miércoles, 30 de junio de 2021

RIVAS. DEFENSA DE UN PAISAJE

Ruta de las cortados
(Rivas Vaciamadrid, Madrid)

 

           DEFENSA DE UN PAISAJE
 
Las formas y las luces de los atardeceres,
el silencio y las calles que velan lo escondido,
las esquinas proclives al paso solitario,
el sueño que esgrimimos como razón de ser
­­(Los sueños que moldean cambiantes espejismos),
la humedad de las manos, la decepción anónima,
la rosa que lacera
y la gota de sangre,
la inercia de mirar el vuelo de los pájaros,
aquello que perdura cuando cierro los ojos,
los hechos transmutados en memoria,
las manos que no piden nada a cambio.
la casa, el pan y el verso que me busca.
 
                                     El pacto de vivir.
El párrafo en cursiva
sobre un tiempo que no es más que tiempo.





 

martes, 29 de junio de 2021

ZOOLOGÍA ABISAL

Vuelo
Archivo Pinterest

 

ZOLOGÍA ABISAL
 
   En la oscura movilidad del trasfondo, una misma savia sostiene el impulso de los peces abisales. Seducidos por la metáfora del viaje, sueñan cada noche con redescubrir la superficie; imaginan un despertar azul,  convertidos en peces voladores.

(De Cuentos diminutos)





lunes, 28 de junio de 2021

AFORISMOS CENITALES

Vacío
Imagen del archivo Freepik

 

AFORISMOS CENITALES

Un raro paisaje de abandono
JUAN JOSÉ TEJERO

 
Hace de la inteligencia un instrumento débil, rudimentario, ajeno como un tarro que se desparrama.
 
Días en que la convivencia tiene un radio de alcance limitado
 
Ese puente cenital de los parónimos que acerca cielo y cieno.

Si regreso, livianos los recuerdos se apresuran delante.

Cierro los ojos. Amanece.
 
Urge sentir el suelo firme, mientras vuelas.
 
También en el manicomio la espiga, la cabeza más lúcida.
 
Aguzo el oído, para no escuchar lo que dicen
 
Y lo peor, el fúnebre nos reprocha la alegría.

Aforismos cenitales


 
 

 

domingo, 27 de junio de 2021

PACO HUELVA. LOS OTROS QUE ME HABITAN

Los otros que me habitan
Paco Huelva
Ilustraciones de Víctor Pulido
Editorial Niebla
Huelva, 2017


FATUM

 

  El empeño creador de Paco Huelva (Almonte, Huelva, 1956), Graduado Social por la Universidad de Granada, protagonista laboral de una amplia gama de oficios y Cronista oficial de la Villa de Almonte, es un mapa surcado por la narrativa, el periodismo y la crítica. Autor de cinco títulos en prosa, publica reseñas y columnas de actualidad en Huelva Información y en las revistas digitales Culturamas y Todoliteratura, junto a otras cabeceras digitales. Antes de adentrarnos en la compilación de relatos Los otros que me habitan se focaliza una cubierta, en pasta dura, cuya ilustración, como las interiores, es obra del artista plástico Víctor Pulido. Llamativa y sugerente en su expresividad feista; la imagen enaltece lo deforme, las asimetrías que convierten la expresión facial en algo monstruoso. La portada impone un elemento visual del desvarío que despierta sensaciones de miedo, silencio y frío. El escritor añade una clave más al encuentro con el lector en las citas previas. Incluye unos renglones de Borges que potencian la síntesis del relato como cortesía al lector frente al moroso deambular de la novela. Es una idea también refrendada en el fragmento de Stefan Zweig. La pulsión de la tercera cita, de María Teresa López, busca el tono comunitario del estar con los otros. El cuento de arranque “La vendimia” recuerda una secuencia rural desde la voz de un narrador omnisciente que mira los elementos de la escena y anota las evidencias externas. Se interioriza lo que ocurre para formular un sustrato reflexivo, que hace de la percepción conocimiento. En la refriega de la recolección las caballerías se contagian de esa prisa del fruto en el lagar, pero el aparente activismo oculta la arteria principal del relato: la venganza y la muerte. El escritor prefiere poner en acción personajes siniestros, que solo obedecen a las reglas marcadas por instintos primarios, lejos de la norma social. Cada sujeto es un náufrago en el que ejerce una voluntad sin ámbitos ni compromisos con la conciencia y la ética. Así lo corroboran piezas como “Es que no te merecía”. La maldad y la violencia se aposan y se integran, como huellas de la identidad. Cada yo, sometido a los vaivenes de un fatum trágico, entiende que las cosas pasan porque tienen que pasar y al destino no hay quien lo pare. Al hilo del legendario cuento de Juan Rulfo “Diles que no me maten”, en “Petición” leemos ese arrastre de pasos que anticipa la resolución; la invitación a no saltar en el último instante, como si fuera posible comenzar de nuevo, sin el gravoso laconismo de la solución final. De esa atmósfera de onirismo y ajuste de cuentas participa el cuento “Un hombre de honor” cuyo germen argumental es la visita a un prostíbulo. En él se mantiene la voz fuerte de la violencia que se hace rutina en el avance, pero que muestra también el compromiso y el valor de la palabra dada, aunque sus motivos permanezcan oscuros y aleatorios para la lógica policial. El cauce argumental de “La forastera” distribuye los recorridos interiores de la trama en pequeños capítulos de sentido cerrado. Ese itinerario se postula desde el descubrimiento de un cadáver en la marisma. Esta tesela va sumando otras que afloran con una dimensión autónoma, que muestra la tenacidad expresiva del friso. Lo previsible se borra. El sujeto está. Es gesto y convicción y las especulaciones experimentan el chismorreo popular y los ángulos de sentido que aportan los diferentes personajes. Los temas proponen bifurcaciones sin conexión aparente, como si los relatos dejaran el rastro de una realidad compleja, en la que encuentran sitio historias truculentas, de impacto, atentas a las sombras interiores. Se narra la lealtad de un perro a su dueño, más allá de la muerte; la cercanía afectiva y el punto de humor del cuento “Cuestiones inexplicables”; el interrogatorio cuartelero de Candelario de la Corte en “Segundo piso, izquierda”y ese rito de sangre que abre una calle sin salida a la venganza. Este abanico de cuentos, que Paco Huelva engloba en Los otros que me habitan, mantiene una atmosfera de complicidad fraterna entre la fabulación de lo onírico y la evocación de viejas historias rurales. Sorprende la originalidad de los nombres propios y el mapa de lugares que conforman una comarca de la imaginación que nunca hace caso a lo previsible en la representación de lo real. Los cuentos mantienen una vigilia permanente con el entorno para mostrarnos la sustancia singular de cada yo. Esa conciencia oscura que muestra vasos comunicantes con lo siniestro y la oscuridad ética, con un destino gravoso que establece anclajes con la ironía, la mirada escéptica y la desconfianza. Los otros se disuelven siempre en lo imprevisible y superan cualquier afán de comprensión. más que la quietud permanezca despierta en la vigilia. 

JOSÉ LUIS MORANTE


sábado, 26 de junio de 2021

LUCES A SOLAS

Los otros, conmigo
Imagen
de internet

 

LUCES A SOLAS
 
 
  Desde hace cuatro días en la casa no hay nadie, salvo yo. Al bajar la escalera una luz interior del dormitorio se enciende sola. No recuerdo cómo accioné el interruptor. Apago y tanteo hacia el perfil callado del pasillo. Otra vez sombras. Un instante después está encendida la lámpara del baño principal. En la casa no hay nadie salvo yo, repito mientras veo en el espejo a un tipo asustado que se mira a sí mismo y que hace unas horas, sin este nudo extraño de angustia y miedo atorando el pulmón, consumía un tiempo de soledad apática, monótono y previsible.

(De Cuentos diminutos)


 
 

viernes, 25 de junio de 2021

JUAN JOSÉ TEJERO. LAS PIEDRAS DE MIS RUINAS

Las piedras de mis ruinas
Juan José Tejero
Valparaíso ediciones
Granada, 2021


 ASCUAS

         

   En la epifanía poética de Juan José Tejero (Lebrija, 1978) Cuaderno de extravíos. Un viaje a Grecia (Editorial Point de Lunettes, 2009) se percibía, tras el formato enunciativo del poema en prosa, un intenso caminar meditativo por las asimetrías geográficas del entorno helénico. El libro, con prólogo de José María Conget, recuperaba resonancias del paisajismo griego, no desde la retina nómada,  apresurada del turista de paso, sino desde el cuaderno de viaje del testigo implicado que marca rutas, completa trayectorias e integra sus textos en una tradición meditativa que busca comprender, hacer suyo un tejido de vivencias y sensaciones.
   Aunque los separa un intervalo temporal de casi una década, la segunda estación del poeta y traductor, Las piedras de mis ruinas, pertenece a una misma etapa escritural. Estamos ante una colección poemática hecha desde la introspección y con un tono decididamente clásico. Tras un perceptible afán de claridad, los poemas aglutinan los núcleos básicos de una sensibilidad que define al sujeto verbal desde el reflexivo fluir de la conciencia. El poeta explica en “Proemio” las contingencias domésticas y la asunción de nuevos roles con una fuerte densidad emotiva: la dualidad de ser esposo y padre condiciona la forma de entender el tránsito vivencial dentro de un espacio íntimo y sosegado, de una casa encendida en la que se perciben los temblores de los ciclos estacionales. Ascuas. Signos de vida y compañía que han ubicado al protagonista verbal en medio del camino, en ese punto de simetría entre pasado y porvenir que propende a la evocación y los regresos.
   El propósito escritural se desvela de inmediato en la composición “Este libro”: “Tener un libro que escribir, leer / con la mirada puesta en la escritura / propia, vivir la vida por escrito, releer lo vivido y revivir / que la vida ha sido por dos veces”. La escritura es fijar lo transitorio, conseguir el milagro de lo permanente en el cauce vital sin que las cosas se apaguen en la indefinición crepuscular del tiempo. Son semillas plantadas sobre la tierra abierta de la memoria, para que no se pierdan raíces y frutos en la indecisa definición del tiempo.  
  En la pautada evolución del libro, los poemas recorren lugares afectivos como la casa paterna o el mínimo laberinto del pueblo. Su presencia evoca un reflejo sensorial, un recuerdo que parece adquirir el impreciso cromatismo de un detalle pictórico y deja un poso de quietud en la huella de lo que huye. La vida en fuga, imaginaciones, sueños y olvidos que conviven tras el rastro de modulación de las palabras; la escritura anota y nombra; clarifica el personal legado que deja el tiempo entre las manos.
   El distanciamiento biográfico muestra otros temas en los que está presente la referencia cultural Es el caso de composiciones como  “Soliloquio de un esclavo griego en Emérita Augusta” y “Desvelo de un pater familias (Segóbriga. S. II d. C.), que ceden la palabra a otros protagonistas verbales, cuyas aspiraciones no distan mucho de ese quehacer diario de buscar sentido al destino propio.
   La herencia clásica en Juan José Tejero no es un asentamiento transitorio. Ya he comentado la atmósfera de clasicismo atemporal que sostiene su lírica; así lo confirman composiciones como “Dedicación. (Desde Edeta-Liria)”donde perduran “las ascuas de una antigua llama”, conexionando el presente biográfico con la pulsión lectora: Homero, Safo, la mitología, el cantar evocador del desterrado junto al Danubio Garcilaso de la Vega o referentes de la cultura centroeuropea, que hallaron en las páginas en prosa de Claudio Magris su codificación definitiva.
   En los poemas de Las piedras de mis ruinas el yo verbal recrea itinerarios que establecen un verdadero abrazo entre caligrafía y realidad existencial. Desde ese enlace surge la necesidad de interpretar la letra menuda del devenir. Ante la sensibilidad vigilante, se entreabren ventanas interiores que enseñan a entender los aparentes rastrojos de lo transitorio. Se convierten en destellos que iluminan la contemplación del pasado. Con la artesanía de la sencillez y la mirada puesta en José Antonio Muñoz Rojas, Juan Ramón Jiménez y Antonio Machado, Juan José Tejero depura la voz en una permanente búsqueda de lo esencial. Versos donde la palabra sondea el tiempo, la mutabilidad de las cosas y el acontecer de la vida como un presente continuo, hecho de nubes, recuerdos y cenizas.

José Luis Morante

jueves, 24 de junio de 2021

PREMEDITACIONES

Regresos
(RivasVaciamadrid, 2021)
Fotografía
de
Adela Sánchez Santana
 

PREMEDITACIONES 
(Aforismos con sol)

 
. Cuando el cansancio se cobija en mí, busco en el páramo un paso de cebra; paso al otro lado, donde no estoy.
 
. El pacto autobiográfico. Esa forma de contar una vida de verdad, donde casi nada es cierto.
 
. Existir no es más que ir dejando las huellas en su sitio.
 
. Habla mucho, con palabras ligeras cuyo significado está en fuga.
 
. Pensamiento y emoción, mal sumados, dejan la sospecha de una doble contabilidad en el poema.
 
. Si callo, me repito.

(Premeditaciones)


miércoles, 23 de junio de 2021

CARLOS ROBERTO GÓMEZ BERAS. UN LARGO SUSPIRO

Un largo suspiro
Carlos Roberto Gómez Beras
Isla Negra Editores
Colección Filo de Juego
San Juan, Santo Domingo, 2021

 

 ASIDOS AL DESEO


 
   El nomadismo biográfico de Carlos Roberto Gómez Beras reivindica desde los primeros años de la infancia dos espacios geográficos de las Antillas Mayores en el Caribe, en torno al eje de simetría de los afectos: República Dominicana, país donde nació en 1959, y Puerto Rico, patria de acogida donde se instaló la residencia familiar desde 1964. Allí completa estudios, se vincula a la universidad como catedrático y realiza una intensa tarea cultural, como impulsor de Isla Negra Editores, que nunca impide el ejercicio de su viaje central: la poesía. El trayecto poético ha sido reconocido hasta en cinco ocasiones con el Premio Nacional de Poesía y ha fortalecido su traducción a otras lenguas y la presencia en excelentes balances antológicos latinoamericanos.
   Un largo suspiro completa su contenido orgánico con el apartado Y otros epitafios y ubica como apertura citas de Charles Baudelaire y Mónica Manrique de Lara; las dos comparten la intensidad germinal y sensitiva del deseo y su naturaleza mudable. El escritor comienza andadura con los poemas de “Un largo suspiro”, escritos desde el abismo abierto del goce erótico. La voz poemática desgrana la ofrenda celebratoria de una sensibilidad marcada por el cuerpo. Se nombra el laconismo apelativo de una invitación al placer: “Ven, abre la puerta / abre las piernas / o abre mis venas”. El contrapunto luminoso de la carne aleja las paradojas de lo cotidiano y ese tedio que justifica el escapismo de los sueños. El sentir late con pulsión irrepetible hasta conformar una intensa experiencia cognitiva, aunque el tiempo deposite asperezas sobre la piel mudable y acechen el extravío y la ceniza. Son las inclemencias del tránsito, el yermo paisaje de la incertidumbre: “Cuál de los dos llegará primero / al entierro de las máscaras / donde uno será peste y otro delirio? / Amo la luz de la tarde que se deshace / para vencer el cristal de la ventana / y luego iluminar nuestra ausencia”.  
   Si el deseo es pretexto central y se define como núcleo germinativo, la memoria vuelve sus ojos a la evocación para recuperar vivencias dormidas en la estela biográfica. Lo pasado se viste de un cálido simbolismo y las viejas secuencias vitales se empeñan en una lenta navegación por los sentimientos hasta completar en el presente un cálido viaje circular, en el que se refugia la introspección.
   La intimidad del primer apartado se completa con el extenso conjunto “Y otros epitafios”, cuya voluntad comunicativa se instala entre el onirismo y la realidad. Es evidente el diálogo con la transcendencia; los poemas contagian su afán de búsqueda, nombran, alejan sombras de la azarosa trama existencial y son capaces de moldear una identidad nueva: “¿Qué eres?, sino mi deseo de ti hecho rapto, herida y luego vacío. / ¿Qué soy, sino tu recuerdo de los otros / que una vez pretendí ser hasta el infinito”.
  En el desarrollo de “Otros epitafios” cambian las teselas de la relación con el otro. Las palabras son tránsito y envejecen. Se hacen eco de la fragilidad y de los mapas anímicos de la conciencia. Como si los sentimientos fueran el marco de una representación, cuando es atardecida y el telón cae, las máscaras descansan para mostrar el rostro verdadero, el que se oculta detrás de la nostalgia, el que alimenta sueños y es “faro ebrio en el extravío. La pasión permanece pero cobra otra expresión que da sentido al epitafio: “Bajo esta tierra / hay un sol apagado, / por eso la noche / es siempre fría, callada / y sin pétalos”.
   En Un largo suspiro Carlos Roberto Gómez Beras aborda una exploración poética del erotismo; crea una atmósfera de tensión pasional, dimensión hedonista y deseo absorbente. Así se gesta un libro cuajado de sentido orgánico, contenida estructura formal y denso trabajo en la construcción figurativa del cuerpo con imágenes de intensa belleza, pautado desarrollo narrativo y resolución clásica. Un nuevo hito en un periplo personal prestigioso, cuya lógica interior afirma un sujeto reflexivo, sensorial, asido al tiempo, que dibuja el amor y el deseo como ineludibles topografías paradójicas.

JOSÉ LUIS MORANTE

       

martes, 22 de junio de 2021

EL RUIDO DE LA SOMBRA

Al paso
Archivo general
de internet

 EL RUIDO DE LA SOMBRA

Ni siquiera se vive una vez
 
KARL KRAUS
 
 
 
Su cerebro contiene dos ideas; son tan opuestas que entre ellas cabe un sistema filosófico.
 
*
 
Al florecer el día  rompe la quietud del reloj un aforismo. Sorbos cortos.
 
*
 
El puño cerrado de quien corta rosas.
 
*
 
El silencio y su fuerza de convicción. Sabe quién responde cuando nadie llama.
 
*
 
Si los hechos mueren, percibimos el don compensatorio: sus efectos secundarios.
 
*
 
Esa energía de quien se levanta de la cama y  cuando toca suelo ve en su pie desnudo el vértice de una revolución pendiente.
 
*
 
Tras el estupor, más allá del derrumbe, dos gestos: quien se queda mirando las ruinas y quien busca senderos  para el regreso.
 
*
 
Las sombras requieren interpretaciones imaginativas.
 
*
 
El nómada sabe que los viajes son la espera del regreso.
 
*
 
Conciencia de la edad; cada vez en mi diccionario personal hay más acepciones en desuso.
 
*
 
       (Selección propia)


lunes, 21 de junio de 2021

APARICIONES

En compañía
Imagen
de
Luminaria

 

APARICIONES

 Como si buscase propagar las nociones del miedo, su imagen de nieve regresa de improviso. Frente a la ventana recuerda un destello diluido, que va perdiendo intensidad. Hay en su gesto de levedad y distancia un estar apocado. Conjetura que estoy en ese tiempo en el que los fantasmas no son pesadillas sino compañía.

(De Cuentos diminutos)



domingo, 20 de junio de 2021

MÓNICA MANRIQUE DE LARA. DEVOCIÓN DE LAS OLAS

Devoción de las olas
Mónica Manrique de Lara
Editorial Isla Negra / Crátera Editores
Colección Josemilio González / Colección Atlántida
Valencia, España-San Juan, Puerto Rico, 2020


 EL VAIVÉN DEL SENTIR

   Cuando amanece un itinerario poético, como el que abre Devoción de las olas, primera entrega de Mónica Manrique de Lara (Granada, 1974), suele ir precedido de un goteo sosegado de poemas en publicaciones digitales y revistas. Así ha sucedido con el cauce lírico de esta granadina, licenciada en Traducción e Interpretación, y docente en un instituto de Educación Secundaria y Bachillerato. En esos poemas en el umbral llamaba la atención el epitelio confidencial de su escritura, su fidelidad a la exploración sentimental del sujeto. La indagación relacional con el otro se mostraba en aquellos textos como el núcleo temático más vehemente. En ese ámbito toma cuerpo la razón poética de Mónica Manrique de Lara de la que Francisco Vaquero Sánchez, en su apunte de contracubierta, escribe: “estamos ante un hermoso canto al amor, a la naturaleza, en la que “toda huella es agua”, en palabras de su autora”. Sorprende la cita de inicio, cuya autoría recupera a un poeta casi olvidado en el espacio lírico actual, Alfonso López Gradolí: “Si digo el amor estas palabras / tienen algo de ola que termina, / un suave golpe sobre la arena”. Desde ese cofrecillo generador del impulso amoroso se expande un inventario temático, organizado en tres secciones de similar extensión y perfil formal.
   En el arranque, “El sendero”, se integra ”Prólogo”, un escueto preámbulo que visualiza los trazos del hablante lírico desde la plenitud estética del mar, claro referente simbólico que trasciende  la realidad contingente: “Soy la lluvia mecida en las olas / soy la arena que asciende del cieno / en la orilla que me borra, soy la huella, / pescador, caminante o sirena”. El estar cadencioso del verso amplía la presencia del yo con una amalgama de imágenes de saludable empuje sensorial. Cada amanecida concede continuidad al  afán promisorio del deseo, que adquiere en su renacida dimensión un sentido inmediato y profundo. Pero la plenitud es espejismo y la elocuente búsqueda del otro se va llenando de lejanía e incertidumbre, en el que la noche intuye el áspero silencio del fracaso. No hubo mediodía en la búsqueda y aquella fuerte luz del comienzo poco a poco declina, como fruto en la rama que no encuentra manos para la cosecha. El tiempo auroral de la infancia se hace lejano paraíso inalcanzable en el enjambre de caminos que propicia la existencia. Sobre el horizonte se hace firme visión la fría silueta del invierno, una alternancia de claros y sombras.
   El apartado central, “Las manos” conecta su avance a una cita de apertura del poeta y editor Carlos Roberto Gómez Beras: “Una botella va por los mares del sueño”. Alguien lanza un mensaje a la deriva azul del tiempo para que otra identidad preserve la luz encendida del anhelo, esa necesaria vocación de alas que encarna el vértigo  libre de una gaviota en el aire. El afán de seguir en la búsqueda recuerda al pájaro que busca la rama para hacer sitio al nido y al retorno. El tiempo es una estela que requiere la imbricación del pensamiento, esa tarea cognitiva que muestra al yo frente al laberinto de sus incertidumbres.    
   El imaginario de Clara Janés abre las composiciones de “El fondo del agua”. Crece en el cuerpo la necesidad de  la luz frente al desamparo. El amor no se apacigua, su afán golpea la memoria, dejando la necesidad de la rememoración en permanente vigilia: “creí que me agarrabas y era el viento, / vuelvo a encontrarte en el espejo de un arroyo, / de la maleza, esta última imagen nacida del cieno, / ahora ya eres el cantar de mis desvelos, / eterna fuente de versos y sueños”. La ausencia se fortalece en el tiempo, pero el pensamiento sigue intacto en la vigilia buscando algún indicio de ese roce vital que libera de la soledad y el silencio. Ese estar en vela se hace razón y destino, un largo sueño que pone entre las manos un destello de sol frente al vacío.
   Devoción de las olas inaugura el discurrir poético de Mónica Manrique de Lara. Nos deja una escritura repleta de imágenes en las que se refleja esa línea de costa del yo sentimental. El poema contiene un espejo de agua azul, sal y espuma; pero también un protagonista lírico al que acecha la condición de náufrago en su viaje a la luz. Pero mantiene, con clara voluntad, el paso sostenido hacia algún sueño, ese rumor de olas de un mar imaginario.
 
JOSÉ LUIS MORANTE
 


sábado, 19 de junio de 2021

CON ÁNIMO INESTABLE (Cuestionario)

Condensación
Imagen
de 
internet

 

CON ÁNIMO INESTABLE

(cuestionario a JOSÉ LUIS MORANTE)
 
Por LE PETIT COMITÉ
 
   Con un itinerario plural que suma poesía, ensayo, crítica y aforismos, José Luis Morante (Ávila, 1956) entrelaza en las entradas de su blog el ánimo inestable de la creación. Una propuesta, rica en matices, que varía casi a diario y busca la complicidad del lector.
 
Tanta actividad… ¿No se cansa?
 
JLM.- Sí, mucho; la literatura es un espacio tan amplio que recorrer sus sendas a diario aboca en el cansancio; me acuesto pronto y esas primeras horas del sueño son esenciales para recuperar fuerzas y ánimos; después me despierto con las primera claridad, madrugo, empiezo la tarea y de nuevo al despedirse el día siento los genes de un hombre cansado que repite hábitos sin variar puntos y comas.
 
En el blog “Puentes de papel” casi todos los contenidos se ven desde la poesía…
 
Intento ser variado en las entradas, pero la poesía me parece el género esencial; es el que condiciona mi propio recorrido creador  y el que regula las lecturas diarias; dedico muy poco tiempo a la novela y más al ensayo crítico, aunque los libros que dejan más felicidad entre mis manos son los de poesía.
 
¿La poesía mantiene esa identidad de ser palabra en el tiempo?
 
La definición de Antonio Machado no ha perdido vigencia; pero hay otros enfoques que no tienen fecha de caducidad y complementan la profundidad del poema: el compromiso, el canto elegíaco, la introspección, el yo solidario, el juego verbal, la imagen, la cata aforística…
 
 Escribir, ¿cambia la identidad?
 
   El tema es muy complejo para ser resuelto en unas líneas; pero sospecho que sí; la escritura moldea, genera otra forma de mirar las cosas, de sentir las relaciones con el otro, de hacer de la soledad una casa encendida. Pero esta opinión es subjetiva; cada devenir existencial no es sino un cúmulo de energía en préstamo, de pasos sobre certezas líquidas.

Cómo ha vivido el extraño tiempo de la pandemia

Con la perplejidad de todos; la soledad, la situación sanitaria, la crisis económica no son asuntos lejanos. Su pulso se percibe a diario y crea una situación de angustia y pesimismo. También de esperanza; si cumplimos las normas, el verano será un regreso a la tranquilidad. Por otra arte, nuestra fragilidad es evidente y de esa condición no están exentos los objetos cercanos, ni siquiera los que aparentan en sus líneas formales un sino perdurable. No es pesimismo sino ontología del ser: antes o después se asientan la fisura o el óxido.

Sorprenden sus incansables lecturas...

En la tradición literaria reinciden voces de todas las épocas. Y hay que escuchar lo que dicen; sin conocer ese legado no hay posibilidad de escribir. No hay itinerarios adánicos. Cada poema siempre emplea las mismas “palabras de familia tibiamente gastadas”  para dar a lo conocido un matiz nuevo, una formulación original.

Qué características definen la literatura actual

Como ha sucedido siempre, cada escritor busca el panorama insólito, el encanto ideal de lo lejano, Los colores de la posibilidad impregnan la retina, proponen un largo viaje hacia lo abierto, cuyo escenario puede ser cualquier geografía temática. Son instantes capturados de una realidad significativa donde cada paisaje deviene experiencia estética.

¿Escribir es resistir?

No se pierde nunca esa condición de superviviente, es verdad. En la tarea diaria existe una poética particular que  apuesta por la diversidad, por la visión autónoma y fragmentaria. Cada libro nos dice que somos transcurso; un paso leve en un espacio de continuo fluir.

(Cuestionario personal, junio de 2021)

viernes, 18 de junio de 2021

INDECISIONES

Lejanías
(Rivas-Vaciamadrid, 1989)
Fotografía
de
Adela Sánchez Santana

 

INDECISIONES
 
 
Es tan singular, que cuando corre a solas siempre llega segundo.
 
Para las palabras, el silencio es también un refugio seguro.
 
Busca aguaceros que asciendan.
 
El paso sereno hace señas al abismo para que se aparte.
 
Tolerancia, respeto, solidaridad, coherencia… Esos conceptos que llegan sin resuello a la primera sílaba.
 
Duerme fuera, para cobijar la fragilidad de la noche entre sus brazos.
 
Toda vocación exige un confinamiento estable.
 

jueves, 17 de junio de 2021

LOS CAÑOS

Los caños
(El Bohodón, Ávila, junio de 2021)
Fotografía
de
Mario Sesmero García

 

LOS CAÑOS
 
             A Mario Sesmero García
 
 
Como ayer, todavía
se zambulle en los caños
la limpia convicción
de dar molde a las piedras.
Muy cerca sobrevive
el lejano revuelo
de la casa sin nadie,
los tejados con nubes,
el frontón, las esquilas,
el rastrojal con bozo
y los pinares…
 
Son auroras del viaje
que completan, humildes, 
el pactado cumplir de los regresos;
el escenario intacto, los recuerdos
del niño que no sabe
que a cada cual su cielo y su repliegue.
 
Hoy los ojos abiertos de la fuente
desprenden su nostalgia. 
Sobre la sed ferrosa pongo el labio,
sorbo frío en el borde.
Si arracimo las gotas,
alguien bebe conmigo.
 
     (Del libro en preparación  Nadar en seco)





miércoles, 16 de junio de 2021

CUADERNOS PARA LA INVESTIGACIÓN DE LA LITERATURA ESPAÑOLA

Cuadernos para la INVESTIGACIÓN
 DE LA LITERATURA HISPÁNICA
SEMINARIO MENÉNDEZ PELAYO 
FUNDACIÓN UNIVERSITARIA ESPAÑOLA
nª46 / 2020
Director: Javier Huerta Calvo

 

A solas en el canto

(La poesía de Ada Salas)

José Luis Morante

I.E.S. Duque de Rivas

 

Resumen: Se realiza una visión de conjunto sobre la labor poética de Ada Salas (Cáceres, 1965). Su personalidad literaria revitaliza una estética concebida como búsqueda y conocimiento, que vela el registro autobiográfico y reivindica la pulsión esencial del lenguaje y su dimensión trascendente. El trayecto asume desde el comienzo un enfoque personal, una propuesta singular sin deudas generacionales, con una estructura unitaria y continua que reflexiona sobre la identidad y la observación luminosa del entorno.

 

Abstract: A glance at Ada Salas' poetry (Cáceres, 1965). His literary personality revitalizes an aesthetics conceived as research and knowledge that veils the autobiographical narrative and justifies the essential thrust of language and its transcendent dimension. The journey assumes from the beginning of a personal approach, a unique proposition without generational debts and it has a unitary and continuous structure that reflects on the identity and light observation of the environment. 

 

Palabras clave: poesía, objetivismo, escenarios, memoria, mística.

 

Keywords: poetry, objectivism, setting, memory, mystic.

 

En Diez años de poesía en Extremadura (1985-1994)[1], volumen editado en 1995 por el profesor y ensayista Miguel Ángel Lama, se exploraba la cartografía poética de la comunidad autónoma en la etapa finisecular. Junto a los consagrados –Santiago Castelo, Pureza Canelo, Ángel Campos…–, con amplia proyección, salían a la luz tempranos afanes para reactivar la nómina del momento. En esa amanecida se integra Ada Salas (Cáceres, 1965). La poeta logra en 1987 el Premio Juan Manuel Rozas con Arte y memoria del inocente, libro impreso al año siguiente por el Servicio de Publicaciones de la Universidad de Extremadura. En sus aulas, la incipiente autora había cursado Filología Hispánica, vinculada al grupo poético de la Facultad de Filosofía y Letras de Cáceres. Son días marcados por el aprendizaje y un ensanche de relaciones que refrenda intereses, busca guías y canaliza la personalidad literaria.

Arte y memoria del inocente se inicia con dos referencias: una estela aforística de Alonso Guerrero, cuyo posterior trayecto se escora hacia la ficción narrativa, y un pensamiento de Alberto Caeiro, heterónimo de Fernando Pessoa. El conjunto de poemas se despliega como entrega diáfana, donde el tiempo y el sustrato biográfico marcan las rutas argumentales. Se oye la confidencia penetrante y sutil. Con naturalidad, los versos entrelazan intimismo y contemplación, contienen el aire del amanecer.

La caligrafía de este momento auroral evidencia la inclinación hacia el formato breve, que concede a los cierres poemáticos una pulsión conclusiva. Los poemas hacen de la palabra raíz vital, iluminan los corredores de la identidad con implicación activa, ajenos al objetivismo realista dictado por las circunstancias externas:

He vivido cien siglos con horas semejantes.

He sufrido la ciega soledad del pájaro caído

la cruda languidez de los cielos abiertos.

Amé la lluvia en la ciudad antigua

el humo los cristales los astros

desatándose.

Nada me sobra en cambio.

La palabra es el don

que solicito.

 

[NDA[2], 2007: 48]



[1] Miguel Ángel Lama, al titular su antología, se inspira en el volumen autobiográfico de Carlos Barral Los años sin excusa. La panorámica extremeña continúa el trecho analizado por Abierto al aire (1984), publicación de Álvaro Valverde y Ángel Campos.

[2] El volumen No duerme el animal (2009), Madrid, Hiperión, recoge la obra escrita por Ada Salas entre 1987 y 2003. Sirve de base al presente estudio, donde cada poemario se cita con la abreviatura de las letras iniciales del título: NDA sería, por tanto, No duerme el animal, compilación de trayecto con la versión definitiva de los poemarios incluidos. 


    Fragmento del ensayo A SOLAS CON EL CANTO (La poesía de Ada Salas) 


lunes, 14 de junio de 2021

XOSÉ BOLADO. UN PÁJARO TAN LIGERO

Un pájaro tan ligero
Xosé Bolado  (Antología)
Edición, selección, versión al asturiano y notas
de Esther Muntañola
Bartleby editores, edición bilingüe
Madrid, 2021

LA VOZ DEL TIEMPO

 

   El jueves 20 de mayo concluía el trayecto biográfico de Xosé Bolado (Oviedo 1946, Madrid 2021), profesor licenciado en Filología Románica, escritor en castellano y asturiano, coordinador de la revista Lliteratura, impulsor de la colección Deva de poesía en el Ateneo Obrero de Gijón e incansable investigador del cauce cultural como ensayista y Académico de la Llingua, desde hace más de tres décadas. Pocos días después -sin asimilar la dolorosa atardecida y aturdidos por la inesperada despedida, quienes gozamos de su amistad, con la fuerza intacta de su generosidad y sereno estar en lo cotidiano- arranca vuelo Un pájaro tan ligero, balance preparado por la poeta, editora y responsable de la traducción Esther Muntañola, quien compartió años de amistad con Bolado en la tertulia madrileña, donde fueron presencias fijas y remansos de intimismo Herme G. Donis, José Javier González y Berta Piñán.
   En el prólogo se hace notar el conocimiento directo y la fijación de una perspectiva de complicidad en la experiencia de ser. Los apuntes de Esther Muntañola, como se percibe en este fragmento, tienen un teclado lírico de gratísima lectura: “La poesía de Xosé Bolado se acrisola en el lugar que genera la intemperie, se destila en la frontera del aire, en el límite entre lo conocido y su desdoblamiento simbólico. Se convierte en refugio atemporal para la conciencia, acumulando una sabiduría arcana y mansa”. La introducción explora un concepto nuclear del físico alemán Rudolf Emmanuel Clausius, según el cual el universo está sometido de continuo a la entropía, un proceso de desgaste, de caos y desorden que afecta al fluir de la materia. De este modo, la existencia es una lucha contra esa destrucción natural e inevitable, un ejercicio de resistencia al paso en el que resuena, con lucidez inquieta, el laboreo de la memoria para recuperar secuencias acogidas y cristalizadas entre las palabras.
   Así ve la luz una senda poética que dota de estrategias verbales al moroso aprendizaje de ser y a la búsqueda de un equilibrio estable, frente a un entorno cambiante y frágil. El rescate de la voz del tiempo se reafirma como amanecida del entorno diario; en él, la poesía se afana en completar los pasos de un recorrido circular hacia sí misma, preservando presencias sensoriales, vidas y sueños.
   Se elige el criterio cronológico para hilvanar el balance; por tanto, abren lectura las composiciones de Línea imperceptible al temor (1988), que añaden a la selección original de Deva dos poemas nuevos, “Siento el silencio del cristal” y  “Acaso escribes desde la semilla”. En esta entrega auroral,  la semántica de la elegía suena con un poso melancólico y se convierte en núcleo reflexivo. Nomade fue publicado en 1991 en la colección Quaderni della valle, con dirección y traducción de Emilio Coco, responsable también de la hermosa Antologia poetica (2005) y de su versión al italiano. El protagonista de los escuetos textos integrados escucha el paso transitorio de los sentimientos, esa vida tenue que aleja la belleza para convertirla en pura abstracción. En Conjura contra la decadencia (2002) la escritura se hace senda y cobija un paisaje de pérdidas y encuentros, de despojamiento en cuyo vacío sopla fuerte el viento del noreste. Los poemas integran indistintamente elementos oníricos y recuerdos fragmentados, componiendo una escenografía de restos ajados por la intemperie, bajo una luz grisácea.
   En 2006 se incorpora al trayecto La estación de los relevos. En la entrega hay un invisible tono metaliterario que delimita preguntas e intuiciones sobre la anatomía de la escritura desde el espíritu romántico. El yo lírico enlaza su voz con las palabras blancas del intimismo. Quien percibe, escucha al otro para conocerse a sí mismo y recorrer las claras habitaciones de una casa abierta, cuajada de elementos de la educación sentimental y de presencias imborrables como la madre.
   De este carácter introspectivo participan también las composiciones de La buena intención, cuya primera edición en Impronta se fecha en 2012. El libro persevera en la pupila del recuerdo, transciende el presente para recuperar instantáneas dormidas en el pretérito que es siempre arcón abierto, subjetivo y protegido por un fuerte epitelio emocional. El poema en prosa añade a los textos una clara dimensión enunciativa, como si compusieran pequeños relatos que hilvanan los trazos de una época sombría. En este libro se integra el poema “Un pájaro tan ligero” que da título al conjunto. En él nace la noción de exilio del entorno diario y la sensación de nomadismo en otro territorio que hace del regreso un espejismo, porque es difícil que las alas del día no le nieguen el vuelo a las alas de la noche. Los últimos poemas del conjunto acentúan la voz crepuscular, como si confluyeran en los versos sensaciones de soledad y despedida.
  Esther Muntañola, para ofrecer el rostro firme de una panorámica de conjunto, recolecta poemas publicados en cuadernos y revistas, cuya contingencia editorial se clarifica en notas a pie de página. No son textos de superficie, sino composiciones autónomas, no acogidas en el hilo argumental de sus libros. Algunas, como “Herida”, con dedicatoria a José Javier González y Julia Gutiérrez, fechada en agosto de 2014, tienen una fuerte armonía expresiva. Y presenta como coda una selección de cinco “Inéditos”, que reiteran los motivos principales del poema: el confidencialismo sentimental, la ingratitud áspera del discurrir, el mínimo apunte de belleza que sorprende en lo diario o la evocación de identidades que marcaron la educación sentimental del yo. 
   La trayectoria lírica de Xosé Bolado retoma en Un pájaro tan ligero  un vuelo alto, cuyas vetas más fértiles son el amor y el tiempo; el amor como espacioso ámbito del hombre en la búsqueda de la plenitud y el discurrir, como un proceso de depuración. La hermosa edición de Esther Muntañola subraya que en la razón poética se entrelazan motivos temáticos diversos,  sin perder coherencia. El poema se hace tierra común, presente, espera.

JOSÉ LUIS MORANTE


domingo, 13 de junio de 2021

EXIGENCIAS (Carta a un poeta joven)

Cielo de fondo
(Oropesa del Mar, junio de 2021)
Fotografía
de
Bas Mati

EXIGENCIAS  


   No basta la buena intención; para que  el quehacer creador cruce el umbral de lo permanente y busque pronto ese cielo de fondo del lector debe cumplir algunas exigencias. Cuánto emociona escuchar su voz dubitativa en el taller. La literatura es un encuentro pactado entre dos comensales: el autor y las palabras; son dos caminos que se juntan en un punto de cruce, ajenos al invierno, para firmar acuerdos y pactos comunes. Cada gota pregunta dónde debe guardar su transparencia. Cada género asciende a su peldaño para depositar en él sus huellas firmes: el ensayo, el sentido cartesiano, a salvo de cualquier disgregación; el aforismo, la persuasión pedagógica y la prolongación del pensamiento; el relato la complicidad y la pequeña magia del final; la novela, el paso libre de los argumentos y la inteligencia ordenadora que marca el rumbo de los personajes; y la poesía, el misterio vespertino de la insinuación, el no sé qué que queda balbuciendo. 
  Son obligatorias exigencias del escritor la intuición creadora, la riqueza emocional y la mano fuerte de un día laborioso que consume su luz frente al crepúsculo.

(Carta a un poeta joven)


 

 

sábado, 12 de junio de 2021

YASMINA ÁLVAREZ MENÉNDEZ. VIVIR EN TUS ORILLAS

Vivir en tus orillas
(versos desde Null Island)
Yasmina Álvarez Menéndez
BajAmar Editores
Gijón, 2021


 

EL YO, CONTIGO

 
  
   La labor poética de Yasmina Álvarez Menéndez (Tineo, Asturias, 1978), profesora de Didactica de la Lengua y la Literatura en la Facultad Padre Ossó, locutora de publicidad y actriz de la Compañía de teatro Pausa, protagoniza una luminosa amanecida que comienza en 2018, cuando entrega en BajAmar su carta de presentación Los versos que nunca os dije. El libro, estructurado como una obra teatral con entreacto, acogía una voz replegada en sí misma que compartía un discurso intimista, con el espejo literario de nombres como Ángel González y Aurelio González Ovies. El protagonista verbal hace de la nostalgia una tentativa de recuperación de lo perdido; sobre los poemas sobrevuela una sensación de desvalimiento, de tanteo entre los pliegues por un entorno carencial, con frecuencia marcado por la ausencia.
   La poeta da cauce en su nueva entrega Versos en tus orillas al itinerario vital remansando en el sentimiento amoroso. Sobre ese motivo argumental escribe Isabel Ruiz Lara una breve anotación, cuajada de citas y razones celebratorias: el cuerpo es orilla abierta, frescura natural para la sed del otro. Desde ese umbral, con citas de dos poetas esenciales, Joan Margarit y Eloy Sánchez Rosillo, la autora organiza los nuevos versos en tres tramos, “Orilla Norte”, “AMARas y “Orilla Sur” en los que se aloja un sujeto que observa, reflexiona y recorre una historia marcada por lo cotidiano y sus filtros.
   El tono elegíaco palpa a diario los límites del tiempo y las coordenadas situacionales del trayecto personal. El poema inicial “A media vida” aporta al retrato autobiográfico la valiosa precisión de la madurez. Ese eje de simetría cronológico se inclina al abandono de futilidades y remarca el despojamiento con emotiva caligrafía: “Nada más que amor será mi herencia”. Esta certeza se hace brújula para el avance de incisioness en torno a la memoria, la textura azarosa del presente o el deshielo de certezas y esperanzas. Desandar las horas es una suma de repliegues, una forma de alimentar el vacío en un extraño viaje hacia la incertidumbre.
   Como subrayando la ambigüedad semántica de la palabra,  en el tramo central AMARras se ratifica el esfuerzo regenerativo del amor y, al mismo tiempo, su condición de atadura de la voluntad. Todos los poemas recurren al formato estrófico del haiku para construir una excelente arquitectura en torno al deseo y la celebración del cuerpo: “Bajo mi vientre, / donde todo comienza: / besos, espuma." La fuerza de la imagen suena con voz natural, sencilla, estremecida: “Siento la sed. / Atravieso un desierto: / en ti la fuente”.
  En “Orilla sur” el cuerpo se convierte en exploración indagatoria. Transitar la geografía corporal es descubrir un mundo que multiplica latitudes al deseo. Todo se hace dominio sensorial impregnado por el erotismo, como leemos en el cálido poema “La gota que te colma” o en “Longitud y latitud”, cuyo umbral recuerda un conocido verso de Luis García Montero. También la poesía de Juan Ignacio González contagia su brizna de luz en el poema “Cartografía de un mapa para perderse”. La eficacia estética del apartado procede de una dicción sugerente, que se acerca al nosotros con la cadencia de intimismo explícito o mitigado, de la palabra enamorada. Leemos en el comienzo de la composición  Avant”: “Ven. / Dame la mano. / Déjame traerte hasta mi vida. / Toma la llave. / Entra sin llamar y sin miedo. / No eres turista. / Soy tu casa: habítame.” Como un inventario de lugares propicios al abrazo, los poemas de “Orilla Sur” delimitan esa exigua distancia que separa los cuerpos que se aman. Solo es posible, sin más explicación, tensar el hilo de lo vivido, mantener el destello de luz de quien desea, ser el sedentario habitante de Null Island, ese lugar sin geografía hecho memoria y sueño, hecho voz también bajo las nubes densas de dudas y silencios.
   Yasmina Álvarez Menéndez incorpora su voz a la tradición amorosa; conforma en Vivir en tus orillas una llanada que hace de emociones y sentimientos las tierras altas del poema. Sigue profundizando en líneas de fuerza de una escritura que nunca oculta su sentido y su horizonte afectivo. Su poesía es un íntimo coloquio con las claves del yo. Moldea formas de perseverar en lo diario con una intacta sed de vida, con palabras que interpretan el silencio y buscan en Null Island costa abierta. 
 
JOSÉ LUIS MORANTE


   
 
 
  
 

viernes, 11 de junio de 2021

PÉRDIDAS

Confidencias
Estatua de Pío Baroja
(Madrid, Cuesta de Claudio Moyano, 2021)

 PÉRDIDAS

   No quiero ocultar, si siquiera al silencio cansado de una estatua, que hago de las pérdidas un azaroso hábito. Es una torpeza,  con ritmo sincopado, que gratifica a los que no nos quieren, porque legaron a nuestra  discreta identidad el papel principal en cualquier desvarío. Y alegra también a los que nos quieren, porque pugnan por cobijarnos en un espacio medio, entre la ternura, el despropósito y la resignación. Me equivoco a menudo; pierdo cosas, aunque anuncio después incumplidos propósitos de enmienda. Como se pierde una dedicatoria en el papel amarillo de los libros antiguos, acabo de perder el final de este cuento. 

(De Cuentos diminutos)