dedicatoria del poemario: “A mi padre, in memorian”; la ausencia formula una pregunta dura e impenetrable que busca en el poema su respuesta. Hay en el apartado “Mi padre” una estela de continuidad; el recuerdo transparenta la pérdida, interioriza esa oquedad donde se cobija el patrimonio intacto del sentimiento filial. Suena fuerte la voz de la elegía y el canto desvela el dolor que comportan las muertes pequeñas del estar transitorio. Quien contempla el discurrir del tiempo mide el pasado como un trayecto cumplido. Se hace del ahora un cansado regreso en el que ya son sitios interiores la noche, la oscuridad y el silencio.
   La sensación de pérdida y despojamiento afecta también al leve vuelo del lenguaje. En el apartado “Deslumbramientos” la poesía se hace material reflexivo, como si las voces del poema trasmitiesen una sensación de afonía, como si la herida y el dolor hubiesen cavado una sima profunda donde habitase ahora un tiempo nuevo, una pulsión oscura que es necesario recordar. Todo es un péndulo en vaivén donde la existencia se balancea entre el ayer y el presente, entre lo que se marchitó y lo que se cobija en la memoria. En sus cartografías todavía habita una niña y su mundo de palabras y sueños.
   Los poemas acogidos en la sección “Cenizas” mantienen una espesa connotación reflexiva. El discurrir apaga el fuego y somete a cada identidad a un áspero proceso de despojamiento que deja en la mirada la luz difusa del atardecer. La piel de las manos adquiere un cierto tacto de fracaso y la sensación de que todo obliga a conjugar un continuo “Me acuerdo”. Las palabras dan fe, como si cuestionaran la materia real de la ceniza, su inconstante naturaleza; se suman a una labor de permanencia en la que participan otras voces que también asumieron en el poema su propia derrota, permanente y ubicua.
    Pero tras la ventana, vuelve la luz y deja un tiempo renacido para que las palabras construyan un nido, se hagan calor y refugio. Con ese mensaje de esperanza se cierra el libro: “Construyo un nido para no rendirme, / para envolverme y que no me delaten. / Solemne y protocolaria, arrimo al fuego de mi sangre / la paja y el papel, / la hoja y el plástico, / el barro y la ceniza. / Me acurruco dentro”
   La propuesta poética de Lumbre y ceniza concede al clamor del tiempo la capacidad de oscurecer el fuego y mitigar las llamas en cenizas. Los poemas trascienden las vicisitudes biográficas del sujeto poético para convertirlas en raíz sentimental y en significativo retorno al pensamiento. También para aprender que el otoño, con fría pulcritud, deshoja los afectos y convierte el jardín en un rincón de sombras.




domingo, 29 de diciembre de 2019

OXIGENACIONES (notas para un diario)

Templo de Debod en Madrid
Fotografía
de
Adela Sánchez Santana



OXIGENACIONES

Con quien no esté un poco cansado de todo
no vale la pena dialogar

NICOLÁS GÓMEZ DÁVILA

Imagen interior que no se desvanece: las pupilas de los que no están guardan dentro un sol apagado, una noche en continuo titubeo.

Hace unos años escribí este aforismo: “No están fuera ni dentro. No están”. Y estos días lo recordé por su precisa manera de definir esas presencias que guardan detrás de su sonrisa una extraña distancia. Nunca sé si son cercanía o lugar lejano, periferia o centro.

La revistas en papel han crecido en el último año, como si fuesen los últimos soldados de un ejército en fuga que luchan por sobrevivir. Las páginas de Crátera, Itaca, 21veintiúnversos o Barcarola  llegan a casa  con la solvencia del proyecto vitalista y animoso.

Hay fotografías que no concuerdan con la realidad; ocultan seres deshabitados.

Escenarios visuales de Madrid donde pueblan aceras los zapatos gastados de mi soledad:: la cuesta de Claudio Moyano, el palacio de cristal del Retiro, la calle Toledo, el patio interior del Reina Sofía, El templo de Debod y el parque del Oeste… Son marcos urbanos que comparten la melancolía del paseante y la oxigenación del solitario cansado.

Esa disparidad en la percepción del otro es una escuela abierta. Hoy aprendí que hay gente que percibe en una pregunta inocua un golpe que deja en coma. Insólito y clarificador para mañana: no hay más preguntas.

                                                                             (Apuntes para fin de mes)



sábado, 28 de diciembre de 2019

JOSÉ SARAMAGO. ENSAYO SOBRE LA LUCIDEZ

Ensayo sobre la lucidez
José Saramago
Traducción de Pilar del Río
Editorial Alfaguara
Madrid, 2004


ESTADO DE SITIO


   La ausencia física de José Saramago (Azinhaga, Portugal, 1922), fallecido en 2010 en Tías, Lanzarote, donde el narrador portugués vivía desde 1993, no ha oscurecido la plenitud de su conciencia ética ni un espíritu crítico siempre en vela que muestra un compromiso sin claudicaciones con la izquierda y los más desfavorecidos. Así que pocos trayectos literarios demandan la urgente vocación de relectura. Abro por tercera vez las páginas de Ensayo sobre la lucidez que adquirí en febrero de 2005, cuando llegaba a las librerías la cuarta reimpresión y los periódicos magnificaban el talento singular del Premio Nobel de Literatura de 1998.
  Me empuja el propósito de encontrar algo de luz (o tal vez un poco de optimismo medio ambiental que celebre el intermedio navideño) en la compleja noche política que vive nuestro país, hecho un lodazal de pactos sin sentido, cansinas estrategias partidistas sin conciencia de futuro común y un zarrapastroso independentismo que erosiona ángulos muertos, propicia la eclosión de la ultraderecha más rancia, y es contemplado con el silencio cómplice de medios de comunicación que abrevan en el conformismo y vocean a coro: “Aullemos, dijo el perro”.
   El recordado Ensayo sobre la ceguera, para muchos, y para quien esto escribe también, es la obra cumbre del autor luso. Encuentra algunos pasos de continuidad en esta ficción que recupera varios personajes ya conocidos: la mujer que fue caso único de visión normal cuando todo el país padeció una ceguera temporal, el médico y otros secundarios que ahora dejan oír sus pasos en un tiempo marcado por unas elecciones municipales que arrojan más del ochenta por ciento del voto en blanco y desacreditan completamente el rol progresista de los partidos tradicionales.
  Podríamos entender Ensayo sobre la lucidez como una fábula política. Sus actores conceptuales son la democracia, la fragilidad de sus cimientos y valores y el elenco de factores circunstanciales que marcan la convivencia y sus azarosas navegaciones temporales. Así se va desarrollando un hilo argumental donde el autoritarismo y la crueldad deciden hacer del ejercicio democrático de la votación libre un delito que merece investigación policial y métodos extremos de cloaca, como si fuese una acción terrorista propia de una conspiración anarquista internacional. Para descubrir al cerebro de este comportamiento colectivo los mecanismos del poder mandan a la capital a un comisario de policía, un inspector y un agente. En la ciudad no hay nada ningún indicio de rebeldía y conspiración y es necesario entonces inventar un culpable, hacer de la mentira una verdad.
  El escribir de Saramago está basado en la precisión extrema y la lentitud; los acontecimientos se ralentizan al máximo para que las secuencias se perfilen con una caligrafía taxidérmica. Cada instante está lleno de significado, soporta un eje de simetría entre forma y contenido. Los capítulos alcanzan en su plena madurez un cuadro sugestivo de emociones contrapuestas y sombras diluidas, como si el peligro fuera el habitante siniestro de cualquier esquina.
  La sensación final del libro es demoledora. El poder es fascismo, monopolio, exclusión y sentencia. Un tribunal severo que no duda en aplicar estrategias maquiavélicas para que las libertades cívicas estén siempre bajo control, en estado de sitio, esperando con los ojos cegados por el miedo la larga noche del día siguiente.

     

jueves, 26 de diciembre de 2019

ALGO DE VALOR

Ausencia
(Pinares de Riaza)
Fotografía
de
Javier Cabañero Valencia


ALGO DE VALOR

Hay gente que se cree que todo
 lo que hace con cara seria es razonable

G. C. LICHTENBERG

  Había contagiado su existencia de un insólito afán acumulativo. Vivía en la sospecha de ser depositario de un derecho excluyente y privado. Todo le pertenecía. También el respirar; por eso guardaba oxígeno y anhídrido carbónico.
  Murió pronto, pero no se redujo su voraz posesión. Su voluntad  guarda, inane, un valor subterráneo, esa profunda grieta del vacío.

(De Cuentos diminutos)






martes, 24 de diciembre de 2019

NAVIDAD Y CHARLES DIKENS

Cuentos de Navidad
Representación teatral



LA MIRADA SOCIAL DE CHARLES DICKENS


   Nunca imagino la navidad sin los libros al lado de Charles Dikens. Su celebrada producción narrativa resucita año tras año en las efemérides navideñas. Es un clásico. Conforma una luminaria firme y compacta, asentada sobre la cronología de la era victoriana. Este tramo temporal debe su nombre a la longeva monarquía de la reina Victoria, que llevó la corona entre 1837 y 1901, pero su significado sobre todo define el devenir del imperio y la revolución industrial. En esas décadas del siglo XIX se suceden las transformaciones políticas, económicas y sociales. El tradicional paisaje agrario y ganadero en el que se empleaba la mayor parte de la población rural se convierte en una sociedad industrial, con sectores en plena expansión como el textil, la siderurgia, la minería y los transportes ferroviarios y a vapor. La bonanza fue paulatina; al principio hubo epidemias de tifus y cólera por las infectas condiciones de vida de los más humildes; también abundaron los disturbios sociales  por el derecho a voto, la derogación de algunas leyes, los gravámenes e impuestos. Fue en la década del 50 cuando se logra un periodo de estabilidad derivado de la hegemonía industrial, de la llegada masiva de materias primas desde las colonias y de una red de comunicaciones en crecimiento continuo. Son mejoras con equivalencias en lo social, con la extensión de derechos a la mujer y a la infancia y con el auge del movimiento sindical, aunque nunca desapareció el clima de conflictos con el peligro de rebelión en las colonias y el independentismo irlandés.  ese es el contexto histórico y social que late en el quehacer creador de Dikens. 
 Nacido en el distrito de Landport, en la ciudad de Portsmonth, Inglaterra, en 1812, Charles Dickens se crio en un ambiente familiar de clase media. Su preparación intelectual se inicia a los seis años en la escuela infantil de Rome Lane, tres años después asiste a otro establecimiento escolar regentado por William Giles y cuando la familia se traslada a Londres, prosigue una formación autodidacta, de frecuentes lecturas. Su fondo literario arranca con la novela picaresca y de aventuras y con la evocación de sus callejeos por los suburbios londinenses que alimentaron su memoria fotográfica. Muy pronto, a los doce años, comienza a trabajar en una fábrica de betún para sobrellevar las carencias familiares que ocasionaba la propensión al despilfarro de su progenitor. Las deudas contraídas provocaron el encarcelamiento del padre, John Dickens,  oficinista de la Pagaduría de la Armada. En esa época el reo podía convivir en prisión con su familia y allí se traslada la madre, lo que concede a los despiertos sentidos de Dickens un nuevo aporte que le familiariza con las pésimas circunstancias ambientales del proletariado que luego traslada a títulos como David Copperfield, una entrega que incorpora abundante material autobiográfico. Años después, cuando la prisión de Malshalsea fue demolida, el exitoso escritor adquirió en una pieza completa la ventana y barrotes de la celda de su progenitor y todavía hoy se contempla en el museo londinense del escritor.
  Su periplo laboral es prolijo: trabaja como pasante en un despacho de abogados, estudia taquigrafía para prepararse como taquígrafo judicial y después como cronista parlamentario, prueba el periodismo en facetas que le obligan a continuos desplazamientos por el país y le permite una observación directa de entornos y lugares y poco a poco se consolida una vocación literaria que comienza en 1837 con Los papeles póstumos del Club Pickwick, que gozó de una acogida favorable por el atinado retrato de sus personajes. La obra fue publicada por entregas entre abril de 1836 y noviembre de 1837, con ilustraciones. Su hilarante argumento combina el retrato del personaje principal con los extravagantes miembros de un club de inexpertos cazadores., siendo el humor uno de su mejores ingredientes. En algún caso se ha querido ver la ascendencia cervantina de este libro que pocos años más tarde sería traducido al castellano por Benito Pérez Galdos.
  Fue en su segunda novela, Oliver Twist, donde se gana al gran público con un argumento de fibra sensible, melodramático y protagonizado por un niño que es víctima de una sociedad injusta, un recurso sentimental que facilita una aceptación masiva. Más que una tragedia realista, la novela es un melodrama, una precisa crónica de la infancia de la época imperial y una severa crítica a instituciones oficiales como orfanatos y hospicios.
   Tras La tienda de antigüedades y Cuento de navidad se abre un ciclo muy fecundo que inaugura Dombey e hijo. La voluminosa obra, como tantas del autor, fue publicada en entregas mensuales hasta editarse como libro en 1848. La obra ilumina la peripecia vital del empresario Dombey, lo que permite una minuciosa reconstrucción de la bulliciosa vida comercial y de la voracidad del progreso, acentuada por la existencia de un sistema educativo nefasto y restringido. Cuando el próspero burgués estrena paternidad tiene cuarenta y ocho años; el heredero de la gran casa comercial vela el fracaso de su matrimonio y exalta sus ideales de ambición y de gloria.
   Estamos en un momento álgido de aceptación popular y las siguientes obras, Tiempos difíciles, La pequeña Dorrit, Historia de dos ciudades y Grandes esperanzas compiten en la construcción de relevantes protagonistas, en el alzado de amplios frisos sociales y en el dominio de recursos técnicos entre los que no faltan los pasajes llenos de sentimentalismo y los momentos para el humor o la ironía.
  Si en Casa desolada Dickens se convierte en un precursor de la novela de detectives que se anticipa a autores canónicos como Conan Doyle, en dos entregas aparece el novelista histórico, en la ya mencionada Historia de dos ciudades, que elige como época narrativa la revolución Francesa, y en Barnaby Rudge, que recuerda en su diseño la novela romántica de Walter Scott.
   Pero la obra más definitoria del novelista, fallecido en Londres en 1870, es David Copperfield, escrita a mitad de trayecto (entre 1848 y 1850 y, como tantas otras, publicada por entregas. El mismo autor en un liminar mostró su preferencia por esta novela de meditada estructura y abundantes elementos autobiográficos. La trama se narra en primera persona por David Copperfield con el tono confesional de quien es testigo de la experiencia que cuenta, un huérfano que relata su educación sentimental hasta la madurez y el amplio inventario de tipos humanos que condiciona su existencia que por fin encuentra un final feliz. 
   El tiempo navideño reivindica la importancia de un novelista que ha estado de forma ininterrumpida en el centro de la literatura inglesa, a pesar de su exaltación nostálgica del sentimentalismo y a pesar del efectismo de sus argumentos. Nadie como él ha relatado el desencanto de los menos favorecidos, la perturbadora visión de un paisaje moral que tras la embriagadora utopía del progreso deshumaniza las condiciones de vida de amplias capas de la sociedad. Nadie como él  para la caracterización plural y para afrontar los tipos cotidianos desde la literatura.

José Luis Morante   

domingo, 22 de diciembre de 2019

PEDALEO

Simetrías urbanas
Imagen
de
Planetacurioso.com

PEDALEOS 

(Una reflexión sobre el haiku)



   Toda tradición lírica se enriquece en el tiempo con tramas textuales nuevas y con la aclimatación de formas foráneas. Tal vez la última adopción estrófica ha sido el haiku. El molde es descubierto en castellano por el mexicano Juan José Tablada –según Octavio paz- y su entrada en nuestro ámbito lingüístico se facilita por la existencia de una sensibilidad afín de estrofas breves como los epigramas, las seguidillas o las greguerías. Esta proximidad habita en los afanes literarios de Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, Ramón Gómez de la Serna, Lorca, Cernuda, Altolaguirre, Prados… y se desborda en el último tercio finisecular, cuando un caudal insólito de haikus anega las distintas promociones y corrientes contemporáneas.
   Esa inicial desconfianza en la que la estrofa asimilada pierda su plenitud –hecha de concisión, temporalidad y mínima presencia del yo- al alejarse de su espacio de origen tiene razones: si la mentalidad, el arraigo cultural y el ámbito de escritura son diferentes, en la dispersión los resultados  deben mostrar una apariencia nueva. Por tanto, cualquier fruto literario debe sobreponerse al estatismo y la quietud y renovar su verdad artística.
   En los ojos del haiku se percibe un brillo nuevo, una certidumbre que trasciende lo pasajero, un empeño de encontrar la palabra renacida en el fondo del silencio:

AMANECIDA

Nunca desisto;
el pedal ejercita
mirada y haikus.

               (inédito)






sábado, 21 de diciembre de 2019

RATOS Y ERRATAS

Caligrafías


DICCIONARIO DE ERRATAS

A Pilar Blanco Díaz,
magisterio básico en mi sentido del humor


Elejía: subgénero lírico con gran poder desinfectante que empleaba con frecuencia el poeta Juan Ramón Jiménez.

Poesía depilada: etiqueta poética del siglo digital, usada por el crítico Pelillos Alamar. El concepto  toma como núcleos creadores de  la composición la cera y el láser. A la plebe lírica actual los temas eternos –el amor y la muerte- le parecen superados y dignos de obsolescencia programada.

Epizafios: inscripciones sobre la tumba de poetas que en vida practicaron un realismo sucio, casposo y escatológico.

Cristóbal Colon: navegante intestinal que prodiga itinerarios entre el ciego y el recto.

La música cayada: cadencia en estado de senectud, enferma de artrosis, que se desplaza mediante apoyos complementarios en compañía de la soledad sonora.

Igluglu: casa de un esquimal a punto de derretirse por el cambio climático



viernes, 20 de diciembre de 2019

LEALTADES, FACHADAS Y HOSTIGAMIENTOS

Fachadas
Fotografía
de
Javier Cabañero Valencia


LEALTADES, FACHADAS Y HOSTIGAMIENTOS

Llega la edad del frío,
la edad de valorar
los libros ya leídos y las calles tranquilas.

JOAN MARGARIT

La tramposa gramática del insulto se justifica a sí misma como fruto de una hilazón invisible de causas y efectos. Y crea un perplejo inventario de rabia, tanto en la universidad, como en el campo de fútbol o en los barrios periféricos más humildes. Ya se sabe, el culpable siempre es el otro. Nadie se ve a sí mismo como un sujeto violento e incontrolado quemando contenedores  insultando al periodista que cubre la noticia. En las calles cuántos imbéciles inventando una causa y cuánto ciudadano sosegado y normal que mira y asiente, que hace de Pilatos un magisterio vivo.

Mi fisiología sufre un deterioro expansivo. Me lo advierten a diario mis células auditivas, la necesidad de luz fuerte en las horas nocturnas o los cortes del sueño… Yo continúo con mis hábitos, como si no me diera cuenta. Y casi me engaño. Pero las revisiones han marcado el calendario y ya hay fecha para el quirófano. Mis ojos están cansados. Yo también.

Cada vez más cálido el patio tranquilo del escepticismo; sirve como refugio frente a la gente del no: los que no apoyan, no reseñan, no comparten... Solo añadir: haré lo mismo. 

Hay actos literarios que nos exigen una sonrisa de Gioconda. Y hay que decir no por ese anhelo tan complejo de ser coherente con uno mismo y que, además, lo sepan las ubicuas voces de la contradicción. En el paso azaroso del reloj lealtades, fachadas, hostigamientos y una abrumadora sequía de amigos.

¿Por qué lo sencillo es tan complejo?

El cansancio cartesiano se reparte a partes iguales en cada proyecto literario. Conforma un material en depósito que debo gestionar para que nunca se agote. Por eso hay que seguir, con lentitud y paso calmo aunque las fechas de edición se traspapelen, como esos futuros que siempre llegan tarde.

(Páginas del diario)


  

jueves, 19 de diciembre de 2019

AITOR FRANCOS (Edición) MARCAS EN LA PIEDRA

Marcas en la piedra
Doce aforistas vascos
Aitor Francos (Edición)
Editorial Renacimiento
Sevilla, 2019


CANTOS RODADOS

A Patxi Andión, por su voz cálida


  Al indagar el legado del aforismo contemporáneo se percibe un venero disperso, múltiple en propuestas y protagonistas. Así lo percibe Aitor Francos, poeta, aforista y antólogo al reunir en Marcas en la piedra una decena de nombres del País Vasco, ya con coordenadas fiables y nítida repercusión nacional.
  En esta antología se despliega un sondeo por los pasillos interiores de un género cuya labor es “resumir, cristalizar y condensar”. En su decir paremiológico, el aforismo requiere la terquedad del laconismo, un marco autosuficiente que edifique la frase feliz con el mínimo roce de elementos verbales en un ejercicio de depuración y síntesis. Al sondear en el tiempo el legado cultural vasco, aflora una sociología con textura convivencial que sirve de pauta a una sensibilidad colectiva. De ella participa, según el antólogo, un aforismo diverso, abierto e implicado en el fluir. Sin embargo, su cultivo muestra también los rasgos subjetivos que propician la renovación constante del pensamiento. De ese trasfondo compartido, cuyo mérito esencial es ser capaz de extraer del magma común algunas constantes individuales, da cuenta esta selección cuyos vértices principales aglutinan cuatro tendencias: “el aforismo de corte clásico, el humorismo puro, el aforismo discursivo y filosófico (o político o reivindicativo) y el aforismo poético”. Se comenta también que la nómina elegida no pretende establecer un canon sino trazar una panorámica parcial que, naturalmente, deja fuera algunas propuestas de interés, bien por su carácter inédito o por circunstancias de distinto calado, como la inminente salida editorial, o el origen geográfico del autor que condiciona su integración en este escaparate aforístico.
   Al abordar el periplo singular de cada aforista, Aitor francos añade unas breves notas en las que se comentan los pormenores que estuvieron en el germen de algunas composiciones. Así explora el activo lacónico de Patxi Andión, siempre marcado por su biografía musical que puso un marco sonoro generacional. Pero son los textos quienes trazan el definitivo sustrato, ese pensamiento mínimo sobre los contornos más significativos de lo evidente que aglutina filosofía y crítica existencial de modo fragmentario. Los textos del profesor cantautor tienen un fuerte refrendo reflexivo: “Nada deja de ser lo que es mientras pueda verse en otros ojos”, “El pensamiento es un trazo del vuelo que no se adivina”.
   El sujeto político y humanista de Ángel Gabilondo condensa un fuerte sentido del humor que aporta a la cartografía social una mirada sostenida. La solemnidad merece tacón bajo para que el sentido común pueda mirar de frente. Así es palpable en este decir breve un aire crítico, próximo al escepticismo, que mira los decorados para desmontar tramoyas. Al cabo “Por más que aprendamos, también crece lo que desconocemos”.  La selección fortalece un aforismo convencido y convincente, vestido por un cálido sentido del humor y, en ocasiones, con una ironía con voluntad de saber y decir.
   Nombre propio esencial en la codificación de la estrategia expresiva, Ramón Eder ha convertido la práctica aforística en camino de dirección única. Así secuencia entregas que fortalecen una voz ética y despliega destellos indagatorios sobre el estar cotidiano. Su caligrafía entrelaza prudente movilidad argumental, humor a media voz, inteligencia ligera y sentido común. Son ingredientes que ponen su producción en primera línea y a la cabeza del género.
  Juan Kruz Igerabide es un escritor prolífico que aborda una senda creadora plural, desde la literatura infantil al decir breve. Su paremia cimenta sociología y ética, y aporta una mirada paradójica que hace de la escueta geografía de lo real un espacio de intolerancia pacífica, donde conviven “salvados, condenados y atónitos”.
  En la personalidad de Karmelo C. Iribarren prevalece el poeta. Sus versos multiplican ediciones y reconocimientos. En ellos encontramos una clara afinidad entre el sujeto poético, la fuerza verbal de sus codas y los pensamientos breves de Diario de K. La intimidad del yo personaje promueve un afán de búsqueda que ajusta cuentas con imposturas propias y ajenas: “A los que carecemos de imaginación, sólo nos queda la vida diaria pasando; es decir: un filón inagotable”. De ese sustrato los aforismos son muestra y espejo, un escaparate de experiencias verbales que compendia humor y sabiduría.
   Clave esencial en la arquitectura cultural vasca, donde ha logrado extenso reconocimiento crítico, Tere Irastortza explora con su obra géneros como la poesía, la traducción, el ensayo y el aforismo. Su escritura concisa aborda con frecuencia lo metaliterario y se define por su enfoque cercano al hábitat desde una conciencia de aceptación del devenir y de evocación y recuerdo de los valores primarios. En su quehacer, escribir es adentrarse en las percepciones de un sujeto plural, que descubre confluencias entre lecturas y experiencia: “La escritura nos muestra, lo que nos ilumina, no es más que un borrador.
   También Karlos Linazasoro personifica un abrumador legado creativo que ha trazado sendas en todos los géneros. Su aforística se agrupa en los libros Lo que no está escrito y Nunca mejor dicho. Sus breves recuperan la paradoja y tachan lo solemne para construir un lenguaje de lúcida expresión, que radiografía el discurrir de la conciencia con una estela de ironía cómplice. Esta antología presenta una estupenda selección, cuajada de aciertos.
  La biografía aforística de Ana Urkiza cuenta con dos títulos, Lo que queda de ayer y No hay vuelta para adelante publicados en euskera y presentados en castellano por Trea con el título Un hermoso lugar la felicidad. Componen una parcela significativa en una obra muy extensa que acoge distintos lectores, desde el público infantil y juvenil, hasta géneros de madurez como el relato y la poesía. Se percibe en su paremia un guión reflexivo, una introspección marcada por el tiempo que incide con frecuencia en lo social y no desdeña el humor en sus análisis.
   Del trabajo incansable de Gabriel Insausti da fe una obra que integra narrativa, poesía, literatura de viajes, aforismos, traducciones y ensayos junto a ediciones de clásicos. Los rasgos que definen su aforística son la precisión semántica, el sustrato cultural, la reflexión sociológica y esa mirada a la ética como norte del fluir de la conciencia.
   Más que aforismos al uso, abundantes textos mínimos de Beñaz Arginzoniz son fragmentos metapoéticos que buscan clarificar la razón del poema. Sus breves formulan ideas de amplia profundidad lírica, lejos de la sorpresa conclusiva o del desenlace ingenioso del aforismo habitual. No obstante, la muestra del autor integra frutos más convencionales, como los extraídos de Un mundo para Marina o los integrados en Extrañas flores y otros fragmentos de un diario póstumo.
   La fertilidad creadora de Juan Manuel Uría ha dejado en un corto espacio temporal entregas poéticas, realizaciones plásticas y aforismos. Sus voces breves persiguen conexiones insólitas (“Donde muere lo obvio, nace el poema”) que abordan la ruptura de lo previsible y dan voz al sentido común mediante un discurso paremiológico que pisa firme el sustrato ligero del humor: “La realidad es como el chuletón: poco hecha y con un buen puñado de sal”. También resalta en su escritura la voluntad dispuesta de un observador implicado que no duda en comentar las marcas desaliñadas de la realidad.
  La cercana presencia literaria de Ander Mayora corrobora la excelente amanecida de La clemencia del tiempo, con prólogo de Enrique García Máiquez. Su continuidad, El páramo presenta el merodeo del decir breve por la introspección y por las perspectivas de un devenir existencial al albur de los días. Limpios y directos, los aforismos de Ander Mayora formulan una ascesis de creencias personales que no renuncia al sentido crítico con una sociedad banalizada, que viaja hacia un pensamiento uniforme y de consumo inmediato.
   Gran acierto el de Aitor Francos: no incluirse a sí mismo en la antología, aunque su minimalismo singular lo merece. Y muy atinada esta imagen global del aforismo vasco contemporáneo que se libra de cualquier localismo y postula en la estrategia discursiva del género un grupo de autores estable y fuerte, que personifica un compromiso personal con el aforismo repleto de fuerza literaria, siempre propicio al sol de mediodía.



miércoles, 18 de diciembre de 2019

EL DÍA QUE DEJÉ DE VER FÚTBOL

ESPERA
imagen de internet



EL DÍA QUE DEJÉ DE VER FÚTBOL


Porque no me gustan los jugadores que hacen de cada entrada al adversario una posibilidad de lesión, como si fuesen sicarios.

Porque no me gustan los futbolistas que fingen y prodigan quejan con aires declamatorios, como esos poetas a quien nadie publica.

Porque no me gustan los entrenadores que venden el humo sucio de los titulares como chamanes de tribu.

Porque no me gustan los pandilleros oportunistas y mafiosos que convierten las gradas en escenarios gestuales del nacionalismo radical.

Porque no me gustan Guardiola y Xavi, que olvidaron en  el césped de la memoria su inteligencia de medio campistas extraordinarios para convertirse en graffiteros de la demagogia independentista.

Porque no me gustan las tertulias vociferantes del día después  que transforman los razonamientos en noche oscura y despiertan mi vocación de eremita.

Porque no hay escritores que inventen argumentos donde el delantero centro se compadecía del portero y fallaba  un penalti; delanteros querían jugar  medio tiempo con cada equipo; y árbitros que llevaban flores a una muchacha de la grada cero.

Un día salí a la calle, rompí los cromos de  la infancia, dejé de ver fútbol y dormí mi desencanto en un libro.








martes, 17 de diciembre de 2019

ACERCA DEL SUEÑO

Hilos del sueño
Florida, USA, 2010
Fotografía
de
Adela Sánchez Santana

Acerca del sueño
                             

                  a mis hijas
I
   
Qué es el sueño, preguntas,
con la abrumadora ingenuidad
de quien me presupone una respuesta.
Y yo salvo el escollo
modulando una frase convulsa
en la retórica de los desconciertos.
Te digo: el generoso don
que la fatiga obtiene de la noche,
una brizna de luz escalando la sombra,
el envés de una historia
cotidiana y absurda;
tú misma, hija mía,
cada palabra tuya, cada gesto.
No sé si el sueño
es potestad del hombre
o comparten los sueños animales y cosas.
Ignoro de igual modo qué hilo teje
su textura de seda,
qué alzada confabula
su hermética apariencia
o qué brújula guía
la estela de sus viajes.
Sé que hay sueños tristes y gozosos,
oscuros y diáfanos,
ocasionales y obsesivos;
sé también que hay sueños tan hermosos
que el tiempo los indulta y perseveran,
y no envejecen nunca.


II

Hay sueños que una noche
consumen su existencia
y otros que se prolongan con los días.
Simulan los primeros
una especie común de lepidópteros
y acaban siendo pasto
del trastero y del polvo,
como un experimento vanguardista.
Levísimos planetas alumbran los segundos,
como estrellas fugaces que convocan
múltiples y azarosas travesías.
Ante nuestra mirada sus figuras componen
un paisaje celeste,
intangible materia en sereno reposo,
donde habita la luna del deseo.


      (De Mapa de ruta, Granada, 2009)

lunes, 16 de diciembre de 2019

ÁNGELES MORA (ENTREVISTA)

Ángeles Mora (Córdoba, 1952)
Premio Nacional de Poesía 2016

 ÁNGELES MORA, PREMIO NACIONAL DE POESÍA

Entrevista de JOSÉ LUIS MORANTE


Aunque nació en Rute (Córdoba), el trayecto literario de Ángeles Mora se vincula con la ciudad de Granada. Allí llegó a comienzos de los años ochenta, cuando la ciudad vivía una auténtica eclosión creadora con los poetas de la otra sentimentalidad, y allí obtuvo su licenciatura en Filología Hispánica. La poeta consiguió en 2016 el Premio Nacional de Poesía por su poemario Ficciones para una autobiografía (Bartleby, 2015)

 -El premio invita a recorrer de nuevo el dilatado pasillo del recuerdo. ¿Cuándo comienza su escritura?

Comencé a escribir cuando era una adolescente, después de mis primeras lecturas. Escribía ingenuos poemas que poco a poco fui reuniendo en dos primeros cuadernos de aprendizaje, De ellos surgió un primerísimo libro ya muy olvidado y otro de canciones, que no llegaron a publicarse. Más tarde trabajé un poco más y recuperé parte de esos poemas en un libro titulado Caligrafía de ayer, que se publicó en mi pueblo natal, Rute (Córdoba), en el año 2000. Pero, en serio, comencé a escribir a finales de los años 70, después de que pasaran mis años que llamo de “vida oculta”, tras mi primer matrimonio y mis tres hijos que nacieron rápidamente. Durante un tiempo me dediqué únicamente a ellos. Cuando llegué a Granada, en el año 79, tenía muy avanzado ya mi primer libro: Pensando que el camino iba derecho, un libro donde empecé a romper con mi inconsciente poético esencialista juvenil, porque ya había comenzado a leer a poetas como Eliot, Gil de Biedma, Ángel González, Brecht, Emily Dickinson, aunque aún no había comprendido bien el lugar donde, poéticamente hablando, me hallaba. Por eso en ese libro a veces los poemas se me escapaban, se me iban por las ramas… Con lo que también empecé a romper en ese libro fue, desde luego, con mi inconsciente vital, porque ya me había dado cuenta de que la vida no era como me la habían pintado. No lo era para nadie, pero mucho menos para una mujer. Por eso el primer título que le puse a ese libro era “Donde da la vuelta el corazón”. Y por eso en ese libro hay poemas como “Claudicar y muriendo” donde ya hablo de algo que se cae irremediablemente.

-A comienzos de los años 80, la poesía española vivía una amplia brecha con la generación novísima. Granada se convirtió en epicentro de la Otra sentimentalidad, alternativa estética que después dio origen a la poesía de la experiencia. ¿Qué pervive de aquella etapa?

Cuando llegué a Granada y conocí a Álvaro Salvador, Luis García Montero y Javier Egea y me hablaron de Juan Carlos Rodríguez, de “La otra sentimentalidad”, etc. me sentí cerca de ellos, porque también yo traía una herencia común a la que ellos habían recibido. Me refiero, como he dicho antes, a la lectura de poetas que pensaban que la poesía no podía reducirse a ser una mera expresión de la sensibilidad sino que había que tratar de “decir cosas” en poesía. Eliot, Gil de Biedma, Brecht, Emily Dickinson son ejemplos de la necesidad de decir “ideas poéticas”, de plantear en el poema el “yo ficticio” y utilizar el lenguaje cotidiano, porque no tenemos otro. Así que yo me sentía cercana a ellos. Luego vinieron las clases en la Universidad, las conversaciones poéticas, el estudio…
Sí, Granada removió el ambiente poético del país. Aquella fue una etapa importante, crucial, para el nuevo rumbo que había de tomar la poesía. La otra sentimentalidad supuso un vuelco radical entonces a la manera de entender la poesía y la literatura en general. Como muy bien sabemos nació de las enseñanzas y la manera de analizar el hecho literario del profesor Juan Carlos Rodríguez, que en la Universidad de Granada nos enseñó a leer los textos de otra manera, a indagar en el inconsciente ideológico que los sostenía, los producía. También a no dar el yo por presupuesto, a pensar que somos producto de una determinada concepción histórica de las relaciones sociales, de una ideología que nos entra desde que nacemos por la misma piel. En nuestra poesía intentábamos romper con ese inconsciente ideológico que nos domina, que aprendemos desde que tomamos la leche materna. Las mujeres lo intentábamos desde nuestra particular condición, desde las circunstancias especiales que vivimos. Nunca saldremos de la trampa ideológica en que vivimos si no rompemos las dicotomías que plantea la burguesía capitalista: privado/ público, razón/ sensibilidad. Las mujeres lo teníamos peor porque siempre fuimos destinadas a lo privado y a la sensibilidad, frente a lo público y la razón, que eran del hombre. Si nos quedamos en el yo que nos construye el inconsciente ideológico de la familia, las relaciones sociales, etc., nunca romperemos esta historia de explotación en la que vivimos (más las mujeres, pero también los hombres)

 -¿Se reconoce en aquella fotografía de grupo de la poesía de la experiencia?

Esas fotografías de grupo en el fondo no existen. Son etiquetas que te cuelgan, una manera de despersonalizarte. Yo sé lo que aprendí en mis estudios y en la práctica poética de aquellos años. Sé lo que me proponía conseguir para llegar a tener mi propia voz, para buscarme poética e ideológicamente. Después de mi paso por la universidad de Granada, por supuesto hubo una ruptura en mi posición poética, en el sentido de que yo no quería situar la palabra poética en un lugar incontaminado ni sublime. La quería hacer terrenal, llevar al espacio de la razón, también de la emoción, por supuesto. La poesía necesita intensidad, emoción. Quería que la poesía me dijera cosas sobre la vida y no que se convirtiera en un esteticismo vacío. Frente al esteticismo prefería una especie de épica cotidiana.


-Tanto en lo personal como en lo literario, su vinculación con el profesor Juan Carlos Rodríguez fue máxima. ¿Qué aportó el ensayista al discurso poético de la lírica granadina?

Creo que esta pregunta ya te la he ido contestando en las anteriores. En La canción del olvido, que fue el primer libro que publiqué, después de conocer a Juan Carlos Rodríguez, primero como profesor y después en un aspecto más personal, quise olvidar muchas cosas, empezando por mi educación sentimental. Las mujeres de mi época crecimos con un inconsciente que nos situaba como objetos de los demás, más que como sujetos de nuestra historia. Las mujeres pertenecíamos al ámbito de lo privado (como la poesía, por otra parte) y los hombres al ámbito de lo público. Esa dicotomía privado/ público fue una de las cuestiones ideológicas que “La otra sentimentalidad” pretendía derribar en su práctica. Ni el amor, ni la mujer ni la poesía pertenecen exclusivamente al ámbito de lo privado. Tal vez convenga, pensábamos, sacar nuestro amor a la plaza pública y tal vez se convierta así en el espacio de las preguntas, de la reflexión y el encuentro.

-En muchos de sus versos, ¿es la autobiografía el punto de partida?

Lo que yo creo es que un poema siempre surge de una imagen, de una idea, siempre tiene que ver con nuestra vida, con la manera personal de ver la vida y reflexionar sobre ella. Mi poesía siempre ha ido hacia donde ha querido mi conciencia. La conciencia que tengo del mundo y de mí. Nunca he escrito poesía como consuelo sino como búsqueda, como quien tiene necesidad de saber o de “saberse”, porque la poesía es una forma de buscar el sentido de la vida. No importa tanto de dónde arranca un poema sino hacia dónde te lleva. Siempre digo que el poeta se interna en el poema como quien se abre camino en un bosque con la luz y el cuchillo de la palabra. Cada paso es un verso. Importa el final, pero también el camino.

-¿Es correcta esa apreciación crítica que entiende Ficciones para una autobiografía como un desahogo biográfico, como una fusión entre sujeto verbal y yo real?

Eso es una tontería. Yo no lo he leído en ninguna de las críticas que se han publicado sobre este libro, y quien lo piense no tiene verdadera idea de lo que es expresar directamente tus sentimientos y lo que es la elaboración literaria, la construcción de un poema a partir de imágenes vitales, reales o supuestas. Este libro tomó la forma de una autobiografía fictiva (aunque no en un sentido lineal), hurgando en los rincones de la memoria, del presente o del pasado para reflexionar, una vez más, sobre nuestra vida y adónde nos lleva el ambiente en que vivimos, la educación que recibimos, el “yo” que nos construye el inconsciente ideológico de que hablaba al principio. Este libro comienza con un poema que se refiere a mi nacimiento (mal puede nadie recordar su nacimiento), pero ahí comienza la autobiografía fictiva que propongo, partiendo de imágenes de mi vida (en realidad podrían ser de cualquier vida) para que me lleven a una reflexión sobre el mundo en que viví de niña y en el que vivo de mujer. Cada poema de este libro supone una elaboración poética que trata de reflexionar sobre nuestra vida y nuestras contradicciones. Como bien dice la cita del principio, de Philippe Lejeune, “Toda autobiografía implica un pacto con el lector”. Esta autobiografía también supone ese pacto con el lector, pero el añadido de “Ficciones” da otro giro al asunto: bajo la apariencia autobiográfica lo que busca es la verdad que crea cada poema. Finalmente como dice la cita de Blas de Otero con que se cierra el libro: “Esta es la historia de mi vida, / dije, y tampoco era”.
Este es un libro elaborado durante varios años. Venir a decir ahora que es un desahogo biográfico me parece demasiado simple o mal intencionado.

-Otro elemento central de su poesía es la identidad femenina, el continuo debate sobre su rol social. ¿Hay margen en el poema para la cuestión de género?

También he hablado algo de esto en las anteriores preguntas. Naturalmente que sí, y en este libro yo trato esa cuestión en varios poemas. Unas poetas han abordado este tema de una manera y otras lo han hecho de otra. Históricamente, podríamos decir que la mujer tuvo que hacer un doble distanciamiento para entrar en ese universo poético que parecía reservado solo para el hombre (las llamadas románticas del XIX fueron pioneras. Y no digamos Rosalía de Castro, que pasó ampliamente de ese “terreno acotado” que se concedía a las poetisas): la mujer tuvo que distanciarse primero de su propio inconsciente que le decía que ella pertenecía al mismo ámbito –el del sentimiento, la sensibilidad, lo sublime- que la poesía. Es decir, distanciarse primero de su educación sentimental para entrar en el ámbito de la razón, el mismo que el hombre siempre se reservó para sí, desde que se consideró sujeto. Pero las mujeres, a veces, utilizamos ese lugar femenino para deconstruirlo con distanciamiento y con ironía. Por ejemplo, es lo que yo hice –o intenté hacer, al menos- en mi poema “Gastos fijos”, del libro La dama errante

-¿Todavía hay factores que condicionan la historia de la participación femenina en el campo literario?

Sí, todavía, al menos en el asunto de la visibilidad y la consideración social, a las mujeres que escribimos nos cuesta más cualquier logro. Aunque yo, realmente, este año no me puedo quejar, porque recibir el Premio Nacional de Poesía es un honor que me ha hecho muy feliz y me ha recompensado del poco eco que otras veces han obtenido mis libros. Este logro, desde luego, lo dedico a la lucha de las mujeres por la igualdad, también en este terreno, ese campo literario de que me hablas.

-El entorno digital es signo de identidad de nuestro tiempo. ¿Cómo afecta a su escritura?

Creo que no afecta a mi escritura. Tal vez puede ayudar a la visibilidad. Eso sí. Pero tampoco tanto.

-Respiramos una etapa histórica compleja, que ha introducido en el discurrir existencial los titulares de la actualidad, esa respiración entrecortada de un tiempo social en conflicto. ¿Se puede o se debe reivindicar la poesía desde lo público?

Yo diría que se puede y se debe. Dentro del deber de un intelectual está cuestionar lo que existe, si no está de acuerdo con el sistema de dominación en el que vivimos. Hubo un tiempo en que se habló de “poesía comprometida” y otra que consideraba ese compromiso como rebajarse, porque creía que la poesía pertenecía a un terreno superior, incontaminado por lo público. Pero nada existe hoy “incontaminado” por lo público. En el fondo, comprometidos estamos todos. Por acción u omisión. Creo que la poesía puede y debe implicarse en esa lucha ideológica. Creo que debe intentar, al menos, “crear saber”, por así decirlo, para ayudar a cambiar el mundo.

                                                      JOSÉ LUIS MORANTE

La entrevista se publicó en 2016 en las páginas de la revista Clarín, con motivo de la concesión del Premio nacional de Poesía. Hoy se recupera cuando la escritora dona su legado literario al Instituto Cervantes, como acto de homenaje y reconocimiento. 




domingo, 15 de diciembre de 2019

RESIDUOS DE LA MEMORIA

Navadijos
(Otoño, 2019)
Fotografía
de
Rubén Sánchez Santana



AFORISMOS  DE  JOSÉ LUIS MORANTE

Traducción al italiano de GIULIANA CALABRESE



Minucia interna; no encuentro en mi interior nadie en quien confiar.
Minuzia interna: dentro di me non trovo nessuno di cui fidarmi.



Si miras con atención el lugar que ocupas, donde estás no hay nadie.
Se osservi con attenzione il posto che occupi, dove sei tu non c’è nessuno.


En el apagado discurrir del tiempo, adanes primigenios que aguardan todavía una manzana.
Nel placido scorrere del tempo, adami primigeni che  attendono ancora una mela.


En la madeja de la gratitud se apelmazan los hilos sueltos.
Nella matassa della gratitudine si addensano i fili sciolti.



En la poesía bucólica, espontánea colaboración de una coral ecológica: piedras, juncos, pájaros y nubes…
Nella poesia bucolica, spontanea collaborazione di una corale ecologica: sassi, giunchi, uccelli e nuvole...


Carne tranquila. Senectud.
Carne tranquilla. Vecchiaia.



En las conversaciones con desconocidos los intermediarios más eficaces son la elusión y el silencio. 
Nelle conversazioni con gli sconosciuti gli intermediari più efficaci sono l’elusività e il silenzio.



La poesía es un yo caligráfico, angustiado por su propia identidad.
La poesia è un io calligrafico angosciato dalla sua stessa identità.



La autonomía imaginativa del sueño requiere folios blancos por su inclinación a lo imposible.
L’autonomia immaginativa del sogno necessita di fogli bianchi per la sua inclinazione all’impossibile.



El subconsciente poético confía en el potencial de los precursores.
L’inconscio poetico confida nel potenziale di chi ci precede.



Punto de fuga. Nostalgia de un lugar que no existe.
Punto di fuga. Nostalgia di un luogo che non esiste.



viernes, 13 de diciembre de 2019

PEJK MALINOVSKI. DIGTERNE / POETAS

Digtere / poetas
Pejk Malinovski
Traducción de
Daniel Sancosmed
Edición  bilingüe de Chamán Ediciones
Colección Chamán ante el fuego
Albacete, 2019


POSICIONES DEL POETA


   En las páginas de la República el severo filósofo Platón fuerza el exilio de los poetas y los destierra de la ciudad ideal. Argumenta su expulsión por la impostura que se cobija en su quehacer y por los nocivos efectos de sus enseñanzas. De esta “condenación de la poesía” como la denominó María Zambrano deriva el cansado andar del poeta, su deambular errático por la periferia del pensamiento, lejos del núcleo básico de la filosofía.
   Pejk Malinovski (1976), poeta, traductor, documentalista, productor de radio y continuador de una saga familiar literaria irrepetible, niega el temperamento excluyente platónico para convertir su tercer poemario en zona de acogida. Abre puerta a las múltiples perspectivas que un yo lírico pueda protagonizar. Y lo hace mediante un largo poema fragmentario en el que cada gesto tiene su verso para perdurar, desde el que ama al que llega tarde a una conferencia y mira receloso la ausencia de público; desde el que escribe su número de teléfono sobre la servilleta manchada de café en una terraza hasta la poeta sadomasoquista que se ajusta el traje de cuero para convocar a su amante en un arrasador encuentro amoroso. Poetas, al cabo, capaces de aglutinar condición cívica y temperamento creador en un tiempo que ha despojado a la función del poeta de cualquier jerarquía intocable para dejar al protagonista del verso en las aceras de lo diario, sometido a ese azar erosivo de la temporalidad, lejos de cualquier mitificación épica.
  El escritor danés recurre a una figura de repetición, la anáfora, para subrayar el protagonismo coral de su poema. Todos los versos o cada párrafo versal tienen el mismo comienzo Digtere / Poeta; así que acierta plenamente el traductor Daniel Sancosmed en dejar que el sustantivo común resuma las circunvalaciones argumentales. Porque en el poemario no hay un camino trazado sino conexiones afines que van ampliando el diluido trazo de los poetas, como si se concentraran en un gran vestíbulo para sumar secuencias vitales, actitudes, pensamientos, quehaceres.
  Hace tiempo que el poema ha diluido cualquier molde reductivo para caminar por esa ambigüedad genérica de los géneros entrelazados; así que Poetas no se ajusta a ningún esquema versal, o mejor, emplea un esquema versal arbitrario que ajusta su enunciado a la respiración de la idea. De ese modo logra crear un fuerte afán exploratorio que a veces se transforma en mínimos microrrelatos, en pensamientos metapoéticos o en nítidas retornos de esos instantes vitales que parecieron hechos de grisura y que después se evocan con una sensación de cálida nostalgia.
   En ese deambular fragmentario, Pejk Malinovski resalta el encuentro del poeta con lo cotidiano, como si la realidad se empeñara en presentarse a sí misma como laberinto indagatorio de las palabras y buscase mostrar cada uno de sus ángulos muertos a la percepción lírica para  que se mantenga lejos del cómodo autoengaño de lo ideal. También se desliza en el recorrido del poemario un abrumador listado de referencias culturales, de poetas, lecturas, viajes o libros. En ese amplio listado culturalista se cobija una clave de lectura que no pasa desapercibida, aunque mude el género a la identidad: “A la poeta le encanta la libertad de los fragmentos seriales, catálogo de ideas, enfoques conceptuales”, métodos expresivos que pusieron en práctica escritores como Francis Ponge, Gertrude Stein, Joe Brainard o David Markson.
  El ideario estético de Digterne / Poetas recuerda una acumulación de ideas que abre los ojos para constatar que todo es poesía; que más allá de lo farragoso y pragmático que dicta el canon tradicional hay una lengua común, una semilla embrionaria que integra una densa radiografía de emociones, que hace del texto una coral improvisada, una pieza de jazz, un encuentro  plural en el que la inocencia del verso permanece.