sábado, 29 de febrero de 2020

HUÉSPED

Viajes
(Orlando, Florida, USA)
Fotografía
de
Adela Sánchez Santana
HUÉSPED

A Karmelo C. Iribarren, 
a quien debo la idea de este microrrelato


    Viajo mucho a ciudades distintas y lejanas, pero casi nunca abandono la habitación del hotel donde me alojo. Es una costumbre arraigada. Nació en Orlando, el día en que encontré en el espejo de mi cuarto de baño el rostro del huésped anterior. Fue él, con gesto tranquilo, quien me desveló su identidad y quien, tras una larga charla cuajada de interés, me facilitó el contacto con huéspedes encerrados en otros espejos. 
   Todos resultan interlocutores amenos que buscan el aire fresco de la confidencia. Sigo en ruta. También la soledad en los espejos es una calle que espera transeúntes.

(De Cuentos diminutos)



jueves, 27 de febrero de 2020

ANTONIO JIMÉNEZ MILLÁN. LÍNEA DE SOMBRAS

Línea de sombras
Antonio Jiménez Millán
Fundación Huerta de San Antonio
Colección Juancaballos de Poesía
Úbeda, Jaén, 2020


TEATRO DE SOMBRAS


   El discurrir literario de Antonio Jiménez Millán (Granada, 1954) multiplica entregas y modulaciones. Cuando todavía perduran los aplausos críticos a su poemario Biografía, historia (Visor, 2018), finalista del Premio de la Crítica, y tras la original propuesta irónica de Veinte sátiras y un deseo, llega a las librerías la compilación Línea de sombras, con prólogo de Justo Navarro y colofón de Juan Vida, también responsable de la imagen de cubierta y del diseño de la colección.
   Desde el despertar poético en Granada, a comienzos de los años 80, Antonio Jiménez Millán ha cultivado el poema en prosa. Línea de sombras compila una nutrida selección de esta estrategia expresiva y anticipa una decena de inéditos del trabajo en preparación Noche en París. Se constata por tanto que, más allá de un recurso coyuntural, en este itinerario el poema en prosa tiene carácter orgánico. Ha ido manando, como corrobora Justo Navarro, desde un pensamiento cuajado de viajes interiores, percepciones, sugerencias y sensaciones prolijas, ordenados por la secreta arquitectura del discurrir. Los poemas dejan sitio a un sujeto verbal que testifica miradores y planos; en ellos los sentidos dialogan con elementos del entorno, acumulan estampas, dan a las secuencias vitalesr un cúmulo de colores y formas hecho de mutaciones que trascienden el plano romo de la realidad.
   La cronología va dictando las sucesivas secciones. Así, en “Primeros poemas” toman voz tres composiciones escritas entre 1981 y 1983, cuando adquiría existencia el poemario Restos de niebla. Estos frutos tempranos recuerdan instantáneas fijas, patrimonios de una memoria visual que preserva signos de un espacio recobrado en cuyos indicios halla cobijo un entorno ideal. Hay en ellos un rumor de confusas figuras y rostros sin edad que vuelven hacia el ahora, como si todavía buscasen perdurar anclados en un territorio de esperanza. Con similar sensibilidad, leemos “La noche de los fuegos” texto perteneciente a Ventanas sobre el bosque, donde las palabras ratifican el humo estéril de las pérdidas; o el hermoso aguafuerte de “Línea de sombras”, una superficie textual que en su parquedad narrativa reconstruye una historia de amor y desolación con esa calidez nocturnal del cine negro.
   El tramo elegido de Casa invadida busca su eficacia en los referentes textuales; los textos se habitan por nombres propios que sellaron una actitud creadora que perdura en el tiempo. Germina una sensación de homenaje, como si en los lugares amaneciera, también en la ausencia, la pulsión del arte. Protagonizan esas voces en el umbral de la inexistencia poetas y pintores, figuras adheridas al reino de lo inestable que conforman un friso desajustado y caótico, un magma sedentario de extrañeza que propicia la evocación y el cauce reflexivo sobre la temporalidad.  
  Lo cotidiano en las láminas visuales de Inventario del desorden (2003) entrelaza espacios abiertos a la percepción y decurso evocativo. Es un intento de captar el tiempo como un escenario mudable, fragmentado y simbólico. Abundan alrededor los mensajes cifrados, esas sensaciones de una realidad diluida cuyos márgenes coinciden con la extrañeza de lo imaginario.
  En el párrafo íntimo y meditativo de  los aportes de Clandestinidad es permeable el paso de la historia. Toma el pulso a las noticias que están en la memoria de todos, como los salvajes atentados fundamentalistas de 2004 en Madrid, tras la espiral de sangre del 11M. Esa imagen terrible reitera la actualidad de algunas fotografías de la guerra civil y el laberinto calcinado de los bombardeos y traza también afinidades con el golpe de estado el 11 de septiembre de 1973 contra el gobierno popular de Salvador Allende en Chile. Es el crudo relato de la desolación y la barbarie en el que se liberan las sombras más oscuras del existir; la muerte como un expandido lugar sin contornos.
   Las teselas de Biología, historia despliegan diversidad. Se hace palabra el vibrar de la música, el retorno de un fondo sonoro que crece en la memoria como un sugestivo pentagrama para reconstruir estampas pretéritas; pero sin un solo hilo argumental queda espacio para la lectura moral de “Resentimiento” y para perderse en esos cruces tangenciales de lugares y presencias en los que sobrevuela un clima de irrealidad que confirma la conciencia del tránsito y el cúmulo de circunstancias que van puliendo las aristas de la identidad.
   Algo de ajuste de cuentas con el entorno ambiental y su predisposición a la mirada crítica tienen los poemas procedentes de Veinte sátiras y un deseo (2018). En “Miseria” se quita el púlpito a lo mediocre para que aparezca con la altura justa y en “Insomnio” se muestra en versión friki el autorretrato apresurado de ese yo desdoblado que llena la vigilia con torpezas y ráfagas de memoria.
   Como explicamos al comienzo, se incorporan como cierre anticipos de la obra en marcha Noche en París, escritos en el último año. En el de apertura se refugia la sombra en el exilio de Miguel de Unamuno, que sufre la soledad callada del destierro, una sensación que se contrapone como una paradoja del fluir con el gregarismo del turismo de masas que ha invadido las islas. También de soledad habla el trayecto de “Línea Uno”, donde una voz omnisciente describe el moroso deambular de un yo colectivo que advierte de esa frágil hilazón con los otros. Ambientación de cine negro y trama de novela en “Noche en París”, paseos por Roma o una estampa de observador ensimismado frente a la Ópera Garnier cobijan otros estratos que hacen de la poesía observación y crónica, indagación existencial y recuerdos…
   De notable interés es el cuestionario que Antonio Jiménez Millán integra como respuesta a una lejana publicación de Marta Agudo y Carlos Jiménez sobre el poema en prosa en España. Un género que forma parte de nuestra tradición y que el poeta y profesor emplea convencido de que traza su propia ruta de posibilidades expresivas; el formato no es homogéneo; dialoga consigo mismo para hacerse silencio y experiencia. Contiene un negativo de imágenes dispersas y es memoria que enlaza el sendero incierto de los días. Los poemas en prosa de Antonio Jiménez Millán se conjuran para dar vida a las íntimas tramas de un teatro de sombras.

JOSÉ LUIS MORANTE

miércoles, 26 de febrero de 2020

CARENCIAS FÍSICAS

Paquidermos
(Camboya, 2017)
Fotografía
de
Adela Sánchez Santana



CARENCIAS FÍSICAS

Haber nacido me arruinó la salud

CLARICE LISPECTOR

  Mi ausencia de sentido del humor se incrementa cuando aparecen algunas carencias físicas como la  torpeza ocular o la otitis. Miopía y presbicia son una manera de oír sombras. La pérdida auditiva transforma voces y ecos en veces y ocas, una alternativa verbal que no oculta la magia del relato.

   Hay sueños que estremecen por su voluntad de personalizarse en un cuerpo concreto. Nacen desde la urgencia y recorren la distancia con el paso eficaz de quien no teme ni la humedad ni la nieve.

   Cuando discuto conmigo, me cuesta refutar mis argumentaciones.

   La salud ignora su naturaleza de paréntesis; es una raíz frágil que aspira a ser árbol y nube.

(Apuntes para el diario)




martes, 25 de febrero de 2020

KARMELO C. IRIBARREN. LOS CIEN MEJORES POEMAS

LOS CIEN MEJORES POEMAS
de
Karmelo C. Iribarren
Edición de José Luis Morante
La Isla de Siltolá / Poesía
Sevilla, 2018


CIEN POEMAS Y UNA EXPLICACIÓN

                                                 
   Hay títulos que no esconden su naturaleza hiperbólica. Este, por ejemplo: Los cien mejores poemas de Karmelo C. Iribarren. No hay que asustarse; el sentido es diáfano; bosqueja una muestra selectiva de trayecto, la que yo prefiero en este momento, cien composiciones marcadas en el espacio lector personal. El lenguaje del escritor es seco, restallante, emotivo. Define con exactitud un entrelazado de rincones reflexivos del pensamiento y la experiencia, sea cultural o biográfica. Ha adquirido en el tiempo sentido medular. Por ello, he optado por seguir la cronología creadora libro a libro. Salvo el cuaderno inaugural Bares y noches y el libro ilustrado Versos que el viento arrastra, concebido como un corpus poético para niños, están representados todos los peldaños, lo que concede al conjunto el carácter de un mapa de ruta.
   Una edición jamás se abre paso sin consultar con el protagonista principal, el escritor. La efectiva respuesta borró cualquier incertidumbre. Adelante, poeta. Así que sin especulaciones, me adentré en una geografía poética que no pocas veces deja la sensación de ser una autobiografía heterodoxa y diferente, dispuesta a poner brisa fresca en el cuarto cerrado de lo previsible.
  Los días laborables  viajan hacia el crepúsculo con una grisura pactada, pero sólo en apariencia; en su dermis subyace lo incógnito, eso que pugna por pasar inadvertido a los ojos de casi todos. De ese modo, el poema se define por su afán de búsqueda, por su quehacer indagatorio.
   En Karmelo C. Iribarren existencia y escritura conforman una sociedad limitada, que no admite masa social y que se distribuye las funciones mediante acuerdos tácitos. Por ello, la existencia es una veta natural que permite explorar las calles céntricas del yo, ese sitio monumental que cobija los sentimientos y las idas y regresos hacia los demás; se trata de pautar con el otro un acuerdo de mínimos que exige cada yo al acontecer diario y que está hecho de argumentos sencillos para que el ruido de fondo de lo cotidiano amortigüe su incoherencia y muestre un discurrir apacible; cada sujeto define las propias estrategias de autodefensa frente al temporal de la calle.
   Otra veta fuerte nace de la escritura que es, al mismo tiempo, tradición lectora y práctica de una sensibilidad que glosa en distintos formatos las habituales obsesiones del taller. Karmelo C. Iribarren escribe con palabras que inspiran confianza y que trazan en el rastro fugaz de lo vivido algunas razones para el optimismo. Hay que saber mirar: “la prosa de la vida está llena de poesía”
   En su ensayo Otra manera de decirlo (Renacimiento, 2017) Pablo Macías plantea una extensa perspectiva panorámica, capaz de subrayar interacciones, discrepancias y apoyos al abordar la trayectoria de Karmelo C. Iribarren. Agradezco aquí su entusiasmo crítico y la inmersión profunda en las aguas inquietas de una obra en movimiento. Me ha despejado dudas al abrir la necesidad de enfoques nuevos.
  Integro aquí también mi afecto a Javier Cabañero Valencia, siempre dispuesto a solventar los problemas digitales y las correcciones de texto con la eficacia solidaria de su amistad. Suelo defender que la poesía despereza la hipótesis de un encuentro dialogal reconstruido, capaz de situar cara a cara, en un espacio cercano, la mirada creadora y el afecto lector. Ojalá el presente trabajo consiga esa posibilidad vecinal abierta y comunicativa. En ello estamos; que los poemas seleccionados prosigan senda en la transitada calle del futuro.
   Poco dado a la especulación teórica, José Agustín Goytisolo, coordenada esencial de la generación del 50, argumentaba que “el papel más válido de un crítico literario es el de catador, el de quien distingue y explica al público las diferencias, las calidades y los sabores; no el de homologador, cuantificador y clasificador, que acaba de hacer perder al lector las pocas ganas que normalmente tiene de enfrentarse al texto literario”. Traspasado el umbral de las buenas intenciones, comparto plenamente el lúcido criterio del poeta. Con esa pauta invito a degustar estos cien mejores poemas.




lunes, 24 de febrero de 2020

EL IMPOSTOR

Yo es otro
Imagen para un verso
de
A. Rimbaud


EL IMPOSTOR

Un sueño es la mitad de una realidad
JOSEPH JOUBERT

Fantasma yo también en un mundo de fantasmas
MARTÍN LÓPEZ-VEGA

   Sin ángulos muertos, se vio a sí mismo en los meandros del sueño prodigando actitudes insólitas. Cerró los ojos. Su comportamiento estaba lejos del molde de rigidez victoriana que la vanidad le atribuía. Era un impostor. Debajo de la historia existencial se solapaba el registro intacto de otra biografía. Necesitaba saber quién era y sintió en el pecho la punta de aguja de la desolación.
  Empezó por no respirar más que silencio. Adivina que solo cuando duerme regresa a las líneas de sombra de su identidad.  

(De Cuentos diminutos


domingo, 23 de febrero de 2020

ANTONIO MACHADO EN SEGOVIA

"A distinguir me paro..."
Casa-Museo de Antonio Machado
(Segovia, 2013)
Fotografía
de
Adela Sánchez Santana



ANTONIO MACHADO EN SEGOVIA


   El periplo biográfico de Antonio Machado en la sosegada ciudad del acueducto es muy conocido. Destinado como profesor de francés, Antonio Machado llega a Segovia el 25 de noviembre de 1919. Se aloja en una modesta pensión de la calle de los Desamparados, ahora convertida en Casa-Museo. Es el lugar que busco con ese paso urgente de la gratitud. Recorro las modestas habitaciones que siguen preservando un aliento de época. Antes de adentrarme en la casa, he realizado fotos del busto del poeta esculpido por Emiliano Barral y he conversado largamente con César, quien regenta la pequeña librería de viejo del patio, donde he comprado algunos ejemplares de poesía y dos o tres biografías del poeta. Son libros que ya tengo, pero que se cobijan entre mis manos por un precio de saldo que invita al regalo. Pienso en mis hijas o en esos amigos poetas que aman la estela inagotable del escritor.
  La visita guiada se inicia en el pasillo, donde están las fotos de la patrona. La mujer mira a la cámara con el orgullo de cumplir las normas de la hospitalidad ante un huésped tan ilustre. Cerca de allí, la cocina despliega un inventario de cachivaches domésticos que se completan con la inefable máquina Singer, donde las amas de casa consumían su tiempo entre labores. En la alacena, de suelos rojizos, la aceitera, los cántaros, la caja metálica para cobijar las galletas… Detalles que hablan de un ambiente muy similar en casi todas las casas castellanas.
  En el salón, con amplia mesa y ventana despejada se celebraban las tertulias o se esperaba con resignación el escueto refrigerio; no eran días para el agasajo. Y pueblan las paredes fotos de la hermosa Leonor y del poeta, la partida de matrimonio, portadas de periódicos de la época donde publicaba colaboraciones, e imágenes de los acontecimientos que saludaron la llegada de la segunda república. También primeras ediciones y algunas estanterías con libros dedicados. La más entrañable pieza del museo es la habitación de Don Antonio: amplia cama de cabezal metálico, mesa camilla, alacena y espejo donde todavía se contempla la sombra del poeta.
   Es mediodía casi, cuando abandono la casa. En mis manos los nuevos libros. En una terraza de la ciudad vieja, cerca de la plaza mayor, abro a la luz las páginas de Proverbios y cantares.

Recuerdos de un viaje al corazón


sábado, 22 de febrero de 2020

MIGUEL CATALÁN. DICCIONARIO LACÓNICO

Diccionario Lacónico
Miguel Catalán
Ediciones Sequitur
Madrid, 2019

EL LIBRO DE LAS PALABRAS
  
   Doctor en Filosofía, profesor universitario y ensayista, Miguel Catalán (Valencia, 1958-2019) es, a pesar de su temprano fallecimiento, uno de los referentes esenciales del aforismo contemporáneo. Sus textos liliputienses, compilados por la editorial Trea en 2018 en el volumen integral Suma breve, definen una geografía reflexiva repleta de rincones de interés. De ese afán sostenido por el ejercicio de síntesis parte Diccionario Lacónico, un amplio libro de palabras y definiciones que aglutina etimología, semántica, concisión poética, humorismo, greguerías y filosofía existencial.
   Las definiciones recurren al orden alfabético tradicional para elaborar conceptos que concentran acepciones diversas. De este modo, el significado de las palabras abre ventanas al asombro para explicar el contacto sensorial con el mundo y las cosas, con los ojos abiertos hacia dentro y hacia fuera. En este quehacer de sondeo terminológico la percepción remueve el granero del idioma para que se muestren magmas en formación, capaces de extender sedimentaciones frente al lugar común. Cada definición postula una identidad conceptual trascendida, un esfuerzo capaz de mostrar relieve y diferencias; abre incisiones que convulsionan la imaginación. Pero ese quehacer no solo se basa en la enunciación y en el empeño descriptivo sino también en una labor de poda. Se despoja al término de cualquier adherencia para dar forma al desnudo, a la vertebradura esencial, aun sabiendo que la definición exacta y concluyente es aspiración e ideal. Solo se constata en la página algún reflejo de la exactitud.
   Miguel Catalán sospecha que el impulso germinal de esta obra está en el pasado y en el estudio de algún tratado de lingüística, pero es difícil no encontrar afinidades con la ironía y el sarcasmo de Ambrose Bierce y con el amplio listado de lecturas de autores epigramáticos que constituyen materia habitual del atril de estudio. Su legado da origen a abundantes calas etimológicas. Además de esas fuentes primarias, el escritor ha reunido citas y pensamientos ajenos que se suman al cuerpo de la obra con la libre voluntad de la bibliografía disponible, haciendo de las voces del lenguaje una traslación semántica condensada.
  Concluye así una tarea lenta, un puente que une palabras y que mostró sus quehaceres en la novela autobiográfica Perdendosi  (Carena Books, 2016). Como recordará el lector, en ese relato autobiográfico, donde germinan recuerdos y reflexiones sobre la identidad y la pérdida, se alude al poder del lenguaje como estrategia de permanencia, capaz de salvar el devenir cronológico y la distancia.
   Dado el peculiar ritmo de lectura que requiere un diccionario, el autor ha incluido una recolección práctica de abreviaturas, complementada en el epílogo con una tabla de citas. Si es un lugar común, compartido por todos, el interés lingüístico de las enciclopedias como cartografías habitables para el lenguaje, que incorporan cada año acepciones y usos nuevos del habla comunitario, Miguel Catalán refuerza esta cualidad intrínseca con vocablos escogidos, tras un amplio diálogo con la semántica del decir fragmentario. Así nacen circunvoluciones de amanecida en torno a las palabras que acreditan perspectivas y enfoques singulares. Son pequeñas dosis de sabiduría que aluden a las mutaciones del lenguaje y a sus procesos recapitulatorios. Promueven un paciente diálogo entre el ser transitorio de la realidad, con su poblado universo de objetos y elementos, y las convenciones de la palabra para responder a lo contingente. Crean el espejismo de la permanencia, ese largo sueño que la voluntad emprende cada día.

José Luis Morante



viernes, 21 de febrero de 2020

DESCONCHONES

Desnudez



DESCONCHONES


La realidad establece con precisa exactitud sus desconchones. En ellos habito, mientras van pasando los días para la graduación ocular definitiva. El regreso a los hábitos de siempre será emotivo para la voluntad y el ánimo: calle abierta y pared enfoscada; epifanía.

Hablo de ensimismamiento pero el concepto requiere matizaciones; he podido disfrutar de otras actividades. Sucedáneos para cuando despierte de este sueño de ocres y vea que todavía la literatura sigue ahí.

Debo callarme frente a los que escriben haikus en romance. El analfabetismo literario es muy visceral.

Las confidencias hay que merecerlas; los que opacan el cristal no son destinatarios del intimismo.

Algunos siguen considerando el insulto como una de las bellas artes. Y baten palmas frente al alba rosada de los exabruptos. Tal creencia dice mucho de su estado mental, de su empeño de viajar en barca por el mar de la Mancha y del enorme porvenir laboral que tiene la psiquiatría.


(Apuntes del diario)


jueves, 20 de febrero de 2020

ENSIMISMAMIENTOS

Lugar propio


ENSIMISMAMIENTOS

Olvídate de mí, si estás conmigo

LUIS GARCÍA MONTERO

. Cualquier idea al margen de mí es sospechosa. Tiene una naturaleza ficcional.

. Ninguna piel oculta las heridas contiguas.

. Insultos: cantos de peces.

. Tomar la calle, ese gesto estridente que convierte la convivencia en parodia.

. No soy mejor que tu, pero sospecho que tampoco peor.

. Ese estar inquietante de las motas en el aire.

. Reordeno ensimismamientos; sigo exilado en el pesimismo.

(Aforismos a solas)




miércoles, 19 de febrero de 2020

APEGO

Último tren



APEGO

                                        En los huesos del tiempo
                        no hay ternura

                                             JOAN MARGARIT

Los ocres sucios
de viejas decepciones
no quieren irse.


martes, 18 de febrero de 2020

FERMÍN HERRERO. TEMPERO

Tempero
Fermin Herrero
Premio Alfons El Magnánim "Valencia"
de Poesía en castellano
Hiperion, Madrid, 2011



EL OLOR DE LA TIERRA


   Hay términos de uso restringido cuya semántica propicia la evocación y la elegía. Es el caso de “Tempero” que en el diccionario precisa con definición ejemplar: “sazón que adquiere la tierra para las sementeras y labores”. Detrás de esa palabra cohabitan el ruralismo narrativo de Miguel Delibes o el tiempo sosegado y meditativo de Antonio Machado. Fermín Herrero (Ausero de la Sierra, Soria, 1963) es uno de los escasos nombres de la lírica intersecular que sigue inmerso en esa tradición del paisaje castellano, ya núcleo argumental de entregas anteriores.
   En Tempero hallamos un libro orgánico que reitera algunas claves formalistas del autor, como el poema breve y los títulos al término de la composición para que los versos nos lleven de forma natural a la definición y no condicionen de modo previo la lectura.
   El profesor José Luis Herrero, de la UNED de Soria, ha investigado la presencia de sorianismos en el diccionario de la real Academia y ha completado un fichero léxico de la provincia que puede ser de gran utilidad al curioso lector que se acerque a las composiciones de Tempero y quiera precisar algunos términos cuya etimología remite a las tierras del alto llano numantino, la comarca de Tierras Altas, un espacio geográfico ubicado en el nordeste de Soria que ha sufrido un intenso éxodo rural. Un severo proceso de despoblamiento ha puesto fecha de caducidad a una cultura campesina milenaria que hallaba en la práctica agrícola y en la ganadería de trashumancia sus habituales modos de vida.
   El poema busca el olor de la tierra, la carga sensorial de un paisaje que ha perdido cualquier alabanza de aldea para sumirse en un estado de letargo que propicia una contemplación demorada: “La tarde que se alarga. Nieva. La duración / en mí, que me desprendo y al cabo doy / en todo. Y solo. Aquí o allá / es lo mismo, inmediato. Ahora puedo / ver, alguien me pronuncia, el tiempo / me retiene más suyo que nunca, menos / transcurso, a salvo ya de su condena…”   Ese fenómeno atmosférico, la “Húrgura”, que genera la borrasca de nieve y viento rompe el trascurso monótono del día para incidir en la condición de ser en medio de los ciclos naturales.
  El campo propicia una sensación de estatismo, un devenir que alienta la quietud y el despojamiento y que halla en la imagen de un cerro pelado el reflejo de la propia esencia de vivir; se van agotando los afanes y las pretensiones, los elementos del paisaje muestran una común actitud de calma  que acrecienta la soledad del que contempla o ese desamparo que lleva a buscar el abrazo del otro para librarse del escalofrío.
   La poesía de Fermín Herrero tiene el tono justo de la confidencia; no levanta una voz que apenas cambia con el tiempo, otea el horizonte y se encoge de hombros, convencido de que la naturaleza tiene un destino marcado, una cadencia que invita a reflexionar sobre los signos de lo  mudable y a guarecerse  a cielo abierto, detrás del pensamiento.

lunes, 17 de febrero de 2020

EL POEMA FELIZ

Espera
(Florida, USA)
Fotografía
de
Adela Sánchez Santana


EPIFANÍA

Cardinal necesario,
la pulcritud se aplica en dar forma y textura
al poema feliz.
Es palabra con alas que difunde
el íntimo comienzo de los sueños.

El poema desciende
como lluvia caída.
Su epifanía anuda la belleza
y remoza pequeños propósitos baldíos.

Que no contenga lastres
y conozca remedios
contra el cerco famélico
de cualquier desazón.
Que asordine la angustia
y no marchite pasos
en la tierra de nadie
del chantaje afectivo.

Que tenga la avidez
severa de los dioses
y disloque
toda asepsia expresiva.

Que soporte la ley gravitatoria
del trapecio
y se mantenga sobre la cuerda tensa,
como un don disponible
que sostiene el azul
y todo empieza.

Y que sepa también,
hecho gesto final y conclusivo,
guardar el extravío
bajo techo.

   (Barcarola, nº 92-93, Dic. 2019, Albacete)


domingo, 16 de febrero de 2020

ADÁN

Camino
Sobre una imagen
de
Javier Cabañero Valencia



ADÁN

   Retraído en el cuarto del yo, alardea de ser un escritor sin genealogías. Carece de antepasados y descendientes. Infatigable escribe; hace de su exilio grava suelta, camino y porvenir.
   Me desconcierta un síntoma inquietante: vive con sus padres.

(De Cuentos diminutos)





sábado, 15 de febrero de 2020

JOSÉ MARÍA GARCÍA LINARES. NACER PARA APRENDER, VOLAR PARA VIVIR

Nacer para aprender, volar para vivir
Un acercamiento a la poesía de Begoña Abad
José María García Linares
Pregunta Ediciones
Zaragoza, 2019


APRENDIZAJE Y EXISTENCIA

   El aserto Nacer para aprender, volar para vivir, que define este estudio crítico sobre la poesía de Begoña Abad, enlaza textura biográfica y recorrido escritural, es un acierto del ensayista José María García Linares, Filólogo, Doctor por la Universidad de Granada y docente en ejercicio en la Comunidad Autónoma de Canarias. Es difícil adentrarse en los estratos poéticos de Begoña Abad (Villanasur Río de Oca, Burgos, 1952) y abstraerse del sujeto real. Al menos para mí, que conocí a la persona y su pletórica humanidad con sombrero en el evento Voces del Extremo, unas jornadas de reflexión y diálogo celebradas en Béjar, en el poderoso verano de 2009. Como ocurría con otros integrantes de aquella convocatoria, periférica y a trasmano del enfoque oficialista de la poesía actual, no tenía ningún trazo de su fisionomía literaria. Pero, según aseveraban los filósofos estoicos, el lenguaje de la verdad no requiere circunvoluciones explicativas para hacerse mediodía y claridad. Capté de inmediato la sencillez, el cálido escepticismo aliñado de ironía y su generosidad expansiva hasta el punto de que su amistad fue el mejor legado del alboroto bejarano. Un año después, propició una lectura poética de mis versos en Logroño. En unas horas de grato recuerdo conocí el quehacer laboral del Ateneo y los aledaños de un río Ebro de aguas transparentes y gélidas. También la acogedora casa de Begoña, su quehacer laboral y aquella azotea abierta, como un mirador suspendido, a los tejados de una ciudad levítica.
   Ha transcurrido una década pero la evocación del trabajo poético no ha perdido intensidad, así que inicio la lectura de Nacer para aprender, volar para vivir con la esperanza de cotejar sensaciones y pensamientos. José María García Linares abre su indagación con un paratexto plural en el que conviven María Zambrano, Antonio Revert Lázaro, Elsa López y Antonio Orihuela, un entrelazado heterodoxo. Con unas coordenadas más precisas, el prólogo aborda algunas cuestiones básicas que sobrevuelan el proceso de escritura y responden a los objetivos básicos del taller textual. La palabra está ahí, es magma y espera y quien se apresta al verso debe solventar desde qué punto de partida inicia voz en la tristura de lo cotidiano. El corpus de Begoña Abad se edita entre 2006 y 2019; sus textos se configuran “como espacios de la memoria que remiten siempre a una experiencia de duración en donde tienen cabida las representaciones del yo en lo cotidiano, en lo trascendente, en lo posible y en lo imposible”. Así sucede en su carta de presentación, la plaquette Begoña en ciernes (2006), publicada por Ediciones 4 de agosto, donde fusiona el yo existencial y el personaje del poema como si la entidad real estuviese marcada por el moldear preciso del poema; como decía María Zambrano, “las palabras sirven para descubrir el secreto del yo y comunicarlo”. Con absoluta coherencia el siguiente poemario La medida de mi madre seguía postulando como muro de cimentación el decurso vital; las cosas están ahí, a la vista y ellas gobiernan la temporalidad del protagonista que ante lo aleatorio muestra el semblante de sus estados de ánimo y la conciencia de estar desempeñando un papel siempre marcado por el discurrir. El rol femenino aporta una sensibilidad diferenciada y reconocible en presencias de enorme fuerza emotiva como la madre o la epidermis del yo en los espejos asumiendo su papel social. La tercera entrega Cómo aprender a volar ofrecía un conjunto de poemas editado por Olifante, en su colección Papeles de Trasmoz. El libro se enriquece con una introducción de Antonio Orihuela. Suena fuerte una poesía breve, directa, emotiva, sin afeites; una lírica confesional, reflexiva y dispuesta a sonar a media voz. Los versos de Begoña Abad manan desde la transparencia, breves, incisivos, como aforismos que resumen los días.
   De la abstracción del sujeto sobre las coordenadas referenciales de su naturaleza nace la cuarta entrega Musarañas azules en Babilonia donde se abren temas nuevos como el eros y la fuerza del deseo, la búsqueda palpable de la piel, y el esfuerzo por sondear comportamientos liberados de tabúes y miedos.
   Pero el yo poemático también deja un espacio al entorno, a las enseñanzas de lo cotidiano. Frente al estatismo doméstico de la conformidad en Palabras de amor para esta guerra se hace más pleno el compromiso y la denuncia, una voz ética que persiste en A la izquierda del padre donde la palabra se hace libertad y vuelo para mirar los tejados de los invisibles y los desfavorecidos. Del mismo modo, otros poemas actúan como crónica de un tiempo manifiestamente mejorable, lleno de flecos y asuntos colectivos no resueltos: los malos tratos, la violencia de género, las actitudes xenófobas, el materialismo son anotaciones de agenda que, en una sociedad individualista y miope, nunca tienen fecha de caducidad. Miradas a un mundo que parece tener narcotizada la conciencia y que se reiteran en las composiciones de Estoy poeta (o diferentes maneras de estar sobre la tierra), libro de 2015.
   Es un tiempo de extrema fecundidad creadora donde se encadenan títulos – Diez años de sol y edad, una antología de trayecto que añade el poemario inédito Hebras, El hijo muerto, un libro CD de textos recitados, El techo de los árboles y Llaves para una revolución- y presencia en antologías del momento, como las que constatan los encuentros en Voces del Extremo, o Mujeres en su tinta: Poetas españolas para el Siglo XXI y la antología Insumisas. Poesía crítica contemporánea de mujeres.
   Esa aparente sencillez del itinerario creador de Begoña Abad no exime de la “responsabilidad de cuidar las palabras”, de dar a cada poema el ritmo y la cadencia precisa para que sus versos se aposen en la memoria como si precisaran una reflexión posterior en la que consiguieran su pleno sentido. Así lo corrobora el acercamiento crítico de José María García Linares al perfilar una biografía ficcional en la que se integra, con sitio propio, la cotidianidad expresiva de Begoña Abad, esa textura trascendente de la vida al paso.   

  

viernes, 14 de febrero de 2020

TINTA FRESCA

versos, besos y viajes
Tailandia, 2017
TINTA FRESCA

Te sueño y me propongo
hacer de nuestra vida
un poema continuo.
Al despertar
escribo el primer verso.
La lluvia me interrumpe;
su tacto trasparente
diluye lo que escribo.
Intento improvisar
un texto sin palabras.
Tinta fresca.

    (Revista Barcarola, nº 92-93
    Albacete, dic. 2019)


jueves, 13 de febrero de 2020

ALTA CULTURA

El pensador
Escultura
de
Auguste  Rodin



ALTA CULTURA

La juventud mira hacia adelante, pues no tiene nada detrás.
la vejez mira hacia atrás, pues no tiene nada delante.

AMBROSE BIERCE

Con  mesura contenida y aire lánguido, suele hablar mal de los contemporáneos. Le queda, dice, el infinito espacio de los clásicos, esa insignia de autoridad que distingue a los iluminados por la alta cultura. Así plagia mejor y nadie advierte.

Aquella mañana escribió un soneto admirable, de seis versos.

Gente que calla, con exceso de aparato crítico.

Hermética efectiva; en la oscuridad opaca de una frase se quedó dormido.

Para despistar al invierno de su senectud pone en sus achaques diarios un entusiasmo juvenil.  

Aforismos opacos



miércoles, 12 de febrero de 2020

EL AMBICIOSO

Signos leves


EL AMBICIOSO

   Este invierno destila olor a frío y el ambicioso apura pasos apresurados para encontrar cobijo. Se ha sentado conmigo y de inmediato me deja conocer sus convicciones. Contempla ensimismado la claridad cercana de la lumbre, los leves signos sin voz que escribe el fuego. Cuando posa sus ojos en la hoguera no mira el fulgor de las brasas. Tampoco la roja mutación de la madera en ceniza. Solo percibe los brazos extendidos del humo, la maleable docilidad de su ascensión.

(De Cuentos diminutos)




martes, 11 de febrero de 2020

VENDRÁ LA MUERTE

Aliño indumentario
Archivo
de
akg-images



VENDRÁ LA MUERTE…

                                  Vendrá la muerte y tendrá tus ojos
                                                             C. Pavese

Pisa la muerte
el  limo intransitable…
Cerca, Colliure.

                   (Homenaje)





lunes, 10 de febrero de 2020

CASA ABIERTA

cosecha
fotografía
de
Pinterest

AFORISMOS

Cuando conciliaba el sueño, permanecía insomne su inteligencia práctica.

El fulgor del adjetivo ciega el poema.

Activos habitantes de la ciénaga, los ajetreos del odio nunca cierran jornada laboral.

Refrenda la última resistencia de un castillo de arena frente al mar: persevera en la nada.

El verano y esos desnudos que eligen mis ojos para decirse.

En el aforismo grava suelta que presiona los pies de quien camina.

Todos admiraban la solidez y el peso de sus opiniones. Él asentía, mientras ocultaba su petrificado cerebro.

Hay inteligencias livianas, casi invisibles. Buscan su imagen en el espejo de la prepotencia para no desaparecer entre la neblina.

Sus racionamientos cumplen milenios. Usan el lenguaje de las piedras, un abecedario tectónico.

Quien quema el bosque sugiere ahora plantar arbustos sobre el tizne.

Soy el mismo, aunque la edad  borra senderos al deseo. Seca las sábanas.

(Aforismos)



domingo, 9 de febrero de 2020

PAISAJE DEL DOMINGO

Conversación a solas
Fotografía
de
Javier Cabañero Valencia


PAISAJE DEL DOMINGO


No había disfrutado todavía del soberbio papel de Gleen Close en La buena esposa, la película dirigida por Björn Runge y estrenada en 2017. La madura belleza de la actriz casi monopoliza el cuadro de actores. El argumento aglutina periplo existencial y literatura y abre una espita de reflexiones de fuerte densidad respiratoria. Sobre la existencia y el largo túnel oscuro del matrimonio la infidelidad, el sexismo, la anulación del otro, el sexo crepuscular, la lealtad… Y sobre la escritura, el plagio, la colaboración, la vanidad y el prestigio, la biografía y el pacto que sella los labios y oferta una realidad diferente… También en el cine las afueras son centro.

Acuidad del domingo, dejadez al poner los pies en las hojas mojadas de las horas. A solas, mientras se posa inadvertida la luz en el jardín, serena y leve.

Como esas floraciones de esparragueras, zarzas y rosales silvestres que aparecen, con pujante savia,  como extensiones naturales de los sentidos, en los desaliñados declives de lo diario el brotar oscuro del resentimiento.

Me gustan los finales previsibles, sin sensaciones agónicas. Esos epílogos que avanzan con paso corto y pausado. 

(Apuntes del diario



     

sábado, 8 de febrero de 2020

LA HORA SIN VOZ

Último viaje
Fotografía
de
Javier Cabañero Valencia

LA HORA SIN VOZ

cerrando a mi quietud siempre el camino

LUIS CERNUDA

   Cuando sumaba la tarde las primeras sombras, tras muchas caídas y mínima energía para alzarse de nuevo, había llegado al final del camino Atrás quedó el cansancio que fuese permanente compañía. Con una extraña sensación de libertad respiró hondo. Pero el aire no llegó a los pulmones. Supo entonces que había otro itinerario pendiente mientras comenzaba a diluirse dentro de una grieta invisible. Alguien apagó la luz.

(De Cuentos diminutos)  




viernes, 7 de febrero de 2020

JAIME GIL DE BIEDMA. DIARIOS (1956-1985)

Diarios (1956-1985)
Jaime Gil de Biedma
Edición de Andreu Jaume
Lumen, Memorias y Biografías
Barcelona, 2016


LOS LÍMITES DEL YO


   Andreu Jaume,el editor de Diarios (1956-1985), resalta en el introito que Jaime Gil de Biedma preparó este recuento autobiográfico con voluntad crítica, con el firme propósito de que fuese un testamento de claves interpretativas. Esta valoración otorga al volumen espacio singular y una íntima relación con Las personas del verbo, que aglutina el fondo lírico, y con El pie de la letra, donde se integran artículos y ensayos. La condensada  indagación intimista nace de un afán de “adiestramiento en la literatura”, activo ejercicio de aprendizaje y búsqueda de un lenguaje para precisar y comunicar las gradaciones de la experiencia.
   Las vicisitudes de imprenta son conocidas. En 1974 amanecía Diario del artista seriamente enfermo que más tarde, ya en 1991 y en edición póstuma, se integraría en Retrato del artista en 1956. Al perfil del poeta-poema se suman aquí los textos inéditos. Son dos diarios fechados en 1978 y en 1985 que constituyen, y otra vez recurro al contexto informativo del prólogo, el retrato tardío de una sensibilidad renacida tras una estrepitosa crisis de identidad, sin asiento en un entorno cívico convencional.
  En la organización de la obra percibimos el deseo de un orden; un afán de simetría por trazar con veracidad los afanes de un protagonista implicado, que inicia el recorrido biográfico con Retrato del artista en 1956. Es el tramo más vitalista; en ese tiempo el escritor está trabajando en “Las afueras”, conjunto poético integrado en la obertura Compañeros de viaje y comienza su relación con la Compañía de Tabacos de Filipinas, empresa familiar en la que desarrollará todo su periplo laboral, con numerosos viajes de negocios y una agenda vital de libertad y descubrimientos.
  Las anotaciones de Retrato del artista en 1956 se convierten en un atlas de geografía humana. En él emerge un yo en crecimiento con inquietudes literarias, muy cercano en lo intelectual al grupo de amigos de Barcelona, sobre todo a Carlos Barral. Dan fe de una intensa pasión por vivir. Los días en Manila muestran, sin sombras, una continua búsqueda de relaciones y encuentros sexuales, no carentes de morbo y confrontados con la moral católica. También aflora la conciencia social y la evidencia de una jerarquía asumida en la que cada vez soporta peor la prepotencia colonial, esa insólita desnudez de derechos que tiene la mano de obra indígena. Las secuencias refuerzan su rechazo a una forma de vida aristocrática que fomenta el poder económico desde la explotación de los más débiles y crea en su interior un acuciante vacío ante las severas condiciones de supervivencia de los más humildes.
  Desde la distancia, la realidad política española adquiere atinada definición. Se aprecia el desarraigo interno y la ausencia de peso en la política internacional que aísla al integrismo franquista. El poeta escribe: “España es un país enfermo, enquistado en sí mismo”.
  La misión de Jaime Gil de Biedma en la Compañía General de Tabacos de Filipinas se expone en el informe sobre la administración general, un texto de fuerte contraste con la perspectiva general del diario. Se trata de un trabajo técnico sobre la fisonomía de la empresa, sus activos mercantiles y el funcionamiento operativo del personal. Apenas queda sitio para el enfoque confidencial que solo retorna en el apartado “De regreso en Ítaca”, cuando la estancia en Filipinas concluye. La implicación con la geografía asiática fue intensa. Mas el poeta ampara una sensibilidad mudable y las nuevas anotaciones acogen el clima de relación, las lecturas y el afán literario. Sitio especial concede a su temporada de convalecencia en la Nava de la Asunción, un municipio próximo a Segovia, a causa de la tuberculosis. El moroso discurrir mesetario ralentiza las horas y da ocasión a un análisis del yo verdaderamente demorado que integra facetas diversas, desde la sexualidad apaciguada hasta los problemas de composición, o las acuarelas familiares que permiten conocer el retablo de presencias cercanas y su empatía.
   Más que las vicisitudes del ego son los trabajos y días literarios los que rigen el enfoque tonal de Diario de “Moralidades”, segmento que abarca desde 1959 a 1965. El cauce vitalista, no exento de polémica por una sexualidad desbocada y oscura, se hace remanso sedentario para adentrarse en la conversación pausada entre biografía y escritura. Lo que se estima ahora es el apunte de taller, aunque de cuando en cuando desgrane  textos  que bosquejan rutinas de la casa.
   En esos meses concluye varios proyectos, entre ellos un ensayo crítico sobre Jorge Guillén, publicado en 1960. Es la etapa de definición del grupo de Barcelona a través de gestos colectivos como el homenaje en Colliure a Antonio Machado, en el vigésimo aniversario de su muerte, la preparación de la antología de Josep María Castellet, o la realización de lecturas y encuentros que dan a  conocer emergentes idearios estéticos.
   Es el tiempo de escritura de Compañeros de viaje, su carta de presentación. Las anotaciones revelan la lenta elaboración de los textos, el pulido final y el sesgo racional de una obra que va creciendo con lentitud, muy lejos de la intuición sentimental, con un sólido trabajo de organización.
   Por otra parte, los contactos con Carlos Barral, Josep María Castellet y otros poetas del medio siglo facilitan el conocimiento público de sus creaciones. Son días de cielo claro. Cuando arranca 1960 sus apuntes lectores gestan un criterio crítico pleno de solidez. En él, Antonio Machado adquiere una significación tutelar, que influye en una expresividad directa y en el sentido ético del poema; lo mismo sucede con los compañeros de viaje. Con afines supuestos estéticos forjan el catálogo de la colección Colliure, que habrá de convertirse en pórtico editorial de la lírica del grupo. También es valorado de forma positiva Luis Cernuda; en cambio cuestiona las últimas salidas de Juan Ramón Jiménez.
   El periodo acogido discurre hasta 1964 y en él perduran los peculiares caracteres del ego, aunque los párrafos se hacen más esquemáticos. En ellos se alternan los estados de ánimo, las crisis físicas y amorosas, las lecturas y los avances de poemas que van adquiriendo todos los elementos de la versión final. Asimismo prosiguen los contactos promocionales y el deambular por enclaves peninsulares, con especial incidencia en la costa. La identidad del yo se asienta en claroscuros que transmiten su inestabilidad afectiva. Mientras lee a Catulo y los poemas epigramáticos de la Antología palatina que servirán para encontrar el tono de “Pandémica y Celeste”. Cuando arranca 1964, vislumbramos síntomas mudables en la persona. Se remansa su intemperancia polémica, siempre dispuesta a la confrontación, y eso permite una meteorología relacional más estable. Se consolidan ramas esenciales: Jaime Salinas, Esther Tusquets, Gabriel Ferrater, Juan Marsé… Un escogido listado de nombres propios que aglutinará esfuerzos e  itinerarios editoriales comunes.
   Este litoral en calma también tiene borrascas, como el fallecimiento de Joan Petit o la muerte de Luis Cernuda, cuyo legado siempre será un hito referencial. Son meses también de provechoso quehacer: los versos de “Pandémica y Celeste” pulen aristas con un sostenido afán reflexivo. De nuevo, el discurso verbal está marcado por la razón de una exigencia máxima que analiza avances y movimientos, articula secciones, evitando espejismos aleatorios con una organización interior que sostiene el desenlace.
  El calmo acontecer amansa la inquietud erótica. Ahora sus desvelos sentimentales están cuajados de moderación filosófica. Sobre la mesa están las páginas abiertas de Corpus Barga, Gombrowicz, Villalonga, Sartre o Isherwood. Es un tiempo claro y benigno en el que se va gestando el libro Moralidades con calculada lentitud.
   De cuando en cuando la serenidad bascula hacia la apatía. Su exigencia crítica es extrema, lo que le provoca paréntesis de desmoralización, cuando los proyectos no adquieren solidez y coherencia. Su falta de interés afecta sobre todo a los entornos literarios y a su presencia activa en foros sociales. En cambio, le gusta meditar sobre la intrahistoria colectiva: ecos de las revueltas universitarias, huelgas asturianas y el sostenido caos ideológico del franquismo que diluye las líneas de fuerza del poder político.  
  En el diario de 1978 la textura de la realidad ha sufrido significativas quiebras. Desde 1972, en los estertores de la dictadura, viaja al litoral porque adquirió una casa en Ultramort, en la comarca del Empordà y allí fija su retiro residencial. Se asienta la convivencia sentimental con Josep Madern, salvo algunos esporádicos encuentros ocasionales y sus preocupaciones cotidianas se mantienen, tanto en la empresa, como en el taller de autor, que acrecienta enlaces con la segunda generación poética de posguerra
  De cuando en cuando, los síntomas de la enfermedad condicionan su salud o empujan a temporadas de ánimo sombrío. Pero la radiografía general de este periodo se expone con tranquila objetividad, como si fuese trazando una estela de sueños cumplidos, a pesar de su conocida inestabilidad emocional.
   Poco a poco adquiere su pleno sentido un verso premonitorio: “Que la vida iba en serio uno lo empieza a comprender más tarde”. El invierno vital establece una perspectiva crepuscular en la que el sujeto adquiere razón de una travesía transitoria. Se recupera de una fatigosa bronconeumonía que acentúa su humor sombrío. Los años cumplidos comienzan a sumar erosiones. La historia del país tras la muerte de Franco entra en un interludio complejo donde no siempre se sortean los resabios franquistas. Varias notas reflejan la detención del dramaturgo Albert Boadella por la representación de la pieza teatral La torna. El director será sometido a un severo proceso judicial, tras un consejo de guerra.
   Retornan los hábitos, viaja de nuevo a Filipinas y asume responsabilidades empresariales. Cada vez muestra una mayor dependencia afectiva de Josep M., pero sus vaivenes emocionales persisten. Incluso el diario se convierte en una enojosa tarea obligatoria que solo retoma en 1985, cuando se le diagnostican los primeros síntomas del sida. Las páginas autobiográficas de 1985 son la crónica del viaje final hacia ninguna parte.
  El hábito del diario requiere coherencia y dejar que pase la tentación continua de embellecer el pasado. La escritura de Jaime Gil de Biedma abre los ojos con la claridad apacible de la amanecida y en ella se diluyen los límites del yo para convertirse en literatura y existencia, sin trasfondo, con la respiración ajustada de quien cumple trayecto hasta la última estación.

                                                                                 
    JOSÉ LUIS MORANTE