jueves, 31 de octubre de 2013

MAREA BAJA



MAREA BAJA

         Para los que permanecen, en la marea baja 


Hace de la inteligencia un instrumento rudimentario.

Días en que la convivencia tiene un radio de alcance limitado

Descubro la conexión entre el cielo y el cieno.

Sentí el suelo firme, mientras nadaba.

También en el manicomio una cabeza es la más lúcida.

Aguzo el oído, para no escuchar lo que dicen.

Y lo peor, reprochan la alegría.

 

 

 

martes, 29 de octubre de 2013

ANTOLOGÍA DE LA POESÍA LATINA

Antología de la poesía latina
Selección y traducción de
Luis Alberto de Cuenca y Antonio Alvar
Alianza Editorial, 2013 (Tercera edición)
 
POESÍA LATINA

   Alianza Editorial reedita por tercera vez Poesía. Antología de la poesía latina, un trabajo de Luis Alberto de Cuenca y Antonio Alvar, dos apasionados de la herencia de Grecia y Roma, editado en 1981 en "El Libro de bolsillo". Se trata de un amplio recorrido por la lírica de Roma que así revitaliza sus más logrados frutos para seguir vigente y perpetuar un magisterio mantenido en todos los tramos de la historia.
   En el prólogo, el poeta  Luis Alberto de Cuenca comenta el movimiento pendular de la creación poética entre la intimidad del sujeto y el ser objetivo de la épica. De ambas perspectivas se nutren los poemas compilados en este libro, correspondientes a un marco cronológico que abarca desde el siglo III a.C. hasta el siglo IV, cuando el declive y fragmentación del imperio romano ya es un hecho. En este florilegio está representada la poesía arcaica, continuadora del periodo helenístico. Los más madrugadores trabajos en lengua latina se sienten arropados por el influjo cultural griego y helenístico, con quien mantienen un claro paralelismo. Estos tanteos cuentan con autores como Livio Andrónico, Nevio, Plauto, Terencio y Lucilio. Siguiendo un hilo cronológico, la guirnalda acoge a los dos máximos poetas del periodo republicano, Lucrecio y Catulo; el primero compuso el mejor poema científico de la literatura romana, De rerum natura, donde expone, con exaltado entusiasmo, sus teorías filosóficas; Catulo, declarado seguidor de Safo y de la poesía alejandrina, hace de la confidencia íntima, expuesta con emoción y sinceridad, un venero llena de vida y centrado en el hombre.
   Pero el pasaje más poblado de la muestra lo forman las personalidades literarias de la época imperial: Virgilio, Horacio, Ovidio, Marcial, Ausonio… Son hitos creadores que consignan la máxima expresión de la poesía en Roma. En ese tiempo áureo se trazan nuevos itinerarios que habrán de cobijar al espeso ramaje del futuro. La muestra Poesía. Antología de la poesía latina se centra sobre todo en la traducción de composiciones, aportando mínimas referencias biográficas; no se pretende elaborar un manual lírico de la etapa sino ofrecer a los lectores una selección relevante.
   Los disparatados programas de los niveles educativos Medio y Superior han condenado a las lenguas clásicas a la categoría de rarezas improductivas que apenas copan algún rincón oscuro del currículo. Tan peregrina senda deja a la literatura actual sin un conocimiento claro de su cimentación. Así que Poesía. Antología de la poesía latina merece todo nuestro aprecio porque hace asequible el conocimiento didáctivo de un tramo esencial en la pautada evolución de la historia literaria europea.

domingo, 27 de octubre de 2013

CON LUZ ARTIFICIAL

 
Fotografía de Hilario Barrero, 2013

CON LUZ ARTIFICIAL
 
Si leer significa una escapatoria, ¿de quién huyo? 

Una línea de prosa eficaz y emotiva: la lluvia del domingo.

Ramas quebradizas, astilladas antes de que fueran árbol.

Cuido la fisiología maltrecha de la vejez, su continua agitación mental, las palabras entumecidas de un tiempo sin alegaciones.

 Hoy me desperté con un verso entre los dedos. Era la avanzadilla de un poema.

 El gesto teatral de tantos ideales de solidez gaseosa.

 Es tonto. (Siempre que puedo evito los superlativos).

 

 

 

viernes, 25 de octubre de 2013

PALABRAS SUELTAS

José Luis Morante, 2013.
Fotografía de Roberto Parra.


Palabras sueltas

Intenté recordar las palabras propicias
para cerrar un libro
según especifica la hermenéutica,
ese idioma secreto
donde juntos conviven
razón y sentimiento.
Pero la trascendencia del afán
alejó el horizonte;
desperdigué mis pasos
por una orografía de cenizas y polvo.
Tampoco mis sentidos,
débiles por los años,
mejoraron el logro.

En las postrimerías
todo quedó en sonidos
que se deshilachan,
el vuelo corto de palabras sueltas.

   ( Ninguna parte,
     La Isla de Siltolá, Sevilla, 2013)   

miércoles, 23 de octubre de 2013

RICARDO VIRTANEN. LUZ NATURAL.

Feria del Libro de Madrid, 2008, con Ricardo Virtanen



 RICARDO VIRTANEN

Hace algunos años, en 2007, decidí dejar la coordinación de la revista literaria Prima Littera. Había perdido la ilusión necesaria para encabezar aquel proyecto, estaba cansado con demasiadas sendas por recorrer al paso, y percibía cerca el amargo rocío de la desconfianza. Además mi retirada había encontrado el relevo perfecto para pilotar Prima Littera: Ricardo Virtanen. Era un profesor recién llegado a Rivas, con fuerte vocación literaria y un currículo de confianza. Prima Littera no volvió a visitar la imprenta y Ricardo nunca fue el coordinador necesario para reflotar aquellas páginas, pero aquella contingencia no importó para que hiciéramos juntos un largo recorrido vivencial. De nuevo este jueves- 24 de octubre, a las ocho de la tarde- compartimos micrófono en el Centro Cultural Federico García Lorca (Rivas-Urbanizaciones)  para presentar su diario Cuaderno de interior y un documental inspirado en el libro y elaborado por nuestra amiga común Candela Arevalillo.
En esa autobiografía editada por Baile del Sol se habla de libros inéditos, de grupos musicales y de la melancolía de ida y vuelta que circula, con música de jazz, directa a Rivas. En Cuaderno de interior habita también el misterio diario de la amanecida, esa suma de instantes transitorios que miden los relojes.

lunes, 21 de octubre de 2013

JAVIER SÁNCHEZ MENÉNDEZ. AUTOBIOGRAFÍA.

El libro de los indolentes
(I.- Encuentro en Camarinal)
Javier Sánchez Menéndez
Imagine cloud editions, La Florida, 2013 
 

AUTOBIOGRAFÍA Y ESTÉTICA

 
   El faro Camarinal, en la punta de Gracia, es un lugar propicio para practicar la contemplación y el pensamiento. Situado en la bahía de Cádiz, en el Parque Natural del Estrecho, tiene mucho de paisaje mágico, donde es posible la convivencia entre seres reales y ectoplasmas, entre la realidad y el sueño. Allí, el poeta y editor Javier Sánchez Menéndez (Puerto Real, Cádiz, 1964), recrea los exteriores de su obra El libro de los indolentes que, en anotaciones breves y escuetas, deja un retrato autobiográfico y estético de su protagonista.
  Cualquier diario busca la verosimilitud a través de referentes geográficos concretos. Quien haya visitado aquel expresivo litoral abierto al Atlántico no dejará de pensar en la armonía de pueblos como Tarifa o Zahara, en el legado arqueológico de Bolonía y en las playas ventosas de Caños de Meca, Atlanterra o de los Alemanes. Pero el autor repuebla ese escenario, perceptible y sensorial, con seres de naturaleza difusa, que permiten la especulación imaginaria del lector. De inmediato, el título remite a un fruto de la prosa narrativa de Luis Cernuda, “El indolente”, relato que habla de Sansueña, un pueblo ribereño en el mar del sur transparente y profundo, refugio para sobrellevar la calima veraniega.También el protagonista de El libro de los indolentes, en los aledaños de Cabo Camarinal, busca el íntimo sosiego con la naturaleza y el diálogo con libros clásicos.
  Comparte sus horas la identidad difusa de los indolentes, sólo entrevista en párrafos sueltos y certeros. Un indolente es la irrealidad, acaso aquellas especulaciones del imaginario que conllevan la posibilidad de dar vida a cualquier sueño. Otros indolentes sería las mutaciones en el tiempo del propio yo que todavía hallan cabida en algún pliegue de la memoria. Por el contrario, los siniestros personifican el prosaísmo de la realidad, los seres que nos rodean con sus intereses, la gente sórdida que tantas veces personifican nombres propios cercanos.
   He hablado de diario para definir este cajón de sastre que es El libro de los indolentes, pero no de un exhaustivo recuento de pormenores biográficos. En los breves capítulos conviven las anotaciones descriptivas del paisaje y las actividades cotidianas en las que el yo organiza su quehacer diario. No faltan los juicios de valor sobre la poesía contemporánea. Sorprende que un editor que pone el máximo esfuerzo, en pilotar las ediciones de la Isla de Siltolá condene al limbo de lo inane a casi toda la poesía contemporánea. de la quema de rastrojos se salva su particular mitología: Claudio Rodríguez, Nicanor Parra, Luis Rosales, Juan Ramón Jiménez… Lo demás, una simple columna de humo dispuesta a disolverse en el espacio y montones de ceniza.
   También resalta la tendencia a postular certezas estéticas que trazan las coordenadas de la propia creación; su idea de la poesía y su dedicación a obras en marcha como Fábula, un conjunto de diez libros en torno a la lírica y al acontecer existencial.
   El libro de los indolentes puede desconcertar al lector desprevenido, que se empeñe en especular sobre la naturaleza de indolentes y siniestros, sobre las fuentes de invención –si cronopios o famas de Cortázar, si aquellos inmortales de Jorge Luis Borges, si un homenaje cernudiano. Yo me quedo con el placer de una prosa poética  donde se define la personalidad humana y literaria de Javier Sánchez Menéndez, su franqueza al abrazar esa mística de la renuncia porque casi nada merece la pena, pero hay que seguir.

  

domingo, 20 de octubre de 2013

CON OLOR A CASTAÑAS ASADAS

El Soto, Ávila, octubre, 2013


Con olor a castañas asadas

      A Pilar Blanco, a quien debo carta 

En los soportales, el olor a castañas asadas. Signo germinativo, como la magdalena de M. Proust.

Si el fruto es carnoso, es más profunda la oquedad del parásito.

Acumula errores, como un ejercicio de libertad.

Por la tarde, la realidad adquiere temple de tormenta.

En ellos todo es mentira; pero fingen no saberlo.

Digo aquí  y la falta de concreción me concede un amplio espacio físico.

viernes, 18 de octubre de 2013

J. M. COETZEE. DESARRAIGO.

La infancia de Jesús
J. M. Coetzee
traducción de Miguel Temprano García
Mondadori, Barcelona, 2013
 


DESARRAIGO 
 

Nacido en 1940 en Ciudad del Cabo (Sudáfrica), J. M. Coetzee, en largo interludio, alumbró una narrativa que se hace crónica descarnada de la segregación racial. En sus argumentos ponía ante los ojos comportamientos humanos conflictivos, con grietas y fisuras. Así sucedía en su título más celebrado, Desgracia. Pero su significativo legado, reconocido en 2003 con el Premio Nobel de Literatura, aglutina también autobiografía, ensayos, traducciones y artículos de prensa que trazan un perfil intelectual que no se siente ajeno a la fragilidad de certezas del presente y se hace cargo de una realidad diversa. Ahora retorna a la narrativa con La infancia de Jesús, una novela que emplea como idea central el desarraigo y cuyo título admite una aparente ambigüedad. En un escenario que no se concreta, el libro se asoma a los flujos migratorios que copan titulares y postulan esas contradicciones de la sociedad occidental que muestra rostros enfrentados, de bienestar y miseria.Un hombre maduro y un niño de poco más de cinco años llegan a un país desconocido. Buscan en un centro de acogida mejores condiciones vitales y hallar a la madre biológica del menor para que ambos puedan tener una relación natural. No son parientes, sólo se conocieron en el barco durante el viaje, aunque el pretendido tutor  ha hecho de la búsqueda un deber de conciencia. Los dos protagonizan un laborioso trajinar entre días insulsos, mientras se proporcionan refugio y seguridad. En la tierra de acogida, sólo la caridad escueta de algunos foráneos permite la supervivencia. Las paupérrimas condiciones existenciales se mantienen sin que la esperanza encuentre sitio. En el lugar denominado Novilla, los que están se limitan a proporcionar elementales ejercicios de ayuda social en los que se refleja una resignada conciencia cívica. Y los que llegan borran cualquier huella del pasado, como si sometiesen su identidad a una drástica mutación que hiciese del exilio y del olvido las claves de un impulso regenerativo que no desea repetir las antiguas vivencias. Así, los dos recién llegados comparten destino y van aprendiendo, poco  a poco, a sobrellevar carencias y a reemplazar sus ilusiones por una mansa resignación. Concentran sus energías en el ahora, envueltos en el tejido áspero de lo inmediato. Esperan que la voluntad de cualquier desconocido aliente una mejora, un mínimo logro,  o se abra un tramo temporal de felicidad. Incluso confían que una mujer, Inés,  escuche al corazón y acoja, sin preguntas, al pequeño como si fuese un hijo propio. Pero el acontecer diario no crea ni siquiera el espejismo del hogar, ni proporciona soluciones durables. En cada aurora siguen la inseguridad y la certeza de estar en un umbral que no franqueará ninguna entrada. El tiempo se ha atascado; el extranjero es una mácula que condena a ser marginado y excluido. Los ojos miran alrededor con una turbación honda, nunca encuentran la implicación emocional de quien está al lado. Las marcas fronterizas y los prejuicios no desaparecen.

jueves, 17 de octubre de 2013

LA BIBLIOTECA Y EL ELEFANTE

Biblioteca del Centro C. Federico García Lorca 


LA BIBLIOTECA Y EL ELEFANTE
 
                        Para Rosa y Nuria, bibliotecarias 

" ... No es difícil pensarlo; soy de los que creen en una escuela imaginativa y transformadora, que asocie inteligencia y actividad intelectual. Sé que el proceso educativo necesita la continua presencia del libro. Si la enseñanza de la Lengua fomenta el entrenamiento verbal, el libro de lectura nos ayuda a entender los usos del habla y a expresarnos con precisión y claridad, a relacionarnos con las sendas de la realidad.
  El entorno ha cambiado y uno puede acercarse a la Lengua en compañía de nuevos formatos, con claro predomino de lo visual, pero la motivación, la voluntad y el papel social y comunicativo del lenguaje permanecen inalterables. Sólo mudan las estrategias. Y no conozco mejor estrategia para galvanizar una lengua viva que la biblioteca.
   Para enumerar sus funciones traigo a la memoria aquella vieja fábula del elefante indio, un cuento popular que reflexiona sobre la naturaleza de las cosas y nuestras impresiones sensoriales: “En un cercano bosque vivía una manada de elefantes. Alguno se acercaba a media tarde hasta las primeras chozas del poblado y, ante su presencia, eran muchas las recomendaciones maternas. Allí vivían cinco niños ciegos que empezaban a ir a la escuela. Un día preguntaron al maestro:”¿Qué es un elefante?” El maestro confiaba en la experiencia y se aproximó con sus alumnos a un elefante que pacía plácidamente. Fue dejando que cada niño ciego palpase al paquidermo. Uno tocó la piel rugosa del costado, otro la cola ondulante, otro la trompa, otro los colmillos y el último una oreja…Después se reunieron junto al maestro en un claro del bosque y relataron su impresión. El que acarició el costado dijo que el elefante era un muro; el que palpó la cola, una larga liana; el de la trompa habló de una serpiente; el del colmillo definió al elefante como una peligrosa lanza. Por último, el niño ciego que tocó la oreja creyó adivinar que era una palmera que aliviaba de las inclementes horas solares… “ Cada cual había experimentado con su tacto una sensación única y distinta.
Así que ya sabéis: la biblioteca es un elefante..."   

 
PD.- Charla inaugural del Club de Lectura en el IES Duque de Rivas (Rivas-Vaciamadrid)

miércoles, 16 de octubre de 2013

EROSIONES

El Bohodón (Ávila, 2013)

Patética

      Para Alberto Hernández

Salud intermitente;
se perciben los años en mi cuerpo,
un viejo caserón
de inseguros cimientos,
con rincones sin luz y ventanas claustrales,
en el que se recluyen decepciones
y unas pocas certezas.
Desprovisto y austero,
recompone la solidez interna.
Emergen los acuerdos
con deficiencias propias,
testimonios veraces
de un estado de espíritu:
hojas muertas, derrota.

  (De Ninguna parte, Sevilla, 2013)

lunes, 14 de octubre de 2013

VIDA LABORAL

Palacio de Versalles

 Vida laboral
 
    Hizo de su vida laboral una extravagante mezcla de oficios. Fue contador de granos de arena en el litoral mediterráneo, confidente de insomnes, chófer a pie, promotor de consuelos urgentes gratuitos y catador de brisas.
  Ahora practica una indigencia aristocrática: mendiga a las puertas de Versalles.

 

domingo, 13 de octubre de 2013

LAS COSAS NECESARIAS

Ávila, octubre de 2013


Las cosas necesarias

La nieve y el café,
porque la realidad es caprichosa
y se nutre de roces que suscitan
el parpadeo de la evocación.

Las plumas de escribir
con tinta azul,
un color prestigiado
que deja sobre el folio olor a cielo
y el sosegado tacto de la espuma,
cuando la bajamar.

Las gafas que esclarecen el pasado.
(Mis gafas nunca miran el futuro;
me provoca presbicia ).

El cuaderno de apuntes,
por si acaso el poema
asoma en el cristal, inesperado.

Y anclada en tierra firme
cualquier calle
del laberinto urbano,
con una dirección irreductible
que me lleve ante ti.

     (Del libro Ninguna parte,
      La Isla de Siltolá, Sevilla, 2013)

viernes, 11 de octubre de 2013

AFORISMOS DE OCTUBRE



Aforismos de octubre

Hierro galvanizado. La hormiga abandonó su galería y saca pecho. 

Alzó los ojos. Fijó su mirada en mí, como si me viese por primera vez. 

Hablo mucho conmigo. Pero no me entiendo. Vocalizo mal los afectos. 

Cuando el decaimiento golpea fuerte en el cristal del día, hay que estar prevenido, por si lo rompe.

Una vanidad sobria, de uso privado.

Racha; esa porción de tiempo en la que todo camina a tientas.

 

 

 

miércoles, 9 de octubre de 2013

EN LA LIBRERÍA ALBERTI


 

Antes de una lectura:
 
“ Porque la memoria es injusta, hoy quiero comenzar por el final, por anotar las deudas contraídas que deja en mis manos el libro Ninguna parte. Debo la respiración de sus poemas a Javier Sánchez Menéndez, poeta y editor sevillano, que abrió camino hasta La Isla de Siltolá. Lola Larumbe me abrió su casa, esta quietud de libros, hospitalaria y cómplice, donde he escuchado la voz de tantos amigos y maestros. Hoy conmigo, en la misma acera del afecto, Javier Lostalé, que dio forma y palabra a muchas horas de amistad. De mi estima por un puñado de nombres propios que me acompañó estos años dejo constancia en la dedicatoria, Y naturalmente, mi deuda con todos ustedes que hoy me acompañan y abandonaron en cualquier rincón el gastado papel de las excusas para viajar juntos hasta las impresiones y paisajes de Ninguna parte. A todos: muchas gracias...
Nos pasamos la vida buscando lo que no está en Ninguna parte. Todos perseguimos la quimera de la felicidad, esas huellas en la arena que al final de trayecto nos dicen que la meta fue cada uno de los pasos que hilvanamos para llegar hasta el final. Lo dijo Kavafis en un verso memorable que todos recuerdan y que da sentido a la amarga ceniza del adiós.
“Patologías”, la primera parte de este poemario sevillano está invadida por el desajuste existencial; la erosión del tiempo en el entorno más próximo y en la propia encarnadura incrementa la dependencia de lo fisiológico; el desgaste nos convierte en seres dependientes y vulnerables que hacen de la incomunicación una resignada espera en la que se va ratificando el final. La existencia entonces se torna oscuramente dramática y dispara el sentimiento de culpa.
Mucho más optimista, el segundo bloque, “Deshielo” hace del amor y la amistad una forma de estar en compañía y compensar carencias. Los sentimientos son hálito fundamental para seguir el viaje o para recorrer trayectos que mudan paisajes y afectos. Poemas para una habitación con luz.
La existencia, como decurso temporal, conlleva una inevitable cesación. El epitafio no es sino la voluntad de seguir hablando cuando consumimos el turno de palabra que de este modo se convierte en rebeldía frente al silencio.
Nunca entendí la poesía como algo misterioso e inefable, sólo al alcance de iluminados que esperan la azarosa llegada de la inspiración. Creo en ese trabajo intelectual que transforma lecturas y vivencias en expresión lingüística. Esta consideración del ideario poético está presente en el último apartado, “Y todo lo demás…” que difunde impresiones sobre asuntos internos de la literatura: el mensaje, la expresión comunicativa, la distancia entre idea y logro, la identidad del yo lírico…Literatura.
Pretendo que Ninguna parte, por su constitución interna, sea expresión fiel de una mirada de pautas crepusculares, cuyos contenidos mezclan imágenes y sentimientos. Son los ojos del ocaso, aunque no olvido que el anochecer siempre tiene un inseparable enlace con la amanecida, una íntima simbiosis. Nos quedan las palabras, los afectos y la esperanza.

ejemplares de Ninguna parte esperando lectores
Fotografía de Javier Cabañero
Javier Lostalé y José Luis Morante
Librería Alberti de Madrid
Fotografía de Javier Cabañero

 
 
 
 
 

lunes, 7 de octubre de 2013

UNA ENTREVISTA EXPRESS.



Entrevista Express a José Luis Morante

José Luis Morante presenta en la librería Alberti, de Madrid, su poemario “Ninguna parte” (Editorial La isla de Siltolá-Colección Tierra nº4) En él nos muestra el camino recorrido, un entendimiento del ser desde una perspectiva emocional. Retazos de su vida en cada  verso.
Pregunta: El libro se divide en cuatro partes. Patologías, Deshielo, Piedra caliza y Todo lo demás. La primera parte se fragua a raíz de una hospitalización en la que, según cuentas, reflexionas sobre la fragilidad de la vida. ¿Existiría “Ninguna parte” si no se hubiera dado esa circunstancia?
JLM.-  Es verdad que el libro tiene una clara conexión con una etapa biográfica; por tanto los poemas serían otros. Pero el paso del tiempo y la meditación sobre la pérdida son motivos recurrentes de mi escritura. Ya se sabe; somos el tiempo que nos queda.
Pregunta: En una entrada de tu blog lanzas una pregunta "¿Para quién escribo?" y tú mismo  respondes “Acabo aceptando que no sé para quien escribo. Continúo buscando respuesta” No ha pasado mucho tiempo desde que salió a la luz “Ninguna parte” pero tras leer las primeras opiniones y tener contacto con los lectores, ¿crees haber encontrado una?
JLM.-  Mi habitual torpeza tampoco esta vez ha encontrado vetas nuevas; aún así, creo en la escritura como necesidad y suelo escribir porque forma parte de mi forma de entender la vida diaria. Que además de encontrarme conmigo mis libros encuentren nuevos lectores es un premio personal al trabajo diario y una alegría.
Pregunta: “Ser poeta es un oficio artesano que requiere unas gotas de talento y un puñado de voluntad. Y sembrar las palabras con mucha ternura.” Esta hermosa frase la he encontrado en uno de los muchos comentarios con los que nos deleitas a tus seguidores. “Ninguna parte” es una poemario que te ha llevado cinco años escribir. Ser poeta es un oficio difícil y duro que además de sentimientos requiere mucha disciplina ¿Cuánto de cada cosa vamos a encontrarnos en él?

JLM:- Trabajo en la escritura todos los días. Muchas horas. Tengo  una clara tendencia a perderme  entre libros y la lectura forma parte vital de mi existencia. Leo, escribo, rompo, cambio, leo, escribo…. Son ciclos continuamente renovados que exigen un poco de luz y que a veces logran plasmar lo que realmente quería.  No creo en el genio sino en el artesano que labora.
 
Pregunta: “Náufrago” es un poema que nos habla de la posesión como algo pasajero, efímero. “Nueva York” se muestra ante tus ojos con la sorpresa del viajero de paso que ansía verlo todo sin buscar nada en especial. Los dos son viajes, cada uno en un plano distinto de la existencia, el emocional y el físico ¿Existiría “Ninguna parte” si no convivieran estas dos maneras de viajar?
JLM.- Me acuerdo de aquella idea de Kavafis: “Ítaca es el camino”. Estoy de acuerdo, la vida exige un desplazamiento continuo, sea interior o exterior. Ambos itinerarios aportan felicidad y conocimiento, desolación y sombras. Así que hay que seguir viajando.
Pregunta: “Después de tanto buscar/ Nunca sé lo que busco” ¿”Ninguna parte” como destino o como sentimiento de no llegar nunca al lugar deseado?
JLM.- Como ambas cosas, un libro es una conversación en voz baja que permite la cercanía de gente como tú; los andenes que prefiero no son espaciales sino sentimentales y afectivos. Soy más feliz cuando estoy cerca de mis amigos.
Gracias a José Luis Morante por darme la oportunidad de colaborar en su blog. Ha sido un placer.

Dolores Leis Parra
escritora

                   

sábado, 5 de octubre de 2013

KARMELO C. IRIBARREN. LUCES.

Las luces interiores
Karmelo C. Iribarren
Renacimiento, Sevilla, 2013

LAS LUCES INTERIORES
 
 La obra Seguro que esta historia te suena reúne el quehacer lírico de Karmelo C. Iribarren, nacido en San Sebastián en 1959. Editada por segunda vez en 2012, aglutina las entregas que preceden a Las luces interiores, desde el lejano cuadernillo, Bares y noches, amanecido en 1993. Entonces el realismo figurativo ampliaba sendas que cimentaron una corriente denominada, casi de inmediato y sin muchos matices, “realismo sucio” por las supuestas deudas con Charles Bukowski y Raymon Carver.
  El conjunto permite un ajustado perfil estético. Deja ante el  lector una estela continua, sin fisuras ni quiebros contradictorios. Secuencia libros con singular coherencia, aplicando matices y buscando la argumentación del poema en motivos como los paisajes urbanos, el devenir diario, la convivencia con los demás, los actos y pensamientos del sujeto frente a sí mismo... También en lo formal se enuncia, desde el inicio, una escritura sobria y precisa, una poda severa de retórica, una dicción comunicativa que deja campo a lo social,  y una supuesta fusión entre el personaje y el sujeto biográfico, aunque cada identidad aporta siempre el componente ficional y especulativo de lo imaginario.
   La salida de Las luces interiores, sólo un año después, alude a la capacidad del poeta para transmitirnos un modo escritural que requiere la inmediatez del mensaje. En los versos se entrelaza el ser fugaz del entorno y la necesidad de perdurar a través de un testigo dispuesto -el sujeto textual- que da cuenta de sus impresiones, con el énfasis en sordina: “Me senté/ en la terraza. / El silencio/ era absoluto. / Veía encenderse / y apagarse / las luces interiores / de las casas. / Un viento suave, / húmedo, / me acariciaba  / el rostro… / Es el mundo / -me dije, / y es un lugar / maravilloso.” Ese estado de felicidad transitoria supone una serena aceptación de la fragilidad existencial, una ausencia de resentimiento y la certeza de que el patetismo se lleva mal con la alegría de un sentir ético que no aguarda ninguna redención trascendente y se muestra conforme con la realidad, aunque esta se empeñe todos los días en revisar y corregir nuestros sueños. Lo que sucede está, es tangible y conforma una existencia que marca el paso con traje de calle y viste preocupaciones corrientes, que afectan a cualquiera.
   La poesía de Karmelo C. Iribarren se siente cómoda en los espacios reales, en un callejero que acoge en sus esquinas la disonancia y el desajuste, pero es capaz de percibir también una belleza sutil y matizada. Quienes habitan ese callejero transitan con prisa y sólo dejan el rastro leve de un instante. De esa senda de instantes está hecho el poema; como escribió Manuel Machado, en cita recogida como umbral de Las luces interiores, “lo importante/ es el instante/ que se va” y nos deja el chispazo de su conocimiento, ese mínimo estímulo que pone ante la mesa unas gotas de luz.

 

jueves, 3 de octubre de 2013

AMANECIDA.

Adela, St Augustine, Florida (agosto, 2013) 

Amanecida

     (Para Adela, en su cumpleaños)

La claridad de pronto,
al otro lado de la piel del día.
Permaneces
con los ojos abiertos
porque ignoras
si el sueño concluyó
o si la amanecida
es imagen neutral de la costumbre,
una verdad creíble.

Estoy despierto.
Mientras discurre el día
me acompañas,
a salvo del reloj.


   (De Ninguna parte, Sevilla, 2013
     Ediciones de la isla de Siltolá)

martes, 1 de octubre de 2013

LEÓN MOLINA. LLEGAR.

Llegar
León Molina
La Siesta del Lobo
Albacete, 2010
 

LEJOS 

   Publicado en 2010, Llegar es la cuarta entrega lírica del cubano León Molina (San José de las Lajas, Habana, 1959), afincado en España desde hace décadas y autor del corpus de poesía Señales en los Puentes, Breviario variable y El son acordado. El que aquí comentamos, Llegar es un conjunto poemático de aceptación y afinidad con un enclave reconocible por algunos topónimos y por la explícita nota de contracubierta que asocia la palabra con un canto de celebración a los paisajes de Nerpio, municipio albaceteño en la zona más meriodional de la provincia. Allí, en la pedanía de Yetas Nerpio, el sujeto biográfico suele refugiarse a menudo para disfrutar de un beatus ille horaciano, en contacto con la naturaleza serrana, en abierta armonía con un horizonte incontaminado que preserva intacto su limpio trato con formas de vida rural.
  El entorno comparte con quien se acerca a sus dones un vitalismo renovado presente en las estribaciones del terreno y en el puzzle natural de su geografía hecha con piedras moldeadas por el tiempo, líquenes, pájaros, matorrales y arroyos. Son interlocutores que hablan de tránsito a través de un diálogo abierto e invitan a la contemplación meditada y al recuento de indicios que habrán de preservarse en el recuerdo.
  El lugar no se percibe desde la objetivadora asepsia del observador directo sino con un ánimo implicado. El yo poemático deja hablar a la emoción inesperada con el verbo conciso de un apunte descriptivo o de una evocación.Son líneas claras, acuarelas verbales que adelgazan la expresión en el cierre de cada apartado con un manojo de textos próximos al aforismo, una seña de identidad que León Molina cultiva con destreza en los hilos digitales de internet.
  El tiempo personal se entrelaza al ser colectivo; el paisaje es también memoria de una ausencia en la que un día cumplieron andadura otras voces. Tras la derrota del vivir, ahora regresan para solapar presente y pretériro en un mismo espacio: una hendidura del terreno, las galerías exhaustas de una vieja mina, o el cortijo de muros semiderruidos son ecos de latidos que ahora habitan lejos, en la fragmentada memoria de quien los imagina.
   La voz poemática de Llegar revisa con serena aceptación el cúmulo de experiencias que enriqueció la andadura existencial. Testimonial y reflexiva, la palabra de León Molina medita el alcance de lo transitorio; saca a la luz el sustrato emocional que hace de la naturaleza una senda nutricia para regresar hacia el yo, ese paisaje natural siempre pleno de ambigüedad y misterio.