lunes, 31 de mayo de 2021

INDULTOS Y OTRAS INDECENCIAS

Muros y vanos
Fotografía
de
Javier Cabañero Valencia

 

PUERTAS AL CAMPO 


   Hay gente que tiene el don de la hojarasca. Aparece una temporada guiado por la experta brújula de un interés concreto (un favor editorial, una reseña, un manuscrito para corregir, una presentación, direcciones de críticos o medios de comunicación, poemas inéditos, un acto literario…) Después, se pierde en la nada, como si nunca hubiese existido, prescindible, muda, perfecta pobladora del último silencio.
 
  Sobre la compleja actualidad del indulto a los impulsores del golpe constitucional, me defino de inmediato, claro. El indulto es en sí mismo una indecencia; supone  el ejercicio de una omnipotencia del ejecutivo que borra la profesionalidad del Tribunal Supremo y enmienda la propia esencia de la democracia: la división e independencia de los tres poderes. Lejos de la estridencia, el patetismo y la sonoridad de coro griego de los titulares de prensa, es un asunto menor, porque la verdadera cuestión es pactar con los representantes actuales de la Generalitat una actitud nueva y dialogal, constitucional y equitativa con las demás comunidades. Los berrinches independentistas solo son tormenta sonora.
 
  Imposible borrar la terca cercanía del fanatismo; siempre hay voces que transforman un mensaje en una bofetada verbal, como si la crispación estuviese en su tejido germinal. He oído catalogar la sentencia del Tribunal Supremo como repugnante y su justificación jurídica como una amenaza al gobierno. Qué forma de convertir el mediodía en noche y además conseguir el aplauso de gente normal, que ama la música, la escritura y no sabe que el prestigio institucional es tarea de todos. 
 
  Estas anotaciones sueltas remiten a la memoria fragmentada del mar lleno de niños que bracean. No es una catástrofe sanitaria, ni una cuestión de salvapatrias. Es la indecencia de una monarquía totalitaria como la de Marruecos, que viola el derecho internacional, empleando como proyectiles los cuerpos maltrechos de la infancia. La indecencia de un país como hábito perpetuo.
 
  Cada identidad contiene hendiduras repletas de fantasmas larvarios. Me encantó descubrir el vitalismo ególatra de Felipe González y sus recuerdos históricos. Inteligencia plena y autonomía de pensamiento, a años luz del posibilismo profesional de Zapatero, que ha hecho de la política, desde los veintisiete años, un colchón donde asentar sus ocurrencias al paso. No me extraña que González caiga mal a la estridencia populista y Zapatero cuente con la benevolencia de la infantería ideológica... La sensatez tampoco puede poner puertas al campo.

(Apuntes del diario)
  
 
 


sábado, 29 de mayo de 2021

POR LA SECRETA ESCALA

Por la secreta escala
(Ávila, mayo de 2021)
Fotografía 
de
Adela Sánchez Santana


 DÍAS EN ÁVILA

El proceso creativo no excluye a los demás; es coexistencia, acción conjunta.

Igualdad, respeto, tolerancia... Palabras que antes de escribirse ya tienen erratas.

Comparto su filosofía vital, su forma de ascender por la secreta escala de los días; solo cree en la existencia a corto plazo.

A cuenta de los indultos, cuánto zángano sin colmena.

Para no perderla, arrojó la llave.

Las ilusiones, esas arquitecturas mentales sin viga maestra.

Indiscutible convicción del yo para verbalizar carencias.

(Aforismos con muralla abierta)

viernes, 28 de mayo de 2021

MIGUEL SÁNCHEZ-OSTIZ. OTOÑAL Y BAROJIANA

Otoñal y barojiana
Miguel Sánchez-Ostiz
Chamán Ediciones
Colección Chamanes en trance
Albacete, 2021

 

UN VERSO LIBRE


   Integrado en un marco generacional repleto de identidades insulares, el nombre de Pío Baroja (1872-1956) es sinónimo de verso libre. Doctor en medicina sin ejercicio laboral, salvo un año de práctica sanitaria en Cestona, pesimista por convicción, anarquista disconforme en un pensar que da cobijo a una individualidad exaltada, recelosa y con escaso apego ante la civilizada pantomima de lo social, fue un sedentario hombre de acción que dejó escritas miles de páginas, como si el calmo estar entre libros compensara la ausencia casi completa de dinamismo real. De este activismo platónico ha escrito con incansable frecuencia y con pleno conocimiento Miguel Sánchez-Ostiz (Pamplona, 1950), novelista, poeta y biógrafo del autor donostiarra que, tras un largo recorrido de adentramiento en la personalidad y la obra de Pío Baroja, pone término a su dedicación con Otoñal y barojiana. La compilación de ensayos, en su enfoque general, describe un cadencioso movimiento de traslación desde la admiración de amanecida hasta el tono anímico de la decepción o, cuanto menos, de la piel fría del cuestionamiento.
    Miguel Sánchez-Ostiz recuerda en “Arriba el telón” las balizas orientadoras de su inmersión barojiana, aparentemente concluida en 2007, tras entregar a imprenta el volumen Tiempos de tormenta. Pío Baroja 1936-1940. Retomar la incisiva tarea de asuntos recurrentes apunta firme hacia una necesaria acción terapéutica contra la desmemoria y la tergiversación interesada del perfil literario de Pío Baroja y de los entresijos ideológicos, poco propicios a componer ecuaciones interpretativas exactas.
   Las tareas ensayísticas de Otoñal y barojiana  abordan sustratos  diversos que no pretenden establecer juicios críticos sobre la fronda literaria sino comprender claves biográficas y escriturales. Con cierta continuidad cronológica, cada ensayo funciona como síntesis autónoma de un sedimento argumental. Comienza con la geografía de Navarra, una realidad diseminada en la ficción novelística y en las evocaciones. Es sabido que Baroja vivió en Pamplona parte de su infancia y juventud, entre los nueve y los catorce años, y que está muy presente en su escritura el entorno de la casa familiar de Itzea, en Bera. Las páginas dibujarán, en palabras de Sánchez-Ostiz, “una ciudad cerrada sobre sí misma, antigua, rancia, reaccionaria, abotagada, mansa, sobre todo mansa, con esa mansedumbre de lo que a parte alguna va”. El ambiente urbano y su anecdotario será savia nutricia de sus escenarios. Otro marco escénico privilegiado en la memoria y en el aporte ficcional es el País del Bidasoa, donde la casa de Itzea es núcleo central de un territorio que llega hasta el río Adour  y se extiende hasta San Juan del Pie del Puerto, Belate y Oiartzun. Frente al absurdo y los claroscuros en el recuerdo de una ciudad claustrofóbica como Pamplona, que trasmite una aguda aspereza, el país del Bidasoa es casi idealización del sosiego rural. Apenas se localizan asimetrías y claroscuros; en suma “una país sin moscas, sin frailes y sin carabineros”, donde reflexionar sobre el origen, las contingencias del presente y el vasquismo, ajeno al utillaje del nacionalismo excluyente. Allí escribirá buena parte de su obra. Se trata, más que de la crónica testimonial de un paisaje, de una geografía del alma, de un estado de ánimo moral e intelectual.
   De igual modo, los trabajos en torno a títulos concretos de Baroja propenden a la lectura sociológica. Así en Camino de perfección se completa un nítido aguafuerte de la sociedad española de la época, de estratos jerárquicos y endémica ignorancia. En ella, el clero es juzgado con extrema dureza crítica y lo mismo sucede con una realidad social en permanente crisis, ante la que Baroja muestra un permanente desacuerdo. Otra célebre obra, El árbol de la ciencia (1911), protagonizada por el médico Andrés Hurtado, claro prototipo de la actitud barojiana ante la existencia, muestra como la inercia epocal impide cualquier rebeldía y somete al rutinario engranaje de la nadería diaria. Se vive condenando a una permanente frustración vital. El marcado carácter autobiográfico de la novela se enriquece con un poblado cruce de ideas filosóficas, ese plan global que busca el sentido a una existencia marcada por la limitación.
  Paseante curioso, Baroja sintió una fuerte fascinación por Madrid. Allí vivió su infancia y juventud, tuvo el negocio familiar de la panadería de Viena Capellanes. La urbe será recurrente escenario habitual del escritor, continuo inspiradora de escenas y personajes, como sucede en la trilogía La lucha por la vida. El estallido de la guerra civil catapultó drásticamente aquel marco narrativo e impulsó el inacabado ciclo crepuscular de Las Saturnales, al que pertenece Miserias de la guerra, obra compuesta entre 1949 y 1951. Sánchez-Ostiz, editor de la novela en 2006, tras una laboriosa fijación del texto, recuerda los pormenores editoriales del manuscrito, sus contingencias ante la censura y analiza la complicada posición ideológica de Baroja sobre el enfrentamiento fratricida, que él vivió fuera de España, en París, y los catastróficos antecedentes durante el periodo republicano. Al regreso, aguardan al escritor más de tres lustros crepusculares, fértiles en tareas literarias, pero menos gratos en circunstancias personales, con difícil anclaje en la nueva realidad colectiva que marca la posguerra.
   Miguel Sánchez-Ostiz no elude las convulsiones y rechazos, más o menos airados, que ha generado su personal enfoque del universo barojiano. De los mismos, reflexiona con contundencia en “Pío Baroja en escena (El Palmar de Itzea)” con contundencia y conocimiento de causa por su extenso recorrido por las introspecciones autobiográficas y por las zozobras del personaje diluido en los protagonistas de  sus ficciones. Y como clave maestra repasa con criterio propio la intensa bibliografía regada por el manantial barojiano.  
    El sondear incisivo de Miguel Sánchez-Ostiz mira con los ojos de la experiencia y del conocimiento directo; observa y escarba. No se entrega a la mera contemplación de una personalidad compleja y con continuos ensanchamientos, sino que busca los efectos proyectados en sus novelas y en las opiniones y reflexiones de sus artículos. Los trabajos reunidos abren de nuevo la presencia firme en el tiempo de un escritor a contracorriente, empeñado en la construcción de un edificio literario singular. Las líneas diseñadas atrapan y dan sentido a los círculos concéntricos que trazan periplo biográfico y corpus creador. Dan pie a una interpretación fundamentada que se ubica en la independencia de la razón. La conclusión es clara: el trabajo ensayístico de Miguel Sánchez-Ostiz mantiene su vigencia sin saltos al vacío. Es un regalo lector; exento de entusiasmos mitológicos y de la subjetividad familiar, conoce a Pío Baroja como nadie.
 

JOSÉ LUIS MORANTE  



jueves, 27 de mayo de 2021

AFECTOS

Enjambre

 

AFECTOS
 
Son el simurgh,
aquella criatura voladora
que encarnaba
el afán colectivo de cobijar grafías,
espejismos y búsquedas
en las abiertas páginas del cielo.
 
De su misterio aprenden los afectos
cuando respiran juntos.
Volubles van y vienen,
esperan, se refugian
tras nieblas germinales,
construyen diques
al borde del rompiente,
cierran los ojos, callan, se reposan
y escuchan el latido del abrazo.
 
Su rastro no pronuncia
si son fidelidad o arqueología.
 
No intentes comprender
los códigos binarios
que hacen cuerpo
en lo solo y lo múltiple.
Solo camina y sigue.
De grietas y resquicios, haz ventanas,
aspira manchas rojas,
pon afecto.

     (Inédito)
 

miércoles, 26 de mayo de 2021

LIMADURAS VERBALES

Espera


 

AFORISMOS 

 Cuando conciliaba el sueño, permanecía insomne su inteligencia práctica.

 El fulgor del adjetivo ciega el poema.

 Activos habitantes de la ciénaga, los ajetreos del odio nunca cierran jornada laboral.

 Refrenda la resistencia de una nube ante el viento: persevera en la nada.

 El verano y esos desnudos que eligen mis ojos para decirse.

 En el aforismo grava suelta, que presiona los pies de quien camina.

 Todos admiraban la solidez y el peso de sus opiniones. Él asentía, mientras ocultaba su petrificado cerebro.

 Hay inteligencias livianas, casi invisibles. Buscan su imagen en el espejo de la prepotencia para no desaparecer entre la neblina.

 Sus racionamientos cumplen milenios. Usan el lenguaje de las piedras, un abecedario tectónico.

 Quien mira nubes sugiere ahora plantar semillas sobre el vapor.

 

(Aforismos en Ávila)


lunes, 24 de mayo de 2021

OTRA CIUDAD, LA MISMA


 

OTRA CIUDAD, LA MISMA
 
En este mundo, nada está en su sitio,
empezando por el propio mundo.
 
EMILE CIORAN
 
 
.  Es la segunda semana sin confinamiento y las aceras congregan un contagio de prisas. La certeza de la nueva normalidad se tensa con la esperanza de que el verano tenga una sonrisa plena de sombrillas desplegadas y azules Vuelco a Ávila, otra ciudad, la misma, en la que cada piedra se hace pensamiento desmandado, Como si caminase a trasmano, pongo lentitud en la mirada y en los zapatos. Tengo la cabeza y el corazón a pájaros.
 
. Alguien habla en voz alta. Otro asiente a intervalos. Una multitud conectada con un oído atento en la distancia. Sólo yo permanezco fuera de cobertura. Quité el sonido al móvil y cuando lo enciendo me he perdido seis llamadas, y una nube de mensajes me recuerda los asuntos literarios que hay que programar. Debería ayudarme más a mí mismo; solo, no puedo.
 
. Pido un café con leche y abro un libro. Apenas leo unas líneas. Elijo un ventanal que testifica el tránsito incesante. Frente a mí un asiento vacío y esa caligrafía de la ausencia que escribe en lluvia oblicua. Otro cuaderno blanco que pide la escritura del poema. Y yo no estoy.
 
. En cada calle, el niño que yo fui, la voz que permanece anclada a la memoria. Los ojos en la epidermis mansa de otros días.
 
(Apuntes en Ávila)


domingo, 23 de mayo de 2021

PILAR BLANCO DÍAZ. YO ESCRIBO LA NOCHE

Yo escribo la noche
Pilar Blanco Díaz
Premio de la Crítica Valenciana 2020
Chamán Ediciones
Colección Chamán ante el fuego
Albacete 2020

 

NIEBLA CON LUZ

 

   El sostenido entusiasmo de Chamán Editorial, la escala de tinta dirigida por Ana Isabel Toboso y coordinada por el poeta Pedro José Gascón Piqueras, impulsa el amanecer de Yo escribo la noche, una colección de poemas de Pilar Blanco Díaz, quien también publicó en la editorial manchega la entrega anterior Vigía de su paso (2018). El libro escoge como título un fragmento versal de Alejandra Pizarnik: “Toda la noche hago la noche. Toda la noche / escribo. Palabra por palabra yo escribo la noche”. El poemario comienza con un pórtico, “Umbral”, tras el paratexto de Hugo Mujica. Contiene solo una composición breve pero clarificadora sobre la forma de entender la mirada lírica de la poeta de Bembibre asentada en Alicante. Refrenda la vigencia en su trayectoria del sustrato onírico que vela el calado sentimental. La opción por el poema casi minimalista refuerza la confianza en el destello lírico y el empleo de un coloquialismo confidencial, en el que florece de improviso la fuerza expansiva de la metáfora, el estrato renacido del neologismo, o el trenzado de imágenes: “Es la silueta de la noche un pájaro / que apenas se sostiene en la tiniebla; / y es la tiniebla pórtico de luces, / temblor que no se eclipsa contra el suelo, / el manantial, la voz que permanece”.
   La sensibilidad de Yo escribo la noche considera la luz como una semilla provisoria que aguarda en el surco la amanecida germinal. En ese despertar del tiempo marca el paso el discurrir afectivo y emocional que sobrevive a cualquier premonición de sombras. El lenguaje crea espejismos, extrañas certezas que se van acumulando para ser tierra firme y voluntad de vida. Así se fortalece un diálogo abierto entre el sentido y la intuición irracional que se explora con un despliegue de interrogantes y sirve como pauta indagatoria a las palabras. El léxico compone un pentagrama en el que el amor presenta un perfil hermético: más allá del concepto y los significados, de los signos y sus relaciones con la realidad, se convierte en pulsión ontológica; siembra sobre el azul de lo diario nubes de luz, indicios de un alfabeto subjetivo que se esfuerza por renacer. 
    Por su entramado orgánico, la entrega de Pilar Blanco dispone su deambular en tres meandros. Si “Ello”, en el tramo de inicio incide sobre el decir introspectivo del yo enamorado, el segundo segmento “S”, titulado con cierto lucidez enigmática, si se me permite el oxímoron, puede considerarse el necesario enfoque del plural, esa suma de dos que sostiene la casa compartida. Sobrecoge la cita del nihilismo existencial de José Saramago que palpa la piel fría de la esperanza. En su condición más íntima, el yo percibe la grieta, la desazón, el perfil inquietante de las sombras al paso: “Tengo un dolor / aquí / donde la cicatriz limita con la noche”. Tantear el pasado es dejar constancia de una fuerte deriva existencial, es habitar de nuevo los rincones de una larga senda circular e inconclusa, hecha de laberintos e intemperie. Pero la poesía siempre trasciende el umbral personal para hacerse testimonio común, una geografía de la pena que recuerda en su queja el grito común. Así sucede en el poema “Cerrando astillas” un intenso monólogo dramático de un quijote atemporal que recuerda la pérdida. Todo el apartado expande una creciente sensación de impotencia, como si el yo fuera consciente de habitar un tiempo diseñado por el pesimismo atroz de algún dios ciego.
   La coherencia de ambas secciones, suma en su tramo final el apartado “Ella” que reivindica con fuerza la identidad en lucha de la voz femenina: “Soy las dos Fridas. Soy todas las mujeres que lloraron. / cierro mi pecho donde van sus palabras y se recogen astros con maletas llenas, / como albergues de sueños en una espera inútil”.. Pilar Blanco Díaz extrema la selección del paratexto con nombres propios convertidos en voces referenciales. Otra vez la épica sin épica del existir, la herida abierta, los jirones de una garganta rota, el lenguaje de un legado continuo que se retroalimenta y expande con nuevos enfoques. Las citas subrayan intensas revelaciones del dolor y la soledad, cuestionan el conformismo, rastrean el discurrir biográfico, tintan de negro el clima epocal para abrir sendas, profundas e inexploradas, a la sensibilidad subjetiva.
   En ese cruce intacto de intimismo y exploración verbal, el poemario Yo escribo la noche de Pilar Blanco Díaz recorre una geografía sentimental que habla del regreso y la pérdida, de la contraverdad de un yo enfrentado a sus propios fantasmas del pasado y sus renacidas certidumbres. Visualiza en plano corto el periplo de una sensibilidad crítica empeñada en no ser dulce, en dejar en sus ojos la ceniza volátil del incendio.

JOSÉ LUIS MORANTE


viernes, 21 de mayo de 2021

VV.AA. SOMOS. GENIALOGÍAS (ANTOLOGÍA V ANIVERSARIO)

Somos
Genialogías
Antología V Aniversario
VV.AA. 
Coordinación de Isabel Miguel
prólogo de Gema Palacios
Ediciones Tigres de Papel
Edición no venal de Asociación feminista de Mujeres Poetas
Madrid, 2020

 

SOMOS, ESTAMOS

 

   Todavía hay una notable diversidad de planteamientos en torno a la identidad sexual y su regulación legislativa, más allá del determinismo biológico. Desde ese debate abierto que requiere una aportación colectiva y diferencial, entendemos Somos. Genialogías, compilación de voces femeninas coordinada por Isabel Miguel, como un gesto dialogal, una conversación abierta en la que se descubren los tejidos interiores del yo femenino, asentados en una circunstancia histórica mudable, que comparte, desde la verdad habitable del poema, sensibilidades que integran reflexión, emociones e incertidumbre.
    El preludio de Gema Palacios, Presidenta de Genialogías, apuesta por reforzar el lenguaje comunicativo de su entrada con el recuerdo de Alejandra Pizarnik: “Cada palabra dice lo que dice y además más y otra cosa”. De este modo, el neologismo “Genialogías” propone un abrazo entre genias o presencias singulares de alta definición intelectual, y genealogías, raíz, origen, amanecida que se apresta a un largo recorrido de exploración y búsqueda. El término permite establecer una mano abierta de posibilidades, a pesar de que, como ratifica el prólogo que celebra el quinto aniversario, “nos aguarda por delante un sendero sinuoso, repleto de zarzas que tendremos que retirar del camino, pero no me cabe duda de que la presencia y la voz de las poetas será cantada y contada a las generaciones venideras”.
   Con estas coordenadas de situación, Isabel Navarro perfila el cauce natural de Genialogías como una suma de experiencias personales que arranca en Madrid el 5 de octubre de 2013. Su pulsión inicial emana de las poetas Yaiza Martínez y Juana Castro. Aquella propuesta, convertida en Asociación en 2015, con la presidencia de María García Zambrano, reivindica la tradición de la poesía escrita por mujeres. Un largo río en el tiempo, trascendido a través de impresiones y recuerdos, sensaciones y sentimientos que nunca enmascaran la voz polifónica. En sus frutos se ve reflejado el abrazo entre feminismo y literatura, la certeza de ser y estar, superando cualquier ubicación periférica. El esfuerzo se ha concretado en acuerdos con el sello editorial Tigres de Papel para el rescate de autoras que representan espacios germinales de lo femenino, como  ha sucedido con la obra de María Victoria Atencia, Juana Castro, Julia Uceda, Francisca Aguirre, Dionisia García o Ana Rossetti. También se reivindica una dignidad igualitaria y asumida por el sector editorial y su funcionamiento interno en premios literarios y eventos culturales que superen cualquier tentación de endogamia y paternalismo. En suma, hay que entender Genialogías como un proceso, como una senda en marcha que siembra interrogantes y futuro.
  Quien se acerca a Somos, tras el trazado teórico que ya hemos comentado, se encuentra con un cántico celebratorio de casi setenta voces que abre la mano a la palpable plenitud de la belleza. Es certeza nuclear que una antología no se define por sus propósitos sino por la calidad de sus textos y en el colmado balance de poemas, que inicia Rosana Acquaroni con “Rendida por el cansancio”, hallamos un inventario de diversidad y enfoques. Hay poemas enunciativos y textos que reivindican, hay incisiones en la biografía personal y sondeos en la queja y en el proceso erosivo que protagoniza el paso del tiempo. Poesía que pone sus luces de situación sobre un ahora cuajado de extrañeza que todavía necesita la fuerza de las palabras para que la luz crezca fuerte y potencie una claridad expandida. Entre las páginas las voces de Marta Agudo, Nieves Álvarez Martín, Verónica Aranda, Ana Ares, Idoia Arbillaga, Ángeles Mora, Esther Muntañola, Berta Piñán, María Ángeles Pérez López o Isabel Miguel que conexionan temas y dejan las palabras en red para preservar espejismos e incertidumbres.
   El rumor tanteante de la historia requiere asumir las asimetrías del pasado y abrir cauce a una visión más ajustada y plural del yo femenino, anulando cualquier tiempo de reclusión, marginalidad y silencio. Es hora de diluir distancias y buscar caminos sin atajos discriminatorios y con presencia equitativa de derechos. Y en este intenso quehacer también la escritura es árbol fuerte en medio del paisaje. Celebramos este quinto aniversario de Genialogías; celebramos el activismo de esta caligrafía que hace de la plena igualdad sexual una tarea de todos.
 
JOSÉ LUIS MORANTE
 

 

miércoles, 19 de mayo de 2021

MIGUEL ÁNGEL REAL. MIGAS DE VOZ (TRADUCCIÓN AL FRANCÉS)

Miguel Ángel Real
Poeta, ensayista y traductor
RevistaMoonMagazine

  

Aphorismes extraits de Migas de Voz
 
1-  De Mejores días (Editorial de La Luna Libros, 2009)
 
Traduction par Miguel Ángel Real 
 
 
El pesimista es tan clarividente que anticipa el fracaso.
 
 Le pessimiste est si clairvoyant qu'il anticipe l'échec.
 
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Utiliza argumentos que recuerdan carnavales de pólvora.
 
Utilise des arguments qui rappellent des carnavals de poudre.
 
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Tiene una memoria prodigiosa, capaz de hacer real una mentira.
 
Il a une mémoire prodigieuse, capable de rendre réel un mensonge.
 
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Los minimalistas dogmáticos pueden confundir el haiku con un cantar de gesta.
 
Les minimalistes dogmatiques peuvent confondre l'haïku avec une chanson de geste.
 
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Los cementerios de coches abusan del retorcimiento manierista.
 
Les cimetières de voitures abusent de la torsion maniériste.
 
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La amnesia aporta tranquilidad a la respiración de los recuerdos.
 
L'amnésie apporte de la tranquillité aux souvenirs.
 
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Cerca del mar todo se borra, salvo el silencio roto y el efecto emocional de la contemplación.
 
Près de la mer tout s'efface, sauf le silence brisé et l'effet émotionnel de la contemplation.
 
**
 
Las falsas verdades dejan ruinas que se veneran largo tiempo.
 
Les fausses vérités laissent des ruines que l'on vénère longtemps.
 
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El insomnio acumula ruidos con cautelosa paciencia.
 
L'insomnie cumule des bruits avec une patience prudente.
 
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La edad permite ser testigo del itinerario del deseo: arte, memoria y estado carencial.

L'âge permet d'être le témoin de l'itinéraire du désir: art, mémoire et état de manque.
 
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Sedimentos de niebla en la amanecida. Frente al dormitorio, el jardín exige una mirada simbólica.
 
Sédiments de brouillard à l'aube. Devant la chambre, le jardin exige un regard symbolique.
 
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La imaginación enseña a desconfiar de lo real.
 
L'imagination nous apprend à nous méfier du réel.
 
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El vaho en el espejo borra la línea clara de tu desnudo.
 
La buée sur le miroir efface la ligne claire de ta nudité.
 
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Las existencias ejemplares también son borradores.
 
Les existences exemplaires sont aussi des brouillons.
 
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Los actos mezquinos necesitan coartadas grandilocuentes.
 
Les actes mesquins ont besoin d'alibis grandiloquents.
 
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Aforismo; un zumbido de avispas.
 
Aphorisme: un bourdonnement de guêpes.
 
 
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Alza planos del caos.
 
Dresse des plans du chaos.
 
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Escucho. Habla la lluvia con excepcional elocuencia.
 
J'écoute. La pluie parle avec une éloquence exceptionnelle.

(Migas de voz, Universidad Autónoma Nacional de México, 2021)



martes, 18 de mayo de 2021

ALBRECHT HAUSHOFER. SONETOS DE LA CÁRCEL DE MOABIT

Sonetos de la cárcel de Moabit
Albrecht Haushofer
Versión española de Jesús Munárriz
Ediciones Hiperión / Poesía/ Ed. bilingüe
Madrid, 2021
 

PERDURAR EN LOS OTROS

 

   En el extenso recorrido creador del poeta y editor Jesús Munárriz, que define su amanecida a principios de los años setenta en pleno auge de la generación del lenguaje, la traducción ocupa un espacio referencial. Las principales líneas de sus versiones acercan al castellano la obra de autores alemanes de la preceptiva clásica, con amplio magisterio en la modernidad, como Goethe, Hölderlin, Heine, Brecht y Celan. No obstante, no pasan desapercibidas en sus acercamientos las hondas expansivas de otras áreas lingüísticas como el italiano, el inglés, el catalán, el gallego y el portugués.
   Ahora vuelca en Sonetos de la cárcel de Moabit el legado poético de Albrecht Haushofer (Múnich, 1902) de quien recuperamos algunos sustratos biográficos. Están fuertemente conexionados con esta autobiografía que, en palabras de Karl Jaspers conforma “el mayor testimonio poético que ha dejado la resistencia alemana”. Graduado en Geografía e Historia, fue secretario y activo colaborador de La Sociedad Geográfica. Como dramaturgo escribió algunas obras teatrales con una perspectiva crítica hacia el régimen autoritario alemán. Hijo de un general de la Armada y de abuelo materno judío, se vinculó a grupos antinazis y perteneció al movimiento de resistencia interior ante el nacionalsolialismo. Tras el fallido atentado del 20 de julio contra A. Hitler, fue detenido y confinado en la prisión berlinesa de Moabit, centro penitenciario de la Gestapo para presos políticos, donde escribió los sonetos. El 23 de abril de 1945, fecha paradójica que ahora conmemora el día del libro, fue fusilado. Apenas quedaban unas semanas para la rendición incondicional de Alemania y el final de la guerra el 7 de mayo de 1945.
   La edición bilingüe integra un liminar clarificador de Jesús Munárriz quien contextualiza el tiempo histórico en el que gestó la voz de Albrecht Haushofer, junto a los indicios más clarificadores del ideario personal y las inquietudes cívicas. Evidencia también la fuerza argumental de las composiciones, cuya trama se nutre de un yo plural que fusiona contingencia y pensamiento, que hace del lenguaje un sustrato instrumental para constatar la sensibilidad y el compromiso. Por ello “Frente a un mundo en descomposición, en el que se destruían y desaparecían todos los valores, escogió para su obra poética la forma clásica por excelencia, el soneto, que con su firme estructura y su obligada concentración le forzaba a una densidad que retuviera lo fundamental, a prescindir de cuanto no fuera esencial exponer ante una muerte inminente”.
   Con tan atinada síntesis, la lectura impone al yo una crónica especular; la imagen del poeta focaliza en primer plano un entorno sometido al sufrimiento. Desde el primer texto, “Encadenado” oímos una lucidez solidaria; el testigo directo clarifica la falta de libertad, el dolor y la certeza de conformar un estrato común, hecho de espera e intemperie. La privación germina en la hendidura del verso; busca oír el oculto mensaje del destino cuando despunta el día, más allá del angustioso proceso de lo transitorio: “La esperanza, el deseo, la fe que otros conservan / se ha extinguido en mí. Juego de sombras / me parece la vida, sin sentido ni meta”. El devenir de la historia difunde miradores sobre la miseria de la vida en la cárcel. La solitaria voz coral que enmarcan los poemas nunca está exenta de piedad; incluso los servidores del régimen totalitario son cantos rodados que empuja el destino y serán también un día restos dispersos de la destrucción. La guerra no perdona a nadie y el laberinto urbano de las ciudades se convertirá en un rimero extraño de hierros y cascotes.
  La fuerte implicación de la realidad biográfica en la materia poética eleva el vuelo hacia lo transcendente; hay sitio para la evocación de familia y amigos, para asumir la culpa por no haber luchado antes contra el desastre total que se vislumbraba como final de aquellos días, pero también para la actitud religiosa de la fe y para el pensamiento de magisterios éticos, desligados de la tierra invernal del resentimiento. El carácter temporalista del encierro necesita las vestimentas de una sensibilidad cultivada en el arte que nunca se doblega. Sueño y claridad, que sirven de catarsis a la espera y la perseverante inquietud del final: “Un Kant, un Bach, un Goethe seguirán mucho tiempo / hablando con el pueblo y el país destruidos, / aunque la multitud no entienda su sentido. / Los grandes muertos nunca precisan doblegarse / ante insania y oprobio. Su espíritu perdura / mientras desde él se exhale el aliento de Dios.”. 
  Jesús Munárriz añade al conjunto de sonetos unas breves notas enunciativas que refuerzan el conocimiento de estratos culturales y de las circunstancias de escritura. Así se completa una poética personal sin quiebras semánticas, en la que resaltan la elegancia socrática de la expresión y la intachable serenidad ética de Albrecht Haushofer. En la abrumadora estación final, cuando todo alrededor se desmorona, el poeta vuelve los ojos hacia sí mismo para asentarse en la tierra firme de la coherencia, para esperar con naturalidad y sencillez ese indeciso epílogo de la puesta de sol definitiva.

JOSÉ LUIS MORANTE




lunes, 17 de mayo de 2021

UNA CONVERSACIÓN CON GLORIA DÍEZ. MIGAS DE VOZ

Gloría Díez

 

JOSÉ LUIS MORANTE Y SUS MIGAS DE VOZ

 

Gloria Díez

(Periodista y poeta) 

Más allá del discurso, del pan trabado y denso, están las migas. Más allá de la declamación grandilocuente, la voz esconde vericuetos íntimos. José Luis Morante, poeta, aforista y crítico literario nos deja en Migas de voz el testimonio de Mejores días y la confidencia de Motivos Personales. Junto a los aforismos seleccionados de esos dos libros publicados en 2009 y 2014, aparecen los inéditos recogidos bajo el epígrafe de A sorbos. Migas de voz ha sido editado en la colección Esquirlas, coordinada por Hiram Barriosde la Universidad Nacional Autónoma de México, Delegación de Coyoacán.

(La entrevista se realiza mientas el cielo de Madrid se deshace en agua, como una gigantesca tubería horadada, pero, ¡oh milagro!, de pronto, el arco iris)  

- Cuando se habla de aforismos se buscan el cobijo de palabras que remiten al fragmento: esquirlas, migas… ¿Puede aspirar la parte a remitirnos al todo?

Las partes son verdades parciales, alumbran rincones, claros en el bosque y se convierten en moldes de una realidad cambiante y transitoria; no se trata de percibir un horizonte abierto, solemne, pleno, sino de asentarse en un mirador propio para otear los lugares de paso, esos sitios que encuentran en nuestro pensamiento interpretación y sosiego.  

- Sus “Migas de voz” ¿son migas de filosofía personal?

El yo es por naturaleza subjetivo y concreto, pero no es tan original como para elaborar una filosofía propia, distinta. En cada sujeto conviven aportes culturales y experiencias biográficas y de este abrazo nacen los breves textos de Migas de voz, cuya pretensión es tender puentes a otras formas de ser y de pensar.

- ¿Se siente cómodo en el discurso fugaz que no requiere una justificación previa y no aspira a demostrar nada?

El agua del tiempo fluye con naturalidad. Va dejando en su cauce estelas de sed y transparencia; es una buena imagen para definir el decurso del pensamiento, su nomadismo, que hace de lo fugaz un instante de plenitud reflexiva.

- La técnica del aforismo, ¿exige lanzar todo el lastre verbal por la borda?

Las claves aforísticas son conocidas: precisión, síntesis, autonomía semántica y afán comunicativo; así que no hay mucho sitio para los aderezos suplementarios; la esencia requiere máxima condensación expresiva. 

- ¿Cómo se sabe cuando se ha llegado al núcleo de la idea?   ¿Es sencillo el trabajo de la poda?

Cada texto es una propuesta, un quehacer tanteante que deja entre las manos incertidumbre; las dudas son energía, nutren la búsqueda que define cada taller literario. Casi nunca la realidad textual coincide con el ideal, muchas veces es una aproximación, otras solo sombra porque el destinatario final que asiente y conecta con el logro es ajeno a su autor.

 - ¿Sus aforismos se escoran hacia la poesía o hacia la filosofía?

Los ingredientes de epitelio lírico e indagación reflexiva son complementarios; en mis lecturas conviven los clásicos moralistas y la plenitud lírica de Juan Ramón Jiménez o Antonio Machado; debemos desconfiar de aquellos aforismos nacidos en serie bajo una única etiqueta, el reduccionismo anula la posibilidad literaria, es bueno afrontar distintas perspectivas creadoras.

- Dice usted: “Los aforismos marcan la piel del agua, como la huella frágil de una verdad”. Pero huellas en el agua duran poco. El aforismo, ¿busca más sorprender que convencer?

Convencer es tarea del púlpito. A los aforismos les viene bien una toma de tierra, el contacto con el tiempo histórico en el que se pronuncian. Nunca se escribe un libro con afán de eternidad; tantos lunes al sol deben ser insufribles, sino con un sentido limpio del instante.

 - Toda su obra se encuentra traspasada por el problema de la identidad, “yo y el otro”; los múltiples “yo” que me habitan. ¿Quién le da más sorpresas, los otros o usted mismo?

Los huéspedes que habitan nuestros espejos asumen la contradicción como parte del ser, el alboroto de identidades es asombro y estrategia contra el conformismo; cada amanecida es una y distinta y ese espíritu auroral está sumido en la tarea diaria del asombro; en la paradoja diaria, todo es igual, pero distinto. 

- “Derrumbar es ocupación de dinamiteros; reconstruir, oficio de arquitectos; preservar, labor para artesanos.” Dígame, ¿usted a qué gremio pertenece?

La existencia nos concede oficios laborables a tiempo parcial; en el tránsito vital desempeñamos labores contradictorias, derribamos propósitos e ideales, se rompen afectos, evocamos para que el olvido no convierta en un páramo lo que fuimos un día y buscamos itinerarios por las calles del sentimiento. Somos una empresa de multiservicios que, de cuando en cuando, perpetras algunas chapuzas…

- Déjeme citar otro aforismo: “Entre la ceniza, un brote agónico de lumbre recupera el fuego.” ¿Usted nunca ha tenido una crisis de creatividad? ¿Siempre es capaz de escribir?

Desde fuera el trabajo literario parece continuo, pero es un espejismo; hay muchos periodos de esterilidad creativa, de soledad y frustración; el sustantivo crisis se emplea mucho, es casi un argumento justificativo de la pereza; para mí la crisis es la exigencia de buscar nuevas puertas al laberinto, calzar zapatos a la voluntad para que siga caminando. 

- Ejerce usted la crítica literaria, pero no es partidario de expedir certificados de “buenas prácticas literarias”.  ¿El crítico debe separar el grano de la paja para orientar al lector?

Dentro de la crítica hay una variopinta diversidad de actitudes; hay policías literarios dispuestos a multar a los que contradicen su ideario estético, y hay también aplaudidores entusiastas, que jalean una propuesta creadora y su contraria; mi forma de entender la crítica es muy sencilla, dejo las impresiones de un lector informado, si esas líneas sirven de brújula a otros es un buen premio, pero cada lector debe descubrir su tramos de felicidad a solas. 

- Me ha llamado la atención uno de sus aforismos: “En el cajón oscuro de mi mesa los inéditos miran de reojo la papelera de reciclaje.” Dígame la verdad, ¿cuesta mucho devorar a los propios hijos?

El invierno es el tiempo de la poda, una labor que rastrilla, corta ramas, siembra estiércol y difunde insecticidas… Parecen trabajos destructivos, ajenos al ritmo de los espacios naturales; pero son tareas básicas para que encuentre sitio la pulsión germinal de la primavera. Con esa filosofía, corregir es una tarea de perseverancia y futuro.

 - Practica usted el relato breve y la poesía, cuando aparece una idea, ¿el poeta, el aforista y el narrador se pelean por la pieza?

Las estrategias expresivas son formas de caminar de un mismo paseante; el desplazamiento por uno u otro itinerario comparte latidos y esa red de músculos verbales que sostiene el cuerpo textual. No hay pelea sino un pautado diálogo de náufragos sentados en la arena, esperando que el mar deje en sus manos una botella con mensaje.

- El tiempo, los relojes, el calendario, el trabajo constante, la ingente tarea de leer a los otros, ¿practica usted la religión del esfuerzo?

Sé que mi respuesta no sorprenderá a algunos amigos porque ha estado con frecuencia en mis palabras: soy un torpe que trabaja muchísimo para que no se note mi torpeza; sí, creo en el esfuerzo, en esa sed intacta de la lectura que desconfía de vuelos inspiratorios.

Pues le dejo con su tarea. Muchas gracias por sus respuestas.

Gracias a ti por este hermoso diálogo que trasmite un sedentario conocimiento de mi trabajo, la amistad es también una práctica esencial del estar entre libros.

Gloria Díez

(Mayo de 2021)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

domingo, 16 de mayo de 2021

PIEDRA CALIZA

Cortados de Rivas
(Madrid, Parque Natural del Sureste)

 PIEDRA CALIZA  
 
       He soñado con la realidad. Con qué alivio me he despertado.                                                                               STANISLAW  J.  LEC
              I
 
En su artesana construcción del silencio,
la muerte no conoce
ninguna otra verdad.
 
            II
 
Otra noche.
Sobre mí  prosigue su labor
la luna quieta.
Carezco de otra luz.

            III

Queda mi nombre
y la serenidad de este paisaje
que no sabe quien fui.

            IV

Agudizo mi vocación fantasma.
Miro sin comprender
y reclamo razones para estar en la nada.
No hay respuestas;
la pureza del aire
habita el desamparo.

            V

Un manto de raíces y una brizna de sol,
pero las formas se han desvanecido
en el escaso jugo de una tierra estéril.
Estoy con otras sombras y nos une
la mansa convivencia,
el aire de familia
de los que nada piden al futuro.

              VI

Vuelven los ecos y dibujan mapas,
un recorrido de memoria y sueño
que convierte al que fui
en terco pasajero accidental
de otra ruta
que ya no identifico.
El pasado se puebla
de restos arqueológicos.
 
             VII 
 
Ahora vivo debajo,
con vocación de sima.
A tientas me desplazo
sin que se marquen huellas
ni dejen una imagen
los lugares de paso.
Nada sucede aquí;
nada sucede.
 
          VIII
 
Callé.
Después de todo,
cobijo la pereza.
En el silencio nadie;
un estar sin contornos que tantea
 y vela con desgana
el transcurrir del tiempo.

               IX
 
Camino dentro
de un dédalo de calles
tras un rastro invisible.
Prosigue la deriva;
es terca voluntad
que empuja hacia otra parte.
 
En un reloj sin tiempo,
ensordecido
busco un lugar
para empezar de nuevo.

                X
 
Epitafios;
empeño triste por seguir hablando
cuando  ya consumí
mi turno de palabra.

                   (De Ninguna parte, 2013)

 






           

sábado, 15 de mayo de 2021

EL AIRE DE LOS SÁBADOS

Sosiego
Fotografía
de
Javier Cabañero Valencia


EL AIRE DE LOS SÁBADOS

  
  Otra vez la franja de Gaza y las ciudades de Israel  son escenarios de sangre. Misiles y piedras; llantos, desolación, muerte. Desde aquí, el despliegue de conflictos del devenir contemporáneo hace que no pierda vigencia una cuestión controvertida: la función social de la creación literaria. O lo que es lo mismo, las oscilaciones que caben entre un arte solipsista y autónomo, encerrando en su fulgor purista, y un arte incardinado en un contexto, que engloba las condiciones históricas que lo generan.
 
  La escritura da cauce a las palabras de la conciencia y a sus interrogantes. Los poemas hilvanan un pensamiento reflexivo que cuestiona el sentido y coherencia de los actos del sujeto. El hombre a solas consigo mismo debe descubrir su propia condición y desechar falsificaciones e imposturas.
 
   Deslizando sobre las palabras una apacible complicidad, la música de jazz constituye un fondo sonoro para el cotidiano devenir. Es un aroma lenitivo que convierte el desvelo en un paréntesis de conocimiento e indagación. Es un escenario para los afectos en cuyo ámbito se borra la nebulosa atmósfera del abatimiento y los embates de la melancolía, para alzar la frágil arquitectura de los sueños.
 
  El mundo azul y la mirada limpia del niño, cuando los sueños parecen al alcance de la mano, va acumulando claroscuros en la experiencia. El peso de lo vivido nos deja un aire de tristeza, un semblante canoso y miope,  apropiado para escuchar la voz rota de un saxo.
 
Apuntes del diario   



 

viernes, 14 de mayo de 2021

MIGUEL CATALÁN. DICCIONARIO LACÓNICO

Diccionario Lacónico
Miguel Catalán
Ediciones Sequitur
Madrid, 2019

UNA RELECTURA BÁSICA

   Los años de estudio sobre la codificación expresiva del aforismo y su definición como género central del espacio creador contemporáneo han requerido una necesaria cimentación teórica. Poco a poco la indigencia de bibliografía de calidad se ha ido diluyendo gracias al importante quehacer de algunos ensayistas e investigadores, entre los que siempre está presente Miguel Catalán (Valencia, 1958-2019), cuyos libros requieren un contacto lector permanente. Doctor en Filosofía, profesor universitario y ensayista, Miguel Catalán es uno de los referentes esenciales de la brevedad concisa. Sus textos liliputienses, compilados por la editorial Trea en 2018, en el volumen integral Suma breve, definen una geografía reflexiva repleta de rincones de interés. De ese afán sostenido por el ejercicio de síntesis parte Diccionario Lacónico (Sequitur, 2019) amplio libro de palabras y definiciones que aglutina etimología, semántica, concisión poética, humorismo, greguerías y filosofía existencial.
   Las definiciones recurren al orden alfabético tradicional para elaborar conceptos que concentran acepciones diversas. De este modo, el significado de las palabras abre ventanas al asombro para explicar el contacto sensorial con el mundo y las cosas. Se trata de mantener los ojos abiertos hacia dentro. En este quehacer de sondeo terminológico la percepción remueve el granero del idioma para que amanezcan magmas en formación; materiales del lenguaje capaces de extender sedimentaciones originales frente al lugar común. Cada definición postula una identidad conceptual trascendida, un esfuerzo capaz de mostrar relieve y diferencias; abre incisiones que convulsionan la imaginación. Pero ese quehacer no solo se basa en la enunciación y en el empeño descriptivo sino también en una labor de poda. Se despoja al término de cualquier adherencia para dar otra vértebra sustentadora, aun sabiendo que la definición exacta y concluyente es aspiración e ideal. Solo se constata en la página algún reflejo de la exactitud.
   Miguel Catalán sospecha que el impulso germinal de esta obra está en el pasado y en el estudio de algún tratado de lingüística. Es difícil no encontrar afinidades con la ironía y el sarcasmo de Ambrose Bierce y con el amplio listado de lecturas de autores epigramáticos que constituyen materia habitual del atril de estudio. Su legado da origen a abundantes calas etimológicas. Además de esas fuentes primarias, el escritor ha reunido citas y pensamientos ajenos que se suman al cuerpo de la obra con la libre voluntad de la bibliografía disponible, haciendo de las voces del lenguaje una traslación semántica condensada.
  Concluye así una tarea lenta, un puente que une palabras y que mostró sus quehaceres en la novela autobiográfica Perdendosi (Carena Books, 2016). Como recordará el lector, en ese relato autobiográfico, donde germinan recuerdos y reflexiones sobre la identidad y la pérdida, se alude al poder del lenguaje como estrategia de permanencia, capaz de salvar el devenir cronológico y la distancia.
   Dado el peculiar ritmo de lectura que requiere un diccionario, el autor ha incluido una recolección práctica de abreviaturas, complementada en el epílogo con una tabla de citas. Diccionarios y enciclopedias alzan cartografías que alojan acepciones y usos nuevos del habla comunitario, Miguel Catalán refuerza esta cualidad intrínseca con vocablos escogidos, tras un amplio diálogo con la semántica del decir fragmentario. Así nacen circunvoluciones de amanecida en torno a las palabras que acreditan perspectivas y enfoques singulares. Son pequeñas dosis de sabiduría, mutaciones del lenguaje y sus procesos. Promueven un paciente diálogo entre el ser transitorio de la realidad, con su poblado universo de objetos y elementos, y las convenciones de la palabra para responder a lo contingente. Crean el espejismo de la permanencia, ese largo sueño que la voluntad emprende cada día.
 
José Luis Morante