lunes, 31 de diciembre de 2018

DOCE UVAS PARA EL FIN DE AÑO

Rastros
Fotografía de
Javier Cabañero Valencia


 

DOCE UVAS


Y que siempre entre manos un ovillo
interminablemente se devane
como en las vueltas de otro laberinto

IDA VITALE

Hoy la realidad parece un decorado a punto de desmontarse.


Limo restos de soldadura entre el aparejo formal de los afectos.


El sitio equivocado es un escenario monótono y perseverante.


En los espejos, la trama del yo se bifurca, aunque su argumento solo da para un microrrelato.


Descifro crucigramas, pero hay huecos que nunca relleno con la palabra justa.


Fin de año; sobrevida a medio camino, entre el ser y la nada.


Si pides un favor, las aguas del futuro se enturbian. Así que dame agua.
Sé que el futuro está seco.


Cuando estoy solo, hablo demasiado.


Dejé de fantasear para centrarme en la imaginación.


Hable de lo que hable, el pesimismo asevera: “de mal en peor”


Según todos los indicios, tampoco.


Aquella noche se contó a sí mismo, la historia no contada de su biografía, la que nunca contaría a nadie.



domingo, 30 de diciembre de 2018

JACOB IGLESIAS. OVEJAS NEGRAS

Ovejas negras
Jacob Iglesias
Editorial Páramo
Valladolid, 2018


EL GRANO Y LA PAJA


   La poesía de Jacob Iglesias (Carrión de los Condes, Palencia, 1980) constituye un quehacer que aglutina los títulos Las piedras del río, Horas de lobo, y No todas hieren. Son entregas que se han ido sucediendo en el tiempo durante más de una década y que concedían a su autor un definido perfil lírico. Pero toda escritura persiste en habitar bifurcaciones, en llamar a la disidencia frente al conformismo y así han ido creciendo los aforismos de Ovejas negras que en su contracubierta acoge esta advertencia: “El lector que abra esta obra encontrará, pues, una mezcolanza de ocurrencias, cavilaciones y retales poéticos que Jacob Iglesias ha ido acumulando en el tiempo sin más propósito que el de asombrar, desconcertar, tal vez molestar”.
  Esta inmersión en el decir fragmentario de Jacob Iglesias cumple, por tanto, las convenciones de un género que se adapta bien a las incertidumbres del ahora. El tiempo digital  ha llenado de cicatrices el paramento ideológico tradicional y ha fomentado la mirada nihilista y el escepticismo, esas actitudes vitales propias del sujeto que se acerca en su senda a un horizonte que se va alejando a cada paso, como si fuese un espejismo de difícil encuentro.
   Las voces de la realidad constituyen una yuxtaposición de estratos irregulares; apuestan por la diversidad y obligan al sujeto a protagonizar una permanente actitud de escucha. De esa percepción testimonial nace el aforismo, se va formando un aleatorio rebaño, cuyo vitalismo aglutina una propuesta de conexión con la conciencia cognitiva: “El encanto de un libro de aforismos reside en que contenga grano y paja, hallazgo y ocurrencia. Que sea el lector quien los separe”. Más allá del ejercicio literario, el apunte verbal “Desconfía de las palabras que son solo palabras” incardina una manera de afrontar el espacio transitorio del devenir existencial.
  Frente al aforismo trascendente que formula la idea con la solemnidad de un invitado al hermetismo, las voces de Jacob Iglesias tienen el sonido manso de una conversación habitable. Sus ideas están ahí, enuncian el peso de una confidencia de sobremesa, soportan la humedad del aguacero laborable o se distienden como un ejercicio muscular que obliga a confirmar los horarios de cierre. Observan, dibujan sin dramatismos el paisaje de lo fugaz: “Aletean las hojas en las ramas sin saber que su único vuelo será el de su caída”, “Tanta gente paseando y ni un alma por la calle”, “La nostalgia, el ojo de cerradura por el cual curioseamos lo que encierran puertas que ya nunca podremos abrir”, “Intentamos inmortalizar instantes que jamás vivimos”.
   El yo subjetivo no acumula retazos ambientales, busca en ellos el inciso que muestra su textura, esa calidad táctil del interior, ya sea en la escritura –“Yo solo leo a mis contemporáneos, algunos nacieron hace cincuenta años, otros hace veinte siglos”- o la vida social con el ajetreo de titulares que acoge el sistema de gobierno, los entresijos de la sociedad o las peculiares creencias que definen cada época, tan jaleadas siempre desde la opinión monolítica del dogma: “El intelectual, ese sacerdote laico que  nos ata a la columna del periódico para sermonearnos sin interrupción”, “Los interrogantes de las preguntas retóricas alumbran obviedades”. En ese contexto nace también el mirador de quien escribe, las transparencias de los complejos itinerarios de la contradicción: “En los libros de aforismos buscamos fragmentos para un autorretrato”
   Jacob Iglesias acepta conforme el papel de cronista y testigo que se niega a cerrar los ojos; sabe que el aforismo es un caminante que no pasa de largo sino que se detiene para formular su veredicto sobre lo real. Busca esclarecer el callado sentido de los actos humanos en una mínima conversación, entrecortada y austera, contradictoria como las palabras desparejas del oxímoron.



sábado, 29 de diciembre de 2018

JULIA BELLIDO. LAS VOCES DEL MIRLO

las voces del mirlo
Julia Bellido
Editorial Eenacimiento
Sevilla, 2018


SIN ALZAR LA VOZ


  Cuando leo poesía de interiores, esa perspectiva que busca dentro del sujeto verbal los posos de luz y deambula por los laberintos sentimentales del yo, pienso en unas líneas básicas del ideario estético formulado por José Manuel Caballero Bonald, tras recibir el Premio Cervantes: “El acto de escribir supone para mí un trabajo de aproximación crítica al conocimiento de la realidad y también una forma de resistencia frente al medio que me condiciona”. Es una afirmación que parece definir esa literatura centrada en el sujeto que pone sobre la mesa, con fecundidad imaginativa, Las voces del mirlo, segunda entrega de Julia Bellido (Jerez de la Frontera, Cádiz, 1969). La poeta y antóloga dejó su carta de presentación Mujer bajo la lluvia en 2013, aunque sus poemas más tempranos aparecieron en el cuaderno La decisión de Penélope en 2009.
  Los vínculos del título con Luis Cernuda se aclaran de inmediato en la cita prologal, un párrafo extraído de Ocnos, aunque para quien esto escribe el título también guarda sitio al recuerdo intacto del gran poeta elegíaco contemporáneo Eloy Sánchez Rosillo, cuya poesía siempre muestra una profunda sensibilidad en la contemplación.    
   Esta compilación integra casi cuarenta poemas breves distribuidos en un discurrir orgánico dictado por el ciclo estacional. Está exenta de cualquier quiebro argumental en pos de un sentido pactado y unitario en el que la temporalidad funciona como escenario central y cambiante: “Poco a poco sucede: / yo regreso al comienzo, antes del mundo / y estalla la palabra / con que sorprendo al día”. El discurrir ontológico vislumbra la claridad estival como un espacio de plenitud y cosecha. El verso rescata el callado misterio del crecimiento, como si el orden íntimo del yo fuese un espacio donde cumple la posibilidad. Las palabras expresan ese testimonio sensorial que ahonda en la percepción de los elementos más cercanos; configuran un ámbito donde el ser individual se siente dentro de las cosas.  
   Sinónimo de ensimismamiento y refugio es el periodo otoñal, cuando la fronda renueva su plástica, “con un barniz dorado y transparente", en pos de ese prodigio de desnudez y escucha que exilia el canto de los pájaros. Las palabras callan: “Hoy quiero detenerme / en el silencio amable de las cosas, / escucharlas, sabiendo de antemano, / que tendrá que callar tanta belleza / para no despertarlas.    Para no despertarme”. Tras el lento dictado del otoño, el ciclo pasajero continúa su tránsito y acoge en su rutina el andar espacioso del invierno. Noche y frío. El cristal empañado, como si necesitase limitar la tibieza de estar dentro, observando a lo lejos la desplegada interrogación del horizonte. Solo la lluvia dócil teclea en los tejados, se hace compañera en el largo estar de la vigilia, es humilde cadencia que abrazara el silencio.
   Ninguna estación contiene en su voz el don celebratorio de la primavera. de su renacida belleza se surten los poemas finales donde la presencia de la luz se impone limpia y transparente frente a cualquier contraluz crepuscular: “Todo florece y fructifica / delante de mis ojos. / Todo es fecundidad. / Todo es preludio”.
  La autora cumple de continuo las convenciones métricas en los diversos registros: memoria personal, impresiones al paso, los claroscuros del tiempo, el acercamiento a la naturaleza y las preocupaciones por ese áspero cansancio de los días al paso… Una nutrida reflexión que constata madurez expresiva y hace de su voz un eco vivencial, un diálogo fresco y meditativo, un rumor de palabras acodado en la baranda del tiempo, con el estar tranquilo de quien hace del canto una caricia. El gesto celebratorio de quien no necesita alzar la voz. 


 

viernes, 28 de diciembre de 2018

INOCENTADAS LITERARIAS

Clausura
Fotografía de
Javier Cabañero Valencia


INOCENTADAS LITERARIAS

Cuando la verdad se desnuda
hay muy pocos que la reconocen

José Mateos


  Algunos escritores no tienen reparo en escribir sonetos cortos, de nueve o diez versos, o haikus treboleros, de cuatro versos y sílabas aleatorias. Suelen tener cerca un crítico aguerrido, que jalea el estropicio y además comenta que los que siguen las normas literarias son conformistas, poco comprensivos y fundamentalistas en el rigor.

 Durante más de dos décadas fue gestor cultural. Prodigó favores, invitaciones a eventos, jurados y publicaciones institucionales. Ya sin la ebriedad del poder, regala sus libros a quienes no invitó nunca. Confía mucho en el sentir solidario, en ese gesto menesteroso que tiende a engrandecer lo pequeño.

  Criticó ferozmente a su antecesor en el cargo. Con otros polemistas consiguió que lo despidieran. Ahora sigue al pie de la letra el inepto plan de trabajo; al cinismo no le gusta innovar. Perpetúa lo que funciona bien.

  Todo es yo, tanto la felicidad como la carencia. Alardea de tener un sol propio. Nunca ha percibido la amistad como senda de dos direcciones. Sin gestos necesarios hacia los demás, se siente río que no remonta, de dirección única.

  Éxito literario total: todos los libros de su palmarés son autoediciones. 

 Los nuevos amigos dejan la conspiración en las tempranas raíces de sus afectos; promueven la liquidación por derribo de quienes estuvieron siempre. Suponen que hay que borrar el pasado, recubrirlo de escarcha, para que su ahora sea techo y fronda; simule los andamios del futuro.  

  Cuánto cansa esa imbecilidad que espera, con la sonrisa iluminada, a que termine de hablar para contradecirme de inmediato.

  Fue encogiéndose sobre sí mismo hasta perder su identidad completa. Ahora culpa a los otros de su carencia.

  El absurdo es inabarcable. No tiene clausura.


(Notas de diciembre)



miércoles, 26 de diciembre de 2018

FEDOSY SANTAELLA. TATUAJES CRIMINALES RUSOS

Tatuajes criminales rusos
Fedosy Santaella
Oscar Todtmann editores
Caracas, Venezuela, 2018


CONVICTOS CON TATUAJES


   El quehacer lírico, como género literario, desde los albores del movimiento romántico convirtió la identidad del protagonista subjetivo en la zona centro del poema. Desde ese enfoque reducido se hace una valoración extrema del intimismo y se analiza, con profundidad y apasionamiento, la mutación del sujeto biográfico en personaje que actúa sobre un escenario verbal. Esta concepción del hecho poético abrió una producción de amplio cultivo generacional en la que se solaparon otras estrategias expresivas, como la poesía narrativa. A su rescate recurre Fedosy Santaella (Puerto Cabello, Estado Carabobo, Venezuela, 1970) al configurar los pretextos argumentales de su carta de presentación poética Tatuajes criminales rusos, un título de impacto al que viene bien, para ahuyentar cualquier desconcierto, las líneas interpretativas de Eleonora Requena y Jacqueline Goldberg: “La mayor parte de los tatuajes a los que se asoma este libro no son ficción. Quemaron la piel de auténticos criminales confinados en las cárceles de la Unión Soviética. Eran grito que marcaban territorio, ejercía poder y daba cuenta de las más íntimas historias de sus temibles portadores".
  La fuerza del escritor como creador de ficciones en libros de relatos y novelas es ampliamente conocida en la geografía peninsular donde se han publicado sus novelas Los nombres y El dedo de David Lynd, ambas por la editorial Pre-textos y ha conseguido reconocimientos como el Premio de novela corta Ciudad de Barbastro, contingencias que se añaden a una travesía literaria de amplia aceptación en Venezuela.
   Así que el libro de poemas enlaza sus puentes ficcionales con la poesía, aunque no olvida sus referentes en prosa. Así, Tatuajes criminales rusos usa como proemio una cita de A sangre fría, novela cumbre de Truman Capote. Las composiciones son una mirada en la grieta, un intento de preservar las voces marcadas por el dolor, la desesperación y el miedo de un puñado asimétrico de inquietantes presencias carcelarias. Esta reconstrucción desde la palabra busca una inmersión profunda en las simas abisales del prójimo. La poesía se convierte en un ejercicio de apropiación de otro latir, de los cuerpos cansados de esos convictos con tatuajes. Y lo hace sin poner distancias previsoras, estableciendo un lenguaje directo y en primera persona del cauce argumental, para que los versos testifiquen y zarandeen la memoria, se conviertan en el registro sentimental de una biografía abocada en el tiempo a cumplir un pacto con el encierro y el silencio.
   Cada sujeto es rastro de un destino marcado. ocupa un lugar escueto en algún círculo dantesco que dejó sobre el dintel la menor esperanza. Cuando se preguntan, las voces miran hacia el pasado, suenan lejos, como si buscasen esos espacios intactos donde fuese posible regresar. Todo lo vivido es huella y polvo, un lecho inane de hojarasca que dispersa la brisa, o que duerme la callada quietud de la melancolía. Son secuencias que se guardan dentro, pero también allí la luz está tapiada y ponen su tacto el frío y la inclemencia.
   Los soliloquios expresan esa larga conversación de la conciencia consigo misma. En las colonias de trabajo, el discurrir ha ido escribiendo en las dermis cuarteadas sombríos tatuajes que salvaguardan historias. Las imágenes encallan en el cuerpo para recordar por fuera, pero también por dentro, la quemadura de lo aprendido. Quien se lee a sí mismo está solo y las palabras que lo expresan no son suficientes. Por eso, los tatuajes son necesarios. Se convierten en una topografía de sangre; es la caligrafía desatinada de un párrafo vital que ahuyenta el temor de los que miran la piel cauterizada, o de los que bajan los párpados para acoger el sueño.
   En aquel encierro la felicidad no existe, es una palabra vacía, como el ojo perforado por la aguja de quien durmió a deshora. Aún así, no son pocos los que sueñan con el regreso, los que aspiran a una amanecida donde la luz lave los ojos y muestre la piel limpia.
   Los poemas de esta carta de presentación de Fedosy Santaella cuentan historias y llevan detrás un amplio proceso de documentación que ratifica lo anecdótico. Ensamblan un territorio de desolación donde la iconografía patibularia de las instituciones carcelarias rusas aporta un lenguaje marginal, críptico, pero de absoluta precisión para los iniciados. Descubren una realidad perturbadora en la que el estado, como poder omnímodo y totalitario, adquiere una fisionomía castradora frente al estar rebelde individual. Sus métodos condenan al repliegue en el yo, a la ausencia de todo; a la necesidad de saber que el hombre está solo. Las mansas sílabas de la palabra libertad son el rastro gastado de un sueño marginal.     


martes, 25 de diciembre de 2018

ENTRE LA NIEBLA

Ribera del Tormes
(Salamanca)
Tribuna de Salamanca
ENTRE LA NIEBLA

Algo clarea,
una niebla porosa
que nos refugia.



domingo, 23 de diciembre de 2018

HABITAR LA AUSENCIA

Paseo del Rastro
(Ävila)
Fotografía de
Adela Sánchez Santana


RECUERDO DE MI PADRE


Mi padre ponderaba la eficacia
como un tesoro extraño y valiosísimo,
escondido en el vientre de la tierra.
Solía levantarse muy temprano,
con el tic-tac grabado en la memoria,
y dilataba oscuro una jornada
que concluía laso y taciturno.
Era su empeño inmune al frío o la canícula.
Por él estuve interno tantos años
con la sola misión de hacerme un hombre.
(Entendamos, un hombre de provecho,
un atinado buscador de logros ).
Mas el esfuerzo no valió la pena.
Él no tiene conciencia del fracaso.
Descubrió en la derrota
una patria feliz, compensatoria.

    (De la antología Pulsaciones, 2017)




sábado, 22 de diciembre de 2018

GIOVANNA BENEDETTI. DESPUÉS DE LOS OBJETOS

Después de los objetos
Giovanna Benedetti
Prólogo de Raquel Lanseros
Ediciones Doce Calles, Colección Gnomon
Aranjuez, Madrid, 2018


POESÍA REUNIDA



   Nacida en la ciudad de Panamá y asentada en España desde hace unos años, Giovanna Benedetti, Doctora en Derecho y Ciencias Políticas, bifurca su capacidad creadora en una caligrafía plural que integra poesía, narración, ensayo, periodismo y artes plásticas. Su voz singular ha conseguido amplio reconocimiento internacional y en ella la poesía se convierte en núcleo central. Todo su legado poético se reúne en el volumen Después de los objetos (2017), con prólogo de la poeta Raquel Lanseros, quien percibe en el denso fondo de esta verdad estética un aporte repleto de significaciones, donde el espacio de la realidad se trasciende y enriquece con un espacio onírico cuajado de símbolos.
   Este itinerario se abre con Entonces, ahora, luego, obra reconocida en 1991 con el Premio Nacional de Literatura de Panamá Ricardo Miró. El libro se concibe como canto especular del hábitat originario, recreado a a través de sus características físicas, su ambiente vegetal y su notable fauna: Desde esa descripción el poema asciende hacia el devenir histórico, como ámbito de paso que ha ido creciendo en el empeño de una épica contingente. Así se confabula la senda de la memoria colectiva, en la que oyen rastros de civilizaciones y pueblos, hasta configurar una epopeya germinal que llega hasta el ahora, como un ojo onírico que fusionara estratos del tiempo. Se entrelazan los mitos legendarios con la incertidumbre de un estar presente y de un después en el que conviven palabras, formas, mitos, alegorías como un magma de asombros que hay que preservar. La voz poética sabe que cada elemento es un sistema de claves, un espacio para cobijar lo imaginario y ese círculo semántico de las palabras.
  El cierre poético no esconde su mirada social; ese estar tenebroso en manos del mercado que hace de cada territorio un zarandeo por la globalización y los intereses de los poderosos, capaces de hundir istmos y borrar vértices con la voracidad de las langostas.
   Repite premio en 2005 con Entrada abierta a la mansión cerrada. Un plano visual concentra el colmado laberinto de lugares en el que se cobija, como piedra angular, la paradoja: la casa no es un espacio vacío y externo sino un sentir vivo en el que se resguardan las vivencias y sensaciones que exploran sentimientos y reflexiones. La casa se ramifica en formas y contornos para albergar un estar transcendido que se muestra a la contemplación y que enciende curiosidad y asombro. Más allá de la observación subjetiva, las dependencias cobijan una íntima historia particular; como en aquellas moradas de Santa Teresa en las que había más y menos porque lo real no es una dimensión cerrada sino una propuesta de conocimiento que desvela al sujeto en su persistente definición de las formas.
  Con las composiciones integradas en cuatro libros con una concepción unitaria, Música para las fieras la poeta reitera su presencia en el palmarés nacional en 2013, se reafirma como voz cimera de Panamá, capaz de monopolizar la voz solista en el cauce poético nacional. El canto configura el eterno resplandor de una conciencia cuajada de recuerdos que se expande entre la memoria, como geografía que preserva consignas de un pretérito gastado, y el vacío, con su permanente aspiración a atar nudos con la nada. El canto celebratorio del comienzo deja turno a la tentación de los abismos, donde la noche y el misterio se convierten en superficies reflectoras que secuestran los sentidos y apagan el ruido de las luces. El lenguaje se convierte en vuelo interior que ignora los contornos ajenos de las cosas; se hace fábula y fantasía, quimera extraña que recuerda la locura tenaz de aquellos libros de caballería que nublaban la razón.
   La amplia extensión del libro coteja una trasversalidad de asuntos que se extiende desde la razón estética y el afán metaliterario hasta la actitud simbólica del poema como reflejo de estados de ánimo de la subjetividad, o como geografía onírica. Es una contingencia que también se percibe en la compilación final El tambor de la agonía y otros poemas, con poemas escritos en tres etapas vitales, y con enfoques literarios disímiles. Así el poema “Ascanio redivivo” es una elegía al héroe, que sumergió muy pronto su vitalismo generoso en la sombra. Similar textura tienen los poemas que reflejan la ira concentrada y los efectos bélicos de la invasión estadounidense de 1986, una tormenta de destrucción y dolor que convulsionó el tejido social panameño, que se hace aquí elegía y canto funerario. otros poemas buscan sus pretextos líricos en el discurrir transitorio de la existencia, en la condición de caminante del yo por la incertidumbre y en ese papel terapéutico de la fabulación que abre ventanas en las mustias paredes de lo rutinario.
    Después de los objetos permite completar un perímetro poético intenso y dilatado en el discurrir, que expone la coherencia intelectual de Giovanna Benedetti. En su trayecto identificamos un amplio despliegue argumental, expuesto a través de un lenguaje fértil, comunicativo y cuajado de imágenes, que atestigua el cauce continuo de la tradición. Los poemas muestran una subjetividad donde la memoria vuela de súbito para abordar el ámbito sensorial y reflexivo del sujeto con un entorno germinal y con la orografía lírica de un tiempo. Giovanna Benedetti nunca olvida la magia del lenguaje, ese destello de luz nueva que adelanta la amanecida, la implicación emocional del lector.



viernes, 21 de diciembre de 2018

JOSÉ RAMÓN GONZÁLEZ. PENSAR POR LO BREVE

Pensar por lo breve
Aforística española de fin de siglo
Antología 1980-2012Edición, prólogo y selección de
José Ramón Gonzalez
Trea Ediciones, Poesía
Gijón (Asturias, 2013)



DESTELLOS.


   La contrastada tendencia al aforismo que se percibe en la literatura actual en castellano es un hecho llamativo. Expande frutos en blogs, revistas, antologías y entregas alentados por un enfoque diverso y por exploraciones sobre contenidos recurrentes: los recodos más íntimos de la existencia, la literatura y sus circunstancias, el ritmo espontáneo de la sociedad y la meditación ética. A esa consolidación del aforismo dedica un exhaustivo manual, Pensar por lo breve, el profesor José Ramón González (México D. F., 1959), docente en ejercicio en la Universidad de Valladolid y autor de panorámicas sobre la novela y el relato en el fin de siglo y responsable de una monografía dedicada a Ramón Pérez de Ayala.
   El aforismo cuenta en nuestra tradición con voces cimeras que han fomentado esta forma breve, nunca exenta de cierta indefinición genérica por ser campo de intersección entre literatura y filosofía, pensamiento y poesía.
   En la taxonomía de José Ramón González encuentran sitio los impulsores de esta fértil cosecha y las últimas incorporaciones. El ensayista emplea como criterio ordenador la fecha de nacimiento, y organiza el avance del libro con una breve introducción de rasgos propios individuales y con una representativa muestra textual –entre treinta y cincuenta textos breves- de cada seleccionado.
   Entre los cincuenta nombres conviven varias promociones en activo. Hay figuras que ya forman parte del canon actual, como los pertenecientes a la primera generación de posguerra, que desbrozaron trocha en el tiempo gris de la dictadura; hay voces de los setenta, que vivieron el despertar de la transición y están los autores del periodo finisecular, cuyos primeros libros afloran en las décadas de cierre de siglo y prosiguen pasos con un vitalismo fuerte y renovado. Están Carlos Castilla del Pino, Cristóbal Serra, Rafael Sánchez Ferlosio, Rafael Argullol, autores centrales que encuentran continuidad en magisterios actuales como Ramón Eder, Andrés Trapiello, Carlos Marzal, Jordi Doce, Lorenzo Oliván o Javier Almuzara
   José Ramón González deja en el escaparate un nutrido inventario de aforistas actuales, cuyos textos dibujan el viejo cuerpo de la realidad como un organismo vivo y maleable que cada autor construye a su medida mediante la concisión, la sorpresa estética y la capacidad de sugerencia. Pensar por lo breve es una representativa antología que estudia la evolución del aforismo de un modo ameno, que captura el interés del curioso. Otra vez queda claro que menos es más. Mínimas pistas para un lector inconformista que busque la felicidad con cuentagotas, en ese destello que en su poquedad ofrece intensidad de lenguaje y hondura conceptual.



jueves, 20 de diciembre de 2018

EL DON DE LA HOJARASCA

Un paseo entre la hojarasca
Fotografía de internet


ANOTACIONES SUELTAS

cuando ya no basta el sol
para sentir el día

GIOVANNA BENEDETTI

   Hay gente que tiene el don de la hojarasca. Aparece una temporada guiado por la experta brújula del  interés concreto y sin disimulos (un favor editorial, una reseña, un manuscrito para corregir, una presentación, direcciones de críticos o medios de comunicación, poemas inéditos, un acto literario, una recomendación para publicar en revistas literarias próximas…) Después, se pierde en la nada, como si nunca hubiese existido, prescindible, muda, perfecta pobladora del último silencio.

   Sobre la terrible muerte de Laura Luelmo, la joven profesora zamorana asesinada por un monstruo, hablar hacia dentro. Lejos de la estridencia, el patetismo y el llanto colectivo del coro griego de los titulares de prensa.

   Imposible borrar la terca cercanía de la estupidez; siempre hay tóxicos que transforman un mensaje afectivo en una bofetada verbal.

   Estas anotaciones sueltas remiten a la memoria fragmentada del diario, tan útil para clarificar fricciones entre sujeto y entorno. Pero son excepciones. No quiero más sobresaltos obligatorios en mi escritura. Solo el blog como hábito.

   Cada identidad contiene hendiduras repletas de fantasmas larvarios.

(Notas de diciembre, 2018)




miércoles, 19 de diciembre de 2018

JOAN MARGARIT. ARQUITECTURAS DE LA MEMORIA

Arquitecturas de la memoria
Joan Margarit
Edición de José Luis Morante
Cátedra, letras Hispánicas
Madrid, 2006
     
                                                        LO VIVIDO

   El poeta Joan Margarit, nacido en Sanaüja en 1938, compila en  El primer frío una producción textual que abarca tres décadas de un proceso creativo sometido a continua revisión. El inicio rescata la poesía de 1975 y llega hasta 1995 pero las variables respecto a la edición original  son tan numerosas que sugieren una explicación detallada. El prólogo recuerda que la voluntad de hacer poemas despierta en Tenerife, donde la familia se había instalado en 1954, inaugurando una etapa enriquecedora cuyas instantáneas serán rememoradas con frecuencia. Ya en Barcelona, Margarit se matricula en la escuela Superior de Arquitectura pero el deseo de un destino literario es tan intenso que abandona las aulas para incorporarse a un trabajo editorial. Sin embargo no se cumplen sus inquietudes y vuelve a la universidad donde concluye la carrera de Arquitectura, en la especialidad de Cálculo de estructuras.
  Su formación científica arropa el planteamiento mental con que se acerca al material poemático: “pienso que no es una coincidencia baladí que el Cálculo trate de lograr la máxima resistencia y estabilidad con el mínimo de material (en general acero y hormigón)  y que la poesía trate de decir el máximo con el mínimo de palabras: al igual que las matemáticas son las más exactas de las ciencias, la poesía es la más exacta de las letras”.
  El trayecto arranca en Crónica, libro en castellano del que se recuperan varias composiciones reescritas, con lo que la etapa en esa lengua queda prácticamente abolida. Después de cinco años el autor regresa a la poesía utilizando el idioma vernáculo. Firma una decena de títulos y cosecha abundantes premios que lo convierten en protagonista relevante. También este segundo tramo ha sufrido un reajuste severo; del mismo se incluyen treinta y seis poemas bajo la denominación Restos de aquel naufragio.
  Será el poemario Luz de lluvia el que inaugure la etapa en la que el poeta reconoce plenamente la voz y en la que se integrarán Edad roja, Los motivos del lobo y Aguafuertes. El aserto “El primer frío” figura en esta entrega en una composición que tiene como hilo argumental un debate entre arte y vida que es, en último término, uno de los ejes orbitales de Joan Margarit.
   Bajo el supuesto estético de que el poema debe modelar un interior habitable, hay una estricta concordancia entre el yo existencial y el sujeto poético: la palabra da fe de lo vivido; utiliza el pasado como sustrato temático para que afloren los indicios de una realidad vital. El cúmulo de experiencias da paso a una meditación en la que predomina el sentimiento elegíaco y la certeza de una temporalidad ineludible que condiciona las distancias entre lo subjetivo y la otredad.
   La escritura, como cualquier cosmovisión singular, cimenta un conjunto de obsesiones que se expanden mediante variables; recurre a la clarividencia del matiz. En la exposición de la intimidad hay unos cuantos personajes referenciales: Raquel, Joana, Tío Luis…cada uno cumple una función emancipadora del aporte sentimental del yo poético. Raquel – o Mariona- es la culminación de lo amoroso, el erotismo y la plenitud de una convivencia que no está libre del envejecimiento pero que ha proporcionado al yo un asidero. Joana – la hija minusválida- es en su fragilidad y en su condición vulnerable el detonante de un aprendizaje que no concluye, ni siquiera con su desaparición; connota el fondo de invierno del dolor, el rostro de una belleza profunda y desconocida, la cercana presencia de la muerte. Tío Luis participó en la batalla del Ebro y tuvo un comportamiento heroico salvando a uno de sus compañeros; en la amarilla grisura  de la posguerra, es la figura en la que lo ideal encuentra sitio cuando el proceso de resignación y la renuncia a cualquier utopía parecen haber desvanecido la posibilidad de una causa. Tío Luis es la  ética que se resiste a claudicar
  En los poemas seleccionados para Arquitecturas de la memoria hay una confluencia de contenidos; se repiten temas: la indagación en los aspectos biográficos y las travesías de la memoria, las sombras de espacios interiores como el vacío, las pérdidas o el cansancio, la música, el mar, los viajes, o la ciudad. Dentro de cada motivo lo simbólico sale reforzado. La música se asocia con frecuencia a un tipo concreto de melodía: el jazz, la individualidad de sus intérpretes, el marco peculiar de las veladas en el que era posible hallar un  refugio a trasmano de la inercia diaria. Lo mismo sucede con la ciudad aunque es Barcelona –son frecuentes las localizaciones populares- el espacio urbano es sobre todo la descripción de estados anímicos asociados al transitar diario.
   Desde una lucidez que objetiva la emoción, se busca una expresión precisa, alejada del hermetismo, que se decanta por lo coloquial y que propende a lo narrativo con una cuidada secuenciación rítmica en la que no hay cambios bruscos.
   Arquitecturas de la memorial nos da la versión definitiva de un discurso poético que busca su razón de ser en  dejar trazos de una identidad articulada en días sin retorno. La fugacidad, esa sencilla estela que precede al olvido y anticipa la despedida general, habrá permanecido inalterable. Recostada en el papel, la palabra expresa un instante concreto que convierte al poema en una huella. 


lunes, 17 de diciembre de 2018

JOSÉ LUNA BORGE. PASOS AL ATARDECER (Diario 2004-2005)

Pasos al atardecer
Diario 2004-2005
José Luna Borge
Eolas Ediciones
León, 2018

LA BUENA COMPAÑÍA

  El diario, siempre abierto y proteico, vuelve a mirar los calendarios para observar en ellos sus rincones más valiosos, esos espacios con relieve que se preservan en la memoria, como si no cesara en ellos el empeño de vivir dos veces. José Luna Borge (Sahagún, León, 1952), autor de una fecunda obra poética, ensayista y antólogo, es un persistente escritor de diarios. ha publicado hasta la fecha cuatro entregas autobiográficas, a las que añade Pasos al atardecer, volumen que rememora el paréntesis temporal que discurre entre 2004 y 2005.
   El prólogo recuerda que los diarios son “un puñado de señales de vida que se van grabando en las paredes de la memoria”; también que los contenidos no buscan la solemnidad del gesto épico y redentorista sino un círculo de arena en el solar: “La vida y sus insignificancias, las minucias corrientes de los días, es la materia prima de mis diarios. Estas minucias no son nada y a veces las he denominado como la nada de los días, pero no siendo nada, pero, no siendo nada, todas ellas en implacable sucesión van tejiendo el manto de los días que nos amparan”.
  La escritura se esfuerza en atrapar la fugacidad, esos esquejes que amenazan con agostarse de inmediato, si que se hayan podido constatar sus brotes renacidos. En medio de esta conmoción se abre camino el flâneur, suma huellas un coleccionista de fragmentos que capta sobre la marcha la longitud de onda, que percibe y goza de una ambientación fluctuante y porosa, donde se aposenta diluido el devenir.
  José Luna Borge es riguroso y coherente en su concepción del diario; siente la necesidad de una escritura que sea veraz consigo misma, que se configure limpia y natural, sin agudezas, imposturas y arabescos. Así afloran, en el avance argumental, las asimetrías de la intimidad y el círculo de afectos más cercano, las grietas mohosas de los días laborales, marcados por una política de desatinos que ha llenado las calles de desganados operarios y el rumor del tiempo, siempre protagonista central, siempre desabrido y cejijunto, como si se empeñara en ahuyentar sueños y esperanzas.
  Como no podía ser menos, el atentado terrorista del 11 M es un núcleo reflexivo esencial en el diario. El radicalismo islámico y su barbarie siega el futuro de cientos de vidas y propicia un corte drástico del sistema democrático, un gobierno bajo sospecha pierde las elecciones y las calles ponen en sus aceras las secuelas de la tragedia y el rostro más siniestro del miedo. Pero la norma de lo diario es la inercia, la sensación de que “hay días en que no pasa nada y te das cuenta de que esa nada es la sal de la vida, lo que nos rodea y hace más doméstico nuestro paso”.
   La voz enunciativa de José Luna Borge se mantiene en el tiempo. Como en otras entregas, retorna la topografía habitual de su mapa afectivo: Sevilla, Salobreña, Sahagún, León… También los regresos al legado literario de Walser, Víctor Botas, Miguel d’Ors, José Luis García Martín, o Miguel Sánchez Ortiz, y la inmersión en los propios proyectos literarios, siempre signados por la incertidumbre, la urgencia de terminar y esas sensaciones críticas que dejan la soledad y la reflexión interior. Las páginas de Pasos al atardecer constatan que el relato autobiográfico, en su caminar discontinuo, es una meditación en voz alta sobre el transitar; un cúmulo de pensamientos sobre una etapa que constituye en su aparente monotonía un significativo periodo de enriquecimiento intelectual, una reflexión sobre claroscuros existenciales, un reflejo nítido de las secuencias vividas. Es el esfuerzo de la conciencia por percibir su densidad en el espejo. El hecho de salir al día con la pupila abierta y subjetiva para afrontar ese despliegue que ensambla objetos y sensaciones dispares; para hacer de la materia anecdótica un registro permanente, una disciplina de la voluntad, un cuerpo textual que se hace en la página fe de vida, “sin enigmas ni veladuras, sin ficción”, con la textura intacta del hombre de la calle, de carne y hueso.







domingo, 16 de diciembre de 2018

sábado, 15 de diciembre de 2018

VOCES DE AMANECIDA

Salir al día


VOCES DE AMANECIDA


El egoísmo hace del yo apócope del nosotros.

Tiene una memoria prodigiosa, capaz de hacer real una mentira.

En el trasfondo del azar dormita un orden secreto, una simetría que pauta planteamiento, nudo y desenlace.

La autobiografía convierte a otro en protagonista.

Los minimalistas dogmáticos pueden confundir un haiku con un cantar de gesta.

Los cementerios de coches abundan del retorcimiento manierista.

Los viajes largos en los niños desperezan el pasmo; en los adultos, el cansancio.

El agónico vocacional tiene una visión cabizbaja de la realidad inmediata.

Cerca del mar todo se borra, salvo el silencio roto y el efecto emocional de la contemplación.

Aforismo, un zumbido de avispas.

(De la antología Concisos, 2017)









viernes, 14 de diciembre de 2018

SIHARA NUÑO. ENORMIDAD

Enormidad
Sihara Nuño
Ediciones de la Isla de Siltolá
Sevilla, 2018



SENTIR EL AIRE


  Antonio Vega y Manuel Neila dejan hilos conceptuales en el ovillo poético de Sihara Nuño (Ameca, Jalisco, 1986), quien emplea en su último trabajo un título conciso y penetrante, Enormidad. Esa idea de dimensión expandida invita a la paradoja porque el libro recurre al aforismo como estrategia expresiva. De este modo, se abre una nueva puerta al taller literario de la escritora que hasta la fecha había cultivado la poesía como eje vertebrador. Su cauce alienta un largo viaje que aglutina las entregas Los monstruos se disfrazan de flor (2016), Los cerdos también sonríen (2016), La casa que nos habita (2017) y el volumen, de aserto impronunciable, Hipopotomomonstrosesquipedaliofobia.
  Una de las cualidades del aforismo actual es la amplitud de enfoques que admite en su desarrollo; el fragmento puede cobijar una interpretación ética de la existencia o un marco reflexivo que cuestione las dubitaciones de un sujeto frente a la incertidumbre. Sihara Nuño abre su libro con la voz natural de quien sale al día, sin imposturas metafísicas, con la mera intención de ir dejando las migas sueltas de un trayecto autobiográfico. El lenguaje testifica. Se hace crónica de lo transitorio. Sostiene las dudas que nunca se resuelven del todo porque aluden a su mala memoria para albergar respuestas. Los breves textos dan la mano a trámites que dan fe de vida. En el trayecto personal no hay materia oculta sino los costurones opacos de una realidad que, de vez en cuando, necesita un chiste, o admite la reprimenda de haber llegado tarde a la épica para dejar en las esquinas una sombra confusa, que comparten los otros y el yo. Los aforismos miran actitudes, esos gestos mínimos que buscan sentir el aire y filtran en su epitelio unos rayos de sol.
   Hablé al comienzo de esta lectura del lenguaje natural de Sihara Nuño y añado aquí el empleo de un humor en voz baja, que no busca la carcajada sino el trazo abierto de la sonrisa. La conciencia es siempre una apertura al asombro y sus efectos secundarios; la enormidad es un vacío dilatado que deja sitio también cuando no hay sitio. Los remansos existenciales suelen contaminarse por la decepción y el rastreo de falsas esperanzas. Sobre el entorno habita una nube de amargura que exige una interpretación trágica de la realidad. Solo se diluye desde la confianza en el papel de las pequeñas cosas y desde el sentido del humor, de cuyos efectos terapéuticos dan cuenta muchos aforismos de Sihara Nuño: “Si tienes halitosis procura al menos no ser infiel”. 
   Organizado en tres tramos, el central, “Clemencia” apuesta por la continuidad en su deambular por lo diverso y en el cultivo de la síntesis en el tejido formal. A veces con un ascetismo que exige la participación activa del pensamiento lector: “La realidad es”, “Pensamientos involuntarios”, “Vuela”, “Levanta el verso”, “Por favor”. Esa delgada línea del género no anula su capacidad para guardar el sentido poético y escuchar el latido de la imaginación: “¿Puedo trepar por la manzana?, susurró el niño”.
   “Enormidad”, el apartado de cierre, explora una veta cognitiva, cuyas coordenadas traza la cita de René Descartes: “Lo poco que he aprendido carece de valor, comparado con lo que ignoro y no desespero en aprender”. Si la existencia es un modo de saber, la actitud vital supone un recorrido por lo contingente en el que toma cuerpo una manera de pensar, una mirada teórica ante las cosas. Hacia su presencia mostramos empatía, rechazo, solidaridad e indiferencia. Esos son los núcleos que configuran la escritura del cierre: “Ante un dilema ético, consultar su marco teórico”, “El investindagador dejó la rutinidad y salió al mundo. Comenzó a nombrarlo y descubrió la Enormidad”. Otros aforismos rebajan el tono con un quiebro irónico: “Catedráticos con los modales del cromañón”, “la capacidad craneal no es indicio de inteligencia”; o enfocan su mirada hacia lo metaliterario, donde la poesía es siempre una presencia activa: “¿En qué momento la información se transforma en conocimiento y el conocimiento en poesía?”.
   Un aforismo recuerda que la instrucción básica que exige el empleo de la sombrilla es que resista. Es una cualidad también aplicable al fragmento. Bajo el paraguas de su argumentación debe acoger los gestos del pensamiento, esos tanteos que exploran asuntos aparentemente triviales. El tacto de las palabras, con su lenguaje claro,  humilde y sosegado, debe descubrir la enormidad que cabe en un átomo, esa materia intacta con la que vamos construyendo el mundo. 

 

jueves, 13 de diciembre de 2018

TURIA, nº 128 (Revista Cultural)


Turia (Revista cultural)
Nº 128, Noviembre 2018-Febrero 2019
Director:  Raúl Carlos Maicas
Edita: Instituto de estudios Turolenses
DIPUTACIÓN PROVINCIAL DE TERUEL


TREINTA Y CINCO AÑOS DE CULTURA


   La revista Turia cumple treinta y cinco años. Un milagro laico. Un insólito ejemplo de longevidad en un tiempo de claro retroceso de la edición de revistas en papel. Digo insólito porque la revista mantiene un vitalismo creador absoluto y sigue siendo un espacio de encuentro cultural en el que se dan cita los mejores creadores contemporáneos.
   Para celebrar la efemérides el nº 128 de Turia deja en su nómina a colaboradores como Javier Marías, Fernando Valls, Gemma Pellicer, José María Pozuelo Yvancos y Teodosio Fernández. Todos impulsan el corolario reflexivo de las primeras páginas con ensayos breves de varia intención, desde el mínimo de Marías, dedicado al más conocido soneto de Quevedo, hasta la extensa glosa sobre el trayecto biográfico de Pilar Gómez Bedate, fallecida en agosto de 2017, tras una intensa vida literaria, en compañía de Ángel Crespo.
   En el taller en prosa están Enrique Vila-Matas, que anticipa fragmentos del nuevo libro titulado Figuras de infinito, de próxima aparición, Soledad Puétolas, András Forgách, José María Conget, Manuel Hidalgo y Sergio del Molino, que nos deja apuntes de un diario de verano. Cierran la sección Mónica Zgustová, con “El vaso de Goya”, tres fragmentos de una novela inédita, Joaquín Berges y Elifio Félix de Vargas, con “Impostor”, una propuesta repleta de ironía.
  Especialmente atinado en este número resulta el escaparate poético. En él conviven Circe Maia, Pilar Gómez Bedate, Luis Alberto de Cuenca, Luis García Montero, Clara Janés, Manuel Vilas, Francisco Ferrer Lerin y otras voces que refrendan el vitalismo lírico del ahora.
   Antonio Tabucchi, en la sección de Pensamiento,  sondea la aportación al arte de Pedro Almodóvar en una amplia mirada fragmentaria que titula “Veinte fotogramas para Pedro Almodóvar”. En el mismo bloque, Jesús Briones Delgado aporta claves interpretativas sobre la era digital y la sociedad tecnológica; sondea el impacto de internet en nuestro entorno.
   El cuaderno central está dedicado a Víctor Mira, un heterodoxo inconformista que hizo de la creación un árbol múltiple: pintor, escultor, dibujante, fotógrafo, escritor y artista gráfico, practicó un nomadismo continuo en un quehacer siempre abierto a la experimentación y al estar insumiso y descentrado: “Al aumentar mi desarraigo me fui quedando cada vez más libre y cada vez más solo”.
   Si la escritura propicia siempre un diálogo, esta entrega de Turia contiene dos diálogos de plena vigencia. Son sus protagonistas Fernando Aramburu, el autor de Patria, y el poeta y narrador Manuel Vila, quien ha conseguido con la biografía ficcional de Ordesa un impacto popular excelente. Pero, más allá de la contingencia del éxito, ambos autores protagonizan un trayecto sólido y dilatado en el discurrir, lo que establece profundidad y distancia en su mirada.
   No faltan las coordenadas referenciales de la revista como “La isla”, el diario de Raíl Carlos Maícas, alma mater de la publicación, los cuadernos turolenses, necesario enfoque de una revista que hace de lo local un mínimo fragmento para trascender el ámbito localista, y “la Torre de Babel”, que deja un abrumador balance crítico de las novedades literarias del año.
   Los números de Turia sugieren un plan metódico de lectura. No están hechos desde el paso fugaz y a vuelapluma de la actualidad literaria, sino desde el rigor universitario y desde el sondeo del especialista, aunque nunca lastrado por la erudición. Son material de biblioteca que invita al regreso, a convertir su contenido en materia de aprendizaje. Así que dejo sitio a este número que conmemora treinta y cinco años de vida cultural. Son muchos años; hay que tender la mano y dar las gracias.




miércoles, 12 de diciembre de 2018

EL YO PERSONAJE

Personaje
Teatros del Canal (Madrid)
Fotografía
Joan Rodon

EL YO PERSONAJE

Este vivir en vilo me define. Sobre el escenario consumo mi existencia. Respira en mí un sujeto escindido en innumerables personajes. Solo represento un papel.  El yo real no existe. Cuando el personaje llega al desenlace, desaparezco. Después, vago a solas en esa tentativa de dar a mi existencia una voz propia, un latido, un quehacer, un simple desafío para no ser otros.

(De Cuentos diminutos)


martes, 11 de diciembre de 2018

JOAN MARGARIT. LA LIBERTAD ES UN EXTRAÑO VIAJE

La libertad es un extraño viaje
Joan Margarit
Edición, selección de poemas y prólogo
de
Marisa Martínez Pérsico
Valparaíso Ediciones
Granada, 2018


HABITAR LA DERROTA


   La obra lírica de Joan Margarit (Sanaüja, Lleida, 1938) abarca un profuso itinerario, compilado en las antologías El primer frío, Barcelona, amor final, y en el recuento completo Todos mis poemas, edición preparada por José Carlos Mainer. Constituye un mapa de recorrido obligatorio, tanto en catalán, su lengua de origen, como en castellano. El aporte transciende el ámbito perimetral del territorio autónomo. Es trayecto integrado en una tradición plural, que muestra engarces generacionales con contemporáneos que exploran conceptos líricos cuyo vector de referencia es el realismo existencial. Así lo corroboran los reconocimientos en el idioma autóctono, los premios a nivel nacional y la presencia en el palmarés de hitos trasatlánticos, como el Premio Poetas del Mundo Latino y el Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda. Por tanto, Margarit personifica una voluntad consecuente y activa, de la que Marisa Martínez Pérsico realiza la reciente antología La libertad es un extraño viaje.
   Poeta, crítica literaria y ensayista, Marisa Martínez Pérsico ha investigado la escritura de creadores como Luis García Montero, por lo que el marco de la lírica hispana es un escenario conocido y cercano. Ubica por edad al autor catalán en la promoción esteticista novísima, aunque las entregas busquen como enclave natural la poesía de la experiencia y los autores granadinos de la otra sentimentalidad, con quienes comparte magisterios del medio siglo -Gabriel Ferrater, Jaime Gil de Biedma y Ángel González- y la tendencia a habitar sus poemas con una primera persona enunciativa, con claras conexiones con el yo biográfico. Muchos poemas son repliegues en el laberinto de la propia subjetividad. La poesía se escribe desde la humilde fortaleza interior; allí madura y se hace voz propia en la soledad y allí espera la inspiración, ese lugar del taller literario donde se unen en la misma mesa verdad y belleza.
  La muestra permite explorar como núcleo central de la reflexión de Joan Margarit esa polaridad azarosa entre sujeto y entorno. La intemperie está fuera, es dolor y carencia. Solo la poesía levanta la pared protectora del refugio; es una casa de misericordia. Las palabras identifican caligrafía verbal y existencia, como un magma común que fusiona experiencia sentimental y descubrimiento cognitivo. 
  La excelente selección de Marisa Martínez Pérsico, equilibrada en la muestra de las entregas y en la evolución de su concepción estética, ilumina un estar en la página que hace de la palabra emoción y compromiso, que desdeña cualquier actitud acomodaticia para habitar la derrota, sea esta la cicatriz íntima del discurrir personal, siempre erosionado por la contingencia, o la lluvia fuerte del pasado histórico con su incontinente hostilidad frente al sujeto reflexivo. El poeta reconstruye su propia historia que es también la historia de una lengua que no quiere perder porque supone un patrimonio espiritual colectivo, un hábitat, una trinchera de convicciones. Como afirma el atinado prólogo de La libertad es un extraño viaje, la poesía de Joan Margarit sedimenta sustratos de ferocidad e intemperie, de íntima violencia, porque “el dolor es una forma de equilibrio y entra en el cálculo de estructuras del edificio vital”, pero hay luz y amanecida: en los cimientos profundos del poema siempre está la ternura.  




lunes, 10 de diciembre de 2018

CANCIÓN DE ANIVERSARIO

Adela Sánchez Santana
(Ávila, 10 de diciembre de 1978)


NUEVA CREACIÓN

                              Me enamoré
                           y todo sucedía
                           en sus ojos

Si me hallaras vacío,
solitario y absorto,
con el alma sin lastre
que asegure lo humano,
como grano de arena
al vaivén de la espuma,
como frágil cometa
en los cielos perdida,
ámame dulcemente,
sobre todas las cosas,
como si fuera barro
de una estatua olvidada
que requiere tu soplo
para vivir de nuevo.

(De Rotonda con estatuas, Madrid, 1990)



domingo, 9 de diciembre de 2018

ALGO DE VALOR

Aire limpio
(Río Ebro, Logroño, 2013)
Fotografía de
Javier Cabañero Valencia


ALGO DE VALOR

Hay gente que se cree que todo
 lo que hace con cara seria es razonable

G. C. LICHTENBERG

  Había contagiado su existencia de un insólito afán acumulativo. Vivía en la sospecha de que era depositario de un derecho excluyente y privado. Todo le pertenecía. También al respirar, guardaba oxígeno y anhídrido carbónico.
   Murió pronto, pero no se redujo su voraz posesión. La cara seria de su voluntad  guarda, inane, un valor subterráneo, esa profunda grieta del vacío. Cerca de su silencio un río pasa. 

(De Cuentos diminutos)







viernes, 7 de diciembre de 2018

A MEDIA TARDE



A MEDIA TARDE
 
                           Leyendo a Matsuo Basho
 
 
Entre mis dedos,
tan real, una rana
 salta de súbito.
 
 
 
 


jueves, 6 de diciembre de 2018

RECUERDOS DE 1978 (ELOGIO DE LA CONSTITUCIÓN)

Adela Sánchez y José Luis Morante
(Navadijos, Ávila, 6 de diciembre, 1978)

RECUERDOS DE 1978

(Elogio de la Constitución)

A Serafín de Tapia,
por hacer de sus clases de Historia Contemporánea
un diálogo con la inteligencia, un futuro.

A Irene y Ana,
para que sepan de dónde venimos

  Solo veintidós años. Pero sabíamos, gracias a profesores que inundaron sus explicaciones de compromiso y conocimiento, al estar diario, y a una innata vocación lectora, que casi todo estaba por hacer. La voluntad verdecía. Los itinerarios hilvanaban lo personal y lo colectivo. Volaba alto un día a día que empujaba a ser espectadores de primera fila y protagonistas activos de lo real. Atrás quedaban, como puertas mal cerradas, la gravosa presencia del franquismo, la falta de libertades, los días oscuros de lo clandestino y el hablar en voz baja. Delante, el espacio intacto de una cartografía, hecha desde el consenso y la tolerancia, desde la cesión y el acuerdo. Aquel miércoles frío de diciembre votamos sí. Muchos votaron si. Más del noventa por ciento del censo electoral ratificó el proyecto de constitución. Y en la calle se oían los pasos de alegría de las octavillas, los latidos del miedo y la necesidad de encontrar frutos en esa hoguera estéril de la historia reciente.
 Todo guardaba el equilibrio complejo de quien sube al alambre de la utopía y tantea en la convivencia una fuerza integradora, capaz de disolver el odio revanchista y el resentimiento de los poderosos, donde la jerarquía era costumbre. La política –la de verdad, la que busca el interés colectivo y el servicio a la causa social- es pacto, aportación al todo, esqueje autónomo que crece a su aire, pero se nutre y refuerza el árbol común.
   Un tiempo limpio tenía prisa para salir al día. Esa semana fue irrepetible por su intensidad para nosotros, dos jóvenes que buscaban descifrar el porvenir desde el ahora. Adela y yo votamos sí el día 6 de diciembre de 1978. Dijimos sí, y nos casamos para buscar juntos un sitio propio, un pupitre laboral, una casa de dos, el día 10 de diciembre de 1978. Y tuvimos en las manos el ligero equipaje del asombro porque el día 11 de diciembre de 1978 viajábamos a Portugal para disfrutar de una luna de miel en Lisboa, Coimbra y Nazaret…
  Todo pasó en el 78. Lo recalco porque nadie va a manipular un solo gramo de mis recuerdos. Lo vivimos juntos como ahora. Conmigo. Contigo. Y merece la pena celebrarlo. Lo hago feliz, mientras cierro los ojos y te abrazo para recordar mejor.